Ojalá con esto algunos comprendan la diferencia esencial que hay entre el capitalismo y el amiguismo o capitalismo de los amigotes. Ojalá no sea mucho desear...

LA TEORÍA CAPITALISTA ES MEJOR QUE LA REALIDAD SOCIALISTA

Por Sandy Ikeda
Fundación para la Educación Económica
Jueves 9 de julio del 2015


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/capitalist-...alist-reality/

En este caso, el Cambio es un Juego Limpio.

Dígale a alguien de la izquierda que el capitalismo de los amigotes [crony capitalism o amiguismo] no es lo mismo que el libre mercado y ellos a menudo responden que el capitalismo, tal como existe en la realidad, es el capitalismo de los amigotes. Ellos dirán que nunca ha habido un caso de capitalismo en donde el patrocinio gubernamental o el amiguismo instigado por el gobierno, no hayan jugado un papel crucial en una economía de mercado ─ya sea a través de la guerra, los impuestos o la esclavitud. Como resultado, los fallos del amiguismo -la corrupción, el privilegio, la opresión, los ciclos de los negocios- son tan sólo fallos del propio capitalismo.

Una respuesta correcta es mostrar que, entre menos intervención haya habido, menos corrupto, privilegiado, opresor e inestable ha sido el orden socio-económico. Muchos simplemente reiterarían que, históricamente, el capitalismo del laissez-faire nunca ha existido, ni podría existir, sin intervencionismo. Ellos simplemente no quieren o no pueden distinguir entre un mercado libre y el capitalismo de estado, el capitalismo corporativo u otras formas de economía mixta.

Tal vez esta es la razón por la cual algunos de la izquierda han adoptado el término “neoliberalismo” (“neoliberalism”), como la palabra perfecta que ha llegado a representar un embrollo de visiones vagamente de mercado-cum-corporativismo. Ellos no se pueden imaginar cómo los mercados funcionarían sin alguna forma de intervención estatal que mantenga todo en operación. Y eso es posible porque ellos rechazan lo que el economista Peter Boettke llama “la economía de la línea principal” (“mainline economics”) o la economía en la tradición de Adam Smith, Frédéric Bastiat y Carl Menger, entre otros.

Es frustrante, pero hay un par de puntos que me gustaría mencionar. El primero es que, en nuestras críticas libertarias del colectivismo, a menudo, exponemos un argumento que suena familiar a aquel que hace gente de la izquierda. Pero, en segundo lugar, si los libertarios son cuidadosos, ellos pueden estar más justificados al hacerlo así.

¿CUÁL ES EL CAMBIO?

La mayoría de los socialistas de la actualidad ha abandonado su alegato anterior de que el socialismo genera una prosperidad material mayor, aunque muchos en la izquierda todavía insisten en que, bajo un sistema puramente colectivista, prevalecerían mayor justicia e igualdad. En otras palabras, que el socialismo es un orden socio-económico mucho más humano que el capitalismo.

¿Cómo responden los libertarios a este alegato?

Algunas veces reaccionamos con desdén o incredulidad que alguien pueda ser tan estúpido o malévolo como para aseverar tal cosa. Tengo la esperanza de que ningún lector de la revista Freeman va a reaccionar de tal forma, aunque me temo que algunos así lo hacen. Algunas veces reaccionamos con un poco de mayor civilidad si dirigimos nuestro desdén displicente no a la persona, sino a las ideas izquierdistas que ella mantiene. Diré tan sólo que debemos tomar en serio lo que John Stuart Mill escribió en On Liberty [Acerca de la Libertad], acerca de las así llamadas malas ideas y opiniones:

“toda opinión que representa algo, por poco que sea, de la verdad que descuida la opinión común, debería ser considerada como preciosa, aunque esta verdad llegase a estar mezclada con algunos errores.”

Hay otras respuestas a la afirmación de que el socialismo es más justo y humano que el capitalismo, pero me gustaría enfocarme en una que he utilizado a menudo: el socialismo en la práctica siempre y en todo lado ha tendido a conducir, en el grado en que se aplica consistentemente, no hacia la libertad y al bienestar material, sino a la tiranía y a la necesidad. En otras palabras, mientras que el socialismo en teoría puede ser todas las cosas buenas para toda la gente buena, entre más el gobierno haya practicado el colectivismo y la planificación central para lograr sus objetivos de justicia e igualdad, se ha quedado más lejos de esos objetivos. (Y si usted piensa que países como Suecia son la excepción, puede leer mi artículo de marzo del 2013 en la revista Freeman, “The New Swedish Model” [“The New Swedish Model.”)

¿Qué tan diferente es eso de la posición de la izquierda de que el privilegio legal, la opresión y otros problemas son parte integrante del capitalismo en la práctica? Cada lado parece estar argumentando que los errores históricos que hemos visto en cada sistema son necesarios para tal sistema y no excepciones –características, no deficiencias.

