Trate de dar una respuesta antes de leer este comentario. Y después, pregúntese por qué el silencio ante estos hechos.

¿CUÁL FUE EL MAYOR ASESINO EN MASA DE LA HISTORIA?

Por Ilya Somin
Fundación para la Educación Económica

Miércoles 3 de agosto del 2016


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/who-was-the...er-in-history/

Al menos 45 millones de personas sufrieron hambrunas, fueron fusiladas, torturadas y obligadas a trabajar hasta la muerte

¿Quién fue el mayor asesino en masa en la historia de la humanidad? La mayor parte de la gente probablemente diría que la respuesta es Adolfo Hitler, el arquitecto del Holocausto. Otros pueden pensar que fue el dictador soviético José Stalin, quien en efecto puede haber logrado matar más gente inocente que lo que hizo Hitler, muchos de ellos como parte de una hambruna de terror que posiblemente cobró más vidas que el Holocausto (many of them as part of a terror famine that likely took more lives than the Holocaust).

Pero ambos, Hitler y Stalin, fueron sobrepasados por Mao Zedong. Entre 1958 y 1962, su política del Gran Salto Hacia Adelante condujo a la muerte de hasta 45 millones de personas –convirtiéndolo fácilmente en el episodio más grande de muertes en masa jamás registrado.
LA VASTA, CRUEL Y DELIBERADA EXTINCIÓN DE MILLONES

El historiador Frank Dikötter, autor del importante libro Mao’s Great Famine (Mao’s Great Famine) (La Gran Hambruna en la China de Mao) recientemente publicó un artículo en History Today, en el cual resume lo que sucedió:

“Mao pensó que él podía catapultar a su país sobrepasando a sus competidores, si arreaba a los aldeanos a través del país hacia gigantescas comunas populares. En persecución de un paraíso utópico, todo fue colectivizado. A la gente se le quitó sus trabajos, hogares, tierra, pertenencias y formas de vida.

En los comedores colectivos, la alimentación, distribuida por cucharadas según el mérito, se convirtió en una herramienta usada para obligar a la gente a seguir cada dictado del partido. Al ser removidos los incentivos para trabajar, en vez de ellos se usó la coerción y la violencia para obligar a los campesinos hambrientos a realizar trabajos, en proyectos de irrigación pobremente concebidos a la vez que los campos eran abandonados.

A eso le siguió una catástrofe de proporciones gigantescas. Extrapolando a partir de estadísticas de población publicadas, los historiadores han especulado que decenas de millones de personas murieron de hambre. Pero, las verdaderas dimensiones de lo sucedido hasta ahora están saliendo a la luz, gracias a reportes meticulosos del propio partido, compilados durante la hambruna...

Lo que surge de este dossier masivo y detallado es un cuento de horror, en el cual Mao emerge como uno de los asesinos en masa más grandes de la historia, responsable de las muertes de al menos 45 millones de personas entre 1958 y 1962.

No es simplemente la magnitud de la catástrofe lo que empequeñece estimaciones previas, sino también la forma en la que mucha gente murió: entre dos y tres millones de víctimas fueron torturadas hasta la muerte o asesinadas sumariamente, a menudo por la mínima infracción.

Cuando un muchacho se robó un puñado de granos en una villa de Hunan, el jefe de la comunidad, Xiong Dechang, obligó a su padre a enterrarlo vivo. El padre murió del sufrimiento pocos días después.

El caso de Wang Ziyou fue reportado al liderazgo central: una de sus orejas fue cortada, sus piernas fueron amarradas con alambre de púas, una piedra de diez kilogramos le fue tirada sobre su espalda y, luego, fue marcado con una herramienta hirviente –una pena por haber sacado una papa del suelo.”

Los hechos básicos del Gran Salto Hacia Adelante han sido conocidos por los académicos durante mucho tiempo. El trabajo de Dikötter es notable por demostrar que el número de víctimas puede haber sido más grande de lo previamente pensado, y que el crimen en masa fue más claramente intencional de parte de Mao, y que incluía grandes cantidades de víctimas que fueron ejecutadas o torturadas, en oposición a “simplemente” morir de hambre. Incluso las estimaciones normales previas de 30 millones o más (30 million or more) harían de éste el asesinato en masa más grande de la historia.

En tanto que los horrores del Gran Salto Hacia Adelante son bien conocidos por los expertos en el comunismo y la historia de China, rara vez son recordados por gente común y corriente fuera de China, y han tenido tan sólo un impacto cultural modesto. Cuando los occidentales piensan acerca de los grandes males en la historia del mundo, rara vez piensan en éste.

En contraste con los numerosos libros, películas, museos y días de recordatorio dedicados al Holocausto, hacemos poco esfuerzo por recordar el Gran Salto Hacia Adelante, o por asegurarnos de que la sociedad haya aprendido sus lecciones. Cuando juramos “nunca jamás,” a menudo no recordamos que se debería aplicar a este tipo de atrocidad, así como a aquellas motivadas por racismo o por anti-semitismo.

