2008-02-29-INTERVENCIÓN CAMBIARIA Y BÚSQUEDA DE RENTAS

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COLUMNA LIBRE: INTERVENCIÓN CAMBIARIA Y BÚSQUEDA DE RENTAS


Boletín de ANFE, 29 de febrero del 2008. Reproducido en el libro de Carlos Federico Smith, “Políticamente Incorrecto”, 2009, p. p. 181-191.

Es necesario definir el concepto de “búsqueda de rentas”. Por él se entiende la presión política que diversos grupos de interés ejercen para que el gobierno actúe de manera tal que les transfiera riqueza; esto es, se promueve la emisión de leyes o la actuación administrativa que beneficie a esos grupos a expensas del resto de los miembros de la colectividad. Daré dos ejemplos de ello: la presión ejercida ante la Asamblea Legislativa para crear un órgano que regulara la producción local de arroz, pero ante todo su importación, lo que derivó en mayores precios a los productores domésticos a costas de los consumidores (la llamada Oficina del Arroz) y, en segundo lugar, la presión que actualmente se ejerce para que consumidores y, en concreto, los usuarios de transporte sean obligados a usar gasolina con alcohol (etanol) y bio-diesel en vez de la alternativa actual de gasolina y diesel. El costo de los primeros productos es superior al de los segundos y, al obligar su consumo, la sociedad como un todo paga un costo mayor que principalmente beneficia a productores domésticos de alcohol y bio- combustibles.

Históricamente el área del comercio internacional ha sido propicia para la búsqueda de rentas por grupos con un interés específico en común. En general, el proteccionismo comercial ha sido ampliamente analizado como ejemplo de dicha búsqueda de rentas y, en concreto, al buscarse una subvaluación del tipo de cambio; esto es, dar a la moneda doméstica un valor inferior al del mercado con respecto a alguna moneda internacional de referencia; por ejemplo, el dólar. Así, al consumidor se le hace artificialmente más caro lo que importa, con lo cual se le “abarata” relativamente el consumo del bien que es producido en el país. El epítome de un campo prolijo en la búsqueda de rentas es la vigencia gubernamental de tipos de cambio duales, en donde para algunos bienes rige un tipo de cambio inferior comparado con el que se determina para otro tipo de bienes. A los primeros bienes se les suele llamar “necesarios” y a los segundos “de lujo” o “innecesarios”. Así sucedió en ciertos momentos de la historia costarricense y les apuesto, pues al momento no lo sé, que en Venezuela hay tipos de cambio diferenciados para distintos tipos de bienes. No debería extrañar, entonces, que allá –como la hubo aquí- haya presión de todo tipo para formar parte de las listas oficiales que permiten obtener divisas al tipo de cambio preferencial, pues el resto de las importaciones tiene que pagar un tipo de cambio superior. El negocio con este diferencial es, así, diáfano y sustancioso

Hay que prestar seria atención a lo que actualmente sucede en Costa Rica con el tipo de cambio oficial del colón con respecto al dólar en el marco de las llamadas bandas cambiarias, porque las políticas hoy seguidas por el Banco Central pueden constituir un claro incentivo para que algunos presionen porque el tipo de cambio no se ajuste a las circunstancias que, al momento, determina el mercado y que muy posiblemente señalen la tendencia hacia una revaloración del colón. La política a la fecha proseguida por el Banco Central, mediante la cual mantiene artificialmente subvaluado el colón comparado con el valor definido por ese mercado, se traduce en que, para algunos, se genere una mayor riqueza, mientras que, para otros, esa medida se refleja en un empobrecimiento. Es decir, la política del Banco Central provoca que haya perdedores y que haya ganadores

Como el lector sabe, en la actualidad el régimen cambiario del Banco Central se caracteriza por una banda dentro de la cual se supone que debería oscilar el tipo de cambio de mercado del colón con respecto al dólar. El límite superior de la banda aumenta todos los días en seis céntimos, en tanto que el límite inferior disminuye en seis céntimos diariamente. Sin embargo, el Banco Central interviene diariamente adquiriendo dólares en el mercado para que el tipo de cambio no se vaya por debajo del límite inferior definido por dicha banda. En las circunstancias actuales el Banco no vende dólares al mercado porque la banda superior es irrelevante; no debe intervenir para que el tipo de cambio del colón con respecto al dólar se devalúe dentro del límite de la banda superior. En otras palabras, al contrario, más bien a la fecha actúa –y fuerte, muy fuertemente- para que el colón no se revalúe con respecto al dólar.

