Este es el segundo capítulo de tres que traduzco del libro del filósofo e historiados Clarence Carson The World in the Grip of an Idea, escrito en 1976. Este capítulo hace un excelente análisis de la evolución hacia el comunismo por la vía revolucionaria y que nos permite entender no sólo su pasado sino que también nos brinda una imagen clara de su actualidad.

EL MUNDO EN LAS GARRAS DE UNA IDEA: 2. EL MARXISMO-SOCIALISMO REVOLUCIONARIO

Por Clarence Carson
Fundación para la Educación Económica
Martes 1 de marzo de 1977


En esta serie, el Dr. Carson examina la conexión entre ideología y las revoluciones de nuestra época y traza el impacto sobre diversos países importantes y la extensión de las ideas y prácticas alrededor del mundo.

“Tanto para la producción masiva de esta consciencia comunista como para la culminación y consecución de la cosa misma, resulta necesaria una transformación masiva de los hombres, una transformación sólo posible en virtud de un movimiento práctico, en virtud de una revolución; que la revolución no es, en suma, necesaria únicamente porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque la clase que derroca sólo mediante una revolución conseguirá librarse del fango que la cubre, pasando así a estar en condiciones de conferir un nuevo fundamento a la sociedad.” –Karl Marx

La idea que tiene al mundo en sus garras tiene dos polos. Un polo es el camino revolucionario hacia el socialismo; el otro es el camino evolucionario hacia el socialismo. La idea -lograr la felicidad humana en esta tierra mediante la concertación de todos los esfuerzos hacia su realización- es la misma para ambos. También, ambos polos operan para desarraigar la cultura recibida y usar al gobierno como el instrumento que se supone los mueve hacia la realización de su objetivo. Entonces, la diferencia básica es en cuanto a la táctica, aun cuando las tácticas no son una cuestión de poca importancia, cuando se convierten en un tema acerca de si es por la persuasión o por un tiro en la nuca, tal como en ocasiones lo ha sido.

En todo caso, es apropiado empezar con el marxismo el examen de los enfoques particulares hacia el socialismo. En efecto, hay razones poderosas para empezar con el marxismo. Una es que se traza el movimiento comunista mundial a su fuente, el marxismo. La otra es que todo el socialismo moderno se enfoca mejor cuando lo vemos desde el ángulo del marxismo. Se ha dicho que toda la filosofía de Occidente consiste en una serie de notas al pie de página de Platón. Puede decirse, con igual validez, que el moderno socialismo es una serie de notas al pie de página de Karl Marx.

UN HOMBRE DE CONTRADICCIONES

Por qué debería ser así es una pregunta desconcertante. Los hechos de su vida difícilmente ayudan a explicarlo. Ciertamente Marx no era un líder de hombres. Fue rechazado por la mayoría de la gente, aun cuando ella no lo fuera por él. Defendió la causa del trabajador (o proletariado industrial, como escogió llamarlo), al tiempo que él era propiamente un intelectual. Proclamó la importancia de la acción, pero pasó gran parte de su vida en bibliotecas en medio del rancio olor de los libros. Su fantasma ronda sobre el empuje hacia las economías planificadas para naciones e imperios, a la vez que en toda su vida fue un incompetente en cuanto el manejo de los asuntos financieros de un hogar. Incluso su producción literaria se quedó corta ante sus objetivos y expectativas de aquellos que le brindaron ayuda económica. Es mejor conocido por su Manifiesto Comunista, un panfleto relativamente breve que fue producto del esfuerzo conjunto de Marx y de Friedrich Engels, y por el primer volumen que él completó de El Capital. La mayoría de sus otros escritos fue realizada en rachas y consistieron principalmente de críticas a otros trabajos de la época. Había mucho más acerca de lo que estaba equivocado en el pensamiento de otros, en comparación con lo que hubo de desarrollo directo de sus propias ideas.

