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Tema: Ensayos en el Boletín de ANFE

  1. #51
    2011-02-28-UN ESTADO INVIABLE

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    COLUMNA LIBRE: UN ESTADO INVIABLE


    Boletín de ANFE, 28 de febrero del 2011.

    Escuché hace poco en la televisión a una persona aseverar que, con una carga tributaria del 13.5% del PIB, “Costa Rica es un estado inviable“. Esa aseveración hoy me conmina a hacer una serie de reflexiones, pues hasta ahora no había escuchado tal argumentación en favor de la aprobación de impuestos, tal como el gobierno propone actualmente en la Asamblea Legislativa.

    El primer punto es valorar qué significa que un país sea inviable. Me imagino que quien así opina tiene en mente la incapacidad del país, con los recursos tributarios de que ahora dispone, para enfrentar las demandas de gasto que del gobierno la gente espera. Si así fuera, es muy posible que tenga razón: en las circunstancias actuales la gente quiere que el gobierno le satisfaga una serie de necesidades que posiblemente requieran de mayores impuestos, pero que parecen ir más allá de lo que esas mismas personas desean pagar. Como tal, la afirmación resultaría ser entonces una perogrullada; esto es, una verdad tan evidente que es una clara bobería formularla como una hipótesis. El hecho de que en la economía en este año habrá un déficit del sector público de un 5% significa que en ese porcentaje hay un gasto gubernamental en exceso de los impuestos. Por lo tanto, la demanda de gasto público estaría excediendo lo que la ciudadanía pagaría en impuestos.

    Lo expuesto es algo ya estimado y conocido. Sería un error, ante ese exceso de demanda, dejar de plantearnos por qué se da esa excesiva presión de gasto público, porque si a las personas se les dijera que tienen que pagar más impuestos para sufragar el gasto público que desean, estoy seguro que dudarían en promover el gasto estatal. Pero sólo si ello significa que directamente deben disminuir sus posibilidades de gasto personal ante los mayores impuestos que deberán cubrir.

    Estos comentarios parecen formar parte de una “clasecita” de Introducción a las Finanzas Públicas en alguna universidad, pero mi propósito es aclarar la forma simplona con que a veces se afirman ciertas cosas, como el comentario de marras que hoy analizo. Si se le cobrara a esa gente por todo lo que desearía gastar por medio del estado, estoy seguro de que buscaría refrenar esos ímpetus de gasto. Siempre traigo a colación lo que una vez me dijo un “amigo”, quien en ese momento me escuchaba abogar por reducir el gasto público: “cómo proponés reducir el gasto público… entonces, si el gobierno tiene menos plata, quién me va a comprar las medicinas que le vendo a la Caja”. En síntesis: siempre se estará en favor del gasto público financiado con los impuestos que pagan todos los costarricenses, si es que ese gasto me beneficia en más de los impuestos que yo tendría que pagar. ¿O no es este un ejemplo claro de la conducta humana?

    La tal “inviabilidad” del país por esa carga tributaria es siempre resultado de que la gente quiere más gasto público y correspondientemente pagar menos impuestos. Un aspecto importante a considerar es quiénes se benefician relativamente más con el gasto del gobierno en comparación con los impuestos que pagan. Otro es si los impuestos mayores que se proponen para llenar el hueco fiscal van a afectar las posibilidades de crecimiento (es decir, de generar más riqueza en el país tal que permita pagar los mayores impuestos), con lo cual habría una pérdida neta para todos los costarricenses. Es muy “sabroso” demandar mayor gasto público si él me beneficia en más que los impuestos que pagaría y mejor si son otros los que tienen que sufragarlo. Pero menos “rico” si ese aumento de impuestos afecta las posibilidades de crecimiento de la generalidad de las personas.

    Con tal concepción de “inviable” nunca habrá país que aguante, pues siempre habrá presión para mayor gasto público si no se tiene que pagar impuestos para financiarlo o de los beneficiarios con él, si son otros los que deberán cubrirlo con impuestos. Por ello, para que una nación sea viable es necesario que se limite el gasto que puede realizar el estado y no como sucede ahora que, como hay un déficit, simplemente se deberá cubrir con más impuestos sin plantearse la pregunta antecedente, de si los ciudadanos deseamos que el estado gaste todos los ingresos que logramos o si preferimos que seamos nosotros mismos los que esencialmente lo gastemos según nuestras preferencias.

    Alguien me dirá que aquel señor se refiere a que un 13.5% del PIB es una carga tributaria “baja” como para permitir que los costarricenses puedan vivir civilizadamente. De inmediato le respondo que tal creencia es una falacia, pues de hecho hemos vivido con ella “civilizadamente” durante los últimos tiempos. También permítanme responderle con cierto grado de cinismo acerca de si en verdad tal es la carga tributaria en Costa Rica. Me parece que ese porcentaje es mayor a solo entender como “carga tributaria” a los recursos que en impuestos directamente visibles y denominados como “impuestos” paga toda la ciudadanía. Lo que pasa es que hay muchos pagos que se hacen para la manutención del gasto público que no se contabilizan dentro de esa “carga tributaria” del 13.5% de la que hacen mención muchas personas.

    Tal porcentaje no incluye como ingresos tributarios a las llamadas “cargas sociales” que se aproximan al 50% del salario del costarricense. Con el pretexto de que forman parte de un esquema de pensiones sociales, se les excluye como impuestos, cuando lo cierto es que son gravámenes cargados contra los salarios nominales que perciben los ciudadanos. Reducen el ingreso neto que el trabajador lleva a su hogar, al igual que sucede con un impuesto a las ventas o el salario neto que queda después del pago de un impuesto sobre la renta. Dicha exclusión me parece equivocada: los impuestos sobre salarios -llamadas cargas sociales- deben formar parte de lo que se denomina como carga tributaria pagada por los ciudadanos.

    El asunto de lo inapropiado que es la actual medición de la carga tributaria va más allá: hay otras cargas que simplemente se usan para financiar, de una u otra manera, el gasto gubernamental, como por ejemplo el gravamen que la inflación impone sobre el dinero que demanda el costarricense. Esta carga no aparece como un impuesto, pero el ciudadano sabe que si su salario no aumenta por un plazo de, digamos, un año, y durante ese lapso la inflación es de un 7%, al final del año cada cien colones de ingreso real se habrá reducido a cerca de noventa y tres colones y esa diferencia se la ha apropiado el Banco Central, quien nos entregó papeles por un valor inalterable en el año de cien colones, pero que al final sólo valen noventa y tres, en términos de su poder adquisitivo.

    Lo que aparenta ser una puerilidad, no resulta ser tanto al leerse en los periódicos acerca de la reacción de ciertos funcionarios públicos ante la falta de cobro de las recientemente muy elevadas multas de tránsito. En La Nación del martes 18 de enero de este año aparece el siguiente encabezado “COSEVI (que forma parte del gobierno) recauda apenas 37% del monto por infracciones del 2010” y luego se señala que durante el 2010 se recaudaron 10.000 millones de colones de los 26.700 millones en multas. Dice el director ejecutivo de COSEVI que esa partida se reparte entre varias instituciones: la Cruz Roja con un 10% -por decisión de gastarlo así por parte del estado- otro 10% va a las municipalidades y al Poder Judicial -ambas forman parte del estado- le queda otro 10%, en tanto que a la policía de Tránsito -que obviamente son empleados del estado- y a la Dirección General de Adaptación Social que administra las cárceles -la cual también parte del estado- le queda un 5%. Además, hay un recargo sobre las multas de un 30% que va a dar al PANI, que como sabemos también forma parte del estado costarricense. En síntesis, las multas son -para fines loables o no; ese es otro tema- utilizadas como un medio de financiamiento del gasto público. ¿Comprenden ahora por qué la actitud tan firme de parte de autoridades gubernamentales por recolectar plata de las multas? ¿Yo creía que el propósito de esas multas era la disuasión de ciertas conductas antisociales observadas en el tránsito, con lo que hubiera esperado, no una preocupación por la falta de recaudación de platas, sino porque, al no cobrárseles, se afecta el esfuerzo por reducir esos “delitos”? Pero, no: estaba equivocado; parece que el fin último es obtener plata, para los propósitos que sean dentro de la acción del estado.

    Sin extenderme mucho sobre estema, también debo citar que las regulaciones que el estado impone para llevar a cabo los negocios privados se pueden considera como una forma de impuestos, lo cual, obviamente, no forma parte de la medición de carga tributaria. El tema es interesante y posiblemente hasta cuantificable, tal como se suele hacer en los estudios sobre competitividad y trabas al comercio internacional, pero en esta ocasión es harto difícil presentar alguna información relevante.

    He señalado estos ejemplos para enfatizar que hay más hojas que tamal en la supuesta precariedad de la recaudación tributaria. Y eso que no me he atrevido en esta ocasión a referirme a la calidad del gasto gubernamental, tal como lo he hecho en otras ocasiones.

    Como conclusión, la persona que señaló que Costa Rica, con esa carga tributaria, era un estado inviable, está en la obligación de presentar datos que confirmen su aseveración. Por supuesto que no lo hace, simplemente porque no tiene pruebas de ello. Sin lo que en verdad piensa es que un país con esa carga tributaria no crece tanto como otros con una carga tributaria mayor -esto es, aún dándole una interpretación laxa que usa del término “inviable”- es su obligación presentar la información que lo compruebe. Pero no lo hace: lo que en realidad ha hecho es lanzar puras palabras al viento.


    Por Jorge Corrales Quesada

  2. #52
    2011-03-31-LA HERENCIA DEL PODER

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    COLUMNA LIBRE: LA HERENCIA DEL PODER


    Boletín de ANFE, 31 de marzo del 2011.

    En una ocasión, hace ya bastante tiempo, mi amigo Fernando Trejos Zúñiga me llamó la atención acerca de la vigencia de los regímenes monárquicos. Trataba de explicarme cómo los sistemas monárquicos podían ser más civilizados que otras formas conocidas de organización política. Su idea me llamó la atención, pero no como para convencerme de su legitimidad. Primó mi visión liberal-democrática del orden político. Por ello hoy veo con algún grado de interés cómo muchos órdenes políticos de muchas naciones poseen ciertos rasgos o características que más bien podrían ser propias de monarquías. Más que la libre designación de los gobernantes mediante procesos electorales, en donde las nominaciones no provienen de la herencia o sangre, lo que determina quiénes han de ser aquellos es precisamente la relación familiar, ya sea genética o por simples aspectos matrimoniales.

    Lo que hoy sucede en el mundo árabe podría ayudarnos mucho a vislumbrar el porqué la gente está reaccionando contra los gobiernos establecidos. En mi opinión una gran parte del origen de estos levantamientos surge del deseo de los ciudadanos de poder elegir sus gobernantes en libertad, sin tener que aceptar indefectiblemente la herencia familiar del poder. No hay duda de que en esta insurgencia hay muchos otros factores importantes que forman parte de una explicación de los hechos, como lo puede ser la religión, los grupos o clanes tribales, la experiencia dictatorial experimentada por los pueblos, entre muchos otros, pero deseo destacar la importancia que el legado hereditario del gobierno tiene en explicar porqué los ciudadanos se sublevan contra el poder vigente.

    Hijos, esposos, hermanos, todos los ciudadanos de una comunidad tienen, como tales, el derecho de aspirar a ser gobernantes. Nadie les debe privar de ese derecho por el simple hecho de ser parientes naturales o políticos de algún gobernante. Es el ciudadano que elige sus gobernantes quien debe desechar la creencia de que hay algo innato para que esos parientes sean los mejores gobernantes.

