No hay duda de que siempre existe una buena oportunidad de deleitarse con ideas como las expuestas a continuación

12 CITAS BRILLANTES DE HERBERT SPENCER ACERCA DE LAS FALACIAS DEL ESTATISMO

Por Gary M. Galles & Herbert Spencer
Fundación para la Educación Económica

Viernes 27 de abril del 2018


En su cumpleaños, considere esta versión condensada del ensayo de Spencer, “Legislación Excesiva.”

El 27 de abril marca el cumpleaños de Herbert Spencer, quien se merece la atención en diversos sentidos. Él era un erudito que realizó contribuciones importantes en diferentes áreas, incluyendo la teoría política y la filosofía. Logró una popularidad mayor que cualquier otro filósofo de la lengua británica y se considera que es el único filósofo que vendió más de un millón de libros en su vida. En el famoso caso de la Corte Suprema de los Estados Unidos, conocido como Lochner versus New York, tanto la opinión de la mayoría como la disidente de Oliver Wendell Holmes, se refirieron a su persona.

También fue una influencia importante entre los amantes de la libertad que vinieron después de él. Un ejemplo notable fue Alfred Jay Nock, quien, en la introducción al libro de Spencer, The Man Versus the State [El Individuo contra el Estado], escribió,

“Spencer mantuvo que las intervenciones del Estado sobre el individuo deberían confinarse a castigar aquellos crímenes contra la persona o la propiedad... Más allá de esto, el Estado no debería ir. Todo lo que el Estado puede hacer por el mejor interés de la sociedad... es por medio de esas intervenciones puramente negativas sobre el Ciudadano.”

Este punto de vista es la razón por la cual pueden encontrarse conexiones entre Spencer y Friedrich Hayek, Murray Rothbard, William Graham Sumner, Robert Nozick, Leonard Read y muchos otros, quienes vieron la importancia incomparable de la libertad para la cooperación social moral efectiva.

Para el cumpleaños de Herbert Spencer, pensé cuál de sus escritos yo había hallado que fuera el más poderoso, y decidí que su ensayo, “Over-Legislation,” [“Legislación Excesiva”], el cual se publicó primeramente en la edición de julio de 1853 del Westminster Review, cumple con el objetivo buscado. Para aquellos que nunca han leído su trabajo, o que no lo han hecho desde hace ya buen rato, vale la pena leerlo pues hace una diagnosis versada del espíritu político de la actualidad, así como de Inglaterra durante su vida. Como aperitivo, considere la siguiente versión condensada:

“Un pensador cauteloso puede razonar ─‘si es que... en asuntos personales, en los cuales me son conocidas todas las condiciones del caso, muy a menudo he calculado erradamente, qué tanto más me equivocaré en los asuntos políticos, en donde las condiciones son demasiado abundantes, muy extendidas, sumamente complejas, bastante oscuras como para ser comprendidas... me aterroriza la incompetencia de mi intelecto para dar recetas a la sociedad.’”

“Hay una enorme necesidad de esta humildad práctica en nuestra conducta pública... mientras que cada día hay una crónica del fracaso, todos los días reaparece la creencia de que lo que se necesita [es una ley] y un equipo de funcionarios para lograr cualquier efecto deseado.”

“Si el Estado cumpliera eficientemente sus deberes incuestionables, habría algunas excusas para este entusiasmo en asignarle deberes adicionales. Si no existieran quejas de su fallida administración de justicia... de su juego como tirano cuando debería haber sido el de protector... si, resumidamente, hubiéramos comprobado su eficiencia como juez y como defensor... existiría algún estímulo para pensar por otros beneficios provenientes de sus manos.”

“O si... el Estado hubiera probado por sí mismo ser un gente capaz en algún otro departamento... aun cuando hubiera metido la pata en todo lo demás, no obstante que en un caso lo hubiera hecho bien... el optimista habría tenido una excusa plausible para esperar el éxito en un área nueva.”

“No obstante, tal como lo es, ellos parece que han leído la parábola de los talentos al revés. No es al agente de probada eficiencia al cual ellos le consignan nuevos deberes, sino al agente negligente y que comete errores. La empresa privada ha hecho mucho y lo ha hecho bien... Por tanto, no confíe en la empresa privada... confíe en el Estado. Desprecie al bueno y fiel sirviente, y promueva al improductivo de un talento a diez.”

“Con el mal desempeño con que el gobierno cumple sus obligaciones verdaderas, cualesquiera otros deberes que se le hayan dado, es posible que sean desempeñados aún peor. Proteger a sus súbditos contra la agresión, ya sea individual o nacional, es un asunto directa y aceptablemente simple; regular, directa o indirectamente, las acciones personales de aquellos súbditos es un asunto infinitamente complicado.”