Los detalles de su vida van más allá de explicar por qué él puede haber mantenido ciertas creencias, que en explicar por qué otros fueron atraídos por las formulaciones marxistas. Durante la mayor parte de su vida adulta, Marx fue un hombre sin un país, si se entiende por país no sólo a una nación, sino también a una religión, cultura y sentimiento de ser parte de una herencia recibida. El padre y la madre de Marx habían sido judíos, pero su padre se convirtió en protestante en una comunidad predominantemente católica, convertido, se ha dicho, para conservar su empleo en el gobierno. Karl Marx fue bautizado como cristiano, pero temprano de joven se convirtió en un ateo militante. Asistió a las universidades en Bonn y Berlin, pero presentó su tesis doctoral para su grado en la Universidad de Jena, a la cual nunca asistió. Nunca mantuvo lo que se puede llamar un empleo regular, pero obtuvo ingresos al escribir y hacer trabajo editorial. Aunque se casó y tuvo varios hijos, la familia vivía de un lugar hacia otro, por así decirlo, debido a que Marx primero buscó refugio aquí y luego allá. Con frecuencia tenía problemas con las autoridades políticas debido a su actividad revolucionaria, buscando refugio en París, Bruselas y finalmente Londres. Sus amigos eran compañeros revolucionarios y, entre los revolucionarios, sólo se llevó bien con aquellos que estaban de acuerdo con su visión de las cosas. Su país, si es que tuvo alguno, estaba en su mente y eso explica sus doctrinas.

Aun así, este hombre alienado, este hombre sin un país, sin fundamentos religiosos tradicionales, con pocas posesiones, con sólo una animosidad hirviente hacia su cultura, que sólo podía ser estimulado para escribir si era en oposición, formuló las doctrinas que son, hoy en día, mantenidas por más de mil millones de personas que están bajo su control. ¿Qué fue lo que hizo esto? Con certeza la respuesta no se encuentra en los detalles de su vida. La respuesta, si es que se puede obtener, está en las doctrinas. Está en el marxismo.

¿Qué es el marxismo? Una forma de responder la pregunta es decir que es un cuerpo de doctrinas formuladas or Karl Marx, en colaboración con Friedrich Engels, en el curso de las vidas de ambos. (Engels sobrevivió a Marx por varios años y continuó expandiendo sobre el trabajo que Marx había hecho). O, puede ser abordada desde el ángulo de sus antecedentes en el romanticismo alemán, el hegelianismo, el materialismo de Feuerbach, el socialismo de Proudhon, el anarquismo de Bakunin y de todo el complejo de radicalismo de mitad del siglo diecinueve, que estaba pellizcando y alzando la voz en la sociedad europea. O, puede ser trazado más adelante en el tiempo, en el leninismo, el estalinismo, el titoísmo, el castrismo, el maoísmo y todas las variantes de aquello que han sido moldeado por hombres intentando aplicarlo o de aplicar alguna variedad de ello.

Pero, cualquiera o todos estos enfoques nos alejarían, en vez de acercarnos al corazón del marxismo. También, induce al error tratar al marxismo como un sistema de pensamiento, aunque en algún momento tiene que ser efectuado. Ciertamente no es un sistema de pensamiento, en razón de que calza dentro de las categorías establecidas para usar la razón y la experiencia. Marx no procedió deductivamente a partir de axiomas evidentes por sí mismos. Ni procedió inductivamente para llegar a conclusiones a partir de la evidencia obtenida. No obstante, lo suyo no es un sistema de pensamiento.

Si fuera un sistema de pensamiento, podría ser analizado y encontrado como que es cierto o falso. Podría ser contrastado con la realidad y ser refutado. Bertram D. Wolfe ha hecho notar que el marxismo “no puede ser quebrantado por una simple refutación racional o fáctica de algún número de sus proposiciones concretas, incluso aquellas que son centrales en su estructura lógica.” [1] Puede haber diversas razones para esto, pero hay una crucial que no ha sido enfatizada lo suficiente. En sus proposiciones básicas, Marx no está hablando acerca de hechos, o de lo que ordinariamente llamamos realidad. Es difícil refutar a partir de los hechos lo que no permite una relación demostrable con los hechos.

