2008-01-22-COSTA RICA ANTE LA RECESIÓN

----------------------------------------------------------------------------------------------

COSTA RICA ANTE LA RECESIÓN


La Extra, 22 de enero del 2008. Reproducido en el libro de Carlos Federico Smith, “Políticamente Incorrecto”, 2009, p. p. 25-26.

Muchos han escuchado que la economía estadounidense está a punto de entrar en recesión. ¿Qué se entiende por recesión? Surge cuando el producto nacional bruto de un país desciende por seis meses o más sucesivamente. En recesión una economía muestra un decrecimiento importante extendido a la generalidad de sus sectores y que dura cierto tiempo. Aumenta el desempleo, disminuyen las utilidades de las empresas y se reduce la inversión. Si la recesión es muy profunda o dura por largo tiempo, se convierte en depresión, como la de la economía mundial en los años treintas.

Oficialmente Estados Unidos aún no entran en una recesión, pero la probabilidad es alta de que así será en un futuro cercano. ¿Y qué tiene que ver eso con nosotros los costarricenses? Dependiendo de su magnitud, un descenso en el crecimiento de la economía estadounidense nos impactaría de diversas maneras. Se afectaría el comercio internacional entre nuestros países, el cual es muy importante (exportamos e importamos mucho desde ese país). Una recesión en los Estados Unidos tendría un impacto negativo sobre lo que les exportamos (alguien estimó que por cada 1% que baje su crecimiento provocaría un descenso de un 1% en nuestra exportación). Una baja de las exportaciones afecta el crecimiento de nuestro país y posiblemente hasta su tasa de empleo. También se reducirían nuestros ingresos, que se reflejaría en un descenso en las importaciones desde Estados Unidos (y de otros países). Todo esto tendría impactos en los tipos de cambio de nuestra moneda.

El segundo efecto es en la entrada de capitales para inversión, aunque su efecto ya no es tan claro. Menores utilidades en aquel país afectarían negativamente sus inversiones en el nuestro, pero podría ser que, al ubicar algunas actividades aquí, disminuyan sus costos globales de operación, mitigando el descenso de utilidades en los Estados Unidos. Pero lo más probable es que su menor riqueza afectará los flujos de inversión hacia el país.

También hay que tomar en cuenta la posibilidad de que la recesión estadounidense contagie al resto del mundo, cuyo crecimiento se vería afectado, con un impacto negativo global que incidiría en nuestro país.

Más preocupante es la reacción que suele darse en países al entrar en recesión: buscan retornar al proteccionismo y aislarse del comercio internacional. Las recesiones alientan las fauces de proteccionistas (y políticos) interesados en que sus gobiernos tomen medidas que impidan la competencia más barata desde el extranjero. Con ello trasladan el mayor costo a sus consumidores, aumentando sus rentas o ganancias monopólicas. Se pierden las ventajas que para las personas tiene el libre comercio y –así ha sucedido históricamente- puede culminarse en cruentas guerras comerciales que han asolado a la humanidad. Esta es la mayor amenaza que enfrenta nuestro país por la recesión estadounidense. Por eso hay que vacunarse rápidamente: debemos acelerar un acuerdo de libre comercio con China y explorar ya uno con India, países cuyo crecimiento económico sigue siendo elevado. Debe proseguirse el TLC con Europa, pero necedades políticas en que insiste ese continente hacen que su culminación vaya para largo. Nuestras posibilidades de progreso se asientan en un mundo en que rija el libre comercio.