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Tema: Artículos publicados en "Diario Extra"

  1. #111
    2010-03-23-EL LIBERALISMO ES ANTI EMPRESARIO

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    EL LIBERALISMO ES ANTI-EMPRESARIO


    La Extra, 23 de marzo del 2010.

    Hay quienes señalan que el liberalismo es un instrumento político al servicio de los empresarios; otros consideran que el liberalismo se opone a aquellos. Por ello, es necesario explicar la relación entre el pensamiento liberal y la importancia del empresario en la vía económica.

    Al empresario se le entiende como al individuo alerta para descubrir oportunidades hasta esos momentos soslayadas o inadvertidas, y que se pueden aprovechar en ganancias inmediatas o futuras. Ello requiere buen juicio y creatividad, pero lo importante es el proceso de descubrimiento implícito en el papel del empresario. Su gran utilidad social radica en que, en el marco de un mercado que asigna económicamente los recursos, es capaz de revelar esas oportunidades antes no descubiertas, con lo que juega un papel vital en la lucha contra la escasez.

    La sociedad progresa y amplía su libertad al disponer de mecanismos que den prioridad a nuevas soluciones que faciliten nuestra adaptación al cambio. Lo logra gracias a la invención y al desarrollo de los mercados, en donde el empresario descubre esas nuevas soluciones traducidas en una posible explotación que le reditúe ganancias.

    La competencia es crucial para que esa búsqueda no sea un simple feudo a explotar por individuos beneficiados con ello, sino un proceso que permita sin interrupción el descubrimiento constante de nuevas oportunidades. Hay una tendencia natural a que surjan monopolios: los individuos tratan de forjar barreras de todo tipo para impedir no sólo que otros compitan con ellos, sino porque tales barreras a su vez les permiten competir con otros. De aquí la búsqueda de acceso político para presionar el otorgamiento monopolios que permitan conservar el privilegio. En un orden liberal es esencial evitar dicho daño; para ello se debe disponer de normas generales y no específicas que eviten esos intentos de limitar la libre entrada de competidores al mercado.

    Cuando un liberal estimula el surgimiento de reglas universales que frenen el privilegio que se daría a alguno para evitar la competencia -concedido con legislación o regulación específicas- se escucha el clamor de que el liberalismo es contrario a la empresa privada. Sí, es contrario porque no considera conveniente otorgar privilegios que impidan la libre competencia. El liberal cree en un empresariado descubridor y explotador de oportunidades previamente no descubiertas, pero sujeto a la regla general de la competencia y no de un privilegio estatal que cohonesta el monopolio.

    Hay una fuerte asociación histórica del pensamiento liberal en contra del proteccionismo comercial y la creencia en la empresa privada como elemento dinamizador del cambio y del progreso económico. Nos oponemos al proteccionismo por afectar al consumidor, cuya satisfacción es el fin último en una economía, al otorgarse un beneficio particular a algún grupo productor o importador gracias a la imposición de aranceles que efectúa el Estado, que impide una competencia deseable. Una empresa en competencia, si bien actúa probablemente tratando de lograr una posición monopólica, se ve impedida de lograr permanentemente dicho privilegio. Ello beneficia en última instancia a los consumidores, al así poder ejercitar su libertad para escoger.

  2. #112
    2010-03-30-EL LIBERALISMO ES PATERNALISTA-PARTE I

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    EL LIBERALISMO ES PATERNALISTA-PARTE I


    La Extra, 30 de marzo del 2010.

    Entre pensadores liberales hay actualmente una discusión interesante en torno al tema del papel del Estado respecto a las decisiones que deben tomar los individuos libres en sociedad. Una visión es la llamada “paternalismo duro”, que considera que el Estado desempeña un papel autoritario por el cual define, mediante su poder, la toma de decisiones del individuo. Un ejemplo es la propuesta de que el Estado debería prohibir la venta de bebidas gaseosas azucaradas pues provoca obesidad entre los ciudadanos. Esta visión elimina la libertad de escoger de las personas, sustituyéndola por la prohibición y el mandato de ciertas conductas específicas, según el criterio de la autoridad. En última instancia muestra un carácter autoritario del Estado aunque se haga presuntamente en beneficio de las personas para las cuales dicta su decisión. Los órdenes fascistas y socialistas, e incluso partes del ideario político social-demócrata, se pueden caracterizar por ese “paternalismo duro”.

