DE BUENAS INTENCIONES ESTÁ LLENO EL INFIERNO

Por Jorge Corrales Quesada

Me imagino que muchos lectores consideran deseables los objetivos del programa del IMAS conocido como Red de Cuido, por el cual se brindaría cuido a los hijos de mujeres cuando ellas salían a trabajar o a estudiar. Por eso, debe prestarse mucha atención a lo que expone el comentario de La Nación del 11 de abril, bajo el titular “Estado cuida a miles de madres que están en la casa: Red de Cuido acepta a niños de mamás que no trabajan.”

Según el IMAS, institución rectora del programa, “de las 17.572 familias que reciben subsidio de la Red de Cuido, en 4.156 (23.6%) de estas, las madres no estudian ni trabajan. Esto ocurre a pesar de que 1.893 familias se hallan en la lista de espera por un cupo para obtener el beneficio del cuido en el IMAS.”

Les soy franco, más bien me sorprende que tan pocas familias estén en “lista de espera,” pues el único condicionamiento que uno esperaría para ese subsidio, como es que la madre trabaja o estudia, evidentemente no es objeto del control esencial a su cumplimiento, que debería ejercerse en el uso de recursos públicos para tal objetivo.

Acerca de otra entidad participante del programa, como es el conocido como CEN-CINAI, se señala que “de 11.764 niños beneficiarios de Red en los CEN-CINAI, cuyas madres son jefas de hogar, el 18.6% (2.188) tampoco tiene trabajo ni estudian. De otros 10.977 menores” que también reciben beneficios en la Red de Cuido del CEN-CINAI, “no se tiene reporte de a qué se dedica la mamá, porque solo se registra la ocupación del jefe de hogar y, en estos casos, no es la mamá.”

Además, acerca de los casos en que el cuido es financiado por el PANI, no se tiene “la información centralizada de a qué se dedican las progenitoras de los 4.126 chiquitos...”

El IMAS dedicó en el 2017 ₡29.230 millones y no se tiene conocimiento en el ente rector del programa, el IMAS, de cuánto gastaron los CEN-CINAI ni el PANI en tal proyecto.

Lo cierto es que, si no se certifica que la madre está trabajando o estudiando y que se pueden obtener los beneficios de la Red de Cuido sin tener que cumplir con alguna de esas tareas, las madres no se verán incentivadas a trabajar o a estudiar, sino a dedicarse a cualquier otra cosa menos a eso, que implica un sacrificio y un esfuerzo.

Este comportamiento lo revela una afirmación de una representante de los Centros de Cuido y Desarrollo Infantil (CECUDI): “Nosotros hicimos un trabajo de campo y fuimos a lugares que son de pobreza y pobreza extrema ahí en Alajuela. Y vimos que a las mujeres que viven en casas humildes, con piso de tierra, no les interesa trabajar porque están completamente asistidas.” Ello es lo esperable al crearse una cultura de dependencia en la asistencia estatal, que no estimula a que las familias superen sus condiciones de pobreza, de ignorancia y de desarrollo de los hijos. Si papá estado se encuentra allí para mantenerlos, pues los beneficiarios harán lo antes expuesto, utilizando los recursos de todos los costarricenses y sin tener que esforzarse en algún grado... tal vez, excepto haciendo filas para que les entreguen la plata. Triste, pero eso sucede cuando los programas de esa naturaleza se diseñan inadecuadamente, más bien creando incentivos perversos.

Publicado en el sitio de ASOJOD, en los blogs del Instituto Libertad y de PuroPeriodismo, así como en mis sitios en Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 22 de mayo del 2018.