Me parece que la lectura de este comentario, el cual será seguido de otras dos partes del libro del historiador y filósofo Clarence B. Carson, de título “The World in the Grip,” escrito en 1976 y del cual traduciré las primeras tres partes interesantes, es de crucial interés para entender muchas de nuestras cosas actuales. Espero que su lectura les sea útil y las invitó a leer las dos restantes, que espero publicar mañana y pasado mañana aquí en Facebook.

EL MUNDO ATRAPADO POR UNA IDEA: LA IDEA
Por Clarence Carson
Fundación para la Educai'on Económica
Sábado 1 de enero de 1977


En esta serie, el Dr. Carson examina la conexión entre ideología y las revoluciones de nuestra época y traza el impacto sobre diversos países importantes y la extensión de las ideas y prácticas alrededor del mundo.

Algunas veces se inventa una frase para decir algo que no era necesario decirlo antes. Estas frases deberían ser de interés, pues frecuentemente nos dicen algo acerca de lo que es nuevo y diferente para nuestra época. Una es esas frases es “persona desplazada.” Se hizo moneda común en algún momento alrededor de la Segunda Guerra Mundial. “PDs” fueron llamados colectivamente, justo después de la Segunda Guerra Mundial, gente que podía ser vista errando aquí y allá a través de Europa, con los miserables restos de sus posesiones sobre sus espaldas. Ellos eran alemanes alejados de sus hogares por el gobierno checoeslovaco, polacos, rusos, rumanos, letones, ucranianos, llevados allí a trabajar para los alemanes y ahora inseguros acerca de qué hacer y adónde ir. Eran judíos buscando ahora una nueva tierra natal. La guerra había ocasionado que esas personas fueran transportadas de aquí para allá; ahora la revolución estaba completando su desplazamiento.

“Desplazada” es una palabra extraña para usarla en relación con personas. La palabra más frecuente formada a partir de “desplazar” es “desplazamiento.” Se usa para describir lo que sucede, por ejemplo, cuando un cuerpo se coloca en el agua. Un cierto volumen de agua es “desplazado,” se mueve de donde estaba hacia una nueva ubicación. En cuanto a carácter, es una operación mecánica. Esa es la razón por la cual es inusual usar tal frase para referirse a personas. Ellas tienen voluntades; ellas pueden escoger; ellos no son algo que puede ser “desplazado,” como si fuera agua. Aun así, la frase es apropiada. Esas personas estuvieron tan cerca de ser “desplazadas,” como es posible que la gente lo fuera. Habían sido atrapadas, mantenidas y trasladas en contra de sus voluntades. Las fuerzas humanas que barrieron sobre ellos las habían desplazado.
PERSONAS DESPLAZADAS

La frase, “persona desplazada,” ha caído en desuso. Puede que muchos jóvenes nunca la hayan oído. Eso es desafortunado, pues puede ser la mejor frase única para describir mucho de lo que ha sucedido en el siglo veinte. Bien podría ser usada para describir a la nobleza rusa que buscó refugio en cualquier parte después o antes de la victoria del Ejército Rojo. El Kaiser Guillermo II se convirtió en una persona desplazada cuando su gobierno cayó a finales de la Primera Guerra Mundial. Muchas personas fueron desplazadas después de esa guerra, al ser redibujadas las fronteras en Europa central y oriental. La mayoría de los judíos en Alemania y Polonia fue desplazada de una u otra manera por los nazis. Cuando India y Paquistán se dividieron en dos estados separados, millones fueron desplazados. Los árabes fueron desplazados con la creación del estado moderno de Israel. Millones de nacionalistas chinos fueron desplazados por la victoria de los comunistas en la China continental. Muchos residentes blancos fueron desplazados de África, cuando se estableció el gobierno de negros en países de ese continente. Cientos de miles de cubanos han sido desplazados por el régimen de Castro. Lo mismo ha pasado ahora, o está sucediendo, en Viet Nam del Sur. Por supuesto que soy consciente de que algunos de los pueblos referidos arriba no son técnicamente personas desplazadas; son lo que se conoce como refugiados. Pero, no obstante, son personas desplazadas. Han sido desplazadas por revoluciones o cambios sobre los cuales ellos no tenían control. Pueden haber escogido migrar, pero no escogieron perder sus lugares lo cual provocó que migraran. Con seguridad los hombres son desplazados por revoluciones tanto como el agua se desplaza cuando un barco es lanzado al mar. Este desplazamiento, y los esfuerzos para evitar el desplazamiento, son un tema importante de este estudio.

Sin embargo, para que la idea de desplazamiento sirva adecuadamente, debe ser expandida. Hay un desplazamiento literal y un desplazamiento figurado. En el sentido figurado, es posible ser desplazado y, aun así, nunca moverse realmente de la ubicación original. El desplazamiento parcial y figurado está muy extendido en el siglo veinte. No es tan dramático como el desplazamiento verdadero, pero, a su manera, es casi tan real.