El hecho de que las atrocidades de Mao resultaran en muchas más muertes que aquellas de Hitler, no significa necesariamente que él era el más malvado de los dos. El mayor número de víctimas es parcialmente resultadlo de que Mao gobernó sobre una población mucho más grande, por mucho más tiempo. Yo propiamente perdí a varios parientes en el Holocausto, y no deseo disminuir su significancia. Pero, la vasta escala de las atrocidades del comunismo chino lo coloca en la misma cancha. Como mínimo, merece un reconocimiento mucho mayor que el actualmente recibido.

POR QUÉ TAN RARAMENTE MIRAMOS ATRÁS EN EL GRAN SALTO HACIA ADELANTE

¿Qué explica esta negligencia? Una respuesta posible es que la mayoría de las víctimas eran campesinos chinos –gente que son cultural y socialmente distantes de los intelectuales occidentales y de las figuras de los medios, quienes tienen una mayor influencia sobre nuestra consciencia histórica y la cultura popular. Como regla general, es más fácil sentir empatía con víctimas que son similares a nosotros mismos.

Pero, un factor inclusivamente más importante en nuestra negación relativa del Gran Salto Hacia Adelante, es que es parte de una tendencia general a minimizar los crímenes cometidos por los regímenes comunistas (downplay crimes committed by communist regimes), en contraste con los autoritarios del ala derecha. A diferencia de los días de Mao, en la actualidad pocos intelectuales occidentales en la realidad simpatizan con el comunismo. Pero, muchos son reacios a aceptar plenamente qué tan grande fue la maldad, temerosos -tal vez- de que otras causas del ala izquierda se puedan ver manchadas por asociación.

En la China, el régimen en épocas recientes ha admitido que Mao cometió “errores” (Mao made “mistakes”) y ha permitido algún grado de discusión abierta acerca de esta historia (some degree of open discussion about this history). Pero, el gobierno no está dispuesto a admitir que el asesinato en masa fue intencional y ocasionalmente continúa suprimiendo y persiguiendo a disidentes que señalan la verdad. Esta renuencia es resultado obvio del hecho de que el Partido Comunista todavía gobierna a China. Si bien ha repudiado muchas de las políticas específicas de Mao, el régimen todavía deriva mucha de su legitimidad de su legado.

Yo experimenté directamente la ambivalencia oficial de China en cuanto a este asunto, cuando di un conferencia (when I gave a talk) acerca del tema como profesor visitante en una universidad china en el 2014.
POR QUÉ ES IMPORTANTE

Tanto para los chinos como para los occidentales, el fracaso en reconocer la verdadera naturaleza del Gran Salto Hacia Adelantes conlleva costos serios. Algunos sobrevivientes del Gran Salto Hacia Adelante todavía están vivos en la actualidad. Ellos merecen un reconocimiento mayor por esa terrible injusticia que sufrieron. También se merecen una compensación por sus pérdidas y que se imponga la pena apropiada a los perpetradores que aún vivan.

Además, nuestra continua ceguera histórica acerca de los crímenes de Mao y de otros gobernantes comunistas, nos conduce a subestimar los horrores de tales políticas y hace que sea posible que puedan ser revividas en el futuro. La horrenda historia de China, de la URSS y de sus imitadores, debería haber desacreditado al socialismo permanentemente, tan completamente como el fascismo fue desacreditado por los nazis. Pero, no lo ha sido–hasta el momento (it has not – so far – fully done so).

Tan sólo recientemente, Venezuela impuso el trabajo obligatorio sobre gran parte de su población (imposed forced labor on much of its population). Aun así, la cobertura mediática de esta injusticia falla en hacer notar la conexión con el socialismo, o que la política tiene paralelos con la historia de la Unión Soviética, China, Cuba y otros regímenes similares. Un análisis incluso alega que el verdadero problema no es tanto el “socialismo qua socialismo,” sino, más bien, la “marca particular de socialismo, que fusiona malas ideas económicas con una marca distintiva de hostigamiento de un hombre fuerte,” y quien es propenso hacia el autoritarismo y la “mala administración.”

El autor simplemente ignora el hecho de que el “hostigamiento de un hombre fuerte” y la “mala administración” son típicos de los estados socialistas alrededor del mundo. Las naciones escandinavas -algunas veces referidas como ejemplos de socialismo exitoso- en la realidad del todo no son socialistas, debido a que ellas no practican la propiedad gubernamental de los medios de producción (because they do not feature government ownership of the means of production) y a que, en diversas formas, tienen mercados más libres que los de la mayoría de otras naciones occidentales.

La trágica situación de Venezuela no es sorpresiva para cualquiera familiarizado con la historia del Gran Salto Hacia Adelante. Haríamos bien en darle la atención que finalmente se merece el episodio más grande de la historia de asesinatos en masa.

Este artículo apareció por primera vez en la Conspiración Volokh.

ILYA SOMIN es profesor de leyes de la Universidad George Mason. Su investigación se centra en el derecho constitucional, las leyes de propiedad y en el estudio de la participación política popular y sus implicaciones para la democracia constitucional.