    Hay muchas naciones árabes con gobiernos caracterizados por ser horrendas dictaduras. Me permito mencionar a Irán, Siria y Libia, entre otras. Pero también hay países en donde los gobiernos, si bien no respetan en su totalidad los derechos de sus ciudadanos, suelen tener formas parlamentarias que uno podría considerar como abiertas a la existencia de órdenes más libres que los antes mencionados. Básicamente considero que en estas otras naciones hay algún grado de separación de poderes y sobre todo de cierto respeto a la propiedad privada. Me imagino países como, por ejemplo, Marruecos, Túnez y Egipto, entre otras naciones árabes. Mención aparte debe hacerse de algunos reinos en donde el origen religioso -suni o shiita- define el grado de libertad de que disfruta alguno de estos grupos en detrimento de otros, como podría ser el caso de Bahrain, Jordania, Arabia Saudita o Bahrein y de naciones que no son reinados como Irak, Yemen o Djibouti.

    Si bien el tema de la herencia del poder no suele ser exclusivo de esos países árabes, en esas naciones en la actualidad el tema del heredero del gobierno parece jugar un papel importante en las revueltas populares. Es notorio cómo en muchas de aquéllas que no poseen sistemas monárquicos se busca mantener el poder de alguna manera “dentro de la familia”, casi siempre transmitido de padre a algún hijo. Esto debe enfatizarse, porque muchas veces a esos países no gobernados por monarquías se les suele considerar como opuestos a sistemas de gobierno basados en esquemas monárquicos. Tal es el caso claro de Egipto, Túnez, Argelia, Yemen del Sur. Pero también uno observa ejemplos diáfanos de naciones como Cuba o Corea del Norte -ambas geográficamente lejos del mundo árabe- en donde rige la herencia familiar del gobierno. En ellos la genética familiar define quién -a veces más o menos disfrazadas de elecciones- heredará el poder. Pero, para no ir muy lejos, hay países centroamericanos y de Sudamérica en donde a los hijos, hermanos o cónyuges de gobernantes se les atribuye cierto poder genético para gobernar, que en realidad no existe, excepto tal vez en la mente de serviles y de amigos palaciegos. El hijo o el hermano o la esposa del “caudillo” o del “líder” o de simplemente el “presidente”, por ese simple hecho familiar, se cree que tiene el merecimiento para ser también gobernante, sin que en verdad sea un atributo posible de heredar. Pretenden elegirse únicamente por esa creencia que tienen ciertos electores de la transmisión de habilidades para ser presidente. Ello, en mi opinión, de ninguna manera es un asunto genético, pero los hay creyentes tan sólo porque permite a esos adláteres (perdonen mi barbarismo) mantener cierta influencia en los centros de poder.

    Volvamos brevemente a algunos ejemplos de este tema de la herencia política en las naciones árabes. Empiezo por Egipto. Hosni Moubarak estuvo durante treinta años en el poder y tuvo que renunciar ante una rebelión popular en mucho estimulada por su pretensión de que, al morir, fuera su hijo Gamal el “candidato” que lo heredara. El pueblo no dejó que el poder fuera heredado, aunque se sometiera a una decisión electoral que la disimularía. El pueblo prefiere la transmisión efectiva del poder mediante formas democráticas y no ficciones electorales. Tal vez de esta manera podrán lograr las instituciones políticas que expuso Popper, para resolver “el problema fundamental de la teoría política (cual) es el problema de los pesos y contrapesos, de las instituciones mediante las cuales puede controlarse el poder político, su arbitrariedad y abuso”. Esas formas democráticas por las que aspiran deben de tomar en cuenta que satisfarán sus posibilidades de progreso en el tanto en el estado sea limitado, controlado. Esta es la ilusión que me provoca la lucha por la libertad egipcia. Ojalá no resulte como sucedió con la Revolución Francesa, en donde una amada “Libertad, Igualdad y Fraternidad” se trocó primero en un Reino del Terror y luego en el advenimiento de un totalitario Napoleón. La búsqueda egipcia de la democracia ojalá vaya hacia lo que expuso Popper: “Para nosotros, sólo existen dos tipos de gobierno: aquellos en los que los gobernados pueden librarse de sus gobernantes sin baño de sangre y aquellos en los que los gobernados pueden, si acaso, librarse de los gobernantes sólo mediante un baño de sangre.” (Karl Popper, “¿En qué cree Occidente?, En Busca de un Mundo Mejor, Barcelona, España: Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 1992, p. 278). La elección del pueblo egipcio debe ser hacia un sistema político que garantice la libertad política, hecho que no consideró posible con la simple herencia del poder al hijo de Mubarak.

    Otro caso interesante en el ámbito árabe es el de Libia. Muammar Gadhafi desde 1969 es el líder de la Junta Militar que gobierna ese país, sin que se hubieran practicado elecciones libres. En esa nación no se respetan los derechos humanos y la sumisión al gobernante tirano es la regla política establecida. Bueno, y ahora viene el hijo… Resulta que Muammar pensaba heredar el gobierno (como si fuera el gobierno de uno: la monarquía) a su hijo Seif al-Islam, quien hace poco apareció en la televisión estatal dando explicaciones de por qué se reprime al pueblo libio en sus pretensiones de libertad y democracia.

    Seif es un carácter que se las trae. En el 2007 obtuvo su doctorado en la Escuela de Economía de Londres, entidad de enorme prestigio académico y en la cual se dado abrigo intelectual a numerosos luchadores por la libertad. A tal grado de cinismo se ha llegado en la política internacional, que se le abrieron las puertas de una buena educación en una entidad afamada y de reputación liberal, al hijo de un tirano que ordenó poner una bomba en el tristemente conocido vuelo de Pan American sobre Lockerbie, Escocia, y del cual no hubo sobreviviente alguno. Este cinismo parece estar presente en todas las formas que uno se puede imaginar, pero el nombre de la tesis de Saif para obtener su PhD en la London School of Economics parece ser épico. Su tesis se titula “El Papel de la Sociedad Civil en la Democratización de las Instituciones de Gobernabilidad Global: De un ‘Poder Suave’ a la Toma de Decisiones Colectivas” (“The Role of Civil Society in the Democratization of Global Governance Institutions: From ‘Soft Power’ to Collective Decision-Making“), con la cual me imagino que sus profesores y tutores y rectores lo han de haber considerado como “apto para gobernar”. Me imagino que lo que puede haber seducido a esos “benefactores” del conocimiento no es lo mismo que ha impulsado a sus conciudadanos a levantarse en armas y a derramar su sangre por el derecho a elegir y ser electos libremente.

    Este tema tiene un corolario interesante. A diferencia de los políticos domésticos, en donde el lema es “Cualquier cosa, menos la renuncia”, el director de la London School of Economics, presentó su renuncia al cargo, me imagino que por la vergüenza que este episodio académico con el hijo de Gadhafi causó entre sus colegas].

    También en estos asuntos de “herencia” política en el mundo árabe destaca el caso de Siria. Allí otro tiranuelo, Hafez Al Asad, duró 29 años en el poder y cuando vio la necesidad de transmitirlo, tras un infarto, pensó en su hijo Basil para legárselo, si bien un hermano de Hafez, Rifaat, trató de quedarse con el mandado. Rifaat fue eliminado y Basil murió en un accidente de tránsito, de manera que ¿quién en la familia se quedó con el poder? Pues el actual presidente siro Bachar, hijo de Hafez Al Assad, quien desde el año 2000 gobierna esa nación. Así, como en cualquier simple monarquía (totalitaria), en un país formalmente sin ella se escoge que el poder quede enteramente dentro de la familia, como en la Mafia…

    Este tema de las herencias políticas me conduce a otro caso aún más grosero, si bien ya no en el Oriente Medio. Me refiero al de Corea del Norte. Allí Kim Il Sung gobernó tiránicamente durante 46 años. Dicen que era, entre otras cosas, un gran “intelectual”. En un cubículo de un profesor de Economía de la Universidad de Costa Rica, admirador suyo, encontré en una ocasión en que se desocupaban sus estantes, una gran cantidad de libros de Kim Il Sung dedicados a una tal “idea zuche”, que nunca pude entender de qué se trataba, excepto la introducción a una nueva forma de tiranía socialistoide. Ese profesor las divulgaba con encomio… Pero lo cierto es que Kim Il Sung heredó “democráticamente” el gobierno a su hijo Kim Jong-Il, quien a la fecha ya lleva 17 años electo “libremente” por su pueblo. Así los Kims suman 63 años en el poder por puro “amor por su querido pueblo“, pero el campo ya está preparado para que -por suerte la muerte sonríe hasta con los peores- sea el hijo de Jong-Il -de nombre Kim Jong-chul, quien asuma el gobierno de Corea quién sabe por cuantos años más. (También tuvo opción su otro hijo Kim Jong-nam, en la mejor tradición monárquica, pero cometió un error y quedó fuera). En todo caso, la monarquía vive: de padre, a hijo, a nieto… ¡Habrase visto realeza más absoluta en tiempos modernos que en la democrática supuestamente anti-monárquica Corea del Norte!

    No vayamos muy lejos en esto de las intenciones de los gobernantes de heredar por vías no muy democráticas el poder del cual han disfrutado a sus familiares cercanos. El caso de Cuba está en todas las conciencias de los hombres libres. Después de que nos ilusionáramos con la llegada de Fidel Castro al poder, quien en nombre de la libertad se deshizo del tirano criollo Batista, hemos visto cómo, al igual que cualquier reyezuelo autócrata, simplemente después de 59 años de gobernar su nación con puño de hierro y con elecciones sin opositores permitidos, le cede el poder total a su hermano Raúl. ¿Qué será, que Fidel no tiene hijos varones o que no confía en la sangre de la mujer que les puede haber dado luz? No lo sé, pero sí que Raúl ya lleva 3 años sin que en Cuba se lleven a cabo elecciones democráticas. Ojalá que el aire de libertad del Medio Oriente atraviese el continente africano y el Océano Atlántico, para que renazcan los ideales del hombre libre Martí, quien hoy ha sido reducido a una simple máscara usada por el dictador, como un medio para reprimir a su pueblo. En tanto, la familia sigue en la cúspide del poder, en donde un hermano lo hereda por ese simple hecho: el ser un hermano de sangre.

    Hay naciones democráticas en América Latina en las que muchas veces se eligen como gobernantes a parientes -hijos, hermanos, esposos- en una especie de puesta en práctica de un determinismo genético, en donde la herencia es la que determina el acceso al poder y no la decisión libre de un pueblo de escoger sus gobernantes según sus méritos. Es la aureola del nombre o del apellido el que define quién ha de gobernar. Ello es posible porque muchas veces un pueblo cree que el arte de gobernar se refiere simplemente a un atributo genético. No creo que tal escogencia se base en la idea de que “más vale conocido, que bueno por conocer”, ni que se piensa en instaurar dinastías monárquicas, pues sabemos traen aparejadas la corrupción y la dolorosa concentración del poder. Ojalá aprendieran de lo hecho por los modernos gobernantes monárquicos de Europa: irse despojando del poder político que hoy descansa en sus parlamentos libremente escogidos y que son los que definen las políticas de gobierno. Esta lección es particularmente importante para las monarquías absolutas que hoy pululan en Oriente Medio y en donde sus ciudadanos claman por aperturas democráticas.

    Me parece que en América Latina el camino que ha seguido esta pretensión hereditaria también exige nuestra atención en cuanto evitar este basamento genético del poder: se trata de que las escogencias se sustenten en el respeto a los méritos que cualquier ciudadano puede tener para optar a tales posiciones, pero dejando de lado cualquier creencia mitológica de que un apellido o una relación familiar es condición suficiente y necesaria para garantizar que se elige a un buen gobernante. Lo sucedido recientemente en Guatemala llama la atención por lo folklórico. Resulta que la esposa del actual presidente decidió lanzar su nombre como candidata presidencial. Sin embargo, la constitución de ese país claramente prohíbe este tipo de candidaturas, por lo cual la señora siguió un inteligente camino: si la constitución impide la candidatura de la esposa del presidente, pues solicitó el divorcio. El fin justifica los medios aunque estos nos parezcan, no por mitos religiosos, sino por respeto a las leyes, indeseables. De cualquier cosa se es capaz con tal de detentar el poder… Lo que sí muestra es cuánto hemos avanzado: de un París bien vale una misa, a un Guatemala bien vale un divorcio.