Para una persona estar en su lugar significa estar en entornos familiares. El sentido propio de estar en su lugar surge de la familiaridad con las costumbres, las tradiciones, los hábitos y los estilos y ya sea que uno se haya ajustado a ellas o que está de acuerdo con ellas. De hecho, tener propiedad brinda un lugar para una persona. (Nuestro lenguaje popular reconoce este papel de la propiedad, al llamar a un hogar como un “lugar” o, algunas veces como un “lugar de residencia.”) También lugar tiene la connotación de posición, como dentro de una familia, una comunidad, una industria o alguna organización. También, existe un lugar para el hombre en la cadena del ser (“un poco más abajo que los ángeles,” se solía decir). Nuestro sentido de orden, de seguridad y de bienestar está conectado con estar en su lugar. Aquellos, a su vez, son esenciales para la creatividad y la productividad.
EL DESPLAZAMIENTO MEDIANTE LA FUERZA

Hoy en día, el mundo está en las garras de una idea. La fuerza de la idea es reemplazar al hombre, remover los apoyos que tiene para la posición que ocupa y forzarlo a un nuevo lugar o configuración. El impacto de la aplicación de esta idea es desplazar a la gente. El grado del desplazamiento en alguna forma es proporcional a la fuerza ejercida, pero, en dimensiones más sutiles, depende de las susceptibilidades de las personas involucradas.

Los hombres se resisten a este desplazamiento de diversas maneras. Pero, resistirlo no es cosa fácil. La resistencia requiere de un lugar en el cual apoyarse. Cualquier grado de desplazamiento hace que la resistencia abierta sea difícil, y se hace algo precario o peligroso resistir mediante la confrontación. Al hacerse más intenso el desplazamiento, en apariencia la gente tiende a conformarse, pero resiste mediante la evasión e intentos sutiles de manipular el poder para su propia ventaja.

El desplazamiento literal es suficientemente fácil de reconocer. Por lo general, podemos no darnos cuenta de la escala en que esto ha ocurrido en el siglo veinte, pero, de vez en cuando, nos llama la atención en medio de guerras y revoluciones, al huir la gente de la tiranía que se acerca o cuando son lanzados fuera de sus tierras natales. Sin embargo, el desplazamiento figurado, no es tan fácilmente percibido. Después de todo, si las personas permanecen más o menos en donde han estado, ¿cómo podemos decir que ellas han sido desplazadas? La respuesta es esta: lo sabemos principalmente por la forma en que ellos se comportan hacia el poder que está por encima de ellos. La gente que está siendo desplazada de su lugar, por así decirlo, intenta impedir el poder de desplazamiento mediante la evasión y la manipulación.

Este tipo de actividad ahora está bien desarrollado y profundamente arraigado en la Unión Soviética. Por supuesto, millones han sido desplazados en esa infeliz tierra durante los años, siendo el desplazamiento más dramático el de aquellos transportados a campos de prisioneros esclavos. Pero, aquellos quienes nunca sufrieron tal desplazamiento, han experimentado una especie diferente de desplazamiento. La reacción de ellos se discute extensamente en el libro reciente de Hedrick Smith, The Russians [Los Rusos]. Un tema recurrente es aquel de cómo los rusos hicieron la vida tolerable para sí mismos dentro del sistema represivo, por medio de evasiones, manipulaciones, intrigas y otras formas imaginativas. Lo describe de esta manera:

“Me fascinó que había tantos instrumentos ingeniosos para frustrar a las autoridades y que los rusos, entre todos los pueblos, siendo supuestamente una nación de ovejas, acudieran a tales expedientes. Ello porque la noción de un estado totalitario, tal vez útil como vista de pájaro para politólogos de la sociedad soviética, pasa por alto al cociente humano. Evoca el cuadro de robots que viven una existencia regimentada. La mayor parte del tiempo, es cierto, la gran mayoría de los rusos públicamente aparenta obedecer las reglas. Pero, privadamente, a menudo llevan a cabo enormes esfuerzos y practican una ingenuidad rara, para doblar o burlar esas reglas para sus propios fines personales. ‘Burlarlas es nuestro pasatiempo nacional,’ me comentó sonrientemente una abogada.” [1]

Aparentemente, esta gente no tenía esperanza de estar en capacidad de alterar el poder existente sobre ellos, siendo su única esperanza poder abrirse el mayor lugar posible para ellos en nichos ocultos. Smith describe su actitud de esta manera:

“Usted también encuentra un cisma infranqueable entre los líderes y los dirigidos: entre ‘Ellos’ en la altura y ‘nosotros,’ allá abajo...
Para el hombre común, la política y el poder de los líderes son como elementos naturales. Ningún mortal ordinario -trabajador, campesino, intelectual, miembro del Partido- sueña con poder hacer algo acerca de ello. Ellos simplemente son como un dato, un hecho, irresistible e inmutable...” [2]

Algo parecido a esto está pasando en los Estados Unidos. El poder del gobierno es algo extraño para el pueblo estadounidense, sin embargo, más allá de su aparente poder de alteración, los estadounidenses se esfuerzan en evadir el impacto del impulso gubernamental o en manipularlo en beneficio propio.