¿Por qué el tipo de cambio en el mercado indica ser menor al del límite inferior que arbitrariamente ha fijado el Banco Central? Porque hay muchos dólares en la economía.

Porque al tipo de cambio actual su oferta supera a su demanda. Tan grande ha sido la entrada de dólares al país que, a la primera semana de febrero de este año, las reservas internacionales netas en manos del Banco Central llegaron a un récord de más de $4.500 millones. Ese ingreso de dólares se debe a múltiples razones: a una exportación muy elevada comparada con las importaciones de mercancías; a una entrada muy fuerte de ingresos por servicios en el país, principalmente turismo; a una inversión extranjera directa muy grande en el país y, también, por el ingreso de capitales “especulativos”, que supuestamente ingresan al país para obtener réditos mayores que en los mercados internacionales, y posiblemente porque, con el paso del tiempo, el Banco Central tendrá que tirar por la borda su actual banda cambiaria, ante su incapacidad de limitar el relativamente elevado volumen de dólares que ingresa al país. De darse ello tendrían una ganancia, al poder readquirir los dólares que ingresaron a un costo menor que el precio en colones que percibieron cuando los trajeron al país.

Puede ser que haya algo de esto último como para justificar una reciente medida del Banco Central de bajar los intereses que se pagan a corto plazo por los fondos que ingresan al país. Espera con ello que los dólares especulativos no entren para convertirse en colones, ganar intereses en el corto plazo y obtener también una ganancia con la caída esperada de la banda. El Dr. Juan Muñoz, vice-presidente de ANFE, en un artículo reciente en el periódico El Financiero, mostró cómo, ante una posible caída en la banda cambiaria hacia un tipo esperado de ¢450 por dólar en un plazo relativamente corto, hace irrelevante el pago de tales tasas de interés que artificialmente redujo el Banco Central. Aún si no se pagara interés alguno en ese lapso, la ganancia de capital esperada con la revaluación del colón es superior al rendimiento que pueden percibir en mercados de capitales alternativos. El Banco Central parece estar limitado en su capacidad de restringir la entrada de los llamados capitales especulativos. Ello quiere decir que, a menos que haya una muy fuerte caída de nuestros mercados de exportación, o se dé un incremento inusitado en nuestras importaciones, o se produzca una seria limitación a la inversión extranjera directa en el país, o que sucedan “desgracias” similares, el tipo de cambio del colón con respecto al dólar se revaluará a corto plazo.

Uno problema muy serio derivado de la conducción de la política cambiaria por el Banco Central en los últimos tiempos -y cuyas autoridades recientemente han mencionado estar dispuestas a proseguir- tiene que ver con el impacto inflacionario del incremento en los agregados monetarios en circulación a causa de la compra de dólares para mantener el piso de la banda cambiaria. Es sabido por las autoridades monetarias –al menos en épocas recientes después del desliz keynesiano- que en un país la causa de la inflación es el exceso de su dinero en circulación.

