2011-09-20-REFERENDO E IMPUESTOS

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REFERENDO E IMPUESTOS


La Extra, 20 de setiembre del 2011.

En distintas ocasiones diferentes personas me han preguntado ¿por qué cuando el gobierno busca cargarnos de nuevos o mayores impuestos, no es posible que los ciudadanos que tenemos que pagarlos, votemos si estamos de acuerdo o no con ellos, por medio de un referendo? Me han comentado que así la gente seria consciente de que el gasto público que solicitan los más diversos grupos de interés, tendrá que ser pagado con impuestos. Se haría evidente la posibilidad de evitar uno de los problemas más serios que suele observarse en los sistemas políticos modernos, cual es la presencia de un gasto público excesivo por encima de los impuestos que se recaudan (eufemísticamente llamados déficit), sin llegar a las situaciones extremadamente graves de Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia y casi que podemos incluir a Costa Rica, entre muchos otros países. Si la gente quiere más gasto público, pues que pague más impuestos.

Lamentable es el juego que se da, en donde algunos siempre “ganan” con el gasto del Estado, mientras otros siempre pierden, pero lo más sorprendente es que últimamente muchos de los que antes siempre pagaban, son los que ahora más piden que el gobierno gaste en ellos; o sea, la culebra se empieza a devorar a sí misma.

Pero, ¿por qué no someter la aprobación de impuestos al referendo del pueblo? Muy sencillo. No se puede porque los políticos lo prohibieron cuando aprobaron la institución del referendo. Que esa sea una decisión legal, no la convierte en algo correcto y apropiado, pero ese es el poder de los políticos, quienes hacen las leyes para impedirle al pueblo soberano y libre que pueda decidir cómo mantener al Estado, del cuál no son súbditos, sino dueños.

En sociedades civilizadas la aprobación de nuevos gravámenes no es algo que se hace rápidamente, me imagino que para refrenar el posible abuso de los políticos que detentan un poder momentáneo concedido por el soberano (esto es, usted, yo, nosotros), basados en lo que en ese instante hace una mayoría en una Asamblea Legislativa. En Costa Rica, la historia, la tradición y la Constitución recogen ese espíritu de moderación y de refreno que los gobernantes deben otorgar a los gobernados. Por ello los impuestos no están sujetos a una “vía rápida” que depende del antojo de una coalición momentánea, para extraerle al ciudadano tan pronto como quiera sus ingresos bien habidos.

La mordaza al debate amplio que se debe dar en la Asamblea Legislativa a la hora de ponernos nuevos impuestos, es lo más importante del pacto Solís-Chinchilla, en donde el primero le aseguró los votos a la segunda, para que haya “vía rápida” en su aprobación. Es decir, para que se aprueben rápidamente con el mínimo debate.

En síntesis, en “materia odiosa”, como es el caso de los impuestos, el ciudadano ni siquiera tiene el derecho a la discusión amplia, pues los principales beneficiados, los políticos que hoy tienen el poder y los políticos que creen que mañana lo tendrán, todos frente a los ciudadanos, ni siquiera dejan que usted pueda opinar directamente por medio de un referendo y ahora tampoco por medio de su representante en el Congreso, al tener que aprobar que usted pague los nuevos y mayores impuestos con toda rapidez.