2002-04-30 LIBRO DEL MES DE MAYO DEL 2002

David Conway, El Liberalismo Clásico: Un Ideal No Vencido [Classical Liberalism:
The Unvanquished Ideal] (New York: St. Martin's Press, Inc., 1995). Tengo el
libro y si alguien desea leerlo, por favor llámeme para ponernos de acuerdo.

Los años 80s vieron dos importantes eventos históricos; por una parte, un
renacimiento del liberalismo en casi en todo el mundo y, por la otra, la caída
del comunismo de tipo soviético. Pero hoy día se cuestiona si las democracias
liberales de Occidente podrán constituirse en el modelo que deberían seguir las
naciones, en especial cuando los esfuerzos de la Sra. Thatcher y del Presidente
Reagan de poner en practica muchos de los principios liberales han sido
revertidos conforme ha pasado el tiempo, además de que la recesión en algunas de
las principales economías del mundo ha puesto en cuestión la capacidad de esos
países para seguir creciendo conforme con el modelo liberal.

Esto último ha servido para que algunos de inmediato juzguen que las economías
capitalistas se caracterizan por la inestabilidad y volatilidad de sus ciclos
económicos, además de reiterar la existencia de problemas sociales, tales como
crimen creciente, aumento de la drogadicción y desmembramiento de los núcleos
familiares y, en general, un debilitamiento de instituciones sociales básicas,
que impide mantener el control y el bienestar en el mundo occidental.

Esto ha hecho que "muchos se cuestionen si la alternativa capitalista
democrática puede ser algo mejor" que las opciones socialistas previas.
Ciertamente existen pocos admiradores del sistema capitalista y que si bien sus
planteamientos tienen poca influencia directa sobre la opinión pública, tienen
dos efectos indirectos importantes: por una parte, educan a quienes en el futuro
formulan políticas, así como a los medios de comunicación y, en segundo término,
legitiman las recetas de políticas y visión de las clases que influyen más
directamente. Sin embargo, "poco más que eso acerca del capitalismo es
considerado como de algún valor y mucho es considerado como deficiente."

Así, hay tres quejas principales en el mundo intelectual de hoy acerca del
capitalismo. En primer lugar, que el capitalismo democrático crea y perpetúa
formas y grados de desigualdad económica que se considera como moralmente
injustificados. Ejemplares críticos en este sentido, llamados por el autor los
modernos liberales (intervencionistas y estatistas) en contraste con los
liberales clásicos (como se consideran él y yo también), son Rawls, Dworkin,
Nagel, entre otros.

Una segunda queja bastante extendida acerca del capitalismo es que daña, sino
es que del todo destruye, el tejido social, la sensibilidad moral y la cultura de
quienes viven dentro de él. Por ejemplo, los llamados comunitarios, como Sandel,
MacIntyre y Walzer se quejan de que el capitalismo conduce al "empobrecimiento de
la sensibilidad moral de sus miembros."

Y, en tercer lugar, proveniente de la derecha a diferencia de los dos
anteriores, hay la queja de que el "estado liberal democrático es incapaz de
crear y preservar las diferentes condiciones morales requeridas para sustentarse
a sí mismo." Proponentes de esta críticas son, por ejemplo, Scrutton y Gray ( sí,
el antiguo proponente de las ideas liberales clásicas y tratadista de Hayek).

El propósito del libro, nos dice su autor, es "decidir entre los liberales
clásicos y sus oponentes contemporáneos." Para ello, presenta el caso a favor del
liberalismo clásico y un gobierno mínimo, así como enfrenta a la crítica contra
el capitalismo sustentada en la igualdad, al igual que la crítica comunitaria y
también la proveniente del espectro conservador, con el propósito de demostrar
que estas tres posiciones antiliberales no aguantan al escrutinio crítico.

Hay una sección del libro que me complació mucho y que me permito transcribir.
Es cuando el autor señala que "en cuanto las sociedades son afectadas con tales
problemas [como por ejemplo, drogas, pornografía, crimen violento, pobreza en el
tercer mundo, xenofobia, racismo, opresión de las mujeres y contaminación del
medioambiente, para que vean el sabor del texto] eso se debe a que estas
sociedades se conforman muy cercanamente a las panaceas del liberalismo moderno,
en contraste a lo que es el liberalismo clásico. La solución podrá ser encontrada
por las sociedades prosiguiendo en el camino hacia la libertad, tal como la
entendieron los liberales clásicos."

Hay otras partes muy interesantes del libro, como lo es la crítica que hace de
Rawls -autor favorito del intervencionismo redistribucionista- que nos destila
mucho del buen sabor de este libro. Conway considera que no es inmoral, como sí
lo juzga Rawls, que las personas posean mejores perspectivas en su vida a causa
de diferencias no merecidas -tales como, por ejemplo, lo puede ser una mejor
educación que les brindaron sus padres o una "buena" dotación genética ("good
looks", inteligencia). Dado que Rawls concibe a la sociedad como una especie de
aventura cooperativa, de la cual todos participan porque obtienen ventajas mutuas
al hacerlo, en ausencia de cooperación se podría esperar que a las personas las
cosas les irán de manera distinta a causa de sus diferencias en las dotaciones
naturales. En ausencia de cooperación, a algunos individuos con dotaciones
naturales superiores les podría ir mejor que a otros individuos que poseen
dotaciones inferiores. Ante esta diferencia de atributos, no sería algo
arbitrario que les vaya mejor en sus prospectos de vida en comparación con los
menos dotados. Si no hay cooperación y si la cooperación es para que -dotados y
no dotados- obtengan ventajas mutuas, se deduce que "a menos que los principios
de justicia que gobiernan la cooperación social permitan la existencia de
prospectos de vida desiguales, aunque a la vez no sean merecidos, los mejores
dotados podrían concluir con que no se benefician de la cooperación con aquellos
menos dotados -y, por lo tanto, no tienen razón alguna para cooperar. En
consecuencia, y contrario a Rawls, no hay una desviación con respecto a algunos
de los juicios morales [expuestos]... que aquellos con dotaciones naturales
diferentes deban, dadas estas diferencias sin duda alguna no merecidas, disfrutar
de prospectos de vida diferentes los unos de los otros." (p. 32).

Me parece que la defensa actual que este libro hace de los viejos principios
liberales ante el acoso del liberalismo intervencionista (tal como significa en
los Estados Unidos el término liberal), de la crítica comunitaria y la
proveniente de la derecha conservadora, reviste una enorme importancia en la
lucha intelectual de la actualidad en torno a la vigencia del pensamiento
liberal. Recomiendo su lectura a quienes están interesados en temas sobre la
libertad y, más que todo, por quienes se encuentren en las trincheras de la
defensa del viejo espíritu whig.

Jorge Corrales Quesada