2008-05-27-IMPUESTOS ESCONDIDOS

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IMPUESTOS ESCONDIDOS


La Extra, 27 de mayo del 2008. Reproducido en el libro de Carlos Federico Smith, “Políticamente Incorrecto”, 2009, p. p. 55-56.

Pocos lo expresaron tan claramente como James Buchanan a escribir que el “poder para gravar impuestos es el poder del gobierno para quitar”. Quienes pagan impuestos lo entienden como el poder del gobierno para obligar a que personas privadas le transfieran sus recursos. A veces esta obligación es directa, como al pagar el impuesto sobre la renta o al comprar gasolina, pero en otras ocasiones lo carga disimuladamente, como cuando se paga por un servicio público más de lo que en competencia se tendría que dar o cuando el gobierno obliga a los consumidores a pagar por un producto un precio mayor al de un mercado libre para subsidiar a algún productor. No se trata de impuestos ocultos en el sentido de que, cuando se paga por algo, ya trae algún tipo de gravamen incluido. Hablo de otras formas que el gobierno usa para forzar a las personas a transferirle recursos sin que lo note como un impuesto común y corriente.

Con frecuencia uno escucha decir que el país tiene una carga tributaria baja (de cerca de un 14%) comparada con la de otros países y se pide aumentar los impuestos como proporción de la producción nacional. Uno podría señalar los efectos negativos que tal sugerencia tiene, pero esa propuesta sufre de un pecado original, como intentaré mostrarlo a la luz de hechos recientes en nuestra economía, que señalan que nuestra carga tributaria -si incorporara adecuadamente lo que expondré- en realidad es muy superior a la que alegan.

Hay tres casos de lo que llamo “impuestos escondidos” que simplemente son gravámenes que no se incluyen como parte de las cifras de carga tributaria. Y tienen gran relevancia actual, como explico. El primero es el impuesto que los asalariados en colones han pagado hasta hace poco, debido a la decisión del Banco Central de fijar un tipo de cambio del colón respecto al dólar superior al de un mercado libre sin la intervención estatal del Banco. Un obrero que ganó, por ejemplo, ¢ 100.000 al mes, durante los pasados 18 meses recibió aproximadamente un promedio de $ 200. Esto es lo que podría adquirir de artículos denominados en dólares con su sueldo al tipo de cambio sobrevaluado que definió el Banco Central. Si, de acuerdo con ciertas estimaciones, el tipo de cambio de mercado libre se hubiera dejado que fuera de ¢ 450, su salario equivalente habría sido de $222. Esto es, ocultamente nuestro obrero pagó un impuesto de aproximadamente el 10% de su salario. Este impuesto no aparece en las cifras de la carga tributaria de Costa Rica.

También ese obrero, como cualquier otra persona que mantiene colones, sufrió otro impuesto no medido por aquella carga tributaria, cual es la inflación causada por la emisión excesiva del Banco Central. El poder adquisitivo de su sueldo en colones simplemente se redujo en este año en cerca de un 10%.

Por si no fuera suficiente, el Banco Central bajó arbitrariamente la tasa de interés real en la economía, a la fecha de aproximadamente menos 7% (diferencia entre la inflación de un 11% y lo que paga por un CD a 6 meses plazo un banco comercial). Este es un impuesto claro al ahorrante y tampoco aparece en la medición de nuestra carga tributaria.

Si sumamos estos tres fuertes impuestos ocultos, ¿cree Usted lo que nos dicen de que el país tiene una carga tributaria del 14%? Lo que quieren es que el gobierno les quite aún más recursos a las personas.