    Lo que hoy vive el Medio Oriente nos ilusiona, pero al mismo tiempo somos conscientes de que esas esperanzas deberán ser atemperadas por la incertidumbre que siempre caracteriza a estas circunstancias políticas, particularmente volátiles en aquél ámbito. Quienes creemos en la libertad y la democracia lo hacemos porque consideramos que son las que permiten que los seres humanos puedan lograr su felicidad por sus propios méritos. Con esto en mente es que deseo que los ciudadanos de Oriente Medio puedan vivir en libertad y que puedan cambiar de gobiernos sin que medie el derramamiento de sangre, sino en democracia. Los aires de libertad que se respiran me alegran, pero, a la vez, me obligan a ser prudente ante la incertidumbre que surge con luz propia en estos episodios cruciales de la lucha del hombre por su libertad.

    La lucha contra los tiranos nunca es fácil. No es extraño ver pelear a un pueblo desarmado contra militares fuertemente armados, mostrando las enormes dificultades que los ciudadanos en busca de libertad deben enfrentar en su lucha. La lección es que tal vez la organización es condición necesaria para enfrentar con éxito el poder avasallante de los tiranos. Y tener presente que no se puede contar a plenitud con quienes dicen ser amantes de la libertad de los hombres, pues el diletantismo surgirá al cavilar acerca de sus cálculos políticos y económicos, a fin de no verse obligados a actuar con lo que dicen ser sus creencias y valores, en el momento incómodas. La lucha por la libertad, la mayoría de los pueblos deberán darla solos, sin ayuda de quienes a veces pregonan apoyarla. Y siempre las democracias deberán tener presente que una vez que la libertad se pierde, cuesta mucho, pero mucho, recobrarla.

    Por Jorge Corrales Quesada

  3. #53
    2011-04-30-APRENDIENDO CON LO SUCEDIDO EN PERÚ

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    COLUMNA LIBRE: APRENDIENDO CON LO SUCEDIDO EN PERÚ


    Boletín de ANFE, 30 de abril del 2011.

    De las recientes elecciones primarias en Perú podemos derivar algunas lecciones que me permito exponer. Mi propósito es brindar argumentos en favor de los equilibrios de los poderes en nuestra sociedad, tal como lo he venido haciendo en comentarios publicados en otros medios. Creo que la concentración del poder político que se ha venido dando en nuestro país constituye una amenaza potencial a nuestro sistema democrático-liberal. Si bien lo sucedido en Perú es algo propio de esa nación y responde a una realidad concreta distinta de la nuestra, posee ciertos rasgos que permiten hacer sugerencias para lograr una mejorar en la distribución del poder público en nuestro seno.

    Las elecciones primarias se realizaron en Perú el 10 de abril de este año y los principales candidatos participantes y los resultados de la votación fueron Ollanta Humala con 31.7% de los votos; Keiko Fujimori con el 23.5%; Pedro Pablo Kuczynski con un 18.7%; Alejandro Toledo con el 15.5% y Luis Castañeda con un 9.30% de los votos. El resto quedó distribuido entre candidatos muy poco relevantes. De acuerdo con estos resultados, en una segunda vuelta se enfrentarán Ollanta Humala y Keiko Fujimori, en donde la presidencia de la república la ganará quien obtenga una mayoría simple.

    Ollanta Humala representa a la izquierda peruana, cuya fortaleza política parece estar en las zonas sur y central rurales del país y entre grupos de menores ingresos relativos. Fue el candidato perdedor en las elecciones anteriores, aparentemente por la estrecha relación de ese entonces con el presidente venezolano Hugo Chávez, relación que parece haber dejado de lado en esta ocasión, en que parece haberse acercado al ex presidente brasileño Lula, lo cual parece lo ha hecho más aceptable
    para el votante peruano.

    Keiko Fujimori es hija del ex presidente Alberto Fujimori y obtuvo el apoyo de grupos similares a los de Humala, pero al norte del país. Su fuerza electoral es básicamente el mismo bastión de su padre y no parece haber variado de manera significativa en esta ocasión. Dada la historia reciente del Perú, el peso político de Keiko está en el fardo de la dictadura asociada con su padre, quien hoy se encuentra recluido en una prisión.

    Pedro Pablo Kuczynski, apodado “el gringo” por su apellido, es un destacado tecnócrata con experiencia no sólo en organismos multinacionales sino también como Ministro de Energía y Minas durante el gobierno de Belaúnde y Ministro de Economía y Finanzas y presidente del Consejo de Ministros durante la administración de Alejandro Toledo.

    Alejandro Toledo, ex presidente del Perú, en su vida política fue un desatacado oponente de Alberto Fujimori y su administración se destacó porque se dio un enorme impulso a la inversión extranjera, la firma de acuerdos de libre comercio y una fuerte inversión en infraestructura y educación, lo cual redundó en un notorio crecimiento de la economía peruana.

    Luis Castañeda fungió como Alcalde de Lima entre el 2003 y el 2010 y su labor es generalmente considerada como satisfactoria, lo cual le impulsó a lanzarse a obtener la candidatura presidencial en mención.

    La elección, que resultó en que de ella surgieran sólo dos candidatos a la presidencia de la república, Humala y Fujimori, mostró, como una primera lección que podemos derivar, cómo es posible que se pierda una elección cuando candidatos de un grupo con similar talante salen divididos y no unidos, lo cual termina por favorecer a candidatos externos al grupo. El cálculo inicial de ese grupo era que Toledo ganaría las elecciones primarias, seguido de Fujimori, con lo cual los afectos a Kuczynski y Castañeda le darían sin mucho problema el apoyo a aquel en la ronda electoral final. Posteriormente Kuczynski empezó a puntuar en la intención de voto, desplazando a Toledo, pero, de nuevo, la confianza era que, si Kuczynski ganaba, Toledo y Castañeda también sin problemas apoyarían al primero. En ambas posibilidades, se trataba, por tanto, de dejar a Keiko Fujimori con tan sólo el relativo escaso caudal heredado de su padre. Pero esos tres grupos, que poseían esencialmente las mismas tendencias y aspiraciones y que al final de cuentas se habrían unido contra el totalitarismo de Fujimori y el izquierdismo de Humala, decidieron participar cada uno de ellos por separado y eso condujo al fracaso de todos. Como señaló el analista político de la cadena de noticias CNN, Carlos Barrezueta, esos tres candidatos “debieron unirse en una sola candidatura porque su propuesta era la misma”. La simple suma de los resultados así lo muestra. Los tres unidos -todo lo demás constante- habrían logrado el 41.1% de los votos, superior a Humala y a Fujimori separadamente. Esto es, unidos habrían ganado ya sea ante Humala o Fujimori. Y se consideraba políticamente muy difícil que en la segunda vuelta estos dos últimos salieran juntos.

    La segunda lección que podemos derivar es cómo malos cálculos pueden dar al traste con una elección en donde alguien pudiera representar la tendencia unida del grupo mayoritario, dejándola al fin de cuentas en manos de dos grupos, que si bien son muy diferentes ambos poseen grandes dificultades de aceptación por aquel grupo. La elección fue lo peor que puede haberles sucedido: en la ronda final ahora tendrán que escoger entre una izquierda, que si bien ha moderado su discurso, sigue siendo poco clara hacia adónde apunta su derrotero político en el mediano plazo, en tanto que la otra candidata representa a una dictadura populista a la cual muchos de los precandidatos hoy derrotados combatieron arduamente en el campo político electoral.

    El mal cálculo reflejado en el divisionismo hace que ahora las consecuencias signifiquen grandes imponderables acerca del futuro del país. Ello es especialmente significativo por ser Perú un país que había venido creciendo muy exitosamente, bajo una estrategia económica claramente definida y diferente de la que proponen los dos candidatos que serán contendores en la elección final para la presidencia de la república. El Congreso sí no será controlado por el grupo de Humala, pues ya la coalición de fuerzas que he venido mencionando ha insistido en que controlará su directorio, a fin de lograr algún equilibrio de los poderes políticos.

    La tercera enseñanza es que una elección puede ser ganada con una estrategia de moverse desde la posición extrema que se tiene inicialmente e irse acercando a las de las otras posiciones. Es el caso de Humala, quien dice haberse alejado del muy poco querido en Perú, Hugo Chávez, para acercarse hacia el presidente Lula, quien en ese país, al igual que en muchos sectores latinoamericanos, goza de aprecio principalmente por alejarse lo suficiente del populismo chavista y conducir adecuadamente su nación, principalmente en el área económica. Entonces, la pregunta clave es si, en verdad, ¿se habrá alejado Ollanta Humala del presidente Chávez? Humala asegura, cada vez que puede, que tal es la situación, pero es difícil saber si esa es la verdad y que, más bien, se esté en presencia de una especie de caballo de Troya: entrar disfrazado al poder y luego revertir a lo que fue el fundamento inicial de su movimiento político.

    Algo parecido sucede con Keiko Fujimori. Ella últimamente ni siquiera menciona a su padre -fuente de su poder político- a quien se espera libere de prisión si accede al poder. El tufo dictatorial de la administración de Alberto Fujimori y su compadre Vladimiro Montesinos no se disipa fácilmente, aunque el discurso político de Keiko es ahora mucho más conciliador y en donde proclama su aprecio por los valores democráticos-liberales. Pero, es difícil saber cuál es la “verdad verdadera”, como decía un amigo hoy desaparecido.

    Esa incertidumbre política tan profunda en Perú nos sugiere otra lección. A veces es necesario forjar nuevas alianzas, aunque parezca ser una tarea casi titánica. Es posible que, en tales ocasiones, haya elementos que trascienden los simples intereses momentáneos, puesto que lo que está en juego es mucho más importante. Aquí, en nuestro medio, insisto, lo que está en peligro es la erosión gradual de la vigencia de los principios democráticos y la preservación de la libertad de los ciudadanos, ante la concentración del poder político-económico que se ha venido dando, amén de que hay que tener siempre presentes aquellas sabias palabras de Lord Acton: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Las alianzas deben lograrse cuando se comparten objetivos superiores que desplazan lo que puede ser secundario en un orden político. Por ello los peruanos ahora corren a ver cómo logran alianzas alrededor de los dos candidatos resultantes, con la esperanza de que se trate del mal menor, aunque se lamentan por haber dejado pasar la oportunidad de haber impedido esta coyuntura, si hubieran participado juntos en las elecciones primarias.

    Se ha mencionado que es posible el apoyo de Castañeda y de Toledo a Humala, pero no hay nada firme aún, en tanto que se ha dicho que Kuczynski apoyaría a Fujimori. Pero lo que todos estos líderes hagan ahora no necesariamente será aprobado y menos seguido por los diferentes participantes que integran sus movimientos políticos. Más bien parece que no será nada fácil para sus líderes entregar el apoyo de sus seguidores a alguno de estos candidatos en las elecciones finales del próximo 5 de junio.

    Como última lección derivada de los acontecimientos en Perú mencionados, me atrevo a mencionar la enorme dificultad que tiene el elector de decidir una vez que se llega a situaciones como las expuestas. La acumulación de errores que condujo a esta situación pasa ahora su factura a todo el pueblo peruano (incluso hay ilusos que le han pedido a Humala y Fujimori que renuncien a su precandidatura, para que alguno de los del grupo derrotado sea también un candidato). No sólo no es posible tener una idea clara de hacia dónde se dirigirá el elector, sino que también la incertidumbre es angustiante. Mario Vargas Llosa, quien recientemente criticó a la hija de Alberto Fujimori, su enconado enemigo y se dijo que apoyaría a Humala, criticó que el peruano tenga que optar de esta manera. “Es elegir entre el sida y el cáncer”, dijo. Son decisiones que es mejor nunca tener que tomarlas… si tan sólo se hubiera actuado inteligentemente, pero en política muy a menudo la inteligencia es lo escaso y la ambición por el poder lo más abundante.

