ESTE ECONOMISTA BRASILEÑO UNA VEZ MARCHÓ POR EL SOCIALISMO, PERO SE CONVIRTIÓ EN HÉROE DEL LIBRE MERCADO

Por Rafael Ribeiro y Lawrence W. Reed
Fundación para la Educación Económica
Jueves 12 de abril del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/this-brazil...e-market-hero/

Él fue un héroe brasileño cuyas ideas eternas son todavía una luz que alumbra en la oscuridad.

Nada hay más contagioso que el ejemplo; y jamás hacemos grandes bienes o grandes males sin que produzcan otros semejantes –François de la Rochefoucauld (1613-1680).

Los héroes de la libertad no son peculiares de una región del mundo o de un momento en particular o de un sexo. Ellos son de todas las nacionalidades, razas, fes y credos. Inspiran a otros a una causa noble y universal -que toda persona debería ser libre para vivir sus vidas en paz, en el tanto no hagan daño a los derechos iguales de otras. Son apasionados no sólo de su propia libertad, sino también de la de otros.

En mi último libro (book), Real Heroes: Inspiring True Stories of Courage, Character and Conviction, escribí acerca de 40 individuos cuyos puntos de vista, decisiones y acciones sirvieron a esta causa de diversas maneras. Ese libro sembró la semilla para esta nueva serie semanal, que será publicada cada jueves en FEE.org. Pero esta vez, otros alrededor del mundo serán quienes la escriban y yo estaré contento editándola. Es mi esperanza que, cuando todo se haya dicho y hecho algunos meses después de hoy, la literatura acerca de la libertad será enormemente complementada por esta colección de biografías breves. Los autores estarán escribiendo acerca de héroes de la libertad, quienes son (o eran) ciudadanos del mismo país propio de cada autor. Cada semana aquí (here) se agregará un nuevo capítulo a la colección.

El tema de la entrega en esta semana de la serie es Roberto Campos, un economista, diplomático y congresista brasileño. El autor es Rafael Ribeiro, un brasileño académico Fulbright, quien actúa como embajador cultural en la Universidad de Georgia. Posee una maestría en Asuntos Internacionales y en su país está estrechamente involucrado con iniciativas que promueven las ideas de la libertad.

---Lawrence W. Reed, Presidente, Fundación para la Educación Económica.


Si aún estuviera vivo, Roberto Campos cumpliría 101 años la próxima semana, el 17 de abril. Fue un héroe brasileño cuyas ideas eternas son una luz que todavía ilumina en la oscuridad.

Una queja frecuente en mi país, Brasil, es que a los héroes nuestros no se les brinda el reconocimiento o que sus logros son sólo llevados a cabo y apreciados post-mortem. Además de un reconocimiento tardío, otro factor también está en juego: una injusta y sesgada selección de figuras notorias, que son postuladas y glorificadas por los mismos historiadores marxistas, que en mucho dictan cómo se enseña nuestra historia.

A pesar de ello, gracias a un reciente alumbramiento de ideas que se ha venido dando en Brasil durante un par de los últimos años, algunos nombres políticos y académicos olvidados, quienes dedicaron sus vidas a promover y defender la libertad, se están conociendo mejor. Esta es una breve biografía de uno de ellos.
UN BRASILEÑO DE MÚLTIPLES TALENTOS

Nacido el 17 de abril de 1917 en Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso, Roberto de Oliveira Campos, comúnmente referido como Roberto Campos, fue un economista brasileño, escritor, diplomático, político y también miembro de la Academia Brasileña de Letras. A finales de la década de 1930, empezó su carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil. Esa posición le envió a los Estados Unidos, en donde estudió economía en las Universidades de George Washington y de Columbia. Pocos años después, representó al gobierno brasileño en la Conferencia de Bretton Woods en la posguerra.

Entre 1951 y 1953, Campos sirvió en la administración del presidente Getúlio Vargas, como asesor económico. Aun no siendo muy entusiasta acerca de las ideas liberales clásicas, Roberto Campos ayudó a promover políticas nacionalistas de industrialización para el Brasil. Él continuó trabajando en el gobierno de presidentes sucesivos, Juscelino Kubitschek, João Goulart y Castelo Branco. Aunque todavía era un auto-proclamado “nacionalista democrático pragmático,” él era un pensador crítico que aprendió de la experiencia y de la realidad. Sus puntos de vista maduraron en la dirección de un aprecio cada vez mayor por la libertad y los merados libres. De hecho, eventualmente renunció ante la intervención gubernamental creciente en la economía y luego sirvió como embajador brasileño a los Estados Unidos y al Reino Unido.

Más tarde, a mediados de la década de 1980, al irse transformando Brasil desde un régimen militar hacia una democracia multipartidaria, Campos se unió a un partido recientemente formado y participó exitosamente para el Senado, representando a su estado nativo de Mato Grosso. Sirvió por un período de ocho años y, luego, en 1991 fue electo como congresista por el estado de Río de Janeiro, sirviendo en dos períodos legislativos.