LA TEORÍA DEL VALOR TRABAJO

La manera como Marx arriba a conclusiones necesita ser ilustrada con un ejemplo, para mostrar que él no estaba operando en contacto con la realidad. Esto puede ser mejor hecho mediante su teoría del valor trabajo, que es el eje central del marxismo. Primeramente, Marx nos dice que el valor de los bienes está determinado por la cantidad de trabajo usado en producirlos. Lo pone de esta forma: “Los valores relativos de las mercancías son determinados, por tanto, por las cantidades correspondientes o sumas de trabajo invertidas, realizadas, plasmadas en ellas.” [2] Pero, ¿qué es valor? Eso fue muy fácil para que Max lo respondiera. El precio “es una forma peculiar asumida por el valor.” El precio, tomado por sí mismo, no es nada más que una expresión monetaria del valor. Además, nos dice que, en promedio, “el precio de mercado de un bien coincide con su valor.” [3]

Entonces, el principiante puede suponer que el valor del trabajo es igual al valor de los bienes producidos por él. Es más, dado que precio y valor son, de hecho, el mismo, el precio del trabajo sería el precio de las mercancías. Pero, Marx no lo pondría así de simple. Él se apresura a asegurarnos que “no existe tal cosa como el Valor del Trabajo en la aceptación común de la palabra.” [4] Lo que el obrero vende, dice él, no es el trabajo sino “Fuerza de Trabajo.” “El valor de la fuerza de trabajo está determinado por la cantidad de mano de obra necesaria para mantenerlo o reproducirlo...” [5] También, hay otra dificultad que debe ser quitada del camino. Puede suponerse, a partir de la formulación inicial de Marx, que, entre más trabajo se incorporaba para producir una mercancía, mayor valor tendría esta. No del todo, dice Marx, no es el trabajo per se lo que determina el valor, sino la cantidad de “trabajo Social” que se incorpora para hacer el producto.

Sería posible seguir más allá al análisis de Marx, pero tal vez no necesariamente aquí. Marx reivindica y puede incluso parecer que está hablando acerca del mundo real. Él no lo está haciendo. Cada palabra y frase clave que utiliza está cargada con su propio significado especial. Es cierto que él usa el precio de mercado en su significado común, pero él aclara que los precios en el mercado son relativos. Toda su certeza queda reservada para aquellos conceptos a los cuales él le ha dado un significado especial. El valor no es el valor -esto es, algo que surge a partir de nuestros deseos-; es la misma cosa que “precio natural,” [6] una idea prestada de los economistas clásicos y arrastrada, uno espera, pateando y gritando en la discusión. Trabajo no es trabajo; es Fuerza de Trabajo. Esa cantidad de trabajo que determina el precio de las mercancías no es sólo trabajo, es Trabajo Social.

SU PALABRA PARA ESO

¿Cómo sabemos que el valor, o precio (tal como en su ecuación), de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo social incorporada en ella? Lo sabemos, si es que lo sabemos, sólo porque Marx nos lo ha dicho. No hay cálculos que puedan ser llevados a cabo para probarlo. No hay forma de sumar la cantidad de trabajo, puesto él al lado del precio, y demostrar que uno es igual que el otro. Es más, incluso mediante su propia formulación, eso no serviría, porque es trabajo social, no trabajo que puede ser resumido en horas y minutos, que él dice iguala el valor de las mercancías producidas.

¿Es correcta o equivocada la teoría del valor trabajo de Marx? Pongamos de esta manera la dificultad para responder. Marx sólo parecía estar hablando acerca del mundo real; él estaba hablando acerca de sus propia visión de un mundo, una visión de un mundo que era, es, y será, pero que podía ser concebido sólo mediante una negación intencional del mundo que había en 1865, cuando él habló. La prueba, si tuviéramos prueba alguna, de la afirmación de Marx descansa en el futuro, no en el pasado. Si la teoría del valor trabajo de Marx fuera un conjunto de proposiciones acerca del mundo real, estaría sujeta a la refutación. No lo era.

