EL MITO DEL SOCIALISMO ESCANDINAVO

Por Corey Iacono
Foundation for Economic Education
Jueves 25 de febrero del 2016

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar ligámenes con fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, así como el gráfico abajo citado, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/the-myth-of...ian-socialism/

El modelo nórdico está muy lejos de ser socialista.

Por sí sólo Bernie Sanders ha llevado el término “socialismo democrático” al lexicón político contemporáneo de los Estados Unidos y ha alejado de sus apatías hacia la política a millones de la generación del milenio. Aun si él no gana la nominación del partido demócrata para presidente de los Estados Unidos [Nota del traductor: este comentario fue escrito a inicios del 2016], su impacto sobre la política estadounidense será evidente en los años venideros.

Sanders ha convencido a una cantidad importante de personas que por mucho tiempo las cosas han ido sumamente mal para la gran mayoría de la gente en los Estados Unidos. ¿Su solución? Los Estados Unidos deben abrazar al "socialismo democrático,” un sistema socioeconómico que aparentemente funciona bien en los países escandinavos, como Suecia, que, en alguna medición, está mejor que los Estados Unidos.

El socialismo democrático se propone combinar la regla de la mayoría con el control estatal de los medios de producción. No obstante, los países escandinavos no son buenos ejemplos de un socialismo democrático en acción, porque ellos no son socialistas.

En los países escandinavos, como en todas las otras naciones desarrolladas, los medios de producción son primordialmente propiedad de individuos privados, no de la comunidad o del gobierno, y los recursos se asignan a su uso correspondiente según el mercado, no por la planificación comunal o gubernamental.

Si bien es cierto que los países escandinavos brindan cosas generosas tales como una red social de seguridad y un seguro médico universal, un extenso estado de bienestar no es lo mismo que el socialismo. Lo que Sanders y sus seguidores confunden como socialismo es en realidad una democracia social, un sistema en el cual el gobierno apunta a promover el bienestar público por medio de fuertes gastos e impuestos, dentro del marco de una economía capitalista. Eso es lo que los escandinavos practican.

En respuesta a estadounidenses quienes con frecuencia se refieren a su país como socialista, el primer ministro de Dinamarca (prime minister of Denmark) recientemente hizo notar lo siguiente, en una conferencia que dio en la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard,

“Sé que algunas personas en los Estados Unidos asocian al modelo nórdico con algún tipo de socialismo. Por lo tanto, deseo aclarar una cosa. Dinamarca está muy lejos de ser una economía planificada. Dinamarca es una economía de mercado.”

Los escandinavos abrazan a una especie de capitalismo de libre mercado, que existe en conjunto con un estado de bienestar extenso, conocido como el “Modelo Nórdico,” que incorpora muchas políticas que muy posiblemente serían aborrecidas por los políticos social-demócratas.

Por ejemplo, generalmente los social-demócratas se oponen al capitalismo global y al libre comercio, pero los países escandinavos han abrazado plenamente esas cosas. La revista El Economista (The Economist) describe a los países escandinavos como “firmes librecambistas que se resisten a la tentación de intervenir, incluso para proteger empresas símbolos.” Tal vez es por ello que Dinamarca, Noruega y Suecia, todos, aparecen calificados entre los países más globalizados (among the most globalized countries) del mundo entero. Estos países también están calificados entre los 10 primeros países (top 10) en donde es más fácil hacer negocios.

¿Cuál es el sentimiento de los partidarios de Sanders acerca del salario mínimo? Usted no encontrará pisos mínimos salariales impuestos por el gobierno en Suecia, Noruega o Dinamarca. En vez de ello, los salarios mínimos son decididos mediante negociaciones entre sindicatos y patronos; típicamente varían según sean las ocupaciones o las industrias. Los salarios impuestos por los sindicatos usualmente dejan por fuera a los trabajadores menos calificados y ocasionan su propio daño a la economía, pero, podría decirse que tal sistema descentralizado es mucho mejor forma de hacer las cosas, que tener un gobierno que impone una política salarial igual, que cubre a todas las ocupaciones en todo el país.

En una movida que sería considerada radicalmente pro-capitalista por jóvenes estadounidenses que apoyan a Sanders, Suecia adoptó un sistema universal de elegir las escuelas a principios de la década de 1990, que es casi idéntico al sistema propuesto por el economista liberal clásico Milton Friedman, en su ensayo de 1955 (1955 essay), “The Role of Government in Education” [“El Rol del Gobierno en la Educación”].

En la práctica, el sistema sueco involucra a los gobiernos locales, lo que permite a las familias usar fondos públicos, en forma de bonos [vouchers], a ser empleados en financiar la educación del niño en una escuela privada, incluyendo escuelas administradas por la temida “empresa con fines de lucro.”

Lejos de ser un fracaso, tal como los socialistas pensarían que lo sería, las reformas suecas tuvieron un éxito enorme. De acuerdo con un estudio (study) publicado por el Instituto para el Estudio del Trabajo, la expansión de la educación privada y la competencia provocada por las reformas educacionales de libre mercado en Suecia, “mejoraron los resultados educacionales promedio, tanto al final de la escuela obligatoria, como en el largo plazo en términos de las notas en los colegios, asistencia a las universidades y años de estudio.”

En general, es claro que de hecho los países escandinavos no son arquetipos de un socialismo democrático exitoso. Sanders ha convencido a muchas personas de que socialismo es algo que no lo es, y ha utilizado a los países escandinavos para probar su eficacia, a la vez que ignora las diversas formas en que ellos se desvían, algunas veces dramáticamente, de lo que el propio Sanders propone.

Corey Iacono estudia en la Universidad de Rhode Island especializándose en ciencias farmacéuticas así como en economía. Fue ganador del Premio Thorpe de la Fundación para la Educación Económica en el 2016.