    Otra visión ha sido denominada paternalismo “del tío” en vez de la figura “paternal” propia del paternalismo estatal usual, por el cual se da a entender que la acción del Estado se asemejaría más al interés que puede mostrar “un tío”, en vez de la “orden” que le suele inferir un padre a su hijo, en cuanto a la bondad o corrección de ciertas acciones que éste lleva a cabo. Esta versión del paternalismo también se ha llamado “paternalismo suave”, pues se basa en la presunción de que el Estado puede ayudar a la persona a tomar decisiones que las hubiera realizado si hubiera tenido una mayor fuerza de voluntad o conocimiento acerca de ellas.

    Hay teóricos liberales clásicos, especialmente economistas, quienes han incidido para que esta última posición sea objeto de reflexión en el campo de las políticas liberales.

    Son ejemplos Vernon Smith, del Departamento de Economía de la Universidad George Mason, ganador del Premio Adam Smith de la Asociación para la Educación sobre la Empresa Privada, además de Premio Nobel en Economía en el 2002 junto con Daniel Kahneman, quienes escribieron acerca de lo que hoy se conoce como economía del comportamiento, base política del paternalismo blando o paternalismo “del tío”. Señalan los casos de individuos que suelen valorar más los resultados en el corto plazo sobre otras opciones que, si bien les otorgan mayores beneficios, los recogen a un plazo más largo o, según la forma en que a los individuos se les presentan las opciones -por ejemplo, una disyuntiva definida en términos positivos ante otra en términos negativos- incide en la toma de decisión de las personas. En resumen, un individuo menos hiper-racional de lo que suelen asumir los análisis económicos neoclásicos.

    Si esa hiper-racionalidad no siempre está presente, se puede considerar la posibilidad de que el Estado modifique sutilmente las decisiones de las personas; por ejemplo, alterando la forma en que se presentan las opciones o bien modificando las expectativas en el tiempo de los flujos de beneficios. Eso sí, lo proponen sin alterar la libertad de elección que poseen los individuos, pues se les informaría debidamente acerca del porqué de la propuesta estatal. Se supone que, de esta manera, se ayudaría a las personas a tomar las decisiones correctas.

  3. #113
    2010-04-06-EL LIBERALISMO ES PATERNALISTA-PARTE II

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    EL LIBERALISMO ES PATERNALISTA-PARTE II


    La Extra, 06 de abril del 2010.

    Hace una semana mencionamos que en el concepto de “paternalismo suave” el Estado ayuda a una persona a tomar mejores decisiones que las hubiera tomado si contara con una mayor fuerza de voluntad o un mayor conocimiento de ellas y que se diferencia de los paternalistas duros, quienes creen que los individuos no son capaces de decidir por sí mismos en función de su bienestar y que el Estado debe ser el que decida por ellos.

    Es posible pensar que la posición del paternalismo suave o “paternalismo del tío” se refiere a no “dar el pescado a la gente”, sino de enseñarla pescar y que, a diferencia del “paternalismo duro”, en que el Estado interviene dándole el pescado a la gente, su función bajo aquél es dar instrumentos que le permitan mejorar su estrategia de elección, mediante una valoración adecuada (más informada) de los pros y los contras de las opciones.

    La tesis que debe ser cuestionada en este último enfoque es si, en primer lugar, el Estado es capaz de mejorar las decisiones que toman los individuos, aún cuando estemos de acuerdo con que ellas son “equivocadas”. Los individuos, aún disponiendo de la información que ahora les brinda el Estado, bien podrían continuar haciendo elecciones “equivocadas”.

    En segundo lugar, la suposición o hecho de que los individuos se equivocan en su toma de decisiones se puede extender fácilmente a la toma de decisiones que llevan a cabo los mismos burócratas que, en este análisis, serían quienes presuntamente saben cuáles son las correctas. A diferencia de la posibilidad de que en un marco competitivo los individuos tengan un incentivo para corregir sus errores, mediante en un proceso en donde la misma toma de decisiones induce a que la gente vaya tomando mejores decisiones, tal corrección no se extiende tan fácilmente al burócrata en el seno de un monopolio público o de una agencia gubernamental, en donde no hay los incentivos que permitan internalizar los costos de tomar decisiones equivocadas (en la organización pública no hay un equivalente del estado de pérdidas o ganancias).