Muchos ejercen esfuerzos amplios para conservar tanto como sea posible de sus ingresos. Pagan a abogados, contratan a asesores tributarios, acomodan sus actividades, arreglan sus contabilidades e inversiones, para pagar tan poco como sea posible de impuestos. Buscan hacer inversiones que les permitirán posponer por el mayor tiempo posible el pago de impuesto sobre lo que tengan. Utilizan cualquier influencia que puedan ejercer para obtener tanto como sea posiblemente de exención tributaria en sus asuntos particulares. Seleccionan exactamente aquellas inversiones que les brindan las mayores coberturas contra la inflación.

Muchos empresarios han dejado de esforzarse en prevenir la regulación gubernamental de sus actividades. Pero, ejercen esfuerzos masivos para hacer que esas regulaciones funcionen en su beneficio. Cuando recientemente se habló de desregular la industria de las aerolíneas, varios altos ejecutivos de la industria hablaron contra ello. Pero, por otro lado, no ahorraron recursos para intentar obtener ventajas para sus propias empresas y algunas veces para toda la industria. Ellos colectan montones de datos, contratan abogados astutos, hacen propaganda y, de lo contrario, buscan influenciar la política gubernamental para su beneficio.

Generalmente se dice que los “crímenes de cuello blanco” van en aumento en los Estados Unidos. “Los crímenes de cuello blanco” son, para quien no lo sepa, crímenes cometidos por la evasión, evitación y violación de las regulaciones, controles y restricciones gubernamentales. La expresión “inclusión simbólica” [Nota del Traductor: del inglés “Tokenism”] incluso ha hecho su ingreso en nuestro lenguaje como una palabra que significa no tanto un cumplimiento mínimo con las regulaciones, como dar la impresión de que se cumple al hacer una o pocas veces lo que es generalmente requerido.
ROMPIENDO LAS REGLAS

Por lo general, los estadounidenses a menudo ignoran o violan las reglas y regulaciones que se supone han de observar. Recientemente tuve la oportunidad de pasar una hora o algo más en el vestíbulo de un hospital grande. Había avisos por todas partes: toque antes de ingresar, área de no fumado, use zapatos y camisas por razones de salud, salida por aquí, entre allí, vaya allá y regrese por aquí, entre otros.

La legislatura estatal había considerado apropiado en su última reunión convertir en un delito menor fumar en sitios públicos en donde hubiera rótulos avisando de tal prohibición. Aun así, vi a un asistente hospitalario vestido de blanco prender el cigarrillo de un paciente en dicha área. También otras personas los encendieron, ignorando la ley bajo la cual ellos podrían ser penalizados. Aunque era obligatorio usar zapatos, una joven escasamente vestida, que estaba sentada en una fila de sillas detrás de mí, subió sus pies desnudos sobre la parte trasera de la silla que estaba al lado de la mía. Otros pies desnudos estaban en evidencia. Y, aun cuando era obligado usar camisas, apenas había entrado yo al hospital cuando vi a un joven, quien obviamente apenas había acabado de recibir tratamiento, caminar por el pasillo sans camisa.

También existe evidencia considerable de que esta práctica de evasión igualmente ha ingresado en las ramas legislativa y ejecutiva del gobierno. Algunos miembros del Congreso practican conductas sumamente obvias de evasión de las leyes que ellos mismos han impuesto. El nepotismo en el personal de los congresistas ahora está prohibido. Aun así, el periodista Jack Anderson ha reportado un número importante de casos en los que esposas, hijos y otros parientes de congresistas son empleados por sus colegas o por Comités del Congreso. Sin duda alguna, tal empleo es una evasión ligeramente disfrazada de la ley contra el nepotismo.

Pero, el mejor ejemplo puede ser aquel del comportamiento en la rama del Poder Ejecutivo conectada con el Escándalo de Watergate. Los hombres de Nixon se comportaron como personas desplazadas. Sus acciones no fueron lo que uno esperaba de hombres que tenían las riendas del poder político. Eran, para todo el mundo, como aquellos que estaban fuera del poder, como pequeños conspiradores en una “república bananera,” buscando lanzarse por sí mismos hacia el poder por la vía de un golpe. Ellos con seguridad no estaban ejerciendo los plenos poderes del gobierno para consolidar sus posiciones dentro de él. Se dirigieron a lo externo para llevar hombres que violaran la ley. Entonces, intentaron ocultar del gobierno, como un todo, aquello que ellos estaban haciendo. Era como si se tratara de ajenos al gobierno.
LAS IDEAS TIENEN CONSECUENCIAS

Existe una explicación para estos acontecimientos, para la alienación del gobierno, para la evasión y la manipulación, para el desplazamiento o los esfuerzos por desplazar que motiva todo esto. La explicación puede encontrarse en una idea. Las ideas tienen consecuencias señaló el desaparecido Richard Weaver hace unos pocos años atrás, en un tratado poderoso sobre el tema. Lo que hemos venido examinando son las consecuencias de una idea, en donde se están haciendo esfuerzos para aplicarla. Las ramas del gobierno de los Estados Unidos que son electas, en un grado considerable han sido desplazadas en el gobierno por una burocracia y la judicatura. Al haber aumentado el poder y alcance del gobierno, la toma de decisiones gradualmente se ha trasladado hacia los miembros y ramas más permanentes del gobierno. Al aumentar el agarre de la idea, el desplazamiento de todos, excepto aquellos que ejercen el poder en nombre de la idea, se hace más pronunciado.