“Una cosa es asegurar a cada hombre el poder para ser libre de perseguir su propio bien; una cosa ampliamente diferente es perseguir el bien por él. Para hacer eficientemente lo primero, el Estado tan sólo tiene que quedarse mirando mientras sus ciudadanos actúan; para prohibir la injusticia; para actuar como juez cuando se le es llamado; y para hacer cumplir las indemnizaciones por daños. Para hacer eficientemente aquello último, debe convertirse en un empleado omnipresente -debe conocer las necesidades de cada hombre, mejor que como él propiamente las conoce- debe, en resumen, poseer un poder y una inteligencia sobrehumanos. Por tanto, incluso si el estado se hubiera desempeñado bien en su propia esfera, no habría existido garantía suficiente como para ampliar esa esfera; pero, viendo qué tan mal ha desempeñado esas simples tareas que no podemos dejar de adscribirle, en efecto, es muy pequeña la probabilidad de que desempeñará bien tareas de una naturaleza más complicada.”

“Entre estas agencias creadas por una ley y las formadas espontáneamente, ¿puede alguien tener duda? Las de un tipo son lentas, estúpidas, extravagantes, inadaptadas, corruptas y obstruccionistas: ¿puede alguien señalar vicios en la otra, que balanceen a estos? Es verdad que el comercio tiene deshonestidades, la especulación sus locuras. Estos son males inevitablemente incorporados en las imperfecciones propias de la humanidad. No obstante, es igualmente cierto que estas imperfecciones de la humanidad son compartidas por los funcionarios del Estado; y no siendo eso frenado con la misma fuerte disciplina, crecen hasta resultados mucho más malos.”

“Dada una raza de humanos que tiene cierta proclividad a la conducta impropia... la pregunta es si ¿una sociedad de estos hombres será organizada de forma tal que la mala conducta directamente ocasiona su penalización, o si será organizada de manera que la penalización quedará supeditada a distancia de la mala conducta? ¿Cuál será la comunidad más saludable –aquella en donde los agentes que tienen un mal desempeño, sufren inmediatamente mediante el retiro del patrocinio del público; o aquella en donde tales agentes sufrirán tan sólo después de un conjunto de reuniones, peticiones, encuestas, divisiones parlamentarias, consejos de gabinete y documentos burocráticos? ¿No es sólo una esperanza absurdamente utópica que los hombres se comportarán mejor cuando la corrección está muy lejos de ser removida y de no haber seguridad de ello, comparado con cuando está a mano y es inevitable? Sin embargo, esa es la esperanza que la mayor parte de los manipuladores de la política inconscientemente acarician... que lo que ellos proponen que se haga, asumen que los agentes nombrados lo harán. Que esos funcionarios sean confiables es su primer postulado. Difícilmente se garantizaría buenos funcionarios, mucho podría decirse del oficialismo; tal como el despotismo tendría sus ventajas, podríamos asegurarnos un buen déspota.”

“De aquí surge el hecho de que, mientras que ese orden de los medios siempre está fracasando, haciendo peor las cosas o produciendo más males que los que cura, el otro orden de los medios siempre está teniendo éxito, incluso mejorando. Aunque parezca fuerte al inicio, la agencia estatal perpetuamente decepciona a todos. Aun cuando en sus primeras etapas parezcan insignificante, el esfuerzo privado diariamente logra resultados que asombran al mundo.”

“Entonces, ¿dónde está la garantía de las extensiones que constantemente se proponen de la acción legislativa?... En gran cantidad de casos, las medidas gubernamentales no remedian los males a los que apuntan... en otra gran cantidad de casos, ellas empeoran los males en vez de remediarlos... y, en una tercera gran cantidad de casos, a la vez que curan algunos males, ellas acarrean otros y, a menudo, mayores; si... la acción pública continuamente es sobrepasada en eficiencia por la acción privada; y si... a la acción privada se le obliga a que enmiende las limitaciones de la acción pública... ¿qué razón hay para desear más administraciones públicas? Los proponentes de tales cosas pueden alegar créditos por ejercer la filantropía, pero no por sabiduría; a menos que la sabiduría se demuestre despreciando a la experiencia.”

“Si, aun en el caso en que una buena porción de inteligencia puede esperarse que los conduzca hacia lo correcto, los legisladores y sus administradores se equivocan tanto, qué tan terriblemente se equivocarían cuando ninguna cantidad de inteligencia les sería suficiente –cuando ellos deben decidir acerca de multitud de necesidades, corporales, intelectuales y morales, las que no admiten comparaciones directas; y qué tan desastroso deberán ser los resultados cuando ellos actúan con base en sus decisiones erradas.”

Celebremos el cumpleaños de Herbert Spencer, recordando sus ideas que los gobiernos de todo el mundo no sólo han olvidado, sino logrado, que retrocedan.

Gary M. Galles es profesor de economía en la Universidad Pepperdine. Sus libros recientes incluyen Faulty Premises, Faulty Policies (2014) y Apostle of Peace (2013). Es miembro de la facultad de la Fundación para la Educación Económica (FEE).

Herbert Spencer (1820-1903) fue uno de los principales individualistas radicales de la Inglaterra del siglo XIX. Empezó trabajando como periodista de la revista laissez-feriana The Economist [El Economista] en la década de 1850. Gran parte del resto de su vida la pasó trabajando en una teoría general del desarrollo humano, basada en las ideas del individualismo, la teoría moral utilitaria, la evolución social y biológica, el gobierno limitado y la economía de laissez-faire.