    Por Jorge Corrales Quesada

  4. #54
    2011-05-31-INGOBERNABILIDAD

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    COLUMNA LIBRE: INGOBERNABILIDAD


    Boletín de ANFE, 31 de mayo del 2011.

    Con el paso del tiempo, al pensar acerca de todos estos movimientos en favor de la libertad que hoy se dan en el llamado Medio Oriente, derivo, en primera instancia, una lección muy dura: Cada pueblo debe ganar su libertad por sí mismo, con sus acciones. No debe esperar inevitables avalanchas de apoyos físicos, aunque se les diga que se solidarizan con ellos. Si se me permite el símil, su sangre deberá abonar los campos fértiles de sus naciones, para que así pueda llegar a florecer la libertad. De aquí mi enorme admiración por los luchadores sirios, libios, egipcios, yemenitas, iraníes, que ya lo están haciendo, incluso tratan de lograrla una vez más.

    Resulta, por otra parte, impactante la adherencia al poder de tanto tiranuelo que vive de la opresión de sus ciudadanos. Una vez entronizados, no pueden concebir un mundo a su alrededor que no gire en torno a sus apetencias y deseos, aunque proclame que lo hace en nombre de su pueblo, al cual somete. Como el poder corrompe, nos lo decía Lord Acton, se hacen rodear de aduladores profesionales y de copartícipes de la represión, obviamente atraídos tanto por el poder como por el real –moneda de plata que se les paga por traicionar los ideales de sus pueblos.

    Esos enquistados en el poder no suelen ser capaces de concebirlo sin que ellos lo tengan. En una especie de divinización de su carácter, dicen nunca equivocarse y cuando se ven obligados a reconocerlos, por alguna circunstancia posiblemente tan sólo táctica, nunca los corrigen y más bien fingen hacerlo en tanto pasa la tormenta de ira de sus pueblos. Muchas veces toleran algún grado de disidencia, pero sólo dentro de ciertos límites. Ello porque siempre suele primar un ánimo fascista: todo dentro del estado, nada fuera del estado. Las pocas luces de independencia que toleran son porque con ellas logran algún grado de legitimidad gubernamental, tanto fuera como dentro de sus naciones. Sin embargo, los dientes del omni-poderoso están siempre listos para rasgar el gañote de quien se atreva a salirse de la raya por aquél establecida. Quien participa de ese juego de “disfrute” del poder sabe que, si se brinca esa raya, pues está acabado. Que las palmadas y el premio se dan siempre y cuando sirvan, en última instancia, al bien mayor, cual es preservar el poder de quien lo tiene. Si se portan bien, reciben los premios. Si no, tal vez debería haber tomado en cuenta que le iba costar mucho, pero mucho.

    Los pueblos temen a la anarquía –por más que la idealicen algunos muy pocos amigos anarquistas; por ello, nos enseñó Hobbes, acuden a un Leviatán que les depare el orden que requieren para vivir pacíficamente. Tal vez así uno puede entender cómo es que muchos, buscando ese Leviatán que les permita vivir en paz, caen en la tentación de creer en la buena fe del proto-totalitario, de que es necesario ir gradualmente reprimiendo a quienes viven en libertad precisamente para asegurar esa libertad. El proto-totalitario apenas tiene la oportunidad evoluciona hacia el totalitarismo. Gran y doloroso error: Cuando se nos amenaza con una malquerida ingobernabilidad, de parte de quienes no son capaces de conservar libremente el poder al momento detentado, lo hacen tan sólo para asustarnos de los muchos males que podrían surgir si faltara un gobierno. Sin un gobierno el orden de libertad no sería posible, pero se tiene en mente un gobierno limitado, restringido, de respeto a la propiedad privada, de libre contratación, un gobierno frenado por la división de poderes, muy lejos de estados feudales, de señores y de siervos, sino de individuos iguales ante la ley.

    Por eso quienes están en el poder siempre tratarán de conservarlo, de mil maneras, a como hay lugar. Desde la represión sangrienta hasta el engaño, la maledicencia, la matrafula y la bajada de piso, todo lo que pueda servir a la conservación de ese poder intocable podrá ser utilizado. Se trata de ver cómo se le corta la cabeza a cualquiera que pueda sobresalir y disputar ese poder, para lo cual se vale hacer lo necesario, lo que se requiera. Lo peor que les puede suceder a esos dueños del poder es que no puedan acabar del todo con el competidor potencial, pero, por lo menos, lo apagan por un rato, en tanto recuperan fuerzas que les pueda permitir seguir conservando el poder. Recuerden quienes se acercan al poder para lograr favores: mientras estén de ese lado, se les permite y facilita la existencia vital, pero si luchan contra el poder, si lo traicionan o no le son enteramente fieles o tan sólo discrepan seriamente, deben estar dispuestos a sufrir cualquier daño. Incluso enfrentar una Justicia, sobre la cual una vez dijo Perón: “Para mis amigos toda, para mis enemigos, ni ella”.

    Quienes tienen el poder sólo podrán ser sacados de él por los votos o por la fuerza. Por los votos, en una democracia, en la cual una minoría puede llegar a ser mayoría. En las tiranías, sólo se les quita por la fuerza.

    Me interesa señalar que en esas últimas extracciones no estará ausente el dolor y el llanto. Al irlo perdiendo, lloran y gritan clamando por la vigencia de las cosas más nobles propias de los seres humanos. Pero no pasan de ser berridos, como los que hacen los chanchos cuando los llevan al matadero. Si creen que ese destete es placentero, pues lo es aún más al darnos cuenta de que los gritos que escuchamos se deben a que pierden el poder. Pero tratarán de aferrarse a él, como si estuvieran pegados con goma loca. Dejarán uñas, carne y sangre en esa intentona para impedir que se les despegue.

    Sabemos que lograrlo no es nada fácil. Para ver si lo pueden impedir alegarán de todo: que el país sin sus amos será ingobernable; que la patria no puede retrasarse, pues no se sabe que es lo que esos ciudadanos quieren ahora; que después de todo vendrán otros ladrones iguales que ellos, y que el costo de cambiarlos luego será muy alto, pues serán ávidos; que la incertidumbre no nos garantiza nada. Todo eso lo podrán decir y más, pero nunca podrán luchar contra los hombres y mujeres libres que buscan igualdad ante la ley, un estado limitado y refrenado, que buscan la posibilidad de lograr vivir mejor, en donde si no se tiene la marca en la frente, usted puede tener oportunidades para lograrlos, sin la existencia de partidos únicos y con frenos y contrapesos en los distintos poderes del estado.

    Vean que no estoy escribiendo sobre Costa Rica -¡Dios me libre!-, sino de las naciones de Medio Oriente.

    Por Jorge Corrales Quesada

  5. #55
    2011-06-30-RACIONALIDADES ECONÓMICAS

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    COLUMNA LIBRE: RACIONALIDADES ECONÓMICAS


    Boletín de ANFE, 30 de junio del 2011.

    La disciplina de la Economía nos faculta entender el comportamiento humano en lo que tiene que ver con los problemas derivados de la escasez. Si algo caracteriza la realidad es la escasez; esto es, la insuficiencia de medios para satisfacer todos los deseos y necesidades de las personas.

    El sistema de precios es un orden útil que permite a los individuos disponer de conocimiento acerca de lo que hacer con respecto a la escasez. Las personas participan en la economía principalmente de dos maneras: como consumidores y como productores. Pueden alternarse y normalmente lo hacen tanto como consumidores a la vez que productores, pero, por facilidad analítica, supondremos que hay un conjunto de individuos que en un mercado particular actúa como consumidor y otro como productor.

    A partir de una situación dada, en que en un mercado hay un precio que brinda información para una serie de actuaciones de parte tanto de consumidores como de productores, supongamos que, por alguna circunstancia, ese precio aumenta. Ello envía una señal clara a los consumidores: Ahora es más caro el producto y, por tanto, debe ahorrar en su consumo. ¿Qué tanto? Lo hará de acuerdo con sus niveles de ingreso, sus preferencias, necesidades y sus posibilidades de reducir su consumo. A veces es poco lo que puede hacer. En ese caso se dice que se trata de bienes inelásticos; es decir, que, ante un aumento en su precio, reduce porcentualmente muy poco su consumo. Voy a dar un ejemplo: Como diabético que soy, si aumenta en un 10% el precio de la insulina, posiblemente no reduciré nada o casi nada mi consumo de insulina, pues, de hacerlo, podría morir. Preferiré, para poder pagar ese mayor precio de la insulina, reducir mi gasto en otros bienes (por ejemplo, lo que hago en periódicos, aunque observe que, tal vez, para alguna otra persona, el consumo de periódicos puede ser altamente inelástico; me imagino, por ejemplo, a copiones radiales, que lo que hacen es retransmitir noticias que aparecieron ese día en los periódicos).

    En otros casos -los llamados bienes elásticos- si aumenta su precio, reduciré porcentualmente mucho más mi consumo. Para mí, por ejemplo, si aumentara el precio del nabo, de la brócoli o de la cerveza, reduciría mucho y rápidamente mi gasto en ellos.

    En todo caso, ante un aumento en el precio, por lo general, el consumidor reduce su gasto en él y en qué grado dependerá de sus preferencias, necesidades, ingresos y posibilidades de reducir su consumo, ya sea para sustituirlo por otros bienes sustitutos o bien para reducir el gasto en otros bienes y emplear lo liberado en financiar el gasto mayor del producto cuyo precio se elevó.

    Para el otro grupo de personas -los productores- el aumento en el precio del bien constituye una señal de su escasez relativa y, por tanto, tratará de ver cómo hace para ofrecer una mayor cantidad de ese producto en el mercado. Me imagino que, al así hacerlo, lo motivará el poder obtener mayores ganancias y en su búsqueda, al hacerlo, servirá a los consumidores, quienes con ello podrán tener una mayor cantidad de ese producto, ahora relativamente más escaso. Para aumentar su producción, el productor buscará atraer nuevos recursos, que ahora posiblemente le costarán más, a fin de poder producir esa mayor cantidad, e igualmente, si fuere el caso, evaluará la posibilidad de obtenerlos si deja de producir algo de otros bienes que no resultan ser relativamente tan rentables en su nueva situación. En síntesis, la señal (el precio más alto) que recibió es para aumentar su producción y con ello satisfacer la nueva demanda de los consumidores.

    Pensemos, por un momento, cómo actuarían los consumidores y los productores en caso de que se diera un aumento en el precio de los combustibles. Los consumidores, como hemos expuesto, disminuirán su consumo, pero posiblemente, al menos en el corto plazo, lo harán en una relativamente muy poca cantidad, por lo tanto, ahora incurrirán en un gasto mayor en combustibles. Es cierto que, a largo plazo, podrán reajustar su consumo y sustituirlo por el de otros bienes, pero posiblemente nunca como se podría lograr con otro tipo de bienes. Por ejemplo, en contraste con el caso del combustible, si sube el precio del brócoli casi que instantáneamente el consumidor reducirá su consumo y lo dirigirá hacia el de otras legumbres y verduras que no hayan subido su precio. Por eso se dice que el consumo de combustible, principalmente a corto plazo, es bastante inelástico, si bien en un plazo mayor será algo más elástico, aunque posiblemente no mucho debido a la dificultad de encontrar sustitutos en su consumo.

