BAJO EL SOCIALISMO LA MORAL ES MÁS ESCASA QUE EL PAN

Por Marian L. Tupy

Fundación para la Educación Económica
Lunes 15 de mayo del 2017


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/under-socia...er-than-bread/

El socialismo no sólo es respaldado por la fuerza, sino que también es moralmente corruptor.

Hace un par de semanas visité Nueva Orleans, en donde di una conferencia acerca del progreso humano (human progress). Mi charla se centró en las mejoras en los estándares de vida alrededor del mundo durante los últimos 200 años –un período histórico de crecimiento sin precedentes en la prosperidad, que fue causado por la revolución industrial y el comercio global.

Una de las preguntas de la audiencia tuvo que ver con la moralidad del capitalismo. “Usted ha mostrado que el capitalismo crea más riqueza que el socialismo,” concedió un joven. ¿Pero, es moral?, preguntó él.

LA MORALIDAD DEL CAPITALISMO

Para responder, ahondé en los aspectos voluntarios y socialmente beneficiosos del capitalismo.

Para hacer dinero, los capitalistas necesitan desempeñar tareas o producir bienes que otras personas quieren. (Sí, hay excepciones. Por ejemplo, capitalistas protegidos de las fuerzas del mercado por funcionarios públicos corruptos logran rentas monopolísticas que no se merecen. Esto es lo que se entiende por “capitalismo de los amigotes.”)

Similarmente, las transacciones entre capitalistas y consumidores son típicamente voluntarias. Los capitalistas no pueden obligar a sus clientes que compren bienes y servicios del sector privado. (De nuevo, hay excepciones. Por ejemplo, bajo el Obamacare, el gobierno de los Estados Unidos puede obligar a la gente a comprar un seguro de salud del sector privado.)

Ciertamente es importante defender al capitalismo como un sistema económico moralmente bueno, entre otras razones, como previamente he hecho notar (noted), “Porque en el tanto en que el capitalismo es tan sólo la última repetición de una economía establecida con base en el comercio, la propiedad privada y en lograr utilidades, siempre han existido aquellos que encuentran a estos tres como [moralmente] desagradables.”

LAS FALSAS PROMESAS DEL SOCIALISMO

El socialismo, tal como lo supuso mi interlocutor de Nueva Orleans, a menudo se asume que es moral. ¿Se justifica ese supuesto?
El socialismo es una utopía ideal que pretende resolver todos los problemas de la humanidad, incluso, ante todo, la pobreza y la desigualdad. Entre otras cosas, la teoría y la práctica han tendido a oponerse entre sí.

He aquí como Karl Marx esquematizó (outlined) los beneficios futuros de una sociedad socialista:

“Si hemos escogido la posición en la vida en la cual podemos hacer el mayor trabajo en pro de la humanidad, ninguna carga nos puede doblegar, porque estos son sacrificios para el beneficio de todos; luego experimentaremos una alegría no mezquina, limitada, egoísta, sino que nuestra felicidad pertenecerá a millones, nuestros acciones vivirán funcionando quieta pero perpetuamente y sobre nuestras cenizas serán derramadas las lágrimas ardientes de la gente noble.”

Leon Trotsky, el revolucionario soviético, escribió (wrote) que, en una sociedad socialista:

“El hombre se hará inmensurablemente más fuerte, más sabio y más ingenioso; su cuerpo será más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más musical. Las formas de vida llegarán a ser dramáticamente dinámicas. El tipo humano promedio se elevará a las alturas de un Aristóteles, un Goethe, o un Marx. Y, por encima de estas alturas, surgirán nuevas cumbres.”

Y Fidel Castro declaró (declared) que la Revolución Cubana era “de los humildes, con los humildes y para los humildes” y que su lucha por el socialismo era “por las vidas de todos los niños en el mundo.”

El Che Guevara, el número dos de Castro, musitó (mused) que, “A riesgo de parecer ridículo, déjenme decirles que el verdadero revolucionario está guiado por un gran sentimiento de amor. Es imposible pensar en un revolucionario genuino que carezca de esa cualidad.”

Estos, para los sentimientos elevados de mucha gente, se hacen eco hoy en día en la plataforma del partido socialista de los Estados Unidos, el cual afirma (avers) que, “Estamos comprometidos con la transformación del capitalismo por medio de la creación de una sociedad socialista democrática, basada en la compasión, la empatía y el respeto...”
EL COLECTIVISMO CREA LA TIRANÍA

Aplicar las ideas socialistas en la práctica resultó ser mucho más problemático. Una de las limitaciones más obvias del socialismo en la vida real es su tendencia a conducir hacia la dictadura. Esta relación, claramente visible en la Venezuela de hoy, fue primeramente identificada por el economista ganador del Premio Nobel, Friedrich Hayek, en The Road to Serfdom [Camino de Servidumbre].