En el Congreso, Campos luchó contra la nacionalización de empresas y, a menudo, recordó a sus colegas congresistas cuál debía ser el papel del gobierno. Él declaró, “Sólo seremos salvados cuando dejemos de tener un capitalismo manejado por el estado y, que tengamos, al fin, un capitalismo de libre mercado.”
DE JOVEN SOCIALISTA A ICONO CONTEMPORÁNEO DE LA LIBERTAD

Tal como se sugirió arriba, Roberto Campos no siempre había sido un promotor de las ideas de libertad. Durante su juventud, él marchó como partidario del socialismo y creía que el gobierno debería tener el poder de forjar la sociedad, bajo la guía de un líder de una élite. Fue cuando servía como diplomático en los Estados Unidos, que se dio cuenta de que usualmente el gobierno es capaz sólo de cambiar las cosas para empeorarlas. “Yo vi, no obstante, que es una ilusión pensar que el socialismo reforma al mundo. El socialismo tan sólo hace totalitario al mundo,” dijo en una ocasión.

También se convirtió en fuerte crítico de los artistas y los intelectuales, quienes disfrutan de todas las ventajas que sólo los mercados libres les pueden ofrecer, pero cuya prédica está predominantemente inclinada hacia la izquierda. Campos, en una ocasión, enfatizó que “pocas cosas son más paradójicas que el izquierdismo encontrado entre los artistas brasileños. Son socialistas a través de sus dedos y sus voces, pero invariablemente son capitalistas en sus bolsillos.”

Campos solía decir que él no veía nobleza en la pobreza. A diferencia de sus compatriotas del mundo de las artes y de la literatura, él argumentaba que deberíamos apoyar la generación de riqueza por medio de una sociedad de libre mercado, por encima de la redistribución de mendicidad que, en última instancia, viene a la par de las políticas socialistas. Durante años antes de su muerte, en el 2001 a la edad de 84 años, él fue considerado como el más destacado y elocuente adversario del socialismo en el país.

Otro episodio notable de su vida se dio cuando Campos participó en un debate con el duradero líder y político comunista brasileño, Luis Carlos Prestes. El debate se dio en televisión en todo el país en 1985. Campos expuso brillantemente la tiranía inherente al comunismo. Destinado a una audiencia nacional, él brindó una memorable lección acerca de las contribuciones realizadas por los mercados libres en la eliminación de la pobreza alrededor del mundo. Él citó los ejemplos de Hong Kong y de Corea del Sur para demostrar que incluso países pequeños, con escasos recursos naturales, podían convertirse en naciones desarrolladas y enfrentar eficientemente los problemas sociales, por medio de la libertad económica y del comercio internacional.

Campos sabía cómo destacar los resultados positivos de adoptar políticas de libre mercado. A él le gustaba destruir mitos relacionados con el capitalismo. Él propuso una agenda de un gobierno pequeño no sólo para estimular la economía, sino también para evitar la corrupción política y la intervención arbitraria en las vidas de las personas. Si Brasil hubiera abrazado plenamente sus puntos de vista de hacía dos o tres décadas, podríamos haber evitado las políticas escandalosas y creadoras de pobreza, que finalmente estamos ahora empezando a rechazar.

Roberto Campos puede ser considerado un héroe porque era un hombre de principios, quien abrazó las buenas ideas cuando se dio cuenta de cuáles eran las malas. Él no se adhirió a nociones fallidas. Tuvo el coraje intelectual de plantarse ante una multitud y defender ideas que eran inconvenientes para el estatus quo burocrático y políticamente correcto.

En la actualidad, una nueva generación de jóvenes brasileños activistas le está brindando el muy merecido y largamente debido crédito a Campos. Están citando tanto su nombre como su sabiduría, al hablar de la profunda necesidad de desregular a la economía y de promover una cultura empresarial en Brasil. Esa gente fue afortunada de haber nacido en la era de la información, en donde el contenido puede diseminarse por Internet y, por tanto, puede rescatar a la gente joven del adoctrinamiento acerca de las fallidas y obsoletas ideas estatistas.

¡Es un signo alentador para el Brasil que aquello por lo cual Roberto Campos se puso de pie, hoy está ganando terreno entre los brasileños, quienes están buscando soluciones para nuestros problemas económicos!

Rafael Ribeiro es un brasileño académico Fulbright, quien actúa como embajador cultural en la Universidad de Georgia. Posee una maestría en Asuntos Internacionales y está estrechamente involucrado con iniciativas que promueven las ideas de la libertad en su país.

Lawrence W. Reed es presidente de la Foundation for Economic Education y autor de los libros Real Heroes: Incredible True Stories of Courage, Character, and Conviction y Excuse Me, Professor: Challenging the Myths of Progressivism.