¿Cuál es la idea? ¿Puede ser nombrada? Eso no es fácil de responder. Hay abundancia de nombres para los movimientos engendrados por la idea. El nombre genérico más comúnmente usado para el movimiento es socialismo. Algunos lo llaman incluso por el nombre más inclusivo de colectivismo. El ala más virulenta del movimiento es conocida como comunismo. Otra ala es llamada con nombres tan diversos como socialismo evolucionario, gradualismo, fabianismo, socialismo democrático, etcétera. A un nivel más profundo, el movimiento, en general, es llamado con el nombre en algún sentido más oscuro, nuevo humanismo.

Estos son nombres útiles, y cualquier que escriba acerca de la idea que tiene al mundo en sus garras con seguridad que encontrará uso para ellos. Pero, no nombran a la idea, aun cuando la frase -el nuevo humanismo- puede acercarse al nombre. En la realidad nombran métodos y énfasis, no a la idea que los anima a ellos. Incluso los comunistas se refieren al socialismo como el objetivo y piensan de él como la idea, pero no lo es. Es un medio, si es que es alguna cosa. Esto no significa que alguna gente, como individuos, no confunda a estos medios con el objetivo y la idea. Nada es más posible que lo harían, ni más cierto que ellos lo hacen. Pero, estas cosas así nombradas son ramificaciones de la idea, no la idea.
CONSÉRVENLA SIN UN NOMBRE

La idea estimulante no tiene nombre. No tiene un nombre debido a que no existe un nombre que sus adherentes acepten. Es utopismo. Pero, difícilmente existe persona alguna que lo reconocerá como su creencia. “Utopismo” es una designación despectiva. En el uso común, un utópico es alguien que es impráctico e irrealista. Probablemente, no tiene nombre porque nombrar una cosa corre el riesgo de ser trivializada, profanada, circunscrita y limitarla, y vulgarizarla.

El Segundo Mandamiento prescribe que Dios no será representado por imagen alguna. Hay una profunda intuición detrás de este mandamiento. Un dios que puede ser representado por una estatua es un dios entre otros dioses. Aquél que no puede ser representado de tal manera es el Dios, que como él no existen otros dioses. Si esa percepción ha impedido que a la idea en cuestión se le haya dado un nombre generalmente aceptado, yo no lo sé. Sin embargo, tiene sentido que si a la idea le fuera dado un nombre, se convertiría en una idea entre ideas. Llegaría a ser una idea que ha de ser examinada, debatida, posiblemente refutada y ciertamente escrutada.

Los adherentes a la idea aparentemente se resisten a tal tratamiento. Lo resisten enfocándose en el método para llevarla a cabo, en vez de en la idea que está atrás. La idea en sí debe ser un bien indiscutible. Debe ser una perla que está más allá de su precio, el santo grial, la Alianza nacida en el Arca y “El Acorde Perdido,” todos envueltos en uno. Deliberadamente he usado terminología religiosa para recordar el carácter de la idea. Debido a que la idea que está detrás es la raíz de una religión secular, la principal religión secular de nuestro tiempo. Recupera una miríada de borrosos anhelos desatados por la declinación de la religión o, más precisamente, brinda una fe con promesas creíbles para aquellos que ya no más creen en las promesas de sus religiones tradicionales.

LA ARMONÍA UNIVERSAL

La idea es esta: Lograr la felicidad humana en esta tierra mediante la concertación de todos los esfuerzos hacia su realización. Esta es, a primera vista, una idea sumamente atractiva. También un conjunto de otras ideas se agrupa alrededor de ella, agregando a su brillo, ideas tales como: armonía, hermandad, progreso, paz, prosperidad, camaradería, cooperación, igualdad, humanitarismo, solidaridad, un final a la explotación del hombre por el hombre, la satisfacción que surge de compartir en un esfuerzo común, etcétera. ¿Quién negaría que sería bueno si todos trabajáramos juntos por la felicidad de todos? Si tan sólo eso nos animara, ¿no caerían esas barreras que ahora separan al hombre del hombre, al grupo del grupo, a la raza de la raza, y a la nación de la nación? Piense en la enorme cantidad de energía que se gasta en discutir el uno con el otro. ¿Qué si, en vez de ello, estuviéramos constructivamente ocupados en nuestro beneficio y felicidad mutua? En efecto, se trata de una idea atractiva, una a la cual los hombres de buena voluntad estarían dispuestos a darle su asentimiento.