En 1944, cuando él escribió este libro, Hayek observó que los crímenes de los nacionalsocialistas alemanes y los de los comunistas soviéticos eran, en gran parte, resultado de un control estatal creciente de la economía.

Tal como lo explicó, la interferencia creciente del estado en la economía conduce a ineficiencias masivas y a largas filas en las afueras de los negocios vacíos. Un estado de crisis económica perpetua conduce luego a llamados para una planificación mayor.
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Pero, la planificación económica es contraria a la libertad. Dado que en una sociedad libre no puede existir acuerdo en un único plan, la centralización en la toma de decisiones económicas tiene que ser acompañada de la centralización del poder político en manos de una pequeña élite. Cuando, al final de cuentas, el fracaso de la planificación central llega a ser innegable, los regímenes totalitarios tienen a silenciar a los que disienten –algunas veces por medio del asesinato en masa.

La disensión política bajo el socialismo es difícil, debido a que el estado es el único patrono. Para, de nuevo, citar (quote) a Trotsky. “En un país en donde el único empleador es el Estado, la oposición significa muerte lenta por hambre. El viejo principio: aquel que no trabaja, no comerá, ha sido reemplazado por uno nuevo: aquel que no obedece, no comerá.” En otras palabras, una economía libre es una condición necesaria (necessary), aunque no suficiente, para que haya libertad política.

Obviamente, no todo mundo siente que la dictadura y el asesinato en masa sean un precio demasiado alto que hay que pagar por la igualdad. A Eric Hobsbawm, el historiador marxista británico, por ejemplo, una vez se le preguntó (asked) ¿si el comunismo hubiera logrado sus objetivos, pero al costo de, digamos, 15 o 20 millones de personas -en contraste con los 100 millones que en la realidad fueron asesinados en Rusia y China-él lo habría apoyado? Su respuesta fue una sola palabra: Sí. Incluso hoy, mucha gente, el primer ministro canadiense Justin Trudeau entre ellos, se admira (fawn) ante la dictadura cubana por su suministro de salud y educación supuestamente gratuitos para las masas.

Escribí “supuestamente” porque bajo el socialismo las mordidas (por ejemplo, pagos en efectivos o favores) están generalizadas. Practicantes de la medicina, que sienten que no están siendo pagados lo suficiente por el estado, demandan mordidas para cuidar de los pacientes. Maestros, quienes sienten lo mismo, promueven a los hijos de los doctores para poder tener un mejor acceso al cuidado médico. Este proceso se presenta a lo largo de toda la cadena alimenticia.

A menudo, los sobornos y el robo van a la par. En los países socialistas, el estado es dueño de todas las facilidades productivas, tales como fábricas, comercios y fincas. Para obtener algo para intercambiarlo por otra cosa, la gente tiene primero que “robárselo” al estado. Por ejemplo, un carnicero roba carne para intercambiarla por vegetales, que el verdulero se robó, y así sucesivamente.
Bajo el socialismo, los favores también pueden ser obtenidos de otras maneras. Por ejemplo, en Alemania del Este, a menudo la gente espiaba (spied) a sus vecinos (neighbours) e incluso a sus esposos.

Los empleados de tiempo completo de la policía secreta y sus colaboradores no oficiales, equivalían a un dos por ciento de la población total.
Una vez que se toma en cuenta a los informantes ocasionales, uno de cada seis alemanes del este, en un momento u otro, estuvo involucrado en el espionaje de sus compatriotas.

En otras palabras, el socialismo no sólo es respaldado por la fuerza, sino que también es moralmente corruptor (corrupting). La mentira, el robo y el espionaje se usan ampliamente y la confianza entre la gente desaparece. Lejos de promover la hermandad entre la gente, el socialismo hace a todos sospechosos y resentidos.

Por mucho tiempo he sostenido que el daño más grande que ha causado el socialismo no es el económico. Ha sido el espiritual. Muchas de las naciones que abandonaron al socialismo reconstruyeron sus economías y llegaron a ser prósperas. Lo mismo no puede decirse de sus instituciones, tales como la regla de la ley, y del comportamiento de sus ciudadanos, tales como la prevalencia de la corrupción.

La prosperidad es una consecuencia de la remoción de barreras al intercambio entre personas libres. Pero, ¿cómo hace uno que una sociedad sea menos corrupta y más respetuosa de la ley?

En otras palabras, el verdadero legado del socialismo no es la igualdad, sino la ausencia de moral.

Reimpreso de CAPX.

Marian L. Tupy es editor de HumanProgress.org y es analista sénior de política en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global.