Al ver cómo algunos de esos justicieros sociales de oficiales de por aquí, gozan de abusivas pensiones de lujo, pagadas por todos los ciudadanos, este artículo de Brian Balfour acerca del pensamiento de Thomas Sowell respecto de la justicia social nos cae como anillo al dedo. Recomiendo su lectura.

THOMAS SOWELL: LA FILOSOFÍA DE LA JUSTICIA SOCIAL ES UN CHEQUE EN BLANCO PARA EL PODER DEL GOBIERNO

Por Brian Balfour
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 14 de marzo del 2018

Obligar una igualdad de resultados para grupos en desventaja requiere de enormes interferencias externas.

“En política, el gran non sequitor de nuestra época es que (1) las cosas no están bien y que (2) el gobierno debería corregirlas. En donde estar bien a menudo significa justicia cósmica, tratar de hacer que las cosas estén bien significa que se dé un cheque en blanco para la interminable expansión del poder gubernamental.”

Este pasaje clave del libro de 1999 de Thomas Sowell, The Quest for Cosmic Justice, enmarca el análisis cuidadoso de Sowell y el rechazo de argumentos promovidos por los “guerreros de la justicia social,” o más brevemente, los GJS.

Aunque fue escrito hace casi 20 años, los discernimientos de Sowell son especialmente relevantes en la actualidad, cuando usted toma en cuenta las alturas de influencia que en el 2018 ha logrado el activismo de la justicia social ─en particular en ciudades universitarias.

Para disponer de un modelo que permita entender y refutar a los crecientemente vociferantes GJS, el libro de Sowell resulta ser un recurso indispensable.

¿QUÉ ES LA “JUSTICIA SOCIAL”?

En primer lugar, Sowell brinda claridad al concepto de justicia social, que él etiqueta como “justicia cósmica.” La justicia social busca “eliminar desventajas no merecidas” de grupos seleccionados. Sowell explica las “desventajas no merecidas” citando a Thomas Nagel, un profesor de filosofía y derecho, como similares a “un punto de inicio desigual” que cierta gente sufre sin que sea su falta.

Estas condiciones -ya sea raza, género, ingreso familiar, etcétera- surgen de una simple probabilidad al nacimiento. Sowell prefiere el término “cósmico” para representar un factor azaroso -más allá del control de nadie- que coloca a diferentes grupos en condiciones diferentes.

Pero, dado que no podemos cambiar las condiciones en que nacemos, ni tampoco borrar injusticias del pasado, el verdadero interés se reduce a qué acciones y políticas se pueden prescribir para mitigar estos “puntos de inicio desiguales” que la gente llena.

Para el guerrero de la justicia social, la igualdad de trato bajo la ley no es una condición suficiente para lograr justicia. Citando al libro del filósofo John Rawls, A Theory of Justice [Teoría de la justicia], Sowell afirma que la insistencia de los GJS de “hacer que todo mundo juegue bajo las mismas reglas o que sea juzgado bajo los mismos estándares” no resulta ser satisfactoria. Desde el punto de vista de los GJS, la verdadera igualdad de oportunidades significa “proveer a todos con prospectos de éxito iguales derivados de iguales esfuerzos individuales,” y de “colocar a segmentos de la sociedad en la posición en que ellos habrían estado si no fuera por un inmerecido infortunio.”

¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN LOS GUERREROS DE LA JUSTICIA SOCIAL?

Para hacer de esto una realidad, se necesita poner en su lugar un proceso, de acuerdo con la teoría de la justicia social, de forma que los resultados -tales como nivel de ingresos, tasas de desempleo, posiciones de liderazgo, etcétera- se igualan, independientemente del punto inicial de uno o de algún rasgo demográfico. Cualquier desviación de los ingresos “igualados” es prueba positiva, ante los ojos del movimiento de justicia social, que alguna forma de injusticia social -ya sea racismo, sexismo o avaricia capitalista- debe ser la culpable.

Sowell se enfrenta con tal forma de pensar. Él cree que son las acciones y las políticas en busca de resultados iguales, junto con los resultados, las que necesitan ser juzgadas mediante una evaluación ética de justicia.

En este punto, Sowell empieza a exponer las injusticias involucradas en este proceso. “Esta concepción de justicia requiere que terceras partes deban ejercer el poder para controlar los resultados, ignorar las reglas, los estándares o las preferencias de otras personas.”

En efecto, la búsqueda de justicia social “se enfoca en un segmento de la población y menosprecia los intereses de otros que no son el foco inmediato de discusión, pero que, no obstante, pagan el precio por las decisiones tomadas.” Resulta que tales procesos necesariamente involucran tratar desigualmente a la gente.

PERO, ¿A QUÉ COSTO?

En el clásico estilo de Sowell, él les recuerda a los lectores que no hay una solución perfecta, sino sólo sacrificar una cosa para lograr otra. Las compensaciones involucran tanto costos como beneficios.

“Los costos de lograr la justicia importan... ¿Qué, después de todo, es la injusticia sino una imposición arbitraria de un costo -ya sea económico, psíquico y otro- sobre una persona inocente? Y, si corregir esta injusticia impone otro costo arbitrario sobre otra persona inocente, ¿no es esa también una injusticia?”

Estos costos al intentar avanzar la justicia social no sólo son asumidos por aquellas terceras partes inocentes, sino también por la sociedad, por medio de cambios en el comportamiento de los presuntos beneficiarios.