Al adquirir dólares excedentes en los bancos comerciales del país, el Banco Central emite dinero y si no tiene una forma práctica de retirar ese exceso de colones en circulación, se traduce en tasas de inflación elevadas como las vistas recientemente. Para que tengan una idea del problema que tenemos entre manos y que mostrará su feo rostro –la inflación- en los meses por venir, tan sólo en el período que va desde la última variación de la banda cambiaria, el 22 de noviembre del año pasado, a la primera semana de febrero de este año, el Banco Central ha intervenido en el mercado cambiario adquiriendo más de $920 millones. Dada la decisión tozuda del Banco de sostener la banda a como haya lugar, es de esperar que el aliento inflacionario seguirá soplando en nuestro país por un buen rato. Tal como dijo una alta autoridad de ese ente, la decisión reciente de bajar los intereses, en vez de reducir la banda cambiaria, significaba que se escogió por una inflación más elevada en los primeros meses de este año, con la expectativa (o ilusión) de poder disminuirla en el resto del año.

Lo más sorprendente es que el Banco Central no aprendió de su experiencia del año pasado, cuando por muchos meses mantuvo al colón artificialmente subvaluado, adquiriendo para defender el piso de la banda cambiaria los dólares excedentes de los bancos comerciales, con lo cual emitió una cantidad excesiva de dinero. Ante la inflación a que esto dio lugar por encima de sus predicciones, al Banco Central no le quedó más alternativa –si bien algo tardía- que reducir la banda cambiaria. Ahora, a inicios del 2008, el Banco Central enfrenta la misma situación, pero se empecina en mantener un tipo de cambio artificial al igual que lo hizo durante casi todo el 2007. Una vez más, disminuirá la banda tan sólo cuando la situación ya le sea insostenible; cuando, una vez más, la inflación sobrepase todas sus predicciones para el año, si bien ya el daño al país estará hecho.

Este infortunio inflacionario, aunado a la disminución de las tasas de interés, ha incrementado la tragedia para el ahorrante costarricense, pues aumenta la negatividad de las tasas reales de interés que agobiaron la formación de ahorros en el año pasado. Las tasas reales de interés son el resultado de comparar las tasas nominales –esto es, las tasas que, por ejemplo, le pagan en un banco comercial por su ahorro por un certificado de depósito a plazo y que se han reducido más a resultas de la decisión reciente del Banco Central- con la tasa de inflación. Si esta última en el 2008 resulta ser de alrededor de un 10% y si las tasas nominales son de cerca de 4.5%, la tasa real es negativa, de alrededor de un -5.5%. Aún si Usted cree en la estimación que recientemente formuló Banco Central de una tasa de inflación para el 2008 de un 8%, entonces, tendríamos tasas reales negativas de -3.5% en este año.

Y cuando las tasas de interés por los ahorros ni siquiera cubren la inflación, la señal es clara para el ahorrante: mejor compre ahora y no después, pues lo que obtiene por el ahorro no le permitirá cubrir lo que las cosas le van a costar al final del año. Es decir, se estimula el consumo en la economía, lo cual tenderá a aumentar el problema inflacionario. La conducta del Banco Central es paradójica: tasas reales de interés negativas al tiempo que públicamente le ha sugerido al costarricense que no consuma. El panorama no es halagador, pues parece que se gesta una burbuja en la economía. Una burbuja en el consumo provocado por la acción del Banco Central que, cuando estalle, mostrará serios daños tanto en los presupuestos familiares resultado del endeudamiento en que se incurrió para gastar o adquirir ahora y no para ahorrar, sino también en los balances de entidades financieras prestamistas, las que, ante la abundancia de liquidez y el exceso de demanda de préstamos, tienen incentivos para colocar “todo lo que puedan”, incidiendo en la calidad de sus carteras.

Se deduce de la lectura de esta columna, que la decisión tomada por el Banco Central de defender el piso de la banda cambiaria tiene importantes efectos para distintas personas y grupos de la economía. Tal como se dijo al principio de ella, se abre un campo amplio para que prolifere la búsqueda de rentas; es decir, para que tal política permanezca en vez de dejar que sea el mercado el que vaya definiendo los precios en la economía. La medida del Banco Central implica costos para algunos y beneficios para otros, por lo que debe compararse el posible impacto que tiene en la distribución de la riqueza en comparación con dejar que el precio de la divisa lo determine el mercado, valor que supuestamente, al menos en el corto plazo, significa un menor valor del dólar y, en consecuencia, uno mayor del colón.