    Un problema serio con la toma de decisiones burocráticas, expuesto por el análisis de la teoría de la elección pública, es que la estructura de incentivos no conduce a la solución competitiva óptima, pues los incentivos pueden más bien incitar hacia la permanencia de rentas que percibe el burócrata. Los burócratas son seres humanos con ambiciones propias, quienes tienen un conocimiento limitado y carecen muchas veces de la voluntad requerida para tomar ciertas acciones, al igual que como puede suceder con el resto de las personas. Entonces, ¿cuál es la diferencia que surgiría de seguirse políticas de “paternalismo suave”? Ello se lo preguntó en una ocasión el economista austriaco Mario Rizzo, al discutir sobre este tema (Mario Rizzo en el blog del 25 de mayo del 2007 del Wall Street Journal, “Should Policies Nudge People To Make Certain Choices?“: “¿En quién se puede confiar más: en individuos que enfrentan los costos y los beneficios resultantes de sus propias acciones o en políticos y burócratas que no los encaran?” Dejo que la respuesta la brinde el amigo lector. En todo caso, en el seno del liberalismo la idea de un “paternalismo suave” como parte de su accionar político no es tema que esté definitivamente “resuelto”.

  4. #114
    2010-04-13-EL LIBERALISMO ES RETRÓGRADO-PARTE I

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    EL LIBERALISMO ES RETRÓGRADO-PARTE I



    La Extra, 13 de abril del 2010.

    Entendamos al término “retrógrado” como lo contrario del “progreso”, siendo este último alguna forma de adelanto cultural y técnico que se presenta en una sociedad. El término retrógrado se suele asociar con los enemigos del cambio y de la innovación.

    ¿Será cierto, entonces, que el liberalismo es enemigo del cambio, de la innovación, del progreso?; ¿que es partidario de la idea de que todo tiempo pasado fue mejor?
    Hayek busca explicar cómo la “Sociedad Libre” (o la que Popper llamó “Sociedad Abierta”) pudieron evolucionar desde sistemas tribales de grupos humanos de un tamaño reducido, hacia órdenes sociales tan complejos como hoy son aquellos, caracterizados por ser órdenes espontáneos resultantes de la interacción de individuos separados, cuya coordinación se define al seguir ciertas reglas generales de conducta. Son sistemas más complejos que persisten a través de un proceso evolutivo, que permite adaptarse a sí mismo, como un todo, a aquellos cambios acerca de los cuales cada uno de los individuos que participa en él sabe tan sólo una pequeña fracción. A diferencia de un “grupo pequeño”, que posee fines específicos, en una sociedad espontánea con multiplicidad de individuos y con muy diversos fines, se da un acomodo de esos muy diversos intereses concretos individuales o de grupos pequeños.

    Las sociedades espontáneas suelen ser complejas en las cuales el conocimiento se coordina en el marco de reglas generales y no mediante la dirección ordenada del comportamiento de los individuos. Señala Hayek que “El orden espontáneo surge a partir del balance que cada elemento hace de todos los diferentes factores que operan sobre él y por el ajuste que hacen entre sí de sus diversas acciones, un balance que se vería destruido si algunas de las acciones son determinadas por alguna otra agencia con base en un conocimiento diferente y al servicio de fines diferentes.” (Friedrich A Hayek, Law, Legislation and Liberty, Vol. 1, Op. Cit., p. 51).

    La libertad es un artefacto que resulta de la evolución cultural, en que la gente aprende reglas de conducta que le permiten adaptarse eficientemente a las situaciones cambiantes. Son sistemas caracterizados por ser órdenes surgidos espontáneamente sin haber sido diseñados por mente alguna. Dice Hayek: “La libertad fue hecha posible por la evolución gradual de la disciplina de la civilización que es al mismo tiempo la disciplina de la libertad. Protege al hombre por medio de reglas abstractas impersonales contra la violencia arbitraria de otros y permite que cada individuo trate de construir por sí mismo un dominio protegido en el cual a nadie más le es permitido interferir y en el cual él puede usar su propio conocimiento para sus propios propósitos.” (Friedrich A. Hayek, Law, Legislation and Liberty, Vol. 3: The Political Order of a Free People, Chicago: The University of Chicago Press, 1979, p. 163). Así se pudo transitar de una sociedad de grupos cerrados en que los individuos se conocían entre sí íntimamente, hacia una sociedad abierta en donde lo que los une es la obediencia a reglas abstractas concretas. Fue factible evolucionar exitosamente de una sociedad compuesta por pocos agricultores o cazadores hacia otra más compleja basada en el intercambio que practican sus integrantes.

