Con gusto traduzco y transcribo este esclarecedor ensayo del economista de la universidad australiana de Nueva Gales del Sur, pues nos permite entender mejor el importante concepto de competencia, tema al cual me referí recientemente en mi comentario titulado La Libertad no es Gratuita; Tiene un Costo.”


LA COMPETENCIA


Por Wolfgang Kasper

The Concise Encyclopedia of Economics


La competencia económica tiene lugar en los mercados –sitios de reunión de los posibles oferentes y demandantes. [1] Típicamente, unos pocos vendedores compiten para hacerse de ofertas favorables por parte de compradores potenciales. Similarmente, posibles compradores compiten para obtener ofertas que les favorezcan por parte de potenciales oferentes. Cuando se concluye un contrato o acuerdo, el comprador y el vendedor intercambian derechos de propiedad de un bien, un servicio o un activo. Todo mundo intercambia voluntariamente, motivado por el interés propio.

En el proceso de tales interacciones, mucha de la información se indica por medio de los precios. Entusiastas vendedores reducen los precios para atraer a compradores y los compradores revelan sus preferencias aumentando sus ofertas para dejar por fuera a otros compradores. Cuando se llega a un acuerdo, podría ser que nadie esté totalmente feliz con el precio acordado, pero ambas partes contratantes se sienten mejor que antes. Si los precios exceden a los costos, los vendedores obtienen una ganancia, un estímulo para producir más. Cuando otros competidores aprenden cuáles fueron las acciones que condujeron a esas ganancias, podrán decidir emular al oferente original. Por el contrario, las pérdidas les dicen a los oferentes lo qué deben dejar de hacer o qué modificar.

Tales señales de pérdidas o ganancias coordinan a millones de vendedores y compradores en la economía moderna compleja y cambiante. La “democracia de los colones” del mercado asegura que los compradores obtengan más de lo que esperan y que gasten menos recursos en aquello que no quieren. Así, los precios en competencia funcionan como señales de radio; son fáciles de percibir y no necesitamos saber de dónde es que vienen. No hay necesidad de analizar todas las causas posibles de la última crisis energética para saber que debemos descartar los carros traga gas y ahorrar en electricidad; y las compañías petroleras tan sólo necesitan saber que el petróleo se está encareciendo, para empezar a abrir nuevos pozos petroleros o para experimentar con la extracción de combustible a partir de arenas o esquistos bituminosos. [Nota del traductor: este comentario fue escrito por el autor con posterioridad a la crisis petrolera de finales de los años setenta]. La competencia de precios pone al tanto a millones de personas independientes en millones de mercados, coordinándolos efectivamente –como si fuera hecho por una “mano invisible”, tal como el padre de la economía, Adam Smith, lo expuso alguna vez.

Los oferentes también se involucran en una competencia distinta de los precios. Tratan de mejorar sus productos para obtener una ventaja competitiva sobre sus rivales. Para este fin, tienden a incurrir en los costos y los riesgos de innovar los productos. Este tipo de competencia ha inspirado innumerables pasos evolutivos –por ejemplo, entre el primer vuelo por encima de una cerca de los hermanos Wright al último Boeing 747. Tal competencia ha impulsado un progreso material sin precedentes desde la revolución industrial.

Una diferenciación de los productos puede brindar a oferentes pioneros un “nicho en el mercado”. Sin embargo, tal nicho nunca es totalmente seguro, pues otros competidores se esforzarán en mejorar sus propios productos en un estado de ´intranquilidad creativa.’

Otra herramienta de la competencia es la innovación de los procesos a fin de reducir los costos, que permite a los productores vender más barato que los competidores. Este tipo de acción competitiva nos ha dado las calculadoras de bolsillo de dos dólares que hoy vemos en todas partes [Nota del traductor: recordar que el autor escribió esto a principios de la década de los ochentas] tan sólo una generación después de que las primeras calculadoras se vendieron a ¡trescientas veces aquel precio!

Un tercer instrumento usado para sobrepasar al rival es anunciar, a fin de llamar la atención de un comprador acerca de las cosas de uno. Los oferentes también compiten ofreciendo garantías y servicios post-venta. Esto es algo común con bienes duraderos tales como carros. Reduce el costo de transacción del comprador y fortalece la posición competitiva del vendedor.