La teoría del valor trabajo pertenece a la Revelación especial de Marx, una revelación que le fue otorgada a él y a todos los que tienen la voluntad de creer en ella. La refutación de Marx es lograda por la incredulidad o, más probablemente, por una conjunto fuertemente mantenido de contra-creencias, no tratándola como un sistema de pensamiento coherente. [7] Esta conclusión es apuntalada por la tenacidad de los marxistas ante lo que parece ser a los no marxistas como las demostraciones más convincentes derivadas de la razón y de la experiencia de sus falacias.

El marxismo es una religión anti-religiosa. Verlo de otra manera, es pasar por alto su carácter y atractivo. Un estudioso de toda una vida del marxismo, lo describe de esta manera:

“En una era preparada por casi dos mil años de Cristiandad con sus expectativas milenarias, cuando la fe de millones se ha opacado, y el altar parece vacío de su imagen, el marxismo ha surgido para ofrecer una fresca religión anti-religiosa, una nueva fe, apasionada y exigente, una nueva visión de las Últimas Cosas, un nuevo Apocalipsis y un nuevo Paraíso.” [8]

Frecuentemente se dice que Marx puso a Hegel de pie. Él hizo mucho más que eso. Él puso de pie a la Cristiandad. Marx mantuvo que la Cristiandad era el perfeccionamiento de la religión. Era, por así decirlo, la religión, como religión, posiblemente la más elevada. Su perfección resultaría, como casi todo lo demás en Marx, en su negación. Su negación era que fluyeran hacia el marxismo las imágenes, esperanzas y anhelos de la Cristiandad, con todo revertido: la eternidad es traída en el tiempo, el espíritu se convierte en materia, la Segunda Llegada llega a ser la Revolución Social, la Encarnación se traduce en el proletariado y el comunismo llega a ser la esperanza de la redención. Entonces, la atracción del marxismo no es tan sólo que es una religión anti-religiosa, sino que es una cristiandad anti-Cristiana.

EL FINAL DE LA FILOSOFÍA

El marxismo es también una filosofía anti-filosófica. El reino de la filosofía terminó con Hegel, para quien la filosofía se convierte en historia, cuando una idea se hace realidad. Marx sustituyó a la idea por la materia, lo cual hizo que la filosofía fuera, aún más, una letra muerta. La filosofía de Occidente había sido dualista siguiendo las intuiciones de Platón. Marx propugnó por un dualismo que terminaría finalmente en la destrucción de uno del dúo -la burguesía- y con el triunfo del comunismo también un final de la historia. Para el marxismo, finalmente todo está siendo reducido a uno. Todos los elementos que han sido desarrollados y discernidos finalmente se moverán hacia su resolución en un elemento.

Marx fue un poeta y un profeta, un poeta pobre y un falso profeta, sin duda, pero, a pesar de eso, poeta y profeta. No se ha hecho lo suficiente acerca del sabor poético del escrito de Marx. Esto no sorprende, pues pocas tareas se encuentran tan alejadas de la poesía como la economía, particularmente la laboriosa variedad de economía construida por Marx. Aun así, muchas de las formulaciones marxistas son mejor comprendidas como el trabajo de un poeta. Por ejemplo, tome lo siguiente:

“La tarea de la historia, una vez que el mundo más allá de la verdad haya desaparecido, es establecer la verdad de este mundo. La tarea inmediata de la filosofía que está al servicio de la historia, una vez que ha sido desenmascarada la forma piadosa de la auto-alienación humana, es desenmascarar la auto-alienación en sus formas impías. De esta forma, la crítica del cielo se convierte en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho y la crítica de la teología en la crítica de la política.” [9]

Que este pasaje pueda ser construido como para que tenga sentido, es una cuestión que puede ser dejada de lado.

Mi punto es que, si se pudiera, en mucho tendría que ser construido en forma de un poema obscuro. ¿Qué es “el mundo más allá de la verdad,” o “la verdad de este mundo,” o “la forma piadosa de la auto-alienación humana,” o “la crítica del cielo”? Considerado como prosa, todo el pasaje no tiene sentido alguno. Considerado como poesía, cualquier sentido que contenga puede discernirse consultando el marco marxista. (La poesía tradicionalmente ha sido construida por el conocimiento de ciertas alusiones convencionales. Las frases de Marx son construidas con referencia a sus desilusiones.) [10]

UN PROFETA DE LA HISTORIA

También, Marx era un profeta, no un profeta de Dios, por supuesto, sino un profeta de la Historia. Fue el Juan el Bautista del comunismo, viajando de aquí a allá, proclamando la inminente llegada de la Revolución.