  5. #115
    2010-04-20-EL LIBERALISMO ES RETRÓGRADO-PARTE II

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    EL LIBERALISMO ES RETRÓGRADO-PARTE II


    La Extra, 20 de abril del 2010.

    La gente aprende reglas generales de conducta que conformaron la costumbre y la tradición, lo que permitió surgir una sociedad caracterizada por el intercambio y la división del trabajo, que posibilitó un enorme progreso y desarrollo económico al dejar el individuo de producir tan sólo para unos pocos allegados y dedicarse a satisfacer las necesidades de muchísimos desconocidos.

    La evolución de la tradición se puede identificar con el progreso; si bien la evolución espontánea es condición necesaria, no suficiente para el progreso. Podemos aspirar a crear condiciones favorables para progresar, pero no es posible saber con certeza si una medida propuesta nos lo garantiza. La evolución es indefinida -no se sabe que turnos podrá tomar- de manera que es esencial disponer de instituciones que permitan la mayor flexibilidad de adaptación al cambio y a la evolución. En el área económica, para resolver los problemas de la escasez y la incertidumbre, así como por la imperfección natural del hombre, la institución del mercado libre ha permitido tal adaptación, que a la fecha parece haber permitido a las personas tener un enorme progreso.

    Pedro Schwartz escribe que el mercado es condición necesaria para la libertad, pues “en un mundo dominado por la Ignorancia, la Escasez y la Incertidumbre, las sociedades liberales ha producido inintencionadamente una institución que aumenta sus posibilidades de Conocimiento, Abundancia y Progreso.” (Pedro Schwartz, “Bases Filosóficas del Liberalismo,” en Nuevos Ensayos Liberales, Op. Cit., p. 128).

    La institución del mercado libre permite que cada uno de nosotros descubra y explote oportunidades hoy escondidas, lo que posibilita progresar, pero la evolución no nos garantiza a futuro si se logrará. Lo que sí puede darnos una idea del progreso es lo históricamente sucedido, pues se aprecia la diferencia de resultados bajo órdenes basados en la libertad con otros sistemas totalitarios cuyo efecto difícilmente se puede calificar como “progreso”. La virtud de un orden liberal es disponer, gracias a la libertad, de instrumentos que permitan a la sociedad adaptarse al cambio inesperado. Tales son ciertas normas de conducta generales aprendidas, que facilitan la colaboración entre individuos, en que el aprendizaje de nuestros antepasados se recoge en tradiciones que han probado ser útiles y que ahora se nos transmiten. Estas no son útiles eternamente pues cambian las circunstancias, por lo cual el liberal está lejos de ser conservador, pero aprecia la importancia de las tradiciones en la vida social.

    En resumen, dice Hayek: “todo proceso evolutivo… es un fenómeno que implica la incesante adaptación a un conjunto de acontecimientos imprevistos, a un cúmulo de circunstancias cuya evolución nadie puede prever…”, por lo que el caso a favor del liberalismo está en destacar como, mediante la herramienta de la libertad, ese orden posee las vías por las cuales “las estructuras de índole compleja comportan mecanismos de corrección que, aunque sin duda condicionarán el futuro acontecer, nunca eliminará su condición de impredecible.” (Friedrich A. Hayek, La Fatal Arrogancia: Los errores del socialismo, Obras Completas de Hayek, Vol. I, Madrid: Unión Editorial, 1994, p. 216.)

  6. #116
    2010-05-04-EL LIBERALISMO ES ANTI-RELIGIOSO-PARTE II

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    EL LIBERALISMO ES ANTI-RELIGIOSO-PARTE II


    La Extra, 04 de mayo del 2010.

    En esta segunda parte me interesa más analizar si el liberalismo, como orden político y abstrayéndolo de circunstancias históricas particulares, adversa las creencias religiosas concretas que puedan tener los individuos dentro de ese orden extendido, a lo cual respondo con un significativo no, como explicaré.

