Por Jorge Corrales Quesada

En nuestro país las leyes laborales y las regulaciones administrativas de muchas instituciones gubernamentales, determinan claramente la cantidad de vacaciones a que tienen derecho sus empleados. Esto es, que por tomar vacaciones no se les reduce el salario correspondiente, tal como si hubieran trabajado esos días. Pero, también, puede ser posible, en algunos casos, que si el trabajador decide no tomar tales vacaciones, se les pagan esos días adicionalmente tal como si los hubieran trabajado.

Pero, ¿es posible que un trabajador pueda tomar la totalidad de sus vacaciones, a la vez que se le otorgan otras adicionales, mediando un pago como si hubiera trabajado efectivamente? Bueno, sí es posible. Sucede cuando se declara un asueto. Esto es, son unas vacaciones que se toman y se recibe el salario como si en esencia hubiera trabajado en esos días. Eso se ha visto recientemente en el país, en algunas ocasiones, por ejemplo, si no me equivoco, cuando el gobierno decretó asueto para los empleados públicos al regresar al país la Selección Nacional de su gesta victoriosa en Brasil, hace un par de años. Y, también, en días recientes, cuando, ante la amenaza de daño grave por el huracán Otto, el gobierno decretó asueto por un par de días para un número importante de trabajadores del sector público.

Ahora resulta que el rector de la Universidad de Costa Rica, señor Henning Jensen, decretó hace poco un asueto de cinco días para los empleados de esa entidad (me imagino que también incluye al propio rector). ¿Cómo es esto? La información -que lamentablemente provocó pocas reacciones ciudadanas, probablemente a la luz de otros acontecimientos que en esos días sacudieron al país- nos la brinda La Nación del 19 de noviembre, en su comentario titulado “Rector regala a empleados de UCR cinco días libres: Tendrán 3 semanas de descanso a fin de año.”

Así es, la rectoría decidió que, en este fin de año, los trabajadores de la UCR tengan tres semanas de vacaciones -del 17 de diciembre al 9 de enero- pero, de las vacaciones a las cuales ellos tienen derecho, se les reducirán tan sólo 10 días y los cinco días restantes se les darán porque sí; esto es, no se les reducirán de las vacaciones anuales a las cuales tienen derecho. A eso le llaman “asueto”. Una palabra “bonita” para dar a entender que la ciudadanía estará pagando cinco días de sueldo a los funcionarios de la UCR, sin que ellos trabajen. Pagándoles por hacer nada.

La historia es que, inicialmente, se iban a dar las tres semanas de vacaciones (obviamente pagadas), que se descontarían de aquellas a las que los empleados tienen derecho. Pero, ¡pobrecitos!, la secretaria del sindicato de empleados de la UCR, doña Rosemary Gómez, envió una carta al rector, pidiéndole que sólo se les rebajaran dos semanas y que la tercera les fuera dada -¡vean que expresión más linda!- como “receso institucional,” a fin de “no afectar a los empleados nuevos que acumulan pocos días de vacaciones,” según señala el comentario periodístico. Dado, que si los empleados no podían tomar vacaciones cuando las quisieran, “se les provoca un estado de indefensión.”

El rector aceptó la “sugerencia” y adujo que él tenía la facultad para declarar tal asueto, pues podía hacerlo “dentro de días laborales para asistir a actividades que interesen a la Universidad o al país.” O sea, al país y a la Universidad les interesa que tengan tres semanas de vacaciones y que se les carguen tan sólo dos a las que tienen derecho en el año. Lo que hay detrás de esto es una farsa: se pretende encubrir el donativo vacacional como si fuera algo que le interesa al país y -se arguye así- a la Universidad. Les interesa que no trabajen y que sean pagados por esa semana adicional.

Claro, si eso se diera en una empresa privada, ésta tomaría en cuenta el costo que tal donación tiene sobre sus ganancias y el administrador responsable de la decisión tendría que dar cuentas a los accionistas y, en caso de que ese administrador fuera accionista, pues sería por su propio gusto donar lo que alternativamente podría ser suyo. Pero, la UCR puede incurrir en ese gasto porque no tiene que darle cuentas a nadie más que a sí misma, pero son los ciudadanos, quienes pagan impuestos al estado y con ellos les hace una transferencia multimillonaria a las universidades estatales, entre ellas a la UCR, quienes en verdad están incurriendo en ese costo. Porque, como dice el rector, ¡pobrecitos!, “sólo se les rebajan diez días porque fíjese (me imagino que se lo dice al periodista) que, de lo contrario, perjudicamos demasiado al trabajador.”

Al trabajador no se le está perjudicando. Se están aplicando las leyes usuales y, si acaso, lo que se está haciendo es una interpretación abusiva de las cosas. Son los costarricenses contribuyentes del erario público, quienes están sufragando el beneficio para los “indefensos”; los “perjudicados.” A veces no quiero pensar mal, pero cosas como éstas a uno lo irritan: No sé si esta actitud “mangancha” e irresponsable del rector, para favorecer indebidamente a los empleados de la Universidad, al pagarles por días que no laboran, no es más que una muestra de cariñito, ante acusaciones que el sindicato de la UCR ha hecho recientemente acerca de ciertas actuaciones del rector. Ojalá no sea esa la razón, pero no encuentro otra que me explique tal dadivosidad con los fondos de la ciudadanía.

Publicado en el sitio de ASOJOD, en los blogs del Instituto Libertad y de PuroPeriodismo, así como en mis sitios en Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 29 de noviembre del 2016.