Una buena conversación en torno a la Ilustración Escocesa, fuente del liberalismo y del individualismo. Su lectura nos educa aún más.

CÓMO LA ILUSTRACIÓN ESCOCESA GLORIFICÓ AL COMERCIO Y AL INDIVIDUO

Por Graham McAleer
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 18 de abril del 2018


Sin abolir al individuo, no obstante, la Ilustración Escocesa hizo que la solidaridad fuera básica para la existencia humana.

La historia de la Ilustración Escocesa data del surgimiento del individuo en el medioevo. Hitos en el desarrollo de la idea del individuo incluyen tanto la insistencia de Peter Abelard de que la responsabilidad moral sólo se asigna a lo que un agente intenta o a un acto al cual se le ha dado consentimiento, como el rechazo del Averroísmo por Thomas de Aquino, la idea de que los humanos en realidad no tienen mentes separadas las unas de las otras, sino que son tan sólo variantes encarnadas de una mente única, universal y eterna (intellectus agens).
LA PRIMACÍA DEL INDIVIDUO Y EL PROGRESO NACIONAL

Con el individuo fijado como una parte del moblaje ontológico del mundo, podían florecer las doctrinas del egoísmo, y así lo hicieron, notablemente en el pasamiento de Thomas Hobbes y Bernard Mandeville. Hobbes postuló una competencia intensa entre los individuos y, a la luz de ello, Mandeville recomendó la bribonería: mejor usar al sistema en ventaja propia, pues, si usted no lo hace, otros ciertamente lo harán y, en el proceso, hará de usted un tonto. Su altamente influyente The Fable of the Bees (La fábula de las abejas) (1705) está llena de historias divertidas de médicos, jueces, generales y sacerdotes, engañando a aquellos que deberían servir.

Pensadores de la Escocia del siglo XVIII –Lord Kames, Francis Hutcheson, David Hume, Adam Smith, Thomas Reid y Adam Ferguson, para citar tan sólo a las luces destacadas- reafirmaron lo natural de la sociedad. Tal como lo escribió Kames:

“La naturaleza, la cual no diseñó para vivir en sociedad, nos ha juntado de una manera íntima, mediante el principio de la empatía, el cual trasmite la alegría y el dolor de uno a muchos.” [1]

Sin abolir al individuo, no obstante, la Ilustración Escocesa hizo que la solidaridad fuera básica para la existencia humana [2] y conscientemente logró incursiones en el alcance de la autonomía.

La Ilustración Escocesa fue acerca del progreso nacional. Se prestó gran atención a la retórica en el tanto que estos pensadores sintieron que el discurso escocés carecía del brillo del propio inglés. Típico de los caballeros del siglo XVIII, ellos viajaron, pero todos vivieron principalmente en Escocia, y todos murieron y están enterrados allí. [3]

Este gran florecimiento de ideas fue también un producto del sistema escocés, la mayoría de cuyos pensadores principales eran juristas ubicados en altas posiciones, profesores universitarios y clérigos de la Iglesia de Escocia. Ferguson era el capellán de los Vigilantes Negros, uno de los regimientos más notorios del Ejército Inglés. Hume era el que estaba menos entrelazado con el sistema escocés, pero no por falta de intentarlo.

LA MORAL Y EL PROGRESO DE LA SOCIEDAD

Los objetos de sus estudios también evidencian un interés profundo en la sociedad. El crédito le es dado a Kames, como originador de la antropología, a Ferguson de la sociología y a Smith de la economía. Hume fue conocido primordialmente como filósofo, aunque se enriqueció con su esfuerzo al escribir su masiva, pero muy popular, History of England [Historia de Inglaterra], escribiéndola mientras servía como bibliotecario de la Advocates’ Library [Biblioteca de los Abogados de Edinburgo], con acceso a 30.000 libros.

El principio de Abelardo, de que la responsabilidad moral se adscribe al consentimiento y a la decisión autónoma, fue un blanco particular de los de Smith. Él ratifica la justicia de la idea en abstracto; pero que, en casos particulares, concretos, no resulta ser cierta. Aquí Smith demuestra un interés en la observación y en el entendimiento moral ordinario típico de la Ilustración Escocesa, cuyo apodo, después de todo, fue el de Escuela del Sentido Común.

Smith señala que es una práctica común hacer responsable del mal a objetos inanimados. Usted tropieza y, en venganza, patea al objeto que le ofendió. Ahondando en la historia de las leyes, él encuentra, entre numerosos ejemplos, al juicio a un hacha en la antigua Atenas. El objeto ofensor, una vez encontrado culpable, fue llevado al mar en medio de una gran ceremonia y lanzado a las olas. Este es un caso de deodand –cosas malignas dadas al cuidado de Dios [Nota del traductor: Término usado en el derecho inglés antes de mediados del siglo XIX, y se refiere a objeto o instrumento que habría causado la muerte de una persona, y por tal razón le es dado a Dios para que se use en la caridad]. La práctica aún hoy sobrevive. Las casas de los asesinos en serie rutinariamente son arrasadas por un bulldozer, al igual que lo son edificios escolares en donde se han presentado asesinatos masivos por tiroteos.

Smith expande esto en el poderoso principio de que un espectador observa las interacciones sociales y morales. Todos nosotros, y también los objetos, estamos inescapablemente ligados a través de juicios comunales. Kames también se refirió a esto:

“Naturalmente tenemos un fuerte deseo de estar familiarizados con las historias de otros. Juzgamos sus acciones, aprobamos o desaprobamos, condenamos o absolvemos... Profundizamos en sus preocupaciones, las hacemos nuestras.” [4]

Nuestra responsabilidad moral nos es determinada por otros. Reid introdujo esta idea en su epistemología: Nuestras sensaciones transmiten información acerca del mundo, como testigos en la corte, que sujetan a las personas a un patrón común de enjuiciamiento.