    Ciertamente hubo destacados pensadores que contribuyeron a definir lo que se puede denominar como pensamiento liberal clásico y que se opusieron a movimientos religiosos, principalmente a la Iglesia Católica, pero reitero que surgía de la fuerte relación entre monarcas absolutistas y esa corporación religiosa, principalmente, pero que también fue un conflicto que se dio con otras agrupaciones religiosas. Ejemplos son Voltaire y Montesquieu, ilustrados franceses, quienes criticaron fuertemente la relación entre la Iglesia Católica y los reyes totalitarios, así como el inglés John Locke, acerca de quien de seguido me referiré con algún grado de detalle.

    John Locke, uno de los más importantes pensadores germinales del liberalismo clásico, siempre consideró a la iglesia como “una sociedad libre y voluntaria y que los asuntos religiosos estaban lejos de los intereses del gobierno”. Señaló que “la tolerancia que le extendía a otros se la negaba a los papistas y a los ateos… pero es claro que Locke hizo tal excepción no por razones religiosas sino con fundamento en políticas de Estado. Miró a la Iglesia Católica como un peligro para la paz pública porque le había otorgado obediencia a un príncipe extranjero; y excluyó al ateo porque, desde el punto de vista de Locke, la existencia del Estado dependía de un contrato y la obligación del contrato, como de toda ley moral, dependía de la voluntad Divina.” (W. R. Sorley, “John Locke” en The Cambridge History of English and American Literature, Vol. VIII: The Age of Dryden, XIV: John Locke, 13: Locke’s View on Church and State, par. 27, New York: Putnam, 1907-1921).

    El liberalismo busca garantizar la libertad de los individuos para que puedan satisfacer sus expectativas ante la vida, pero ello requiere de un Estado cuyo poder sea limitado.

    Según Cubeddu, si ese objetivo se traslada al campo religioso, “se concreta en la reducción de la religión a fenómeno privado y en la tolerancia” (Raimondo Cubeddu, Op. Cit., p. 32). Esta idea refleja la posición de Locke acerca de la iglesia, de la cual escribió que, “Considero que es una sociedad voluntaria de hombres que se reúnen de mutuo acuerdo para rendir culto público a Dios en la forma que ellos juzguen que le es aceptable y eficiente para la salvación de sus almas.” (John Locke “Carta sobre la Tolerancia”, en Estudios Públicos, 28, Santiago, Chile: Centro de Estudios Públicos, 1987, p. 8) y, en lo que se refiere a la tolerancia, transcribo un párrafo de la Carta de Locke que, al conjuntarla con el papel del Estado ante la religión, me parece resume muy bien la posición liberal ante este tema: “que todas las iglesias se obligaran a proclamar que la tolerancia es el fundamento de su propia libertad y a enseñar que la libertad de conciencia es un derecho natural del hombre, que pertenece por igual a los disidentes como a ellos mismos, y que nadie puede ser obligado en materias de religión, ni por ley ni por fuerza.” (Ibídem, p. 34).

  7. #117
    2010-05-11-EL LIBERALISMO ES ANTI-RELIGIOSO-PARTE III

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    EL LIBERALISMO ES ANTI-RELIGIOSO-PARTE III


    La Extra, 11 de mayo del 2010.

    En esta tercera y última parte comienzo planteando la situación del individuo quien de alguna manera desea practicar algún tipo de religión y, por tanto, aprecia la libertad de practicarla (o de no hacerlo). Es un asunto de la conciencia de cada persona desear ejercitar (o no ejercitar) su práctica religiosa. Lo importante es que su práctica (o no práctica) no ocasione un daño a los demás individuos. Asevera David Conway asevera que “En virtud de la medida de libertad que otorga a sus miembros, una organización política liberal debe proveerles con la libertad de practicar (o de no practicar) la religión sin daño alguno… (ese) hecho de poder practicar la fe de su elección en sí mismo no establece que tal forma de organización política sea la mejor para cada miembro… pues mucha gente preferiría que tan sólo fuera su propia religión la practicada si se compara con que se permitiera a otros practicar otras formas de fe o el ateísmo… el precio que cada miembro de la sociedad debe pagar para que se le permita vivir de acuerdo con su propia fe particular es la extensión de la tolerancia religiosa a otros. La medida de libertad que se concede a todos los miembros dentro de una organización política liberal le permite a cada uno de ellos practicar o no practicar su religión de acuerdo con sus propias luces.” (David Conway, Classical Liberalism: The Unvanquished Ideal, New York: St. Martin’s Press, Inc., 1995, p. p. 17-18).