Sin embargo, hay una enorme mosca en la sopa. De hecho, puede haber varias, pero enfoquémonos en una. Hay abundante evidencia de que no estamos de acuerdo acerca de lo que constituiría nuestra felicidad. La felicidad de un hombre es a menudo suficiente para ser el tormento de otro. La felicidad para un hombre conlleva escalar al Monte Everest, para ponerse de pie en su cresta, en medio de huracanados vientos frígidos. Otros, probablemente la mayoría de nosotros, preferiríamos estar en casa mirando ese ascenso en la televisión, si eso fuera posible. La felicidad de un hombre es tener un estómago lleno después de una comida suculenta, aun si el eventual resultado es la obesidad. Otro perpetuamente se abstendría a sí mismo a fin de permanecer siendo flaco.

No es que alguno de nosotros no comparte las mismas o similares preferencias. Es, más bien, que si nosotros pudiéramos ser observados en la totalidad de nuestra existencia y actividad, se observaría que cada uno tiene un esquema individual cuya dirección sería mantener o lograr un sentido de bienestar o de felicidad. Estos patrones, a su vez, dan lugar tanto a nuestros logros como a los conflictos y luchas entre nosotros. Cada uno de nosotros parece estar determinado a proseguir su propio bienestar a su propia manera.

Esta individualidad, estos patrones individuales, hace diabluras con cualquier esfuerzo concertado para lograr la felicidad. Los utópicos, o como quiera que se les pueda llamar, por supuesto que saben eso. Pero, no lo aceptan como una condición permanente. Si lo hicieran, desde el inicio deberían dejar su causa por imposible. Ellos no conciben esta individualidad, esta determinación de proseguir los intereses propios a su propia manera, como que está enraizada en la naturaleza humana y en las condiciones de vida en este planeta. En efecto, excepto como una figura del lenguaje, no están inclinados a reconocer que existe tal cosa como la naturaleza humana. Es sólo egoísmo, piensan ellos, un egoísmo que es inducido culturalmente.

ALTERAR LA CULTURA

Hay tres colmillos en la idea que tiene al mundo en sus garras. El primero ya se ha expuesto: Lograr la felicidad humana en esta tierra mediante la concertación de todos los esfuerzos para su realización. El segundo está ahora ante nosotros y puede ser formulado de esta manera: Erradicar, desacreditar y descartar todos los aspectos de la cultura que, de lo contrario, no pueden ser alterados, para desligarlos de cualquier papel que induzca o apoye la prosecución individual del interés propio. El corolario de esto es desarrollar una ética que enfoca su atención en lo que se supone es el bien común de la humanidad.

Es fácil no darse cuenta de cuán radical es en realidad el socialismo. Por una parte, nos hemos aclimatado a muchas ideas asociadas con él. Por otra, en tierras en donde el gradualismo se impone, no es a menudo vislumbrado como una ideología, y todo el esquema de actividad asociada con él no se percibe como surgiendo de él. Aun así, probablemente no sería posible concebir una idea más radical, que erradicar o alterar todo aquello en la cultura que es individualista.

Algunas veces al socialismo se le define como la propiedad pública de los medios de producción y de la distribución de los bienes. Eso es bastante engañoso. Es como si la Cristiandad fuera definida como la creencia de ir a la iglesia el domingo. La idea que tiene al mundo en sus garras, una idea que para propósitos prácticos puede ser llamada socialismo, simplemente no requiere tan sólo la alteración de la propiedad; requiere de la alteración de todo el ambiente cultural.
USE AL GOBIERNO PARA TRANSFORMAR

¿Qué tan grande sería ese emprendimiento? Es tan grande como, bueno, como todo lo que está allá afuera, o, tal vez, tan grande como todo lo que está adentro, así como además de mucho de lo que está allá afuera. El hombre ha de ser transformado mediante la destrucción o alteración de su cultura. De acuerdo con una vieja fórmula, existe la naturaleza y hay crianza. Puesto que lo innato es sumamente rechazado, sólo permanece lo adquirido. Entonces, lo que nos cría es la totalidad de la cultura, tal como es entendida por aquellos que mantienen estas ideas. Es acerca de todo.

¿Por medio de cuál instrumento se hará esta transformación? Esto nos lleva al tercer colmillo de la idea. Es este: El gobierno es el instrumento que será usado para concertar todos los esfuerzos detrás de la realización de la felicidad humana y de la destrucción o alternación necesaria de la cultura. El gobierno no fue el instrumento elegido por aquellos que fraguaron esta idea. Era, muy a menudo, anatema para ellos. Usar al gobierno para lograr la felicidad humana sería parecido a la noción de que Dios debería haber usado a la Serpiente como medio para la redención. El mismo atractivo de la idea es que los hombres han de estar ansiosos de llegar a un acuerdo en su concertación de esfuerzos por lograr la felicidad. ¿Cómo podía ser introducido el uso de la fuerza en la ecuación? No por elección, sino por necesidad. La inclinación del hombre a proseguir su interés propio está tan arraigada, que sólo el gobierno la podía exorcizar. La fuerza debe ser usada para liberar al hombre de la sujeción del egoísmo. Por supuesto, se esperaría que, en el proceso, el gobierno sería transformado.

