2002-07-29 EL LIBRO DEL MES DE AGOSTO

Xavier Sala i Martín, Economía liberal para no economistas y no liberales
(Barcelona: Plaza & Janés Editores, S.A., 2002). Los paréntesis cuadrados son míos. Asimismo, como en Internet no se cómo poner letras en cursiva, tal como aparecen en el artículo original, las he sustituido por un entrecomillado.

[Sí, el libro está calientito: acaba, en abril, de ser editado y ya tengo una
copia, gracias a un funcionario de la Contraloría quien viajó a un curso en
España y le encargué que, en lo posible, me lo consiguiera. Para los
malpensados, ya le di mis dólares por el costo del libro (no incluye, por
supuesto, el del transporte, así que el amigo me subsidió en algo). Suelo hacer
resúmenes o comentarios de libros, pero en este caso, creo que el prólogo de Joan
Oliver al libro de Sala, "De buenas intenciones, el infierno está abarrotado,"
destila excelentemente el sabor de la obra, por lo cual, lo que voy a hacer, para
estimular sus apetitos, es simplemente reproducir el comentario de Oliver. Luego
de éste, al final, mencionaré algunos de los títulos de los capítulos de la obra
de Sala, la cual, por supuesto, está a su disposición o bien podrían sugerirle a
don Tony Lehmann o a don Carlos Federespiel que la traigan al país para que nos
la vendan. Vale la pena tenerla y leerla.]

" PROLOGO

'De buenas intenciones, el infierno está abarrotado'

Dejándose llevar por su mala cabeza, el señor Xavier Sala i Martín (profesor de
economía en la Columbia University de Nueva York, quien probablemente ustedes
habrán visto alguna vez por la tele [española] vestido con americanas [camisas]
chillonas y corbatas con grandes dibujos) insistió en que en el título de este
libro apareciera la palabra "liberal".

A él, que vive medio año en Nueva York, tres meses en Cataluña -donde ejerce
como profesor de la Universitat Pompeu Fabra-, y tres en Washington, -donde
colabora con el Fondo Monetario Internacional-, le debe parecer que lo de
llamarse liberal queda bien. Pero no sabe dónde se ha metido.

La mayor contribución de un catalán a la bibliografía sobre el liberalismo es la
del insigne eclesiástico Félix Sardá i Salvany, nacido en Sabadell en 1844 y
muerto el año de Nuestro Señor de 1916. Sardá i Salvany pasó a la historia por
la publicación, en 1844, de un libro titulado "El liberalismo es pecado" (en 1999
la editorial Altafulla hizo una edición facsímil que todavía hoy podemos
encontrar). El libro fue un auténtico "bestseller", hasta el punto que en 1891
se llegó a hacer una edición en ocho lenguas (¡ incluidas el catalán, el gallego
y el euskera !). Durante años, los catecismos españoles (como el del famoso
padre Ripalda) incorporaban la pregunta <<¿El liberalismo es pecado?>>, a la
cual, naturalmente, había que responder <<Sí, es pecado>>. Pero Sardá i Salvany
no sólo es un recuerdo de otros tiempos. Hace muy pocos años, el 11 de octubre
de 1992, para conmemorar los quinientos años de algo, el papa Juan Pablo II
canonizó a uno de los más fervientes seguidores del integrista Sardá: san
Ezequiel Moreno y Díaz, muerto en 1906, quien se hizo grabar en su tumba a modo
de epitafio la brillante frase <<El liberalismo es pecado>>. Y aún hoy día los
seguidores de monseñor Lefébvre van por el mundo difundiendo la obra del
eclesiástico vallesano (en Internet es fácil encontrar una adaptación de esta
frase al inglés. "Liberalism is a Sin").

La historia política española hizo que la ideología integrista de Sardá i
Salvany se mantuviera bien viva hasta hace pocos años, y que muchos de los que
hoy tenemos más de cuarenta todavía podamos recordar cómo de pequeños nos
contaban los males del liberalismo, mezclados con los del judaísmo, la masonería
y el marxismo. Curiosamente, aquellos a quienes se intentó inculcar el
falangismo terminamos leyendo las obras completas de Marx, Engels, Lenin y Mao o,
a menudo, adaptaciones como la de Marta Harnecker, que no deferían mucho, en
cuanto al tono, del catecismo del padre Ripalda. Y así nos fueron las cosas.