    Espero haber desnudado la falacia de que el liberalismo se opone a la religión. Esta es, en esencia, un asunto privado en lo que nada tiene que ver el Estado. De aquí la importante idea liberal de la separación entre la Iglesia y el Estado. Al creyente, como al ateo, lo que les interesa es poder ejercitar cualquier creencia que su conciencia considere deseable. La sociedad abierta le garantiza el ejercicio (o el no ejercicio) de la fe, en tanto que con ello no dañe a los restantes individuos.

    El ensayo de Locke escrito en 1689, y que he citado, es crucial en el desarrollo del pensamiento liberal. En su Letters Concerning Toleration (Carta acerca de la Tolerancia), trata del derecho de cada individuo a escoger su propio camino hacia la salvación, así como acerca de la ilegitimidad de que el Estado empuje a la gente a mantener ciertas creencias religiosas: el gobierno civil no debe incidir en los asuntos religiosos de las personas.

    Concluyo mi comentario que he llevado a cabo en tres partes a la aseveración de que “el liberalismo es anti-religioso” con una cita de Locke, la cual creo que resume adecuadamente la correcta posición liberal ante el tema de la fe de los individuos, en donde enfatiza el límite del área pública del área privada en cuanto a la religión: “toda jurisdicción del gobernante alcanza sólo a aquellos aspectos civiles, y que todo poder, derecho o dominio civil está vinculado y limitado a la sola preocupación de promover estas cosas; y que no puede ni debe ser extendido en modo alguno a la salvación de las almas… el poder del gobierno está sólo relacionado a los intereses civiles de los hombres; está limitado al cuidado de las cosas de este mundo y nada tiene que ver con el mundo que ha de venir” (John Locke, “Carta sobre la Tolerancia”, en Estudios Públicos, Op. Cit., p. 6 y p. 8).

  8. #118
    2010-05-18-EL LIBERALISMO DISCRIMINA CONTRA LAS MINORÍAS-PARTE I

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    EL LIBERALISMO DISCRIMINA CONTRA LAS MINORÍAS- PARTE I


    La Extra, 18 de mayo del 2010.

    Inicio este comentario refiriéndome al debate en torno al multiculturalismo, fenómeno que, si bien se relaciona con que muchas sociedades están abiertas al ingreso de gentes provenientes de otras culturas, permite incorporar el tema de culturas de poblaciones indígenas como forma de vida “diferente” de la tradición mayoritaria o más poderosa que hay en una nación (o de la minoría más poderosa). Así queda planteado cómo las sociedades deben acomodar otras culturas diferentes y diversas de la propia.

    El análisis del multiculturalismo más bien se ha referido a las necesidades de integrar culturas extranjeras a la nacional mayoritaria, pero permite tratar la posición liberal ante la diversidad cultural, pues la discusión es aplicable a grupos objeto de discriminación en una sociedad, como la racial, sexual, tribal, de preferencia sexual, entre otros, que son semejantes en cuanto a la aceptación y acomodo de la diversidad.

    Señala Kukathas, “el liberalismo es una doctrina profundamente simpática con el multiculturalismo porque proclama la importancia de la libertad individual de vivir una vida propia para él o para ella, aún si la mayoría de una sociedad desaprueba la forma en que se vive esa vida… debe tolerarse los hábitos o las diferencias de una minoría en vez de ser suprimidas.” (Chandran Kukathas, “Anarcho-Multiculturalism: The Pure Theory of Liberalism,” en Geoffrey Brahm Levy, ed., Political Theory and Australian Multiculturalism, New York: Berghahn Books, 2006, p. 37).