El marxismo es ante todo, y finalmente, una ideología. Para Marx, una ideología era un complejo de ideas y creencias que surgía a partir de los acuerdos de clases, que servían para la racionalización y justificación de la clase gobernante. Pero, aquellos que no están bajo su poder mantienen un punto de vista diferente acerca del asunto. En la actualidad se entiende por ideología cualquier complejo de ideas y creencias, en términos del cual las cosas son explicadas y entendidas. El marxismo, como un fenómeno, le da al término una precisión adicional.

El marxismo es un conjunto auto-contenido de nociones, que reduce la realidad a las dimensiones de la visión de la historia de Marx. Explica lo que ha sido, es, y será, por medio de esas proposiciones. Es una invención de las mentes de Marx y de sus intérpretes. Todo el pensamiento marxista, así llamado, es un desarrollo de proposiciones que se encuentran en la ideología. Antes de Marx, el pensamiento estaba determinado por condiciones materiales, pensó Marx; después de Marx, tal pensamiento, al ser formulado, ha de ser determinado por y mantenido dentro de los lineamientos de la ideología. Esto último no es lo que Marx dijo, pero que se deduce de la naturaleza revelada de la ideología.

En todo lado que Marx miró, veía la paradoja, la contradicción, la lucha y destrucción eventual. En todo lado prevalecía una desarmonía vasta y entrelazada, una desarmonía que estaba destinada a continuar y empeorar, hasta que eventualmente algo ocurriría, trayendo un final a ello y produciendo armonía y unidad. Los elementos claves de la ideología marxista son estos: alienación, lucha de clases, proletariado industrial, burguesía, teoría del valor trabajo, capitalismo, revolución social, socialismo y comunismo.

Hay una brillantez dentro de la ideología marxista que, con lo dicho hasta este momento se puede expresar. No obstante, no debe ser denegada. Marx era un carroñero intelectual, absorbiendo vastas cantidades de literatura a través de su lectura voluminosa, oponiéndose a las particularidades de casi toda formulación que encontró, sujetando luego todo a su disposición mental particular, antes de que él apareciera en la imprenta con el resultado. Definió su posición oponiéndose a lo que él leyó, pero también incorporó en su posición mucho de lo que leyó. Puede dejarse como una pregunta abierta el que su brillantez viniera principalmente de lo que él incorporó o de lo que él originó. No obstante, que la brillantez se encuentra allí debería ser reconocido. Desafortunadamente, él tenía una tendencia a vulgarizar.

Eso fue así en el caso en su teoría de la alienación. La teoría marxista de la alienación fue desarrollada con mayor plenitud en sus primeros escritos y hay cierta tendencia a descontarlo porque algunos de estos no fueron publicados sino mucho después de su muerte. Aun así, es crucial para toda su ideología. La teoría puede ser expresada en una forma como esta. El hombre, tal como lo conocemos, no es hombre real, imprescindible. Su razón es imperfecta. Lo que él experimenta está distorsionado por la ideología. Él no es libre, sino que, más bien, es prisionero de las circunstancias y condiciones sobre las cuales no tiene control.

LAS FUENTE DE LA ALIENACIÓN

Las fuentes de esta condición son las que pueden ser llamadas condiciones mecánicas por las cuales él está alienado.

Primero que todo, está alienado de sí mismo por la religión. La religión le sujeta a los poderes mediadores de otros. Él es alienado de sí mismo por la propiedad privada. La propiedad lo pone en conflicto con otros y le aliena de su naturaleza social. Él es alienado de sí mismo por el estado. El estado es una criatura artificial que surge de la división de clases en la sociedad. Es un instrumento del gobierno de clase. Él es alienado del producto de su trabajo por la expropiación que para sí hace el capitalista. También, aparentemente esta alienación es exacerbada por la división del trabajo.