Una vez más nos contaron que el liberalismo era pecado. Aunque resulte difícil
de creer, Engels, en su estudio sobre la situación de la clase trabajadora en
Inglaterra, también utiliza el término "pecado". Y así fuimos pasando de un
integrismo a otro, pero manteniendo siempre la idea de que el liberalismo es
pecado. Pecado contra la religión, pecado contra la historia, pecado contra los
trabajadores, pecado contra los pobres... Sabiendo que era pecado, pero sin
saber muy bien qué significaba eso del liberalismo. Como decía Unamuno en una
carta abierta a Angel Ganivet (publicada en "El defensor de Granada" en 1898): <<
[...] la constante cantinela de que el liberalismo es pecado, sin que logremos
llegar a saber qué es eso del liberalismo>>.

Y aún nos hallamos en el mismo punto. Todavía hoy una mayoría de nuestra
sociedad, y la práctica totalidad de nuestros intelectuales, periodistas y otros
creadores de opinión, sostienen que eso del liberalismo no es más que una trampa
de los ricos para ahogar a los pobres. Normalmente utilizan el término
"neoliberalismo" y tienen por costumbre acompañarlo del adjetivo "salvaje".
Huelga decir que el "liberalismo salvaje" es el culpable de todos nuestros males:
es el culpable de que en el mundo haya pobres, de que el planeta se caliente, de
que nuestras calles no sean lo bastante seguras o de que las vacas se vuelvan
locas. Todo esto, y mucho más, es culpa del "neoliberalismo salvaje" con la
ayuda inestimable del "pensamiento único", la "globalización" y, según me dijeron
el otro día, "el patrón mundial del consumo".

Ya me explicarán ustedes por qué demonios uno de nuestros mejores economistas,
la máxima autoridad mundial en crecimiento económico [otro libro de Sala i Martín
Economic Growth es el texto más utilizado en el mundo sobre este tema] y un señor
respetado en los foros financieros internacionales quiere colgarse la etiqueta de
"liberal" en un país donde, de pequeños, todos sabíamos que "el liberalismo
es pecado" y ahora que se supone que nos hemos hecho mayores ya hemos aprendido
que "la culpa es del neoliberalismo salvaje".

Posiblemente encontremos una explicación fácil: lo hace para provocar, para
llamar la atención. Por el mismo motivo que se viste con americanas chillonas o
que utiliza el guión corto para escribir su nombre cuando está en Estados Unidos
(Sala-i-Martín) no vaya a ser que los yanquis no se den cuenta de que él es
catalán. Es una explicación fácil, pero no termina de encajar con el personaje.

Y es que Sala i Martín, es que además e usar el guión corto en su nombre y
vestir americanas llamativas, trabaja como un condenado. No es un comediante a
quien le gusta llamar la atención, es un profesor de economía de los buenos, de
los que se pasa horas y horas leyendo, investigando, dirigiendo, escribiendo,
viajando, analizando, pensando... Hace tiempo que lo conozco y que lo trato con
cierta asiduidad, y jamás le he oído pronunciar una opinión gratuita.

Y todavía más importante: a menudo le he oído decir que no sabe nada de nada de
una cuestión determinada. No es cierto; normalmente sabe más sobre ella que todos
los entendidos que se pasan la vida pontificando sobre el bien y el mal. Pero
para él no basta, prefiere no opinar si no sabe "mucho" de una cuestión. Si no
la ha estudiado a fondo y no ha conseguido hacerse su propia opinión personal.
Una opinión que, además, se pueda explicar de un modo claro.

Esta es otra de las grandes virtudes del personaje: saber explicarse. Cuando
habla se le entiende, incluso cuando habla de economía... que suele ser casi
siempre. Como los sabios de verdad, sabe que las explicaciones demasiado
complicadas suelen ser el refugio de los mediocres. Sabe que cuando una idea es
lo suficientemente clara siempre puede ser expuesta de una manera comprensible.
Y también sabe que una parte de su trabajo consiste en conseguir que le
entiendan. Que le entiendan los estudiantes y los colegas, pero también la gente
normal, aquellos que no dominan las técnicas econométricas ni el vocabulario
especializado y que, por ello, son más difíciles de engañar.