Luego, esta es una destilación de la idea que hoy tiene al mundo en sus garras. No es sólo la idea que subyace en el comunismo soviético o chino o el comunismo de Albania, sino también la idea que subyace en el fabianismo del Partido Laborista británico, el socialismo sueco, el liberalismo estadounidense, la Socialdemocracia alemana, el intervencionismo canadiense, y en el empuje del gobierno en las vidas de las personas en una escala consistente en todas partes del mundo actual. Hay articulaciones particulares de la idea que son importantes y, algunas de ellas, serán abordadas en su momento. Pero, el punto clave aquí es que todas ellas surgen de una cierta idea radical. Surgen de una visión acerca del logro de la felicidad humana por medio de un esfuerzo concertado de todo mundo para lograrlo. Todos ellos perciben a la cultura recibida como algo a ser destruido o alterado, dependiendo de las exigencias de la situación. Todas ellas usan al gobierno en sus intentos por lograr la concertación de los esfuerzos.

La prueba de estas afirmaciones todavía no se ha introducido. Lo será luego, tanto como prácticamente pueda ser citado. Pero, es necesario tener esa idea ante nosotros desde el inicio. Se ha gastado una gran cantidad de energía para confundir y obscurecer la naturaleza del socialismo. En algunos países, las medidas y las actividades nunca son ligadas a su conexión socialista por parte de sus promotores. De forma que, si se quieren mostrar sus conexiones, debe entenderse desde el inicio qué es lo que va a ser conectado. La conexión es entre la idea radical de arriba y la gran variedad de esfuerzos socialistas que se están dando en el mundo.
EL TOTALITARISMO

La idea que tiene al mundo en sus garras es la idea totalitaria. Todavía no se revela por sí misma de esa forma en numerosas tierras. Puede nunca proceder hasta ese punto en algunas tierras, pero eso no impide que sea una idea totalitaria. El totalitarismo está implícito en la idea. Si toda actividad constructiva puede ser concertada por el objetivo de lograr la felicidad humana, todo mundo debería estar bajo el poder de la fuerza concertadora. Sería totalitaria ya fuera que la fuerza concertadora sea algún gobierno mundial, el pueblo o una idea. Que si produce o no la felicidad quedaría por verse, pues no habría un juicio independiente que determinara si era felicidad o tormento universal. Es la propia condición de independencia lo que hace que uno no pueda ser completamente concertado. Por ello, el avance de la idea es el avance hacia el totalitarismo.

Aun así, esa no es la conexión ni el impacto que ocupará la mayor parte de nuestra atención. En ningún lado ha tenido suficiente éxito la aplicación de la idea de que un pueblo pueda decirse que realiza esfuerzos concertados. Lo que ha sucedido, y está sucediendo, es una lucha dentro de las tierras en donde se han hecho esfuerzos por aplicar la idea. Es una lucha entre hombres inclinados a proseguir el interés propio y los gobernantes que están intentando hacer que aquellos sirvan a algún otro interés. Es la mayor guerra no declarada de nuestra era, una guerra en la cual muchos de aquellos que más tenazmente se defienden a sí mismos, profesan abiertamente el énfasis social de los gobernantes. Es, en su dimensión más profunda, la lucha de aquellos que están siendo desplazados contra quienes los desplazan.

El impacto que ocupará mayoritariamente nuestra atención es el desplazamiento. El intento de remover la base de la individualidad se manifiesta a sí mismo como un asalto contra la cultura heredada. En efecto, todo lo que ha sido heredado del pasado es sospechoso para aquellos quienes están bajo el dominio de la idea, ya sea que se le llame cultura o no. Los acuerdos sociales acogidos, el lugar de la mujer en la sociedad, el lugar del hombre en la sociedad, la tradición religiosa, las costumbres, los hábitos, los modos venerables de hablar y las formas de comportarse, todo lo que es concebible que brinde apoyo a la individualidad, está sujeto al ataque. El resultado es el desplazamiento.

Todo sitio actual del hombre, así como de su sentido de lugar, es derivado culturalmente (tal como usan la palabra los socialistas). Depende de la estimación de aquellos entre nosotros con los cuales él vive o trabaja. Descansa en la continuidad con el pasado. Es reforzado por lazos familiares, deberes, obligaciones y logros. Su propiedad, su ahorro, aquello que le es debido y lo que él debe, les dan solidez y respaldo. Las enseñanzas de su infancia han ayudado a formarlo. Su religión bien puede brindarle un apoyo trascendente a sus creencias. Una parte de su definición de ser, es que es hombre o mujer, con el significado que ha sido empaquetado en su entendimiento del papel de estos. Todas las cosas familiares adjuntas a su ser -música, pinturas, libros, instrumentos de trabajo, lenguaje, mobiliario y qué no- son artefactos culturales que confirman y refuerzan su lugar.
ROMPIENDO LOS LAZOS

