Esta es una explicación de sentido común de la ventaja del comercio libre.

EL LIBRE COMERCIO NOS PERMITE CONVERTIR MAÍZ EN CARROS

Por Bryan Caplan
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 21 de febrero del 2018


Cuando los estadounidenses comercian con los extranjeros, nosotros estamos mejor –y ellos también.

A menudo la gente ve al comercio internacional y a la inmigración como una forma por la cual los extranjeros extraen ventajas de nosotros, pero, los economistas, ya sean liberales o conservadores [Nota del traductor: palabras en el sentido usual de los Estados Unidos], demócratas o republicanos, tienden a ver al comercio y a la inmigración como buenos, tanto para nosotros, como para ellos.

Al enseñar comercio internacional a los estudiantes universitarios, los economistas invocan algo llamado “ventaja comparativa.” No obstante, nuestro mejor argumento es una historia.

Imagínese que un científico visionario anuncia que él ha descubierto una forma de convertir al maíz en carros. Todo mundo se ríe de él. Sus colegas científicos le llaman bromista, pero él construye una fábrica en un puerto abandonado y, oh milagro, entra el maíz y salen los carros.

La competencia afecta a los trabajadores existentes en la industria de autos, pero claramente los estadounidenses son mucho más ricos, como resultado del asombroso descubrimiento del científico. Carros, que antes sólo los ricos podían manejar, ahora pueden ser adquiribles por todos.

A pesar de lo anterior, un día un periodista se introduce a la fábrica y descubre el secreto del científico. Un grupo de trabajadores de los muelles está descargando carros de un barco japonés y llenándolo de maíz de regreso al Japón. Él toma algunas fotos y frenéticamente escribe una revelación. El encabezado del día siguiente se le así: “Carros Hechos de Maíz un Fraude.”

El gobierno cierra la empresa y envía a su fundador a la cárcel, por romper todas las leyes de comercio internacional que aparecen en los libros.

El punto de la historia es que el científico visionario logró una forma de convertir al maíz en carros. ¿Qué diferencia hay con lo que se hace dentro de la fábrica?

EL COMERCIO INTERNACIONAL ES UNA TECNOLOGÍA

Para todos los efectos prácticos, el comercio internacional es una especie de tecnología, una forma creativa de reducir nuestro costo de vida y, por tanto, de aumentar nuestro estándar de vida. El hecho de que nos mantengamos buscando una parte oscura en esta nube de plata, es síntoma de lo que yo llamo sesgo anti-extranjero, la tendencia de los seres humanos de subestimar los beneficios económicos al comerciar con gente de otros países.

¿Hay alguna diferencia importante entre tecnología y comercio internacional? En lo absoluto. Cuando los estadounidenses usan una nueva tecnología, estamos mejor. Cuando los estadounidenses comerciamos con extranjeros, nosotros estamos mejor –y ellos también.

Desde el punto de vista estadounidense, la tecnología y el comercio son lo mismo. No obstante, desde el punto de vista humano, el comercio es mejor porque, después de todo, el comercio está formado de victorias. La historia de maíz convertido en carros, está en el corazón del caso de los economistas en favor del comercio, sin importar cuáles sean las políticas comerciales de los otros países.

Cuando la gente dice, “No podemos tener libre comercio porque otros países no lo tienen,” los economistas ansían responder, “Si todos sus amigos se están lanzando desde el puente de Brooklyn, ¿saltaría usted también?”

El economista del siglo XIX, Henry George, se burló de la protección contra productos extranjeros llamándolo un bloqueo auto-impuesto. Lo que la protección nos enseña que hagamos por nosotros mismos en tiempos de paz, es lo que los enemigos quieren hacernos en tiempos de guerra.
LA INMIGRACIÓN ES UN BUEN ACUERDO

Si ese es el caso rápido de los economistas a favor del comercio, ¿cuál es su caso en cuanto a la inmigración? Más de lo mismo. Otro nombre para la inmigración es intercambiando mano de obra y, como hemos visto, el comercio es sólo una tecnología.

Si una empresa inventara una podadora de pasto que se manejara por sí sola, los estadounidenses se alegrarían. Desde el punto de vista estadounidense, la inmigración de jardineros desde, digamos, El Salvador, tiene exactamente el mismo efecto que la invención de una podadora de pasto que se maneja por sí sola. Se reduciría nuestro costo de vida, nuestro estándar de vida aumentaría. Como un efecto colateral feliz, los salvadoreños obtendrían un enorme aumento, un aumento que les permite dar a sus familias una vida mejor.

Eso no significa que la mayoría de los economistas quieren que nosotros adoptemos el libre comercio o la libre inmigración de la noche a la mañana. El mundo real está lleno de complicaciones. No obstante, casi todos los economistas piensan que el comercio y la inmigración son muy subestimados.

Cuando usted hace un trato con otra persona, ambos normalmente están mejor. Cuando usted contrata a otra persona, normalmente ambos están mejor. ¿Realmente acaso importa si la otra persona viene de otro país?

Reimpreso de Learn Liberty.

Bryan Caplan es profesor de economía en la Universidad George Mason, compañero investigador del Centro Mercatus, académico adjunto del Instituto Cato y bloguero de EconLog. Es miembro de la red académica de la Fundación para la Educación Económica (FEE).