    Por ello, también el comportamiento del consumidor dependerá del uso que hace del combustible. Uno puede esperar que, si alguien utiliza sus vehículos principalmente para viajes de recreación, frente a un alza en el precio del combustible posiblemente reducirá más su consumo que si tuviera que usarlo para dar servicios de taxista o para dirigirse a un hospital o a su trabajo, en general. Esto es, entre más necesario para la persona sea el transporte en un vehículo propio, menos disminuirá su gasto ante un aumento de su precio. Algo similar sucede si el servicio de transporte público que alternativamente podría emplear no es bueno, apropiado, expedito, directo o cómodo, en cuyo caso no lo escogería, aunque ahora deba gastar más usando su propio vehículo.

    Parecido sucede cuando los combustibles se utilizan en producir otros bienes distintos de ellos mismos. El empresario buscará como ahorrar los ahora mayores costos, tratando de sustituir al combustible usado tanto en su proceso productivo como para la distribución de bienes finales, pero sabemos que, al menos en el transporte de esos bienes, no es mucho lo que puede hacer y, en el caso de los combustibles usados como fuente de energía productiva, no necesariamente, y más a corto plazo, encontrará sustitutos que le puedan resultar más baratos. A un plazo mayor, sí podría darse alguna sustitución, como, por ejemplo, sucedió en el Hemisferio Norte durante la crisis del alza en el precio de los combustibles en los años setentas, al utilizarse nuevas y mejores técnicas de protección a las viviendas contra el frío, lo cual redujo significativamente el uso previo de combustibles.

    Al precio más elevado, los oferentes tratarán de aumentar la cantidad de combustibles disponible en el mercado. Uno de los hechos más impactantes de la crisis mundial de mediados de los años setentas fue el enorme esfuerzo que hubo para determinar la existencia de mayores depósitos de petróleo en la corteza terrestre. Tan exitoso fue dicho esfuerzo que, al final de ese período de crisis, se había confirmado una existencia de reservas tal que sobrepasaba en mucho la cantidad que previamente se había determinado. Analistas de la época señalan que uno de los factores que contribuyó más a la caída ulterior del precio del petróleo, con posterioridad a la enorme alza que se dio en los años setentas, tuvo su origen en este aumento confirmado de la cantidad de reservas de petróleo en el mundo. Además, como es sabido, muchos países productores de petróleo de esa época aumentaron sustancialmente sus niveles de extracción, provocando que los precios revirtieran a sus niveles previos.

    En síntesis, tanto desde el lado de la demanda –la reacción de los consumidores- como desde el lado de la oferta –la reacción de los productores- se logró revertir el alza previa en los precios de los combustibles.

    La historia, como la lógica del comportamiento humano reflejado en la economía, me dicen que lo mejor que puede suceder ante el alza actual de los precios internacionales de los combustibles, es dejar que la demanda siga su curso, por ejemplo, evitando subsidiar su consumo, a fin de que los consumidores se ajusten a la nueva tendencia, a la vez que se estimula la exploración petrolera y lograr que aumente la producción de combustibles y de sustitutos económicamente rentables, no producidos artificialmente mediante subsidios que ocultan el verdadero costo de los recursos escasos empleados.

    En la conversación que actualmente se lleva a cabo en Costa Rica en torno a la exploración y desarrollo de gas natural (y de petróleo), es importante exponer conductas antitéticas al objetivo final de lograr que los consumidores puedan disponer de una mayor cantidad de combustibles en los mercados, a precios menores que los actuales.

    La primera de esas actitudes tiene que ver con la oposición a cualquier tipo de exploración y desarrollo de las actividades de gas natural o petróleo, bajo el supuesto de que ambas implican un elevado riesgo para el país. Me imagino que, cuando se habla de riesgo, se refieren a la posibilidad de que se presenten daños al medio ambiente, resultantes de, por ejemplo, derrames o por un deterioro de áreas boscosas en la búsqueda de si la actividad es rentable, entre otros similares. Primero que nada, debo señalar que no hay actividad humana que no lleve implícita algún grado de riesgo, al igual que, desde que el ser humano está presente en la Tierra como ser vivo, su actuar siempre ha tenido un impacto sobre el medioambiente en donde vive y actúa. A fin de enfrentar los más diversos riesgos que encara, se han desarrollado, con el paso de tiempo, instituciones que permitan cubrirlos. La institución de los seguros precisamente busca eso. En ocasiones se ha mencionado que esos riesgos son tan elevados y onerosos, que no existen seguros económicamente viables que estén disponibles, pero lo cierto es que, al fin y al cabo, todo dependerá de la prima que se defina. Es decir, todo es asegurable en función de la prima que se disponga.

    Además, si los riesgos ponen en peligro valores esenciales cuya afectación, daño o pérdida resulta ser sumamente costosa, también las sociedades han aceptado la introducción de medidas regulatorias razonables que son normalmente aceptadas por las partes contratantes en este tipo de actividades. Me permito, por ejemplo, señalar el caso de que en una comunidad no se desee la extracción de algún mineral que utilice materias altamente riesgosas para la salud humana (por ejemplo, mercurio). Aunque creo que es posible conseguir un seguro contra eventuales daños provocados por derrames o la simple utilización de compuestos de mercurio, el estado podría prohibir usar este tipo de materiales altamente riesgosos y lograr acuerdos con productores potenciales, en donde se excluya su empleo y se utilicen técnicas alternativas que no tienen tales riesgos (aunque sí posiblemente mayores costos de extracción y producción). Todo radica en la negociación contractual que se lleve a cabo para obtener la concesión de la explotación hipotética a que nos estamos refiriendo, pues difícilmente se puede sostener que hoy vivimos en épocas de imposición imperial de condiciones en que un inversionista (presuntamente extranjero) participaba con sus operaciones en el país. La época de las cañoneras y de las invasiones para imponer inversiones del extranjero bajo ciertas condiciones hoy inaceptables, parece haber pasado desde hace ya su buen rato.

    La segunda observación que deseo hacer sobre conductas contrarias a la búsqueda de fuentes de energía y de una posible reducción en sus costos, es la queja que simultáneamente hacen algunas personas ante los elevados precios de los combustibles, al mismo tiempo que se oponen a su exploración y desarrollo. No pueden pretender un descenso en los precios a la vez que se oponen a que fluya una mayor cantidad de esos bienes al mercado nacional, excepto que pretendan, a su vez, reducir coercitivamente la demanda de energía de parte de las personas. El comercio internacional puede ser una especie de salida ante esta pretensión, pues, al tiempo que se quejan de los altos precios y expresan el deseo de que se reduzcan, se puede ampliar el suministro de esos bienes trayéndolos desde el exterior. Por una parte, es posible que tal deseo no se logre, sin que surjan ciertos costos que no necesariamente aparecen reflejados en el precio vigente en el mercado internacional. Como ejemplo está el suministro de petróleo de Venezuela a Nicaragua, que se hace a precios inferiores a los internacionales que otorga el primero de esos países. Hay actos de beneficencia entre países, pero creo que el interés geopolítico de Venezuela es el que mueve a su gobierno para extraer un subsidio proveniente de sus ciudadanos, dueños en última instancia de los combustibles, para dárselo a un país que le apoya en otros sentidos. Creo que si en Costa Rica logramos algún grado de independencia en su suministro de combustibles, podrá sustraerse de este tipo de presiones internacionales indirectas, que suelen presentarse en momentos en que hay aumentos elevados en los precios internacionales de los combustibles. Al no disponer un país como el nuestro de posibilidades internas de provisión de combustibles, dependerá de la provisión que se logre por medio del comercio internacional, pero estoy seguro de que preferirá que haya fuentes que lo inmunicen de posibles presiones políticas para poder asegurar su suministro.

    El desarrollo energético petrolero y de gas natural pueden ser un buen negocio para Costa Rica, como es la hipótesis en que descansa este comentario, y lo cual deberá ser determinado después de realizarse amplias exploraciones. Pero, a la vez, le puede generar reservas energéticas cruciales en momentos en que debe buscarse como asegurarse de algún grado de independencia energética, pues ello puede ser vital para poder mantener una sociedad libre y de oportunidades, tal como la conocemos.
    En resumen, no se puede aspirar a que se logren menores precios de energéticos si nos oponemos a su exploración y desarrollo, de forma que nos sea posible que, al menos por cierto tiempo, nos asegurarnos de un adecuado suministro de esos bienes.

    En tercer lugar, resulta algo fácil decir que lo que se necesita no es explorar y desarrollar nuestros recursos gasíferos y petroleros, sino buscar sustitutos renovables (como, por ejemplo, solar, eólico, de biomasas, de mareas y olas, de algas o de plantas, hidroeléctrico, químicos, entre otros). De ser posibles y sobre todo económicamente viables, no debería existir oposición alguna para que se desarrollen estas fuentes alternativas de energía. Todas deberán vislumbrarse en términos de sus costos y beneficios y, particularmente, sin que haya subsidios artificiales que alteren radicalmente sus verdaderos valores, derivados de su escasez relativa y de las demandas de los consumidores. Es un hecho que algunas de aquellas fuentes energéticas antes citadas aún no son rentables (tal vez, ojalá, lo sean algún día, gracias al empeño de científicos comprometidos con el desarrollo y la conservación del medio ambiente). Pero sabemos que con un subsidio es posible lograr, por hipótesis, producir energía con base en “la recolección y el tratamiento de flatulencias del ganado” (para poner un caso posible), pero el lector podrá imaginarse la clase y magnitud del subsidio que se requeriría y ante todo, a sabiendas de que alguien, normalmente la ciudadanía, de alguna manera tendrá que pagar esos subsidios. Esto aplica a mi ejemplo, pero también a cualquier otra fuente de energía, la cual debe ser rentable por sí sola, para que tenga razón de existir económicamente en el mercado.

    En síntesis, debemos estar abiertos a la posibilidad de desarrollar cualquier fuente de energía, renovable o no, siempre y cuando sean más económicas que otras. Con un subsidio cualquier cosa es potencialmente posible. Se trata de no distorsionar las señales de escasez que nos definen los mercados, de forma que se haga aparentar que algo es económicamente eficiente, cuando en la realidad existen sólo gracias a subsidios pagados por toda la ciudadanía y que no se incorporan como un costo en la actividad privada, mas si para la sociedad como un todo.

    Por Jorge Corrales Quesada

  6. #56
    2011-07-31-REDEFINIENDO EL PAPEL DEL ESTADO EN LA CCSS

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    COLUMNA LIBRE: REDEFINIENDO EL PAPEL DEL ESTADO EN LA CCSS


    Boletín de ANFE, 31 de julio del 2011.

    Revisando algunos viejos artículos míos que solía escribir en la página 15 de La Nación, decidí ingresar al sitio de dicho periódico tratando de copiarlos. En mucho me frustró la ausencia de información en torno a los periódicos de algunos años específicos, así como de algunos meses y días, además de que la información disponible no es la más clara posible. Ojalá que se logren preservar tantas cosas importantes que se han reseñado en ese diario, pero obviamente hacerlo es una prerrogativa del periódico, si es que desea conservar para el futuro lo que allí se escribió en el pasado.

    Al repasar muchos de esos documentos me di cuenta de la periodicidad con que suceden las huelgas en la Caja, pero también tuve la suerte de encontrarme con artículos del Dr. Fernando Trejos Escalante, fundador de ANFE, así como una excelente serie de siete ensayos escrito por el Dr. Jaime Gutiérrez Góngora, Premio a la Libertad de ANFE, en donde hacen un análisis prolijo de acontecimientos del momento, que hoy día tienen vigencia enorme, en especial en cuanto al financiamiento de la Caja.