INFLUENCIAS INTERCONECTADAS

Smith explora exhaustivamente el papel del espectador: ¿Qué tantos espectadores están ahí valorándonos, en qué consisten ellos y qué pasa si están en desacuerdo? Smith reconoce una variación significativa en los juicios del espectador, pero la estructura básica es invariable.

Su maestro en Glasgow fue Francis Hutcheson. Hutcheson enfatizó la geometría del juicio moral, arguyendo que la simetría es básica para la ética. La formulación que Smith hace de esta idea es que la persona es moral si un espectador desempeña el papel de la situación de aquella y encuentra apropiados los mismos sentimientos que aquella revela. Esta armonía de sentimientos es la simpatía y eso es lo que significa ser juzgado como ético.

Típicamente Hume es mostrado como un escéptico radical, un promotor de los contratos y de una concepción de la autonomía individual que supuestamente entra en conflicto con la idea de lo natural de la sociedad. Así es como Reid vio a Hume, pero Smith pensó que ese era un malentendido importante de su amigo cercano.

Tal como Smith, Hume pensó de la vida comercial como un estado natural. Que el hombre es una “criatura variable” es evidente desde Esparta, pero, alega Hume, la vida ornamental, decorativa -y el comercio necesario para apoyarla- es el “curso ordinario” de la existencia humana y, por esta razón, él pensó que Esparta era antinatural. [5]

De acuerdo con Smith, la razón por la cual el comercio es un estado natural, se deriva de la idea de Hutcheson acerca del lugar de la geometría en nuestra psicología moral. Emociones tales como la alegría y el dolor construyen simetría entre las personas. Smith las llama las emociones sociales o musicales. La furia y el resentimiento son discordantes y asimétricas y a estas él las clasifica como emociones antisociales. Los negocios se refieren a hacer que los productos y los clientes concuerden. Con perspicacia profunda, Smith observa que las riquezas son sistemas complejos que inspiran “mil ideas convenientes.”

Esta fantasía de una vida de alegría, que se baña en las simetrías complejas de las máquinas –relojes, carros, cocinas de diseñadores, teléfonos inteligentes y robots- impulsa a la economía:

“Es la introducción del comercio o al menos de la opulencia que comúnmente se espera con el comercio, lo que primero da lugar al progreso de la prosa. La opulencia y el comercio preceden comúnmente al avance de las artes y al refinamiento de todo tipo.” [7]

Hutcheson, Reid y Ferguson eran clérigos protestantes y uno puede esperar de ellos que disientan de la defensa del lujo que hacen Smith y Hume. A pesar de ello, es claramente a partir de Hutcheson, que Smith deriva su argumento. [8]

Reid era crítico, permaneciendo cerca de las preocupaciones antiguas y medievales sobre el lujo. Ferguson compartía algunas de las preocupaciones de Reid. Él hablaba el idioma gaélico y era muy cercano a la sensibilidad exclusivista de los Montañeses del norte, a quienes sirvió espiritualmente en el 42avo Regimiento. Él tomó de los Montañeses su ética guerrera, pero la combinó con el refinamiento de las ciudades comerciales de Escocia.

En el caso de Ferguson, los dos se juntaron en el ideal del caballero, una mezcla de ferocidad y suavidad. Acerca de este ideal, Ferguson tiene mucho que decir y moldea al caballero como el escudo de lo natural de la sociedad. Ofreciendo una refutación a la Fábula de las Abejas, Ferguson, en la cúspide de la era Victoriana y el último gran exponente de la Ilustración Escocesa, enfatiza no la autonomía individual, sino el servicio a otros.

TRABAJOS CITADOS

[1] Henry Home, Lord Kames, Essays on the Principles of Morality and Natural Religion (Liberty Fund, 2005), p. 16.

[2] El papel juicioso que el gobierno, y principalmente el gobierno local y el provincial, puede desempeñar para confirmar lo natural de la sociedad, se observa bellamente en la discusión de Smith acerca de los caminos de peaje. Ver An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, Volume 2 [La Riqueza de las Naciones, Vol, 2] (Liberty Fund, 1981), p.p. 724-31.

[3] La excepción es Hutcheson. Nacido en Irlanda del Norte en una familia escocesa, él vivió gran parte de su vida en Glasgow, pero murió mientras visitaba a unos amigos en Dublín. Su tumba se ha perdido pues la iglesia en Dublín, en la cual fue enterrado, es hoy una taberna.

[4] Kames, Essays on the Principles of Morality and Natural Religion, p. 17.

[5] David Hume, “Acerca del Comercio,” en Essays Moral, Political and Literary [Ensayos Morales, Políticos y Literarios] (Liberty Fund, 1985), p. 259.

[6] Adam Smith, The Theory of Moral Sentiments [La Teoría de los Sentimientos Morales] (Liberty Fund, 1982), p, p. 182 y 35.

[7] Adam Smith, Lectures on Rhetoric and Belles Lettres (Liberty Fund, 1985), p. 137.

[8] Francis Hutcheson, An Inquiry into the Original of Our Ideas of Beauty and Virtue [Una Investigación sobre el Origen de Nuestra Idea de Belleza] (Liberty Fund, 2008), p.p. 76-77.

Reimpreso de Law and Liberty.

Graham McAleer es profesor de filosofía de la Universidad Loyola en Maryland. Su último libro es Veneration & Refinement: The Ethics of Fashion, un libro de fuente abierta en la red, que se puede encontrar en www.ethicsoffashion.com.