2010-03-23-EL LIBERALISMO ES ANTI EMPRESARIO

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EL LIBERALISMO ES ANTI-EMPRESARIO


La Extra, 23 de marzo del 2010.

Hay quienes señalan que el liberalismo es un instrumento político al servicio de los empresarios; otros consideran que el liberalismo se opone a aquellos. Por ello, es necesario explicar la relación entre el pensamiento liberal y la importancia del empresario en la vía económica.

Al empresario se le entiende como al individuo alerta para descubrir oportunidades hasta esos momentos soslayadas o inadvertidas, y que se pueden aprovechar en ganancias inmediatas o futuras. Ello requiere buen juicio y creatividad, pero lo importante es el proceso de descubrimiento implícito en el papel del empresario. Su gran utilidad social radica en que, en el marco de un mercado que asigna económicamente los recursos, es capaz de revelar esas oportunidades antes no descubiertas, con lo que juega un papel vital en la lucha contra la escasez.

La sociedad progresa y amplía su libertad al disponer de mecanismos que den prioridad a nuevas soluciones que faciliten nuestra adaptación al cambio. Lo logra gracias a la invención y al desarrollo de los mercados, en donde el empresario descubre esas nuevas soluciones traducidas en una posible explotación que le reditúe ganancias.

La competencia es crucial para que esa búsqueda no sea un simple feudo a explotar por individuos beneficiados con ello, sino un proceso que permita sin interrupción el descubrimiento constante de nuevas oportunidades. Hay una tendencia natural a que surjan monopolios: los individuos tratan de forjar barreras de todo tipo para impedir no sólo que otros compitan con ellos, sino porque tales barreras a su vez les permiten competir con otros. De aquí la búsqueda de acceso político para presionar el otorgamiento monopolios que permitan conservar el privilegio. En un orden liberal es esencial evitar dicho daño; para ello se debe disponer de normas generales y no específicas que eviten esos intentos de limitar la libre entrada de competidores al mercado.

Cuando un liberal estimula el surgimiento de reglas universales que frenen el privilegio que se daría a alguno para evitar la competencia -concedido con legislación o regulación específicas- se escucha el clamor de que el liberalismo es contrario a la empresa privada. Sí, es contrario porque no considera conveniente otorgar privilegios que impidan la libre competencia. El liberal cree en un empresariado descubridor y explotador de oportunidades previamente no descubiertas, pero sujeto a la regla general de la competencia y no de un privilegio estatal que cohonesta el monopolio.

Hay una fuerte asociación histórica del pensamiento liberal en contra del proteccionismo comercial y la creencia en la empresa privada como elemento dinamizador del cambio y del progreso económico. Nos oponemos al proteccionismo por afectar al consumidor, cuya satisfacción es el fin último en una economía, al otorgarse un beneficio particular a algún grupo productor o importador gracias a la imposición de aranceles que efectúa el Estado, que impide una competencia deseable. Una empresa en competencia, si bien actúa probablemente tratando de lograr una posición monopólica, se ve impedida de lograr permanentemente dicho privilegio. Ello beneficia en última instancia a los consumidores, al así poder ejercitar su libertad para escoger.