Esta teoría de la alienación es usualmente conocida en su forma más vulgar; esto es, en la alienación del asalariado del producto de su trabajo. Principalmente esto es así, debido a que Marx y Engels pusieron en ella el énfasis más elevado, al elaborarla en alto grado. He aquí una expresión muy típica de la teoría de la alienación del obrero:

“La alienación del trabajador en su objetivo se expresa tal como sigue en las leyes de la economía política: entre más produce el trabajador, menos tiene para consumir; entre más valor él crea, menos valioso llega a ser él; entre más refinado su producto, más crudo y deforme es el trabajador; entre más civilizado el producto, más bárbaro es el trabajador...” [11]

El concepto fue vulgarizado (en todo caso, vastamente sobre-simplificado) al llevar a que todo tenga que ver con la alienación del trabajador.

En cualquier caso, para Marx fue la alienación la que hizo necesaria la revolución. Ciertamente Marx se daba cuenta de que, durante su vida, los gobiernos estaban tomando diversas medidas que buscaban aminorar la carga sobre el trabajador. ¿Por qué el socialismo no podía ser logrado en pasos graduales, en una forma evolucionaria? En algunas ocasiones, Marx titubeó acerca del asunto, pero regresó, una y otra vez, a la posición de que la revolución será necesaria. Será necesaria debido a que la alienación es demasiado amplia y está profundamente establecida. El nudo gordiano de la alienación debe ser roto y la revolución es el medio por el cual él pensó que ello se podía lograr. Supuestamente, la revolución haría añicos los lazos forjados por la alienación.

LA GUERRA DE CLASES

Lo que Marx entendió por revolución, al igual que como él entendió cualquier otra cosa en su lenguaje especial, está coloreado por la ideología, refractada a través de su visión especial y a la cual se le da un sentido especial. Una cosa qué el dio a entender fue un conflicto en donde el proletariado industrial triunfaría sobre la burguesía. Marx y Engels lo pusieron de esta manera:

“El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que aquel de todos los otros partidos proletarios: la formación del proletariado en una clase, el derrocamiento de la supremacía burguesa, la conquista del poder político por el proletariado.” [12]

Sin embargo, la revolución debe proceder a convertirse en una revolución social:

“Pero, mientras que una revolución social con un alma política, ya sea que es una paráfrasis o que es una expresión sin sentido, una revolución política con un alma social es una frase con significado. La revolución en general... es un acto político... No obstante, cuando la actividad organizativa del socialismo empieza y cuando sus propios objetivos, su alma sale a la luz, el socialismo abandona su manto político.” [13]

Aquí la cosa importante es que, como resultado de la revolución, todo, todo, ha de ser alterado y cambiado:

“Los comunistas desprecian esconder sus puntos de vista y sus objetivos. Abiertamente declaran que sus fines pueden ser logrados sólo por el derrocamiento por la fuerza de todas las condiciones sociales existentes.”
[14]

Todo ha de ser transformado:

“El comunismo es la abolición positiva de la propiedad privada y así de la auto-alienación humana y, por tanto, la apropiación verdadera de la esencia humana por y para el hombre. Este es el comunismo como el retorno completo y consciente del hombre... Es la resolución genuina del antagonismo entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre. Es la verdadera resolución de la lucha entre la existencia y la esencia, entre la objetivación y la Auto-afirmación, entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y las especies...” [15]

Todas las relaciones existentes deben se abolidas -destruidas- de manera que pueda emerger el hombre social:

“La religión, la familia, el estado, la ley, la moral, la ciencia y el arte son sólo formas particulares de producción y caen bajo su ley general. Por tanto, la abolición positiva de la propiedad privada y la apropiación de la vida humana es la abolición positiva de toda alienación, así el regreso del hombre lejos de la religión, la familia, el estado, etcétera, a su ser humano; esto es, social.” [16]