Así la competencia obliga a la gente a permanecer alerta y a incurrir en costos. Antes de que uno pueda competir eficientemente en un mercado, uno necesita disponer del conocimiento relevante. Los compradores necesitan preguntarse a sí mismos acerca de cuáles son los requisitos, qué productos están disponibles, cuánto es lo que pueden pagar y cómo se comparan los diversos productos, tomando en cuenta los precios. Esto impone costos de búsqueda –por ejemplo, piense en el tiempo y el esfuerzo requerido al comprar una casa. Los oferentes tienen que averiguar adónde es que está la demanda, cuáles atributos técnicos desea la gente de su producto, adónde obtener los numerosos insumos y componentes, cómo entrenar a los trabajadores, cómo distribuir sus artículos, cómo mejorar productos y procesos, cómo reaccionarán sus competidores, y muchas otras cosas. Tales esfuerzos -en investigación, desarrollo y mercadeo- pueden ser muy costosos y muchos terminan en nada. Para cada bonanza en el mercado, hay muchos desengaños. Y surgirán otros costos cuando los vendedores y compradores negocien los detalles de un contrato y cuando revisan y ejecutan el envío.

En una economía dinámica y especializada, los costos de búsqueda de conocimiento y de llevar a cabo los intercambios (llamados “costos de transacción”) tienden a ser altos. Por lo tanto, no es sorprendente que los participantes en el mercado sean incisivos en cuanto a reducir los costos de transacción y los riesgos asociados. Un método para ello es ponerse de acuerdo en un conjunto de reglas (llamadas “instituciones”), que les ayudan a economizar en los costos de adquisición del conocimiento. Los mercados satisfacen mejor las aspiraciones de la gente cuando existen reglas que sean claramente aplicadas y procedentes. Otro instrumento para ahorrar en los costos de transacción es ponerse de acuerdo en relaciones a largo plazo, sin un plazo definido, tales como los contratos de trabajo. Otro más son los anuncios, como un medio para que los vendedores informen a los compradores y les ahorren algunos costos en la búsqueda. Se facilita llegar a acuerdos por medio de la acción de intermediarios –expertos del mercado, tales como corredores de bolsa, corredores de bienes raíces y subastadores.

A pesar de estos métodos para reducir los costos de transacción, la competencia es incómoda y costosa para los competidores. Algunos empresarios disfrutan de la rivalidad del mercado en sí. Pero la mayoría de la gente es ambivalente acerca de la competencia de una forma muy particular; a ellos les gusta evitar que haya competencia en su lado del mercado, pero le dan la bienvenida a la competencia entre aquellos a quienes les compra o les vende. En una sociedad libre, la gente, por supuesto, tiene el derecho a dormirse en sus laureles sin competir, pero perderán una parte del mercado y probablemente sus activos perderán valor.

Para escaparse de la disciplina de la competencia, los oferentes pueden tratar de llegar a una “tregua en la competencia”, formando carteles, particularmente en mercados en donde hay pocos oferentes o bien que haya oferentes que necesitan de grandes sumas de capital para poder empezar a operar. Por ejemplo, las aerolíneas del mundo en una época conformaron el cartel de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (la IATA por sus siglas en inglés), la cual fijaba los precios de los tiquetes para volar, los horarios de vuelos y hasta pequeños detalles como los servicios de alimentación. Los carteles normalmente fracasan cuando un miembro del cartel incumple con el precio acordado o cuando una firma, que no forma parte del cartel, compite por precio o mediante una innovación del producto y los oferentes establecidos pierden parte del mercado. Para los consumidores y para el mercado, como un todo, este incumplimiento del acuerdo del cartel significa un enorme beneficio.

La única forma en que los carteles y los monopolios pueden impedir la competencia en el largo plazo, es obteniendo la protección del gobierno. Muy a menudo, rápidamente los políticos y los burócratas les hacen el favor, poniendo regulaciones coercitivas. Tienden a esconderse detrás de todo tipo de excusas –proteger empleos, asegurar la salud y seguridad pública o proteger a los nacionales de competidores extranjeros. Sin embargo, en la realidad, inhibir la competencia consiste a menudo en una recompensa para los reguladores, quienes así obtienen apoyo moral o financiero para la siguiente campaña electoral o para asegurarse consultorías lucrativas. Los economistas llaman a esto “búsqueda de rentas”, y señalan que, invariablemente, es a costas de los diversos compradores, quienes a menudo no se dan cuenta de los costos ocasionados por la interferencia política. Las intervenciones pueden brindar algún confort a unos pocos oferentes, pero dañan la riqueza de las naciones, la cual beneficia a muchos. Por lo tanto, la mayoría de los economistas consideran a la competencia irrestricta como un bien público al cual los gobiernos deberían de proteger y cultivar. Esta conclusión, por ejemplo, ha inspirado los intentos políticos por controlar fusiones, monopolios, el poder sindical y a los carteles, por medio de una política interna de competencia y la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que fue formada para proteger de gobiernos oportunistas al comercio internacional.