    El orden liberal clásico no discrimina contra las minorías: no obliga a una minoría a acatar que valores que por alguna razón no pueda hacerlo ni se le prohíbe vivir de acuerdo con sus valores. El punto es lograr formas por las que grupos o minorías convivan en sociedad sin entrar en conflicto con otros grupos o valores; esto es, cómo lograr una coexistencia pacífica. Puede ser difícil lograrlo en la práctica, pero la idea es que, en una sociedad en la que hay diversas culturas, cada persona pueda asociarse libremente con quien le plazca, sin tener que aceptar valores que no reconocen o que no puede obedecer, siempre cuando se respete el derecho a otros a hacer lo mismo. Lo podemos llamar tolerancia con los demás, que en el caso extremo se debe ser tolerante aún con quienes no simpatizan con el liberalismo. Dice Kukathas, “una sociedad multicultural liberal clásica puede contener dentro de ella muchos elementos iliberales.” (Chandran Kukathas, Ibídem, p. 38), pero también ningún grupo o cultura particular puede recibir un tratamiento especial diferente de las otras que la componen. En resumen, ni favores ni temores.

    La visión de Kukathas no es enteramente compartida por otros pensadores liberales, que cuestionan la idea de ser tolerante con quienes son intolerantes hacia los principios liberales. Ello se debate, pero, como dice Kukathas, “si algo es característico de la tradición liberal es su cautela ante la concentración del poder y de los esfuerzos de los poderosos por suprimir el disentimiento. Los regímenes liberales han sido notables por su compromiso con la dispersión del poder y con la tolerancia hacia el disentimiento en las ideas –ya sean ellas conservadoras, socialistas, fascistas, teocráticas o simplemente anti-liberales.” (Ibídem, p. 41).

  9. #119
    2010-05-25-EL LIBERALISMO DISCRIMINA CONTRA LAS MINORÍAS-PARTE II


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    EL LIBERALISMO DISCRIMINA CONTRA LAS MINORÍAS- PARTE II


    La Extra, 25 de mayo del 2010.

    Para continuar este análisis, considero relevante citar a Mises: “…el liberalismo debe ser intolerante ante cualquier tipo de intolerancia… El liberalismo exige la tolerancia como un asunto de principio, no de oportunidad. Demanda tolerancia aún de las enseñanzas obviamente más sin sentido, de formas absurdas de heterodoxia y de supersticiones tontamente infantiles… demanda tolerancia por las doctrinas y opiniones que considera van en detrimento y arruinan a la sociedad y hasta para con los movimientos que él combate infatigablemente. Porque lo que impulsa al liberalismo para demandar y estar de acuerdo con la tolerancia no es consideración por el contenido de la doctrina a ser tolerada, sino por el conocimiento de que sólo la tolerancia puede crear y preservar la condición de paz social, sin la cual la humanidad debe retroceder a la barbarie y penurias de siglos que hace mucho pasaron.” (Ludwig von Mises, Liberalism in the Classical Tradition, Irvington, New York: Foundation for Economic Education, 1985, p. p. 55-56).
    En ocasiones se ha acusado al liberalismo de racista, por lo que, a pesar de lo descabellado de la aseveración, me referiré brevemente enfatizando la idea liberal de que no hay amos naturales, ni esclavos naturales. Como señaló Adam Smith, “La diferencia entre los caracteres más desemejantes, como entre un filósofo y un esportillero (mandadero de puerta en puerta), parece proceder no tanto de la naturaleza como del hábito, costumbre o educación.” (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, Tomo I, San José, Costa Rica: Universidad Autónoma de Centro América, 1986, p. 55. Paréntesis mío).

    Denson señala que: “Una de las metas principales y de los grandes logros del liberalismo clásico fue la abolición de la esclavitud… sin que la guerra fuera necesaria… a pesar del hecho de que la esclavitud había sido una importante y bien aceptada institución mundial durante miles de años. La gran tragedia para el liberalismo clásico, y para el pensamiento político de los Estados Unidos, fue que las ideas de un gobierno limitado y de los derechos de los estados, que eran ideas del liberalismo clásico adoptadas por el Sur, se entrelazaron con la idea de la esclavitud, a la cual el liberalismo clásico se oponía.” (John V. Denson, editor, Reassessing the Presidency: The Rise of the Executive State and the Decline of Freedom, Auburn, Alabama: The Ludwig von Mises Institute, 2001, p. xvii).