Aparentemente, Marx se dio cuenta de que tal revolución no se completaría rápidamente. Él dijo que la clase trabajadora “tendrá que pasar por largas luchas, a través de una serie de procesos históricos, transformando circunstancias y hombres.” [17]

El resto de las formulaciones del marxismo tiene que ver principalmente con establecer “científicamente” que la revolución es inevitable. La teoría del valor trabajo fue el eje principal de esta demostración. Si Marx estaba en lo correcto en su teoría, el trabajador estaba siendo robado de los frutos de su trabajo. Es más, él alegó que, entre más capital se acumulaba, invertía y concentraba, más deplorable sería el sufrimiento del trabajador industrial. Más y más gente caería dentro de esta clase; en números constituiría la mayoría de la gente en un país. Cuando la situación de la clase trabajadora llegara a ser lo suficientemente desesperada, siendo sus números tan abrumadores, se rebelaría y se tiraría sobre la clase gobernante. Toda la historia había sido una serie de luchas de clases. El escenario estaba siendo montado, proclamó Marx, para la lucha de clases final, la lucha de clases para terminar con todas las luchas de clases, la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía.

LA TIRANÍA INHERENTE

A menudo se alega que la tiranía del comunismo en la práctica es el resultado de algún tipo de aberración del marxismo, o del leninismo, o que es el resultado del residuo histórico del Despotismo Oriental en ciertas tierras, o lo que sea. Por el contrario, la tiranía está implícita en la ideología .La tiranía del comunismo es tan esencialmente parte del marxismo que, si un comité de Albert Schweitzers fuera ensamblado para ponerlo en operación en algún país, ellos sólo podrían proceder si se convierten en tiranos. Un repaso de las partes esenciales del marxismo debería demostrar por qué ello es así.

El motor del marxismo es el odio, odio hacia cualquier cosa por lo que es, odio a la religión, odio a la familia, odio a la división del trabajo, odio al estado, odio a los capitalistas, odio a la propiedad, odio a la “ignorancia rural” (tal como lo puso Marx) de los agricultores y, sí, odio a los trabajadores industriales. [18] El proletario que triunfaría y sería transformado en un hombre de verdad no era, por supuesto, el trabajador industrial que en la realidad encontramos. Él debe ser el trabajador industrial consciente de su clase; esto es, un trabajador se hace marxista en sus concepciones. Por encima de todo, el marxismo es un odio hacia el pasado, de todo lo formado a partir de él, de todo lo basado en él, lo cual es decir que casi todo. El marxismo es un odio a toda imperfección, y todo lo que existe, es imperfecto. En resumen, el marxismo odia al hombre tal como lo es y como lo ha sido.

El modus operandi del marxismo es la destrucción. Ese es el verdadero significado de la revolución marxista. No es la simple toma del poder político, Puede concebirse mejor como un terremoto cataclísmico, seguido de un tremor devastador tras otro tremor devastador, hasta que toda relación que había haya sido cercenada. Toda realidad que haya sido acumulada a través de los tiempos debe ser destruida –las relaciones de propiedad, las creencias religiosas, los lazos familiares, las formas legales, la herencia intelectual, la cultura y la civilización propiamente. ¿De qué otra forma, si no es mediante la tiranía, como se puede forjar tal destrucción?

La tiranía está incorporada dentro del propio marco del marxismo. ¿Qué es la historia para Marx sino un tirano? El curso de la historia está determinado, de acuerdo con él; tiene una dirección que está más allá de nuestro control. Tal historia no es una guía, sino una dictadora, por así decirlo. Es más, “La historia es el juez –su verdugo, el proletariado.” [19] Por supuesto, el verdugo y el tirano no es el cuerpo total del proletariado; ha de ser realizado por el ala consciente de clase. No se ha inventado una receta más clara para la tiranía.

Por supuesto, al otro lado del abismo, Marx nos dice que todo esto terminará. La lucha de clases terminará con la victoria el proletariado. También, que con esta victoria terminará la historia. No habrá más estado; se desvanecerá. La dictadura del proletariado habrá terminado porque su trabajo ya se habrá hecho. El hombre ya no más estaría separado del hombre; se convertirá en totalmente social. Llegará a ser un hombre puro, por así decirlo, con todas sus energías liberadas y él propiamente integrado. Incluso la fisura entre hombre y naturaleza será sanada.