Ante lo expuesto, me referiré a los ganadores y a los perdedores posibles en nuestra economía de la decisión comentada del Banco Central. No se trata de dar una exposición exhaustiva de los posibles afectados, sino que el objetivo es brindar una idea de los posibles impactos de reasignación de riqueza, que bien pueden motivar su actuación en busca de rentas. Espero que de esta manera podamos comprender porqué se toman ciertas decisiones públicas y cuestionarnos de seguido si, después de todo, es una función propia de un Banco Central el definir políticas que concretamente van a enriquecer a algunos y a empobrecer a otros o si debe ser el mercado el que tenga un papel más significativo al respecto.

¿Cuáles son los individuos o grupos ganadores ante una decisión del Banco Central de no reducir la banda cambiaria? (El orden en que se presentan no es relevante).

Primero. Las personas o grupos que reciben ingresos (salarios, financieros, de alquileres, utilidades) en dólares, cuyo monto equivalente en colones es así más elevado que si se diera una revaluación de la moneda doméstica. En el caso de salarios, generalmente se trata de ejecutivos “altos”, trabajadores altamente especializados o profesionales dentro de las empresas, principalmente transnacionales

Segundo. Las personas y empresas que cobran tarifas en dólares. Sucede algo similar a lo expuesto en el caso previo.
Tercero. Los exportadores. En este caso se impacta sólo en la diferencia neta entre el valor de lo exportado y el valor de lo importado. En algunos casos, por lo tanto, el impacto “ganador” es menor al usualmente esperado, que suele considerar tan sólo el valor total de la exportación y no la parte importada, que tendría, en este caso, un efecto contrario.

Cuarto. Los turistas extranjeros que visitan al país. Sus dólares les “rinden” más en colones al tipo de cambio que sostiene el Banco Central. Por supuesto igual beneficio perciben los establecimientos o negocios que atienden a turistas y reciben sus pagos en dólares.

Quinto. Los que pagan sus impuestos en colones, pero perciben sus ingresos en dólares. La conversión de esos dólares a colones les genera un monto mayor al mantenerse subvaluado el valor del colón con respecto al dólar por decisión del Banco Central.

Sexto. Los inversionistas en dólares. Si alternativamente se apreciara el colón, sus inversiones perderían valor de mercado. Por lo tanto, la decisión del Banco Central mantiene artificialmente sobrevaloradas sus inversiones medidas en colones. Asimismo, se favorecen quienes traen dólares del extranjero para adquirir propiedades en el país, pues la conversión al tipo de cambio determinado por el Banco Central les da más colones de la cuenta, con lo cual se abaratan sus adquisiciones en términos de colones.
Sétimo. Las entidades financieras y empresas que mantienen sus estados financieros en una posición neta en dólares. Tal fue el caso con un banquero privado, quien dijo a la prensa que su institución había tenido pérdidas cambiarias cuando el Banco Central revaluó el colón el pasado noviembre, pues “tenían dolarizados sus balances desde hace muchos años”. También hubo bancos estatales, como el de Costa Rica, entre otros, que mantuvieron una posición neta en dólares y en noviembre “apostaban” a que el colón no se revaluaría, según se le informó a medios de comunicación.

Octavo. Las personas que tienen colocaciones expresadas en dólares. De esta manera le rinden más colones que si el colón se revaluara respecto al dólar.

Noveno. Las personas que reciben sus pensiones en dólares, por las razones ya expresadas anteriormente.
¿Cuáles son los individuos o grupos perdedores ante una decisión del Banco Central de no reducir la banda cambiaria? (El orden en que se presentan no es relevante).
Primero. Las personas o grupos que reciben ingresos (salarios, financieros, de alquileres, utilidades) en colones, pues se subvalora el precio de su trabajo en términos de dólares. En el caso de salarios suelen ser, por lo general, aquellos que realizan trabajos menos especializados, entre ellos los que reciben salarios mínimos definidos por ley. Es interesante señalar que no ha habido manifestación por el costo que en estas circunstancias se impone sobre el valor de una parte importante de la mano de obra nacional, de parte de grupos que dicen representar los intereses de trabajadores.