“Aquellos a los que se les da legitimación legal para diversos beneficios compensatorios, por ejemplo, han desarrollado un sentido de legitimación,” explica Sowell. La legitimación siembra las semilla de división entre donantes e interesados, a la vez que embota los incentivos de los beneficiarios para trabajar. Los productivos son penalizados para servir a los no-productivos.

Promover una visión de injusticias sociales también puede crear un sentido de impotencia entre aquellos etiquetados como “víctimas” de las injusticias cósmicas. De todos modos, ¿para qué estudiar y disciplinarse usted mismo en preparación para el mundo adulto, si la baraja está completamente volteada en contra suya?,” pregunta Sowell retóricamente.

De acuerdo con Sowell, aparte de evaluar los costos involucrados, la pregunta clave al encarar los “puntos de inicio desiguales” de diferentes grupos, involucra decidir ya sea entre acciones políticas o la cooperación individual voluntaria.

Con su precisión típica, Sowell favorece esta última.

“Una de las diferencias cruciales entre formas políticas y no-políticas para lidiar con infortunios inmerecidos, es que los enfoques no-políticos no tienen las rigideces fatales de la ley, ni requieren ya sea la visión o la realidad de la impotencia y de la dependencia. Ni tampoco requieren de la demonización de aquellos que piensan de otra manera o la polarización de la sociedad.”

UN MAL DIAGNÓSTICO

Los problemas abundan incluso con la forma en que los GJS diagnostican temas ardientes, como la desigualdad de los ingresos y el racismo.
Por ejemplo, Sowell allega que la mayoría de las estadísticas de ingresos son agregados crudos. El supuesto implícito de que la simple existencia de disparidades del ingreso es evidencia de discriminación racial, es infundado. Un simple examen de las diferencias promedio en la edad entre diferentes grupos demográficos, puede explicar una porción de la desigualdad en el ingreso, que los GJS proclaman que existe debido a la discriminación. Si se agregan factores como nivel educativo y elecciones de carreras profesionales, se explica mucho del resto.

El tema verdadero, concluye Sowell, no es en sí la desigualdad del ingreso, sino del proceso que se pone en marcha, con la esperanza de eliminar la desigualdad.

“Permitir que cualquier autoridad gubernamental determine cuánto dinero se permitirá que los individuos reciban de otros individuos, no sólo produce una distorsión de los procesos en la economía, al subvertir los incentivos para lograr la eficiencia, sino que es, esencialmente más, una concentración monumental de poder político que reduce a todos al nivel de cliente de los políticos.”

Es más, la cultura de la envidia creada por obsesiones en torno a la desigualdad del ingreso, puede dañar a los propios grupos que los GJS se proponen querer ayudar. Atribuir la “mayor prosperidad de otros a la ‘explotación’ de personas como ellos, a la opresión, el sesgo o motivos indignos, tales como avaricia, racismo y otros,” hace que esa gente sienta que la mejora por uno mismo es “fútil” y pinta a “los menos afortunados en su propia pequeña esquina, aislados de fuentes potenciales de una mayor prosperidad.”

¿CÓMO PUEDE USTED SER UN HÉROE SI NADIE NECESITA SER SALVADO?

Finalmente, Sowell no guarda moneda alguna en cuanto a los motivos de los autoproclamados salvadores del oprimido. Como si estuviera anticipando dos décadas a “las señales de virtud” rampante, en los recuentos de los medios sociales que consume el ala izquierdista, él escribe,

“Como tanto de lo que es hecho en la búsqueda de la justicia cósmica, hace que los observadores se sientan mejor consigo mismos –y no brinda los incentivos para que esos observadores analicen las consecuencias de sus acciones sobre los beneficiarios ostensibles.”

Los guerreros de la justicia social, muy a menudo, valoran la gratificación de su ego por encima de los beneficios verdaderos, señalando que, aquellos que han invertido en la narrativa de la justicia social crean para ellos mismos un “interés personal en la incapacidad de otras personas,” a la vez que desarrollan una “tendencia a ver a la gente como indefensa y no responsable de sus propias acciones.”

Tanto mejor para gratificar sus propios egos que ser como “salvadores” de las presuntas indefensas víctimas. No obstante, tales actitudes producen políticas que fracasan en generar resultados deseables, a la vez que inculcan una mentalidad derrotista entre aquellos nombrados como víctimas, induciéndolas a “aceptar esa imagen de ellos mismos.”

Concluye Sowell en que “Esta es sólo una de las formas en las cuales la visión de los moralmente ungidos visionarios, cuida los egos de los elegidos, en vez del bienestar de los beneficiarios ostensibles de sus esfuerzos.”

El autor encuentra que las “soluciones” correctivas de las injusticias sociales percibidas, involucran costos que la mayoría de las veces superan cualesquiera beneficios e invariablemente crean injusticias verdaderas, a manos del poder centralizador del gobierno. Tales perspicacias explican por qué The Quest for Cosmic Justice es una herramienta valiosa para entender al movimiento pro justicia social y acerca de cómo confrontar sus argumentos.

Brian Balfour es vice-presidente ejecutivo del Instituto Civitas, una organización promotora del libre mercado en Raleigh, Carolina del Norte. Es autor del libro de economías para escuelas secundarias iBook Economics in Action, creador del App educativo sobre Economía Austriaca y ha servido como instructor adjunto de economía en la Universidad Mount Olive.