APELANDO A LAS PASIONES

La atracción del marxismo yace en el hecho de que justifica y santifica la liberación de los impulsos demoníacos que hay en cada uno de nosotros. Justifica y santifica el odio, la envidia, el amor por el poder, la inclinación hacia la destrucción, el deseo de lograr que todo sea correcto (particularmente para otros), y todos los anhelos imprecisos e insatisfechos del hombre. Ofrece al creyente la unión con las fuerzas de la historia, un final a su separación y la seguridad de una victoria final, la cual es inevitable. También, ofrece el final a una lucha, esa lucha que ha sido el destino del hombre a través de la historia. Su atractivo más profundo siempre ha sido para los intelectuales, para aquellos hombres que se sientan en las márgenes de la sociedad con sus ideas. A ellos les brinda la esperanza y la expectativa de que sus ideas pueden, al fin, convertirse en una realidad.

La realidad de la práctica comunista procede directamente de la teoría marxista. El camino revolucionario hacia el socialismo fue marcado por Karl Marx y Friedrich Engels. La prueba de ello debe buscarse en la práctica comunista. Pero, primero, hay otro camino hacia el socialismo, la vía evolucionaria. Ese, también, deriva su sustento del marxismo. Incluso se supone que Marx sugirió al final de su vida, que en algunas tierras la revolución podía no ser necesaria. En un reporte de un discurso en 1872, se supone que habría dicho:

“Sabemos que uno tiene que tomar en cuenta las instituciones, las costumbres y las tradiciones de los diversos países, y no negamos que hay ciertas naciones, tales como los Estados Unidos o Inglaterra, a las cuales, si yo estuviera más familiarizado con sus instituciones, agregaría también a Holanda, en donde los trabajadores pueden lograr su objetivo por medios pacíficos...” [20]

Pero, el socialismo evolucionario tiene su propia ideología y necesita ser examinado en sus propios terrenos.

Sigue: 3. El Socialismo Evolucionario

NOTAS:
[1] Bertram D. Wolfe, Marxism (New York: Dial, 1965), p. 361.
[2] Karl Marx & Friedrich Engels, Selected Works (New York: International Publishers, 1968), p. 204.
[3] Ibíd., p. 207.
[4] Ibíd., p. 209.
[5] Ibíd., p. 212.
[6] Ibíd., p. 208.
[7] Esto no es rebajar el logro de la Escuela Austriaca en su esfuerzo por refutar a Marx. A pesar de ello, su logro es obtenido negando la validez del concepto de valor de Marx. Es decir, su refutación depende del abandono de su marco de referencia.
[8] Wolfe, op. cit., p. 369.
[9] Citado en Thomas Molnar, The Decline of the Intellectual (New York: Meridian, 1961), p. 90.
[10] Marx escribió una buena cantidad de versos durante su juventud e incluso retuvo un interés en la poesía después de que se convirtiera en revolucionario. Ver David McLellan, Karl Marx: His Life and Thought (New York: Harper & Row, 1973), pp. 20-25, 103-04. También se ha dicho que Engels fue una especie de poeta.
[11] Z.A. Jordan, ed., Karl Marx: Economy, Class and Society (New York: Scribner’s, 1971), pp. 126-27.
[12] Ibíd., p. 299.
[13] Ibíd., p. 283.
[14] Ibíd., p. 292.
[15] Citado en McLellan, op. cit., p. 118.
[16] Ibíd., p. 119.
[17] Jordan, op. cit., p. 301.
[18] Ver Wolfe, op. cit., p. 198.
[19] Jordan, op. cit., p. 292.
[20] Ibíd., p. 294.

Clarence Carson (1926-2003) fue un historiador quien dio clases en Eaton College, Grove City College y Hillsdale College. Su fuente primaria de publicación fue la Fundación para la Educación Económica. Entre sus muchas obras están los seis volúmenes de A Basic History of the United States.