El impulso de la revolución de nuestro tiempo, y el gradualismo es una revolución pieza por pieza, no es simplemente quitarnos la propiedad o el control de nuestra propiedad. Es eso, por supuesto, pero es mucho más. Es despojarnos de nuestra cultura recibida. Es romper los lazos que ligan a todos los miembros de la familia, al uno con el otro. Es cortar la religión de la educación. Es interpenetrar cada una de las acciones con el poder del estado, no en apoyo del individuo, sino para hacer que la relación sea determinada por imperativos sociales. Es para alterar tanto a los complementos familiares de nuestro ser, de forma que ya no son más nuestros, sino que pertenecen a algo que está más allá de nosotros. Es enturbiar las distinciones entre hombre y mujer, fusionar el concepto de adulto y niño, extirpar la autoridad de la cultura, y dejarnos desnudos.

El símbolo casi perfecto de qué es lo pretendido es la desnudez pública. Las ropas tienen algunos propósitos útiles: mantenernos calientes en algunos climas, protegernos de los quemantes rayos del sol en otros, y los bolsillos son lugares convenientes en donde almacenar minucias. No obstante, además de eso, las ropas son emblemas de toda la cultura recibida mediante las cuales mantenemos nuestra privacidad, definimos nuestro estatus y establecemos nuestro reino privado. Estar desnudo en medio del público significa, para muchos de nosotros, estar expuestos y desamparados. Se han terminado nuestras defensas; estamos a merced de todos aquellos quienes nos contemplan.

Aquellos que alegan que la desnudez nos liberará no entienden bien al asunto. Ser despojado de ropa en público no nos libera más que como cuando un pollo es desplumado o que despojarle del pelo libera a un cerdo. Tal como la remoción de su cobertura natural prepara a los animales para ser consumidos, igualmente la remoción de las ropas de una persona hace que esté disponible para ser usada por otros. La remoción de la protección cultural es el preludio de la tiranía.
DESNUDO EN PÚBLICO

Dos fantasías del siglo diecinueve llegan a la mente. La primera fue escrita por el adorado contador de cuentos de hadas, Hans Christian Andersen, titulado “El Nuevo Traje del Emperador.” Hombres, simulando ser sastres, se presentaron ante el emperador y le prometieron hacer nuevas ropas para él. Pero, advirtieron que nadie que no estuviera calificado para ese trabajo, podría poder verlas. Se extendió la voz de que tanto el emperador iba a tener nuevos ropajes, como que también estos serían invisibles para aquellos que no estaban capacitados para ese trabajo. El día acordado tuvo su lugar un engaño elaborado. Las no-ropas habían sido entregadas en el palacio. No obstante, ni aquellos nombrados para vestirlo, ni el propio emperador, admitirían que no había ropas; aquellos hicieron todos los movimientos como si lo estuvieran vistiendo y él como si estuviera admirando su nueva pasamanería. La farsa continuó, incluso cuando el emperador apareció ante el público en un desfile. Al principio, todos pretendieron que el emperador estaba plenamente vestido, pues nadie quería admitir la posibilidad de que fuera tan sólo él quien no podía verlos, de que no estaba capacitado para esa tarea. Al final de cuentas, un niño, quien difícilmente se vería intimidado por esa posibilidad, declaró que el emperador no tenía ropas. Esto desbarató el manto de falsedad, como diríamos hoy, o, más bien, la ausencia de manto, y otros también pudieron admitir que el emperador no tenía ropas.

La segunda fantasía es de Sartor Resartus [El Sastre Remendado], del tratado satírico sobre ropas de Thomas Carlyle. Primeramente, Carlyle se imagina al rey careciendo de ropas en público:

“¿Qué irá a hacer su Majestad, podría un accidente tal acontecer en la realidad; deberían todos los botones desabrocharse simultáneamente y evaporarse la lana sólida, de hecho, como aquí en Sueño? ¡Oh, Dios! Cómo es que cada uno se esconde en el escondite más cercano; su Tragedia de Alta Categoría... se convierte en una Farsa de Pickleherrink por la cual llorar, que es el peor tipo de Farsa; las tablas (de acuerdo con Horacio), y, con ellas, toda la fábrica del Gobierno, la Legislación, la Propiedad, la Policía y la Sociedad Civilizada, se ven disueltas, en lamentos y alaridos.”

