2001-12-10 PENSAMIENTO DE LA SEMANA: ¿Quién podría impedirme mandar este Pensamiento de la
semana Dos?



Tomado de James M. Buchanan, "The Soul of Classical Liberalism," The Independent
Review, Vol. V, No. 1, Verano del 2000. El texto completo -el cual recomiendo de
corazón- puede ser obtenido en
http://www.independent.org/tii/conte..._buchanan.html
o, alternativamente,
http://www.independent.org/tii/media...1_Buchanan.pdf

"La visión que cubre globalmente al liberalismo clásico está descrita por una
interacción de personas y grupos dentro de un conjunto de normas de
comportamiento, limitadas por reglas, que permiten a cada persona o agente
lograr metas definidas internamente, que pueden ser mutuamente logradas por todos
los partícipes. Y, precisamente porque esas metas son internas a la conciencia
de quienes escogen y realizan acciones, los resultados producidos no son ni
mesurables ni significativos como resultados 'sociales'. No hay, y no puede
haber, propósito social o colectivo resultante del proceso de interacción; sólo
propósitos privados pueden ser llevados a cabo, aún bajo la operación idealizada
de la estructura y aún si las instituciones colectivizadas pueden ser
instrumentos para tales logros. Fijar un propósito 'social', aún como una meta,
es contradecir en sí al principio del liberalismo, el principio que permite que
cada participante sea libre de proseguir cualquier cosa que permanezca factible
dentro de los límites de los parámetros institucionales y legales.

El alma que aquí a mi me preocupa incorpora un entendimiento sencillo y amplio
de la lógica de la interacción humana en una cadena entrelazada de intercambios
recíprocos entre personas y grupos. Sin embargo, tal como se indicó antes, este
entendimiento lógico no necesita ser científicamente sofisticado, Sin embargo,
debe ser un entendimiento básico acompañado por una fe, o creencia normativa, en
la competencia de los individuos de poder tomar sus propias decisiones basados en
sus propias valoraciones de las alternativas que confronten. "


Jorge Corrales Quesada