UNA POSIBLE RESOLUCIÓN

Claramente, el socialista de corazón y el libertario de corazón discuten desde diferentes principios fundamentales. Si bien hay muchas diferentes variedades de socialismo, todas sospechan, en un alto grado, de la propiedad privada, de los precios y de las utilidades como fuerzas ordenadoras básicas de la sociedad. También hay diversidad de libertarios, pero creo que todos ellos comparten puntos de vista fuertemente opuestos a aquellos de la izquierda, acerca de la propiedad privada, los precios y las utilidades como necesarias (y, para algunos libertarios, erradamente creo, como suficientes), para que exista una sociedad civil y próspera.

Los socialistas, y en efecto los intervencionistas de todas las banderas, parecen tener confianza en que las intenciones de las autoridades gubernamentales (especialmente aquellas que han sido electas) son lo suficientemente virtuosas y poseedoras de un conocimiento completo y confiable suficiente como para tener éxito en promover el bienestar general. En esto, pienso que la cuestión se reduce a la economía que está por debajo.

Como regla, los libertarios utilizan la teoría económica de la corriente principal para arribar a sus conclusiones acerca del socialismo y las dinámicas perversas del intervencionismo. (Por supuesto que, igualmente, hay enfoques filosóficos y éticos.) Y, si bien los intervencionistas y, tal vez, algunos de los colectivistas pueden creer que la teoría económica de la corriente principal hace un trabajo apropiado para enmarcar algunas cuestiones y para encontrar respuestas a esas cuestiones, ellos también tienden a creer que la economía de la corriente principal es demasiado limitada, para abordar una proporción significativa de temas económicos.

Sin embargo, el problema con ese punto de vista es que no existe una serie de principios que digan en qué circunstancias ha fallado la economía de la tendencia principal. Ciertamente, ninguna teoría de un sistema económico, de la corriente principal o de otra, logra lo correcto en todos los casos. Entonces, tenemos que mirar a la evidencia histórica para aclarar cuándo, bajo qué circunstancias y en qué grado, se sostiene la economía de la corriente principal. Y, de hecho, la evidencia histórica está del lado de la interpretación libertaria de lo que son el colectivismo y los diferentes grados de planificación central, y de lo que es el capitalismo del laissez-faire.

En efecto, la evidencia histórica abrumadoramente muestra que la movilidad social, la innovación, la prosperidad, el ingreso per cápita y la riqueza per cápita, todos, están fuerte y positivamente correlacionados con la libertad económica. Y, por el contrario, en el grado en que se carezca de libertad económica, han sobrevenido el estancamiento social y económico, las necesidades y el encogimiento de los derechos civiles. (Ver, por ejemplo, la más reciente publicación de FreetheWorld.com.)

Alguien puede responder que correlación no es causación y estarían en lo correcto si no existiera una teoría causal que une a la libertad económica con todas esas grandes cosas. Pero, los libertarios tienen tal teoría y se le llama economía de la corriente principal.

No obstante, aquellos en la izquierda no tienen una teoría coherente de la economía mixta. Existen varias teorías del así llamado “fracaso del mercado,’ pero ellas, en conjunto, no constituyen una teoría coherente. Lo que sí existe es una crítica de la economía mixta, la cual se basa en la comprensión de que el principio ordenador del libre mercado y el principio ordenador de la planificación central colectivista son lógicamente incompatibles. Uno se basa en la competencia empresarial abierta; el otro en alguna forma de planificación central limitante. Los enfoques intervencionistas que intentan combinarlos en realidad no son sistemas en lo absoluto. Son literalmente incoherentes y lo que los hace incoherentes es la ausencia de una principio ordenador consistente.

En vez de ello, lo que a uno le queda, dados los límites cognitivos de la mente humana y la complejidad espontánea de los sistemas del mundo real, es la conveniencia. Cada problema se enfrenta, no con base en un principio sino en una forma ad hoc, según los intereses prevalecientes del momento. En el caso del capitalismo, si bien el oportunismo y el amiguismo constantemente empujan en dirección de la conveniencia, la fuerza que resiste esa presión es la competencia empresarial. Esto se debe a que tomar atajos abre oportunidades para que los rivales de uno hagan un mejor trabajo. Es más, esa competencia opera con mayor eficacia para resistir y absorber todas las formas de intervención, de amiguismo o de lo que sea, entre menos intervencionista sea el sistema.

De forma que, mientras las críticas de la izquierda y de los libertarios puedan sonar como familiares, en su esencia son vastamente diferentes.

Sandy Ikeda es profesor de economía en Purchase College, State University of New York y autor de The Dynamics of the Mixed Economy: Toward a Theory of Interventionism. También es miembro de la red de profesores de la Fundación para la Educación Económica.