2008-05-20-ALHARACA INDEBIDA

----------------------------------------------------------------------------------------------

ALHARACA INDEBIDA


La Extra, 20 de mayo del 2008. Reproducido en el libro de Carlos Federico Smith, “Políticamente Incorrecto”, 2009, p. p. 53-54.

De distintas formas se ha pretendido culpar al nuevo coco de los niños de pecho –los “neoliberales- por el fuerte aumento en los precios internacionales de los granos básicos. Hasta se ha insinuado que, cuando menos, quienes promovieron las recientes políticas de granos básicos en Costa Rica deberían ser pasados por las horcas caudinas, en tanto otros se han pedido que se eleve a los promotores del libre comercio mundial de granos a un juicio que supongo es político, pero tal vez más les encantaría que se asemejara al de Nuremberg.

No me sorprende la ligereza de ese análisis- entendible en algún chusco que pretende ser simpático- pero ha provenido incluso de una elite que se dice pensante. Pensemos, por un momento, si fuera posible ante la intemperancia que de antemano suelen exhibir los juzgadores de oficio, si ese aumento de precios se debe a una propuesta “neoliberal”, como les gusta reiterar. Hasta hace unos nueve o diez meses en el mundo no había una escasez de granos básicos: a los precios relativamente bajos del momento era factible conseguir los granos con facilidad en los mercados mundiales. Es más, ya ni se hablaba de hambrunas como en el pasado.

Pero, de pronto, no fue la mano invisible la que hizo su aparición, sino precisamente la mano visible del Estado, la que alteró radicalmente el comportamiento que hasta ese entonces tenían los mercados de granos. Y si se trata de otorgar méritos por tal medida, recuerdo a Al Gore, el héroe de pacotilla de algunos, sugerir públicamente, allá por diciembre de 1998, que el gobierno de los Estados Unidos debería subsidiar la producción de bio-combustibles para sustituir el uso de combustibles fósiles como el petróleo. En aquel entonces, el gobierno de los Estados Unidos no le hizo caso, pero asumo que las palabras de Gore fueron al fin escuchadas por el Presidente Bush quien decidió subsidiar (y en grande, como suelen ser las cosas en esa nación) la producción de granos básicos para convertirla en alcohol que sustituyera a la encarecida gasolina.

¿Quién iba a imaginar que fue Fidel Castro quien señaló las consecuencias no previstas de ese desaguisado de Bush? Dijo que el efecto iba a ser encarecer los granos básicos a los pobres del mundo (Fidel podría haber asistido a un curso de Economía Básica, pero eso es tan sólo una hipótesis mía).
Claro que los granos básicos se iban a encarecer, pues la nueva señal que recibía el mercado, que ni tonto ni perezoso, sino con la eficiencia y rapidez que le caracteriza, como es lo conveniente, indicaba que la producción de granos al nuevo precio más alto se debería destinar no a los consumidores domésticos o a los pobres del mundo, quienes pagaban menos por ellos, sino hacia producir alcohol que daba un rendimiento más alto. La intervención estatal distorsionó los mercados de ese entonces, no fue la acción de ningún neoliberal, como ahora pretenden endilgarles algunos.

Para los que han leído Una Verdad Inconveniente de Al Gore y casi han sido convencidos de su política “verde” de producir bio-combustibles subsidiados, harían bien en reclamarle el daño que esa propuesta causa a los más pobres del mundo, quienes ahora tendrán que pagar el costo mayor que les ha impuesto la irreflexión y el fundamentalismo. A los de por aquí, mejor enderecen sus lanzas a quienes les corresponden.