    William Lloyd Garrison fue un líder destacado del movimiento antiesclavista en los Estados Unidos y connotado liberal. En una declaración escrita en 1833, señaló que “El derecho a disfrutar de la libertad es inalienable. Invadirlo es usurpar la prerrogativa de Jehovah. Todo hombre tiene derecho a su propio cuerpo –a los productos de su trabajo propio- a la protección de la ley- y a las ventajas comunes que tiene una sociedad. Es piratería comprar o robarse a un nativo de Africa, y sujetarlo a esclavitud. Con certeza, el pecado es tan grande cuando se esclaviza a un africano como a un estadounidense.” (William Lloyd Garrison, “Man cannot hold property in Man,” en David Boaz, editor, The Libertarian Reader: Classic and contemporary writings from Lao-Tzu to Milton Friedman, New York: The Free Press, 1997, p. 78).

  10. #120
    2010-06-01-EL LIBERALISMO DISCRIMINA CONTRA LAS MINORÍAS-PARTE III

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    EL LIBERALISMO DISCRIMINA CONTRA LAS MINORÍAS- PARTE III


    La Extra, 01 de junio del 2010.

    En esta tercera parte del mito de que el liberalismo discrimina contra las minorías, empiezo por citar a Frederick Douglass, quien planteó, creo mejor que nadie, el caso liberal en contra de la esclavitud y la servidumbre racial en los Estados Unidos. Escapó de la esclavitud en 1838 y escribió Letter to His Old Master (Una carta a su antiguo amo), que en parte dice: “Desde ese momento resolví que algún día me fugaría. La moralidad del acto lo resuelvo de la manera siguiente: Yo soy yo: usted es usted; somos dos personas distintas, personas iguales. Lo que es usted, lo soy yo. Usted es un hombre, y yo también lo soy. Dios nos creó a ambos, y nos hizo cosas separadas. Por naturaleza no estoy atado a usted, o usted a mí. La naturaleza no hace que su existencia dependa de la mía, o que la mía dependa de la suya… Somos personas distintas, y cada cual está igualmente provisto con las facultades necesarias para su existencia individual. Al dejarlo, no tomo nada que no me haya pertenecido, y de ninguna manera disminuyó los medios para que usted logre una vida honesta. Sus facultades le continúan perteneciendo, y las mías se convirtieron en útiles para el dueño correcto. Por lo tanto no veo que haya daño a alguna parte de la transacción.” (Frederick Douglass, “Letter to His Old Master”, en My Bondage and My Freedom, New York: Arno, 1969, y reproducida en David Boaz, editor, Ibídem., p. 82).

    También contra el liberalismo clásico se ha lanzado la acusación de ser anti-feminista, afirmación que debe analizarse a la luz de los principios liberales de respeto a la diversidad de las personas y de la igualdad ante la ley. Esto es, tanto la mujer como el hombre tienen derecho a la libertad sin que la persona sea objeto de coerción. El principio de igualdad ante la ley implica que las mujeres no deben ser tratadas de manera diferente ante ella; esto es ni favoreciéndolas ni afectándolas, pues las mujeres tienen el derecho a ser tratadas iguales que los hombres (y viceversa).

    Deseo ampliar algunas otras ideas que creo pueden reflejar adecuadamente la posición liberal. En primer lugar, no parecen existir razones suficientes como para sugerir que el orden político del liberalismo no brinda derechos suficientes como para que la mujer pueda desarrollar la vida que desea. La clave para tal resultado está en asegurarse la vigencia del principio de igualdad ante la ley. En segundo lugar, en una sociedad liberal no hay razones para suponer que dicho orden impide que las mujeres desempeñen un papel diferente del tradicional familiar y natural o que, asimismo, puedan desempeñar este último rol social, si así lo escogen libremente Los acuerdos privados con familiares, con sus esposos o esposas, y patronos, permiten que esos papeles puedan ser llevados a cabo. Finalmente, en un orden liberal “no hay razón para suponer que, en caso de que los patronos hombres estuvieran prejuiciados en contra de emplear mujeres con base en los méritos, aquellas mujeres que no fueron empleadas debido al prejuicio no estarían en capacidad de lograr ser tan exitosas como lo ameritan sus talentos”, debido a la existencia de mercados competitivos que imponen un costo con aquellos quienes desean seguir prácticas discriminatorias. (David Conway, Classical Liberalism: The Unvanquished Ideal, Op. Cit., p. p. 63-64).

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