    Por ejemplo, el Dr. Trejos señala –y reseño una cita de una fuente distinta al periódico La Nación en la sección Pensamientos de Liberales de esta edición, que también recoge el espíritu de la opinión expuesta en ese medio- cómo el gran problema que enfrenta el financiamiento de la Caja tiene que ver con la incidencia que tiene sobre el gasto público, en especial en el marco de la concepción tripartita -trabajadores, empresas y estado- como contribuyentes al sistema de seguridad social. (Debe tenerse presente que también el estado participa como patrono de los trabajadores estatales).

    Este problema se ha evidenciado durante la última huelga de la Caja. Casi todas las partes involucradas claman por un proceso de saneamiento financiero de la Caja, en el cual es necesario que el Estado costarricense cumpla con el pago de su cuota que, como Estado, adeuda a la Caja. Es más, la presidenta de la República se ufanó en estos días de que se hizo un aporte estatal multimillonario, pero que no cubre ni siquiera la mitad de lo hoy debido. Si bien aliviaría en parte los problemas momentáneos de la Caja, sabemos que no los resuelve ni pagándole todo lo que se le debe a esa entidad. Hay fuerzas institucionales y de operación de la Caja que hacen que, aunque ingresen esos fondos, no se resuelva el problema de la institución, pues no detiene el impulso de un gasto que crece más rápidamente que sus ingresos. Simplemente solventaría las peticiones actuales de mayor gasto.

    Esta consideración general me parece que es cierta, pero aún hay varias otras adicionales que deseo profundizar. En primer lugar, el Estado no le entrega dinero en efectivo a la Caja como pago de su deuda, sino que lo hace con bonos del gobierno central que devengan intereses. Esto significa que, en primera instancia, los ciudadanos pagaremos esos intereses por dicha deuda pública y, en segundo lugar, al vencimiento de esos bonos, seremos los ciudadanos (trabajadores y empresas), quienes haremos frente al pago de este principal. Si lo que el gobierno hace, para no pagar estos vencimientos, es pagar con más bonos en una nueva emisión, simplemente ha puesto a andar una movida para ir pateando la bola hacia adelante, pero sabemos que, tarde o temprano, su pago deberá ser enfrentado por todos los costarricenses, principalmente los cotizantes de la Caja.

    En segundo lugar, el gobierno de algún lado tiene que obtener los recursos para pagar a la Caja. No es cosa de creer que allí están ociosos y que nada más se trata de pasárselos a la Caja… y listo. No. Los fondo provienen básicamente del sector privado de la economía; esto es, trabajadores y empresas que pagan impuestos, tasas, tarifas, cuotas, etcétera, para allegar fondos al fisco, que lo que el gobierno supuestamente hace es trasladarlos a la Caja. El cuero siempre viene de la misma vaca: el sector privado de la economía –trabajadores y empresarios.
    En tercer lugar, en estos día se ha escuchado –no sin un alto grado de razón- la queja de que los políticos han llevado a la Caja a la triste situación en que se encuentra, en mucho por no haber tenido una actitud firme y cuidadosa ante las fuentes de gasto innecesario y abusivo que abunda en la institución, así como de no haber puesto freno a una demanda desproporcionada por los servicios médicos, hospitalarios y de medicinas de la Caja. Incluso se ha mencionado que sólo han servido para colocar “su gente”, políticamente hablando, en vez de cumplir con las obligaciones que demanda la Caja. Lo cierto es que el sistema de gobierno de la Caja, si bien es tripartita –trabajadores, empresarios, estado-, de hecho siempre ha estado presidida por el gobierno (políticos), que en última instancia son quienes han controlado a la institución.

    Creo que es el momento para ser francos y honestos con nosotros mismos y de darnos cuenta de que, algunos de quienes piden que el Estado pague lo que debe (como tercera parte), lo que en verdad pretenden es que la institución disponga de más recursos para que se sigan empleando como ellos lo desean, especialmente, más y mejores salarios y mayores privilegios, como lo han evidenciado los hechos recientes. Lo conveniente parece ser olvidarse de estos recursos –que en última instancia de pagarse tendríamos que hacerlo todos los costarricenses cotizantes de la Caja- que así no podrán usarse en financiar el gasto desbocado que hoy se observa. Tengan presente el símil con la droga: entre más se les da (plata), más quieren (plata)… y perdonen mi crudeza, pero creo que es la hora de hablar con toda franqueza.

    Mi propuesta es que en la administración de la Caja siga participando el Estado, pero ya no como tercera parte contribuyente, sino como patrono de muchos trabajadores que hoy cotizan para la institución. Su papel dejaría de tener la prominencia que hasta el momento ha tenido y que muchos han considerado –creo que con razón- como la fuente de muchos de los problemas que aquejan a la institución.

    La solución al problema del financiamiento de la Caja se orienta hacia quienes efectivamente tendremos que decidir su futuro: los cotizantes, quienes me imagino no estarán dispuestos a que siga el jolgorio observado con los gastos de una institución que se ha burocratizado a extremos sorprendentes (más de 50.000 empleados).

    Afortunadamente cada vez se presentan más opciones de salud –lamentablemente sólo para grupos de ingresos medio-altos y altos– y se ha roto en gran parte el monopsonio en la contratación de médicos y otros profesionales que antes tenía la Caja, pero es necesario evolucionar hacia sistemas basados en la competencia y libre contratación dentro de la solidaridad que implican estos regímenes. Tengo fe en que la habilidad de nuestros ciudadanos brindará mejores opciones que las que hoy tenemos.

    El Dr. Gutiérrez Góngora escribió siete comentarios hace ya varios años en torno a la situación de la Caja. Ojalá nos refresque a los costarricenses con algunas de sus ideas. Mientras tanto me permito rescatar una de ellas que he apoyado en otros de mis escritos y que pondría algún grado de orden ante el abuso con la consulta externa que enfrenta la Caja. No me refiero tan sólo a quienes acuden a ella sin haber cotizado nunca, sino a que hoy se percibe que la demanda de los servicios de la Caja no tiene costo para quienes los solicitan. Los únicos costos –si bien importantes y hasta elevados en algunos casos– son las largas filas y, sobre todo, citas que se atienden hasta años después de requeridas. En lenguaje cristiano, más de uno va a la Caja por un dolorcito de cabeza o por una uña encarnada o hasta por entretención ante una vida desatendida en sus hogares –ustedes saben de qué estoy hablando. Por ello la demanda de servicios de la Caja ha venido sobrepasando significativamente las posibilidades de oferta de servicios.

    El Dr. Gutiérrez, en aquel entonces, y me le uno ahora, al igual que como también lo ha decidido poner en práctica el gobierno italiano en días recientes, ante problemas similares con la Seguridad Social de ese país, propone lo que se conoce como co-pago, mediante el cual el usuario de los servicios de la Caja paga un poco del costo de ese servicio, de forma tal que se desestimula el abuso y sin que se llegue a hacer prohibitiva la consulta. Son ideas prácticas como ésta las que pueden irse adoptando para que el sistema solidario de seguridad social en Costa Rica pueda seguir existiendo razonablemente.

    Por Jorge Corrales Quesada

  7. #57
    2011-07-31-REDEFINIENDO EL PAPEL DEL ESTADO EN LA CCSS

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    COLUMNA LIBRE: REDEFINIENDO EL PAPEL DEL ESTADO EN LA CCSS


    Boletín de ANFE, 31 de julio del 2011.

    Revisando algunos viejos artículos míos que solía escribir en la página 15 de La Nación, decidí ingresar al sitio de dicho periódico tratando de copiarlos. En mucho me frustró la ausencia de información en torno a los periódicos de algunos años específicos, así como de algunos meses y días, además de que la información disponible no es la más clara posible. Ojalá que se logren preservar tantas cosas importantes que se han reseñado en ese diario, pero obviamente hacerlo es una prerrogativa del periódico, si es que desea conservar para el futuro lo que allí se escribió en el pasado.

    Al repasar muchos de esos documentos me di cuenta de la periodicidad con que suceden las huelgas en la Caja, pero también tuve la suerte de encontrarme con artículos del Dr. Fernando Trejos Escalante, fundador de ANFE, así como una excelente serie de siete ensayos escrito por el Dr. Jaime Gutiérrez Góngora, Premio a la Libertad de ANFE, en donde hacen un análisis prolijo de acontecimientos del momento, que hoy día tienen vigencia enorme, en especial en cuanto al financiamiento de la Caja.

    Por ejemplo, el Dr. Trejos señala –y reseño una cita de una fuente distinta al periódico La Nación en la sección Pensamientos de Liberales de esta edición, que también recoge el espíritu de la opinión expuesta en ese medio- cómo el gran problema que enfrenta el financiamiento de la Caja tiene que ver con la incidencia que tiene sobre el gasto público, en especial en el marco de la concepción tripartita -trabajadores, empresas y estado- como contribuyentes al sistema de seguridad social. (Debe tenerse presente que también el estado participa como patrono de los trabajadores estatales).
    Este problema se ha evidenciado durante la última huelga de la Caja. Casi todas las partes involucradas claman por un proceso de saneamiento financiero de la Caja, en el cual es necesario que el Estado costarricense cumpla con el pago de su cuota que, como Estado, adeuda a la Caja. Es más, la presidenta de la República se ufanó en estos días de que se hizo un aporte estatal multimillonario, pero que no cubre ni siquiera la mitad de lo hoy debido. Si bien aliviaría en parte los problemas momentáneos de la Caja, sabemos que no los resuelve ni pagándole todo lo que se le debe a esa entidad. Hay fuerzas institucionales y de operación de la Caja que hacen que, aunque ingresen esos fondos, no se resuelva el problema de la institución, pues no detiene el impulso de un gasto que crece más rápidamente que sus ingresos.

    Simplemente solventaría las peticiones actuales de mayor gasto.

    Esta consideración general me parece que es cierta, pero aún hay varias otras adicionales que deseo profundizar. En primer lugar, el Estado no le entrega dinero en efectivo a la Caja como pago de su deuda, sino que lo hace con bonos del gobierno central que devengan intereses. Esto significa que, en primera instancia, los ciudadanos pagaremos esos intereses por dicha deuda pública y, en segundo lugar, al vencimiento de esos bonos, seremos los ciudadanos (trabajadores y empresas), quienes haremos frente al pago de este principal. Si lo que el gobierno hace, para no pagar estos vencimientos, es pagar con más bonos en una nueva emisión, simplemente ha puesto a andar una movida para ir pateando la bola hacia adelante, pero sabemos que, tarde o temprano, su pago deberá ser enfrentado por todos los costarricenses, principalmente los cotizantes de la Caja.

    En segundo lugar, el gobierno de algún lado tiene que obtener los recursos para pagar a la Caja. No es cosa de creer que allí están ociosos y que nada más se trata de pasárselos a la Caja… y listo. No. Los fondo provienen básicamente del sector privado de la economía; esto es, trabajadores y empresas que pagan impuestos, tasas, tarifas, cuotas, etcétera, para allegar fondos al fisco, que lo que el gobierno supuestamente hace es trasladarlos a la Caja. El cuero siempre viene de la misma vaca: el sector privado de la economía –trabajadores y empresarios.

    En tercer lugar, en estos día se ha escuchado –no sin un alto grado de razón- la queja de que los políticos han llevado a la Caja a la triste situación en que se encuentra, en mucho por no haber tenido una actitud firme y cuidadosa ante las fuentes de gasto innecesario y abusivo que abunda en la institución, así como de no haber puesto freno a una demanda desproporcionada por los servicios médicos, hospitalarios y de medicinas de la Caja. Incluso se ha mencionado que sólo han servido para colocar “su gente”, políticamente hablando, en vez de cumplir con las obligaciones que demanda la Caja. Lo cierto es que el sistema de gobierno de la Caja, si bien es tripartita –trabajadores, empresarios, estado-, de hecho siempre ha estado presidida por el gobierno (políticos), que en última instancia son quienes han controlado a la institución.