Retomemos nuevamente la cuestión. Si el profesor Sala i Martín escribe un libro
como el que tienen en las manos, donde expone de forma clara y rigurosa el
funcionamiento de la economía de nuestros tiempos, y su voluntad no es,
simplemente, provocar, ¿por qué lo titula "Economía liberal para no economistas y
no liberales?"

Pues porque lo cree. Porque, después de estudiar durante muchos años, ha
llegado a la conclusión de que la mejor aproximación a la economía es la que han
hecho los liberales, porque cree que el mundo será mejor si avanza la libertad
económica. Y, en el fondo, es por ello por lo que se toma la molestia de
escribir un libro como éste. Un libro que le dará mucho menos dinero que una
breve intervención en un foro académico. Lo escribe porque quiere que su país,
el nuestro, sea mejor. Y porque está firmemente convencido de que el mundo será
mejor si la libertad económica es mayor. No sólo se lo cree, sino que es capaz
de argumentar de modo entendedor y por eso escribe este libro. Para
explicárnoslo e intentar convencernos.

Intenta convencernos de que <<el gobierno tiene unas obligaciones y que debe
jugar un papel fundamental. Ahora bien, más allá de dichas obligaciones, el
gobierno ha de limitar su acción y dejar que la gente actúe con libertad tanto en
el ámbito económico como en los distintos ámbitos sociales. Ni en la cartera, ni
en la bragueta [la jareta].>>

¡ Ya me estoy imaginando los sarcasmos ¡ ¡ Ahora incluso resultará que el señor
Sala i Martín es un buen samaritano que quiere arreglar el mundo ¡ ¡ Ya sólo
faltaba eso ¡ ¿Cómo nos podemos creer que quiera arreglar el mundo un señor que
dice que quiere pagar pocos impuestos, que dice que la globalización es buena,
que dice que el problema del Tercer Mundo no es la maldad del Primer Mundo y que
quiere que los comercios abran los domingos? [En España está prohibido que los
comercio abran los domingos] ¿Cómo puede ser buena una persona que se atreve a
proclamarse liberal?

La respuesta la da el propio Sala i Martín. <<Soy liberal precisamente porque me
interesa eliminar la pobreza del Tercer Mundo.>> O citando al eminente economista
Paul Krugman, quien afirma que <<el espíritu mercantil y el afán de lucro han
hecho más para un gran número de gente pobre que toda la ayuda humanitaria y
todos los créditos blandos concedidos por todos los gobiernos y todas las ONG del
mundo a la vez.>>

Sala i Martín cree que el trabajo del economista es un trabajo serio que, como
el de cualquier otro profesional (le gusta comparar a los economistas con los
médicos), no se debe medir por las intenciones sino por los resultados. <<La
pregunta realmente importante no es quién es más bueno o solidario, sino cuáles
son las políticas económicas que acabarán consiguiendo que los países pobres
dejen de serlo>>, dice.

Permítanme expresarlo a mi manera, o a la manera de nuestras abuelas: de buenas
intenciones, el infierno está abarrotado.

En las páginas que siguen, el profesor Sala i Martín nos explica que la libertad
económica es el gran motor del progreso humano. Y lo hace no desde las
intenciones o la ideología, sino desde los datos, desde la historia. Datos que
son, al fin y al cabo, los que nos deberían permitir decidir hacia dónde nos
movemos. Si queremos más Estado o más mercado, si queremos más globalización o
más proteccionismo...

Y es en ese terreno, el de los datos y las experiencias históricas
contrastables, donde deberíamos ser capaces, todos, de hablar de economía.

Este libro que tienen en sus manos es una buena ayuda. Permite entender los
mecanismos básicos de funcionamiento de la economía real (la del mercado),
permite ver cuál es el papel del Estado en la economía y permite discutir de casi
todo: de impuestos y de globalización, de horarios comerciales y de progreso
tecnológico, pero también de vacunas, de prostitución o de fútbol.

Aprovechen ustedes el libro. Discutan (discutamos) de manera sensata: con
datos fiables y argumentos contrastados, en la mejor tradición liberal. De eso
se trata.

Joan Oliver"

[Algunos títulos de los ensayos contenidos en el libro:

El papel de los mercados en la economía moderna
Bill Gates y la duquesa de Alba
El papel del gobierno en la economía moderna
Globalización y globofobia
Explotación infantil
Problemas medioambientales
Crisis financiera en el paraíso del sexo
Antiglobalización e intereses creados
El estado del pensamiento liberal]

Jorge Corrales Quesada