2010-06-15-EL LIBERALISMO ES ANTI-SOLIDARIO-PARTE I

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EL LIBERALISMO CLASICO ES ANTI-SOLIDARIO-PARTE I


La Extra, 15 de junio del 2010.

Este comentario amplía la respuesta a una crítica antes analizada de que el liberalismo clásico discrimina contra las minorías. Ahora debo referirme al carácter individualista del orden político liberal clásico.

El liberal clásico es individualista al reconocer su rol en un orden social espontáneo, el cual “enfatiza… que el estado debería de ser… tan sólo una pequeña parte de ese organismo mucho más rico que llamamos ‘sociedad’ y que… únicamente debería brindar un marco general en el cual tiene la extensión máxima la libre colaboración entre los hombres...” (Friedrich A. Hayek, “Individualism: True and False,” en Chiaki Nishiyama y Kurt R. Leube, editores, The Essence of Hayek, Stanford: Hoover Institution Press, 1984, p. p. 145-146).

Para Hayek, el individualismo verdadero implica ciertos corolarios como que “el estado organizado deliberadamente… y el individuo… están lejos de vislumbrarse como las únicas realidades, en tanto que todas las formaciones y asociaciones intermedias deben ser deliberadamente suprimidas… El individualismo verdadero afirma el valor de la familia y de todos los esfuerzos conjuntos de las comunidades y grupos pequeños, cree en la autonomía local y en las asociaciones voluntarias y, de hecho, el caso en su favor descansa fuertemente en el argumento de que mucho por lo cual usualmente se pide la acción coercitiva del estado, puede lograrse mejor mediante la colaboración voluntaria.” (Friedrich A. Hayek, Ibídem, p.146).

La creencia liberal se sustenta en que el individuo conoce mejor sus intereses y toma sus decisiones en función de ello; eso no lo convierte en voraz, ávido, codicioso, egoísta, avaricioso, metalizado, ególatra, pues, dice Novak, para ello se tendría que “partir de la premisa de que los seres humanos son tan depravados que nunca efectúan otra clase de elección.... Aparte de las limitaciones que se impone el propio individuo, el sistema limita la codicia y el interés personal… los verdaderos intereses de los individuos muy rara vez se limitan a la preocupación y cuidado por sí mismos. Para la mayoría de las personas, los intereses de su grupo familiar significan más que los propios y con frecuencia estos se subordinan a aquellos. También sus comunidades les importan.” (Michael Novak, El Espíritu del Capitalismo Democrático, Argentina: Ediciones Tres Tiempos, 1983, p. p. 96-97).

Esta interpretación no es nueva en el pensamiento liberal. Smith nos recuerda que “En una sociedad civilizada (el hombre) se ve siempre obligado a la cooperación y concurrencia de la multitud... En casi todas las demás castas de animales cada individuo de la especie, luego que llega a estado de madurez, principia a vivir en uno de entera independencia, y en este estado natural puede decirse que en cierto modo no tiene necesidad de otra criatura viviente. Pero el hombre se halla siempre constituido… en la necesidad de la ayuda de su semejante… y aun aquella ayuda del hombre en vano la esperaría siempre de la pura benevolencia de su prójimo, por lo que la conseguirá con más seguridad interesando en favor suyo el amor propio de los otros, en cuanto a manifestarles que por utilidad de ellos también les pide lo que desea obtener…” (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, Tomo I, Op. Cit., p. 54).