Segundo. Las personas y empresas que cobran tarifas en colones. Sucede algo similar a lo expuesto en el caso previo.

Tercero. Los importadores. La sobrevaloración de dólar debido a la política del Banco Central encarece artificialmente el costo de los bienes y servicios importados.
Cuarto. Los viajeros costarricenses al exterior. Tienen, alternativamente, que pagar más colones de la cuenta por el costo en dólares en que incurren para sufragar los gastos del viaje.

Quinto. Los inversionistas en colones. La política del Banco Central por la que subvalúa el colón significa que, en términos de dólares, sus inversiones pierden valor de mercado.

Sexto. Las entidades financieras y empresas que mantienen sus estados financieros en una posición neta en colones. Cuando en noviembre del 2007 el Banco Central redujo la banda cambiaria revaluando al colón, hubo entidades financieras que habían “apostado” por ella, lo cual les generó ingresos por dicha revaluación. De darse una nueva revaluación, las entidades financieras que ajusten sus balances en tal sentido, volverían a tener ese tipo de ganancias extraordinarias. Por ende, la decisión del Banco Central de no bajar la banda cambiaria implica que se subvalora el valor neto de los activos y pasivos en colones de esas entidades financieras o empresas.

Sétimo. Las personas que tienen colocaciones expresadas en colones. La decisión del Banco Central de impedir una revaluación del colón, significa que sus activos financieros (colocaciones) en colones están siendo castigados en su verdadero valor de mercado.

Octavo. Las personas que reciben sus pensiones en colones, por las razones ya expresadas con anterioridad.

Noveno. Los consumidores, en tanto el precio en dólares del bien importado se expresara en un precio menor en colones. Como la política seguida por el Banco Central impide que se logre este beneficio, con ella se les ocasiona este costo.

Décimo. El sector público, pues tiene que efectuar pagos al exterior en dólares, que con la política del Banco Central se mantienen sobrevalorados; esto es, el sector público alternativamente tiene que entregar más colones de los que se requerirían si el Banco Central revaluara al colón. En consecuencia, los contribuyentes también se ven afectados, en cuanto son quienes en última instancia deben de pagar más por ese valor sobreestimado de los pagos al exterior en dólares.

De los diversos grupos arriba citados vale la pena mencionar a dos de ellos por su activa intervención pública mediante opiniones en los periódicos y reuniones con autoridades bancarias, poco después de la decisión del Banco Central en noviembre del 2007, cuando optó por reducir la banda cambiaria con la consiguiente revaluación del colón. Por una parte, altos funcionarios bancarios de entidades cuyos estados financieros en lo neto indicaban estar relativamente “dolarizados”, se quejaron de que la medida tomada por el Banco Central ocasionó que asumieran fuertes pérdidas por la devaluación del dólar. Por otra parte, grupos de exportadores arguyeron públicamente que la medida en mención los ponía en problemas de competitividad en los mercados internacionales. Asimismo, casualmente algunos de esos mismos banqueros indicaron que la decisión del Banco Central afectaba fuertemente al sector exportador.

Toda esta historia nos debe hacer pensar si la decisión actualmente tomada por el Banco Central no ha sido llevada a cabo en consideración de no ocasionar pérdidas a ciertos sectores, aunque al así hacerlo ocasiona pérdidas a otros sectores de la economía. De la lista arriba expuesta es fácil deducir quienes están en qué campo y quienes en el opuesto. Lo cierto es que no parece ser una función del Banco Central tomar medidas, si es este el caso, en función de no afectar a ciertos grupos, aunque con ello daña a otros.


Por Carlos Federico Smith