Él continúa con una visión de la Casa de los Lores en un estado similar:

“¿Acaso vive el hombre que puede imaginarse a un desnudo Duque de Windlestraw hablando ante una desnuda Casa de los Lores? Imaginación... retrocede sobre sí misma y no irá hacia adelante con la escena.” [3]

Ninguno de estos excelentes escritores vivió para aprender del escandaloso desenlace de sus fantasías con el drama de la vida real de la revolución del siglo veinte, un clímax, déjenme decirlo, el cual ninguno podía haber previsto ni contribuido voluntariamente. No obstante, el brutal asesinato del Zar Nicolás II de Rusia, de su familia inmediata y de sus asistentes por sus captores comunistas es, por extensión, un desenlace para ellos. Aquí está una reciente descripción de ese horrendo evento. Tal como se cuenta, el Zar, su familia y sus asistentes acaban de ser empujados a una pequeña habitación del sótano y se les ha dicho que van a ser fusilados:

“Nicolás, con su brazo todavía alrededor de Alexis, empezó a levantarse de su silla para proteger a su esposa y a su hijo. Apenas tuvo tiempo para decir “¿Qué...?” antes de que Yurovsky apuntara directamente su revólver directamente a la cabeza del Zar y disparara. Nicolás murió instantáneamente. Alexandra apenas tuvo tiempo de elevar su mano y hacer el signo de la cruz antes que ella también fuera asesinada por una bala única. Olga, Tatiana y María, de pie detrás de su madre, fueron alcanzadas y murieron rápidamente. Botkin, Kharitonov y Trupp también cayeron en la granizada de balas. Demidova, la criada, sobrevivió la primera andanada y, en vez de volver a cargar, los verdugos tomaron rifles de la otra habitación y la persiguieron, apuñalándola con bayonetas. Gritando, corriendo de acá para allá, a lo largo de la pared, como un animal atrapado, trató de controlarlos con un cojín. Al final cayó, atravesada más de treinta veces por bayonetas. A Jimmy, el perro spaniel, lo mataron cuando su cabeza fue aplastada por una culata de rifle.

La habitación, llena con el humo y el hedor de la pólvora, súbitamente se quedó quieta. La sangre estaba corriendo a chorros desde los muertos en el piso. Luego, hubo un movimiento y un gemido suave. Alexis [el heredero al trono, afligido durante su breve vida por una hemofilia incapacitante] quien yacía en el piso aún en los brazos del Zar, movió su mano para asirse del abrigo de su padre. Salvajemente, uno de los verdugos pateó al hijo del Zar en su cabeza con su pesada bota. Yurovsky se irguió e hizo dos disparos en el oído del muchacho. En ese mismo momento, Anastasia, quien tan sólo se había desmayado, recuperó la consciencia y pegó un grito. Con bayonetas y culatazos, toda la pandilla se volteó sobre ella. En un instante, ella también se quedó quieta. Todo se había acabado.” [4]

Se terminó la vida, pero no el espantoso escenario. Los cuerpos fueron envueltos en sábanas, cargados a un camión y llevados a otro lugar. Allí fueron desmembrados con sierras y hachas, quemados y sus huesos disueltos con ácido. Lo que quedaba fue luego tirado al fondo de una mina. Esta tarea macabra había requerido la mejor parte de los tres días. Aunque estos crímenes inicialmente sólo habían sido autorizados por el cuerpo local de los gobernantes de los soviets, sus actos fueron subsecuentemente aprobados por el Presidium de la Unión Soviética.

SIN LA VESTIDURA CULTURAL

Puede ser divertido elaborar fantasías acerca de emperadores sin sus ropas. Pero, no hay nada de divertido acerca de emperadores, o. para este caso, de reyes o de miembros de la Casa de los Lores, o de mucamas e incluso de cocker spaniels, privados de la vestidura cultural que les asegura sus posiciones y les brinda protección. Sin este ropaje cultural, cada hombre queda expuesto. Es una persona desplazada, al igual que los sobrevivientes de la familia Romanov, quienes quedaron desplazados durante y después de la Revolución Bolchevique en Rusia.

La idea que tiene al mundo en sus garras tiende a hacer de todos que sean personas desplazadas. Es así porque alimenta el asalto sobre la cultura, sobre la religion y la moral, sobre la civilización como tal. Al ser estas quitadas, o al perder su vitalidad, los hombres pierden incluso los medios por los cuales pueden defenderse a sí mismos. En algunas tierras, el desplazamiento ha sido dramático y drástico. Los refugiados de esas tierras residen ahora en nuevas tierras y buscan abrirse un lugar para ellos. En otras tierras, el desplazamiento es más gradual y aún no ha asumido el disfraz de la brutalidad directa. Sin embargo, entre más plenamente sea aplicada la idea, más se apretarán las garras.
No obstante, el mundo no está simplemente en las garras de una idea general. Está en las garras de las variaciones de la idea entre tierra y tierra, en el sentido de que estas han sido conformadas y aplicadas por una diversidad de líderes de distintas procedencias. Vamos ahora a los desarrollos particulares de la idea.

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NOTAS:

[1] Hedrick Smith, The Russians (New York: Quadrangle, 1976), pp. 9-10.
[2] Ibíd., p. 255.
[3] Thomas Carlyle, Sartor Resartus (New York: E.P. Dutton, 1908), p. 46.
[4] Robert K. Massie, Nicholas and Alexandra (New York: Dell, 1967), p. 515.

Clarence Carson (1926-2003) fue un historiador quien dio clases en Eaton College, Grove City College y Hillsdale College. Su fuente primaria de publicación fue la Fundación para la Educación Económica. Entre sus muchas obras están los seis volúmenes de A Basic History of the United States.