    Creo que es el momento para ser francos y honestos con nosotros mismos y de darnos cuenta de que, algunos de quienes piden que el Estado pague lo que debe (como tercera parte), lo que en verdad pretenden es que la institución disponga de más recursos para que se sigan empleando como ellos lo desean, especialmente, más y mejores salarios y mayores privilegios, como lo han evidenciado los hechos recientes. Lo conveniente parece ser olvidarse de estos recursos –que en última instancia de pagarse tendríamos que hacerlo todos los costarricenses cotizantes de la Caja- que así no podrán usarse en financiar el gasto desbocado que hoy se observa. Tengan presente el símil con la droga: entre más se les da (plata), más quieren (plata)… y perdonen mi crudeza, pero creo que es la hora de hablar con toda franqueza.

    Mi propuesta es que en la administración de la Caja siga participando el Estado, pero ya no como tercera parte contribuyente, sino como patrono de muchos trabajadores que hoy cotizan para la institución. Su papel dejaría de tener la prominencia que hasta el momento ha tenido y que muchos han considerado –creo que con razón- como la fuente de muchos de los problemas que aquejan a la institución.

    La solución al problema del financiamiento de la Caja se orienta hacia quienes efectivamente tendremos que decidir su futuro: los cotizantes, quienes me imagino no estarán dispuestos a que siga el jolgorio observado con los gastos de una institución que se ha burocratizado a extremos sorprendentes (más de 50.000 empleados).

    Afortunadamente cada vez se presentan más opciones de salud –lamentablemente sólo para grupos de ingresos medio-altos y altos– y se ha roto en gran parte el monopsonio en la contratación de médicos y otros profesionales que antes tenía la Caja, pero es necesario evolucionar hacia sistemas basados en la competencia y libre contratación dentro de la solidaridad que implican estos regímenes. Tengo fe en que la habilidad de nuestros ciudadanos brindará mejores opciones que las que hoy tenemos.

    El Dr. Gutiérrez Góngora escribió siete comentarios hace ya varios años en torno a la situación de la Caja. Ojalá nos refresque a los costarricenses con algunas de sus ideas. Mientras tanto me permito rescatar una de ellas que he apoyado en otros de mis escritos y que pondría algún grado de orden ante el abuso con la consulta externa que enfrenta la Caja. No me refiero tan sólo a quienes acuden a ella sin haber cotizado nunca, sino a que hoy se percibe que la demanda de los servicios de la Caja no tiene costo para quienes los solicitan. Los únicos costos –si bien importantes y hasta elevados en algunos casos– son las largas filas y, sobre todo, citas que se atienden hasta años después de requeridas. En lenguaje cristiano, más de uno va a la Caja por un dolorcito de cabeza o por una uña encarnada o hasta por entretención ante una vida desatendida en sus hogares –ustedes saben de qué estoy hablando. Por ello la demanda de servicios de la Caja ha venido sobrepasando significativamente las posibilidades de oferta de servicios.

    El Dr. Gutiérrez, en aquel entonces, y me le uno ahora, al igual que como también lo ha decidido poner en práctica el gobierno italiano en días recientes, ante problemas similares con la Seguridad Social de ese país, propone lo que se conoce como co-pago, mediante el cual el usuario de los servicios de la Caja paga un poco del costo de ese servicio, de forma tal que se desestimula el abuso y sin que se llegue a hacer prohibitiva la consulta. Son ideas prácticas como ésta las que pueden irse adoptando para que el sistema solidario de seguridad social en Costa Rica pueda seguir existiendo razonablemente.

    Por Jorge Corrales Quesada

  8. #58
    2011-08-31-QUE LOS RICOS DONEN AL ESTADO

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    COLUMNA LIBRE: QUE LOS RICOS DONEN AL ESTADO


    Boletín de ANFE, 31 de agosto del 2011.

    Hace pocos días una alta funcionaria del gobierno, no de la primera división, como sería la Presidenta y las Ministras, sino un poco más abajo, sugirió que, tal como se había propuesto en Francia por algunos ricos, ellos donaran al Estado fondos voluntariamente o mediante la aprobación de mayores tributos que ellos pagarían, para que pudiera enfrentar su déficit tan alto que dañaba a la economía. Ciertamente, lo que la funcionaria en verdad abogaba era para que le dieran más plata a su institución y poder así gastar más en sus objetivos, cualesquiera que fueran, pero el mensaje fue claro: Ricos donen plata al Estado para cubrir su déficit.

    No hay razón alguna para oponerse a que un rico decida donar dinero al Estado, pues es su dinero y por tanto puede hacer con él lo que le dé la gana. Como en los Estados Unido sí se miden las cosas, a diferencia de aquí por razones obvias, tengo algunos datos que muestran algo muy interesante cual es la forma en que los ciudadanos de ese país ejercen la caridad (lo que aquella funcionaria de gobierno pedía a los ricos era que actuaran donando al gobierno como si fuera el ejercicio de la caridad).

    Mientras que los ciudadanos de ese país donaron más de $300.000 millones al año ($300 billones en inglés) a organizaciones privadas dedicadas a la caridad y dedican más de 8.000 millones de horas (8 billones en aquel país) a actividades de caridad que se pueden valorar en $158.000 millones, a su vez donaron sólo $3.1 millones de dólares el año pasado al gobierno federal para que con ello redujera su deuda.

    De lo anterior se deduce que es posible hacer donaciones al gobierno de los Estados Unidos, tal como propone esa funcionaria que los ricos hagan aquí y lo cual es factible legalmente, pero es obvio que, al poder escoger entre ejercitar la caridad por medios privados y la caridad a través del Estado, los contribuyentes de manera abrumadora escogieron por alguna razón muy poderosa que fácilmente nos podemos imaginar, hacerlo por medio de la primera. La gente prefiere gastar en sus cosas privadas, parte de lo cual es el ejercicio de la caridad, en vez de que lo gaste el Estado, aunque sea un acto tan caritativo como es ayudar directamente a reducir el déficit.

    De aquí que pienso que si a las personas ricas de Costa Rica se les invitara donar fondos al gobierno, para que financie voluntariamente o por la vía de un aumento en los impuestos que ellas misma pedirían, el gasto público de toda la burocracia pudiendo optativamente donarlo a instituciones de caridad privada, lo más posible es que escoja la segunda opción y no llenar al arcas de un Estado de por sí gastador de cuanto colón le ingresa.
    Esta misma explicación es la que deduzco cuanto me he encontrado en algunos debates con cierta gente quienes de inmediato piden aumentos en los impuestos para financiar el gasto público excesivo y así reducir su déficit, al preguntarles, ¿por qué no donan voluntariamente parte de sus ingresos propios para financiar ese gasto, si nada le impide hacerlo? Se callan de inmediato, porque saben que lo que en verdad desean es forzar a otras personas a que le den más recursos al Estado, aunque ellos mismos serán parte de quienes deberán entregarle más fondos al fisco. O sea, se trata de obligar a terceros, no de obligarse a sí mismos. Si tienen tanto interés en que se reduzca el déficit, ¿por qué ellos voluntariamente no le entregan parte de sus recursos al Estado?

    A esa funcionaria, creo que del PANI y discúlpenme si me equivoco, pero me parece que fue en un programa radial en que tuvo que dar cuentas por un gasto inútil, le voy a hacer la misma propuesta que públicamente le he hecho a esta administración: Que rebajen en un 10% el salario a todos los altos cargos nombrados en toda la administración pública, con lo cual lo que se libere de fondos se usaría para reducir el déficit y se darían un ejemplo de sacrificio. Los burócratas piden a los ricos que voluntariamente se sacrifiquen. Pues yo les pido algo similar a los burócratas, tal como se logró en España y creo que también en Inglaterra, como parte de la solución al excesivo gasto público que hay en esos países. Es más, como los ricos suelen ser “malos”, mientras que los burócratas, dicen, son “altruistas”, es de esperar que sea más fácil lograr el sacrificio de estos últimos que de los primeros.

    Ha sido noticia que el señor Warren Buffett, uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos, ha dicho que los ricos de su país deberían de pagar más impuestos. Bueno, él no tiene que esperar que esos ricos hagan lo que él puede hacer y decidir por sí mismo, mediante una donación al fisco estadounidense de lo que le sobra de ingresos más allá de los impuestos que hoy tiene que pagar. Pero el señor Buffett es un buen hombre interesado en el bienestar ajeno y ¿saben que ha hecho con su plata?, no donarla al Estado, sino a entidades privadas que se dedican a la caridad. Este señor, uno de los hombres más ricos del mundo, decidió legar su riqueza a la caridad privada hace ya varios años y escogió hacer eso en vez de dárselo al fisco, tal como quiere la funcionaria tica y alguien en Francia quien inspiró su sugerencia.

    Pero, además, en los Estados Unidos el tratamiento tributario a la caridad es muy favorable desde el punto de evitar el pago de impuestos a quienes practiquen ese tipo de donaciones, por lo que, me imagino, si los gravámenes no fueran tan altos, posiblemente mucho más iría a dar a caridades privadas.

    Para concluir, mejor que esa funcionaria piense en donar parte de sus altos ingresos a la caridad, ya sea privada, mi preferida, o pública. Piense en lo que ella puede lograr, en vez de pedir a los demás que hagan por ella, lo que ella puede hacer por misma.

  9. #59
    2011-09-30-ALGUNAS PREGUNTAS (POCAS) EN TORNO A LOS NUEVOS IMPUESTOS

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    COLUMNA LIBRE: ALGUNAS PREGUNTAS (POCAS) EN TORNO A LOS NUEVOS IMPUESTOS


    Por Carlos Federico Smith

    Son tantas las preguntas que se podrían formular en torno al sainete de los nuevos y mayores impuestos, que se está fraguando en contra de los ciudadanos, que me debo limitar en mi repertorio y tan sólo hacer algunas pocas, antecedidas por un breve comentario.

    Más o menos en promedio cada tres años y medio durante los últimos cuarenta años, el Poder Ejecutivo ha presentado a la aprobación de la Asamblea Legislativa un paquete tributario, con el propósito fundamental de cubrir un exceso de gasto público por encima de los ingresos tributarios. Es decir, según el gobierno de turno, se pone el nuevo paquete tributario para eliminar el déficit del sector público.

    PREGUNTA 1:
    ¿Por qué si en cada una de esas múltiples ocasiones en que se ha pedido la aprobación de un paquete tributario para eliminar el déficit, poco tiempo después, aunque se aprueben los mayores impuestos, resurge ese déficit?

    Resulta que los gobiernos de turno obtienen la aprobación de nuevos y mayores impuestos, pero luego los usan en financiar el gasto estatal, provocando que surjan de nuevo los déficit que se prometió eliminar. Simplemente lo que los gobiernos hacen, y éste no tiene por qué ser diferente, es financiar mayor gasto con los nuevos impuestos recién aprobados.


    PREGUNTA 2:
    ¿Por qué el gobierno no ahorra los nuevos ingresos que percibe, en vez de dedicarlos a financiar un gasto adicional nuevo y mayor?
    Los políticos son los que siempre prometen resolver el problema fiscal de una vez por todas, si se les aprueban los nuevos impuestos, pero siempre lo han incumplido. Como, por ejemplo, no cumplieron lo prometido en 1988, cuando el presidente Arias dijo que en su administración no se aprobarían más impuestos, para poco tiempo después lograr que la Asamblea Legislativa de ese entonces, pasara un enorme incremento en los gravámenes. Ahora, en La Nación del viernes 30 de setiembre aparecen las siguientes palabras de doña Laura Chinchilla: “Espero que el plan (tributario) se discuta y se vote con respeto y disciplina, según lo que se negoció con el PAC (se refiere al pacto que hizo con Ottón Solís para la aprobación del paquete tributario). La palabra en la política cuenta muchísimo y nosotros dimos la palabra… aquí lo que va a imperar es la palabra dada”.