La competencia funciona bien sólo si los derechos de propiedad están protegidos y si la gente es libre de formular contratos bajo la regla de la ley. ¿Quién incurriría en altos costos de búsqueda y exploración de conocimientos, a sabiendas de que las ganancias esperadas pueden ser expropiadas o que contratos ulteriores para mercadear un descubrimiento son prohibidos mediante una regulación? Esta es la razón por la cual los derechos seguros de propiedad, la libertad de contrato y la regla de la ley -en resumen, la libertad económica- dan lugar a un crecimiento económico rápido, a un bajo desempleo y a una disminución de la pobreza. Comparaciones internacionales invariablemente muestran que ninguna de las economías más pobres del mundo es una economía libre y que ninguna de las economías más libres y más competitivas es pobre.

Desde el punto de vista de una sociedad como un todo, una competencia vibrante en el mercado satisface tres funciones vitales:

Descubrimiento. El bienestar del ser humano siempre puede ser mejorado a través del conocimiento nuevo. La rivalidad competitiva entre oferentes y compradores es un incentivo poderoso para buscar conocimiento. El interés propio incesantemente motiva esfuerzos extensos y a menudo costosos para lograr hacer el mejor uso de la propiedad y habilidades de uno. La planificación central por el gobierno y el suministro gubernamental son a menudo propuestas como un medio mejor para descubrir nuevos productos y procesos. Sin embargo, la experiencia ha mostrado que los comités centrales no son suficientemente motivados en tal sentido y simplemente no pueden dirigir el conocimiento complejo, ampliamente difuso, a menudo pequeño, que es necesario para tener un progreso ampliamente extendido.

Selección y coordinación pacíficas. “Votar con el colón” bajo competencia selecciona lo que la gente realmente desea y expone los errores por medio del “regaño de los números rojos [las pérdidas]” durante el proceso de dispersión del conocimiento útil. Puesto que los innovadores no pueden mantener en secreto sus descubrimientos, a menudo otros ven lo que brinda ganancias y pueden emular tal éxito. A pesar de ocasionales sorpresas inquietantes y de oportunidades que cambian, la competencia promueve una evolución ordenada, distribuyendo las cargas inevitables de los ajustes y coordinando las expectativas divergentes. La competencia y el intercambio educan a la gente para que practiquen una “ética comercial”: un pragmatismo en la solución de problemas y mantener la paz a fin de proseguir con el trabajo. Así un orden de mercado competitivo inspira confianza, optimismo social y un espíritu de que es posible hacerlo.

Control del poder. La competencia entre los oferentes empodera a los consumidores; patronos que compiten empoderan a los trabajadores. En tanto que algunos pueden pretender la búsqueda de rentas, es importante que la gente rica permanezca expuesta a la rivalidad competitiva. Tan sólo así reinvertirán su riqueza y talentos en búsquedas ulteriores de conocimiento, para beneficio de la humanidad. No siempre permanecerán siendo exitosos. Virtualmente ninguna de las grandes fortunas de los Estados Unidos que existía en 1950 está intacta hoy en día. La competencia amansa las concentraciones de poder económico y redistribuye la riqueza. Uno puede ir aún más allá y decir que el capitalismo es legitimado por la competencia –la buena disposición de los ciudadanos con propiedad, para encarar los costos de la búsqueda de conocimiento socialmente beneficioso. Los socialistas, con su eslogan de que “la propiedad es un robo”, ganarán seguidores tan sólo en donde la competencia está ausente o está políticamente distorsionada.

La competencia, tal como se ha discutido aquí, difícilmente aparece en la economía neoclásica estándar, pues la así llamada competencia perfecta irrealmente asume un conocimiento perfecto. Sin embargo, en la realidad, la mayor parte de la actividad económica es acerca de encontrar y explotar el conocimiento y de motivar a la gente que rehúsa y posee riqueza y talentos, para que hagan lo mismo.
El senador Henry Clay estaba en lo correcto cuando en 1832 le dijo al Senado de los Estados Unidos, que “De todos los poderes humanos que operan en los asuntos de la humanidad, ninguno es más grande que aquel de la competencia.” En efecto, competir es parte esencial de la búsqueda de la felicidad.



Wolfgang Kasper es profesor emérito de economía en la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia.

LECTURAS ADICIONALES
Gwartney, J., y R. Lawson. Economic Freedom of the World. Vancouver: Fraser Institute, publicado anualmente.
Hayek, F. A. “Competition as a Discovery Procedure.” En F. A. Hayek, New Studies in Philosophy, Politics, Economics and the History of Ideas. London: Routledge and Kegan Paul, 1978. P.p. 179–190.
Kasper, W., and M. E. Streit. Institutional Economics: Social Order and Public Policy. Cheltenham, U.K.: Edward Elgar, 1998. Especialmente el capítulo 8.
Kirzner, I. M. How Markets Work. London: Institute of Economic Affairs, 1997.

NOTAS AL PIE:
[1] Aquí no nos interesan específicamente otras formas de competencia, tales como en el deporte, entre partidos políticos y grupos de interés, o entre estados dentro de federaciones.