    PREGUNTA 3:
    ¿Por qué en un debate por televisión entre los candidatos a la presidencia de la República, poco antes de las elecciones en que fue electa, doña Laura prometió que no pondría nuevos impuestos? ¿Será que acaso no empeñó su palabra para ser cumplida de que no tendríamos nuevas cargas tributarias?
    Es que los políticos son muy buenos ofreciendo de todo, con tal de que les aprueben los impuestos. Al menos en esta ocasión los firmantes del PACto, doña Laura y don Ottón, nunca dijeron que estaban dispuestos al diálogo y la consulta con los ciudadanos a fin de definir un paquete tributario, acerca del cual los costarricenses hubiéramos tenido algo que decir al respecto.

    PREGUNTA 4:
    ¿Acaso los firmantes del PACto tributario han acordado que ya no es necesario abrir la oportunidad a la ciudadanía para que se manifieste en favor o en contra del nuevo paquete de impuestos? ¿Es que acaso ya no es necesario un diálogo siquiera en la Asamblea Legislativa, por lo cual se ha aprobado, como parte del PACto, la llamada vía rápida, que limita fuertemente la discusión legislativa de algo tan complejo y tan dañino a los bolsillos de las familias?

    Siempre he entendido que el tema de los impuestos es un asunto de discusión álgida, sensible, puesto que su nombre lo dice: “impuesto”; o sea que se pone por el Estado y basta, aunque no le guste al ciudadano. Es más, se imponen por la fuerza de la política, más que por el deseo de los gobernados y como el político gobernante es el principal beneficiado de tener la plata que pagan todos los gobernados para poder gastarla, trata de ejercer la fuerza, la coacción. Por esta razón, en los países civilizados siempre se estimula que haya una participación y discusión muy amplia entre los ciudadanos, en lo que tiene que ver con la carga de impuestos que deseen tener en sus países. El mejor ejemplo es Suiza, en donde los votantes deciden directamente y sin políticos que sirvan de intermediarios, cuáles y cuántos impuestos se “imponen” sobre sus ciudadanos.

    PREGUNTA 5:
    ¿Están dispuestos los políticos actuales a que los ciudadanos, que es en donde reside la soberanía y que somos quienes nombran a esos políticos con sus votos como sus administradores o gobernantes, decidan libre y soberanamente, mediante un plebiscito convocado únicamente con ese propósito, cuáles deben ser los impuestos que se fijen en el país?

    Antes del PACto de referencia, el Ministro de Hacienda, debe reconocérsele, había hecho esfuerzos para reducir el gasto gubernamental, cuyo exceso es la causa de los déficit. Si bien es cierto que fue muy poco lo que logró, al menos públicamente había hecho el intento y pidió una reducción significativa a la gastadera de las llamadas instituciones descentralizadas. También allí fracasó, pues sólo unas pocas de esas entidades habían aceptado su pedido para reducir los gastos y tanto sólo en una proporción que, si acaso, llegaba al 30 % de la reducción que don Fernando Herrero les había pedido.

    PREGUNTA 6:
    ¿Dado el PACto Chinchilla-Solís para aumentar los impuestos, ya no se va reducir el gasto público de esos entes descentralizados, que son una de las más significativas fuentes del déficit gubernamental? ¿Se habrá sentido liberado el gobierno de la presión para reducir el gasto público con la aprobación garantizada de recursos, producto del acuerdo Chinchilla-Solís para clavarnos más gravámenes?
    Costa Rica se ha caracterizado por la relativamente baja formación doméstica de ahorros. Los ahorros son cruciales para que un país pueda invertir y con ello lograr un mayor crecimiento económico. El ahorro de las personas es simplemente la abstención de la gente por consumir los ingresos que percibe. El interés que percibe el ahorrante es el precio por su ahorro. El nuevo paquete tributario producto del PACto incluye un gravamen mayor sobre todos los intereses que perciben los ciudadanos. Hay así un estímulo para que la gente no ahorre tanto y más bien tienda a aumentar su consumo. Se acuerdan del problema del “consumismo” del tico que tanto critican algunos; pues ahora va a ser mayor. Pero también ese mayor impuesto va causar un menor crecimiento de la economía, con todo el problema que implica de una menor generación de empleo.

    Igualmente preocupante es que este castigo al ahorro va a dificultar las cosas principalmente para la gente a que apenas empieza a ser productiva y ahorra parte de sus ingresos para poder adquirir su lotecito o mejorar la casa en que viven o bien poder construir una en donde formar su propio hogar, o también para poder comprarse su primer carrito. Pues se les va a hacer más difícil lograrlo, porque ahora tendrá que pagar un buen impuesto al Estado que sólo busca su dinero.

    PREGUNTA 7:
    ¿Es que acaso este gobierno con el apoyo del PACto para poner mayores impuestos, está decidido a disminuir aún más el ahorro de los nacionales, alentar el consumo y afectar principalmente a la gente joven, que apenas empieza a labrarse un camino en la vida y para ello hacen un enorme esfuerzo, ahorrando lo que pueden de sus ingresos para obtener intereses y ayudarse para poder adquirir ciertas cosas deseables en la vida?

    La situación mundial es bastante complicada. Casualmente lo decía un día de estos en La Nación don Eduardo Lizano, quien nos hablaba de nubarrones en el horizonte. Ya hemos vivido desde finales del 2008 los efectos de la crisis mundial, que se ha traducido en graves dificultades económicas tanto para las empresas como para todos los ciudadanos. Incluso algunos de los partidarios del gasto público excesivo se sienten orgullos de llamarse “Keynesianos”, en honor al apellido del economista inglés John Maynard Keynes, quien en los años treinta propuso soluciones para contrarrestar la Gran Depresión de aquel entonces. Para aquella época Keynes, al igual que hoy sus seguidores keynesianos, hablan de la insuficiencia de la demanda agregada que caracteriza a la recesión, como ésta de la cual aún no salimos, y proponen diversas soluciones para recuperar el crecimiento de las economías. Las han puesto en práctica y no han tenido éxito: el mejor ejemplo son los Estados Unidos, en donde todos los esfuerzos por aumentar la demanda agregada (tasas de interés bajísimas, gasto público desaforado, déficit del sector público inimaginables) no han podido lograr que ese país salga de la recesión.

    Bueno en Costa Rica, este gobierno y sus aliados del PACto quieren hacer las cosas totalmente al revés de lo que propuso Keynes. Este aseveró que en una recesión, como la actual, a fin de aumentar la demanda agregada deberían de reducirse los impuestos, pero aquí, en medio de la recesión, más bien el gobierno pretende aumentarlos.

    PREGUNTA 8:
    ¿Dado que este gobierno y su aliado del PACto están dispuestos a revisar la teoría económica anti-cíclica, aumentado los impuestos en medio de la recesión, están dispuestos a asumir la responsabilidad por el costo de los daños que van a ocasionar en esta economía hoy en problemas, al aumentar con su paquetazo de impuestos una incertidumbre totalmente inconveniente, provocar un descenso en los rendimientos de la inversión y del ahorro, estimular la desocupación, afectar el crecimiento de la economía y que se reduzcan los ingresos reales de las familias, sin poder justificarse echándole los muertos a la situación económica mundial, por ser la cosecha de sus propias acciones?

    Mejor no sigo haciendo preguntas, por ahora. Además lo único que tienen en mente los del PACto es ver cómo les sacan la plata de los bolsillos a los ciudadanos, para poder ellos seguirla gastando en nuestro nombre.

  10. #60
    2011-10-31-LAS COLABORACIONES EN EL BOLE´TÍN DE ANFE

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    COLUMNA LIBRE: LAS COLABORACIONES EN EL BOLETÍN DE ANFE


    Boletín de ANFE, 31 de octubre del 2011.

    En momentos en que se discute en la Asamblea Legislativa una nueva arremetida tributaria contra los ciudadanos, tal vez mi tiempo y mi mente deberían estar dedicados a referirme al paquetazo que se nos quiere imponer, en vez de hacerlo sobre el tema del encabezado. Sin embargo, tal vez por el cariño que por tanto tiempo he mantenido por este Boletín de ANFE, me mueve a dedicarle esta columna a la política de colaboraciones en nuestras ediciones.

    Hago esto en atención de una fina sugerencia que recibimos en ANFE y que transcribo por su interés:

    “Muy estimado don Jorge:

    Le agradezco mucho el envío regular del importante boletín de la Asociación Nacional de Fomento Económico, el cual contiene importantes planteamientos sobre diversos temas económicos y sociales. Espero continuar recibiéndolo.

    Ahora deseo expresarle una observación puntual. Me parece que el boletín debe diversificar aún más el número de columnistas, veo que en un mismo número se repiten muchas veces los nombres de los autores, y que en el transcurso del tiempo casi siempre son las mismas personas las que escriben. Este hecho, por supuesto, limita la influencia de los textos y, sobre todo, restringe el público meta. Mi sugerencia, en definitiva, es diversificar bastante la cantidad de posibles autores, y también los espacios de expresión textual (estructura formal del Boletín).

    Un placer comunicarme con usted, y muchas gracias por su atención. Espero que este comentario sea positivo y constructivo para la relevante labor intelectual que usted realiza.

    Saludos cordiales
    Fernando Araya”

    De inmediato respondí lo siguiente:
    “Estimado don Luis Fernando:

    Nada me haría más feliz que disponer de las colaboraciones de otros pensadores acerca del orden liberal que pudiera incluir en el Boletín. A veces tengo casi que rogar a otras personas para que contribuyan. Personalmente, en mi caso particular, trato por este medio de incluir las que también aporto a ASOJOD, a fin de lograr una mayor audiencia a la cual diseminar ideas. Aprovecho para invitarlo si usted podría colaborar enviándome artículos dentro del área de nuestro interés, que con sumo gusto los incluiría.

    Y muchas gracias por su sugerencia tan oportuna.

    Con el aprecio de
    Jorge Corrales Quesada”

    Con ello creo expresar la posición de este editor del boletín en cuanto a las colaboraciones que en él se publican. En realidad está abierto a quien desee publicar en él opiniones que contribuyan a la diseminación de la idea de la libertad. El que sean unas cuantas personas las que repetitivamente suelen colaborar en él, más bien me permite manifestarles mi agradecimiento personal por su valiosa labor, de la cual soy consciente de que tan sólo ha significado un sacrificio pecuniario, una dedicación de un tiempo escaso y de valor, y muy posiblemente distrayendo al colaborador de poder hacer cosas tal vez más valiosas. A ellos sólo los ha movido el amor por el ideario de la libertad y eso merece ser reconocido. En lo personal he escrito 55 columnas (esta es la 56) en igual número de ediciones del Boletín y en ellos he transcrito en cada edición de los últimos meses, al menos 4 de mis comentarios semanales en el sitio de la Asociación de Jóvenes para el Desarrollo (ASOJOD); asjodcr.blogspot.com . Con sumo gusto y en ejercicio de mis creencias es que lo he hecho y me imagino que así sucede con colaboradores regulares y frecuentes del boletín como don Federico Malavassi, don Luis Loría, don Oscar Alvarez, don Alejandro Barrantes, entre otros quienes regularmente han estado dispuestos a colaborar con este esfuerzo y otros que ruego me disculpen por no mencionar sus nombres. Ojalá pudiéramos contar con un mayor número de colaboradores quienes con mayor frecuencia estén dispuestos a hacerlo. De aquí mi invitación a don Fernando Araya para que nos envíe sus colaboraciones bienvenidas.

    Es porque creemos que la libertad bien vale ser defendida, que contribuimos con este Boletín, tarea en la cual esperamos también contar con la colaboración del amigo lector.

    Muchas gracias.

    Jorge Corrales Quesada

    Editor del Boletín de ANFE

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