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Tema: Artículos publicados en Diario "'La República"

  1. #31
    1977-04-01-POR UNOS PESOS MÁS

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    POR UNOS PESOS MÁS


    La República, 01 de abril de 1977.

    En un reciente programa de televisión de la serie “Yo Acuso”, dedicado al análisis de la posibilidad de que nuestro país estableciera relaciones diplomáticas con Cuba, el defensor de esta tesis, el Lic. Walter Antillón, manifestó que una de las razones fundamentales para dicho movimiento era el excelente negocio que podía realizarse con Cuba.

    Si bien es muy posible que el Lic. Antillón lo único que hizo fue realizar su labor formal de justificar dichas relaciones, sin ser partícipe de las opiniones que él mismo expresó, dado su carácter de simple actor, es necesario indicar el significado que puede tener para nuestra nación basar la decisión de abrir relaciones diplomáticas con Cuba en la bondad del negocio o comercio entre dicha isla y Costa Rica.

    Resulta necesario e impostergable recordar algunas cosas de más valor que un posible buen intercambio comercial de parte de Costa Rica, cosas que tal vez son pueriles para algunos mercaderes, como el contraste entre bien y mal, libertad y esclavitud, independencia y colonialismo, democracia y dictadura. Tal vez algunos prefieran las monedas de plata o un becerro de oro a cambio del Divino Maestro o, tal vez, deseen intercambiar hasta su madre por unos humeantes habanos o comerciar las libertades básicas por barricas de sabroso ron cubano. Muchos de ellos no hubieran tenido duda alguna en haber vendido a Hitler hornos modernos, si ello hubiera mejorado nuestra balanza comercial y, en especial, sus bolsillos. Estos mercaderes de nuestros principios harían bien en enviar una delegación comercial nuestra a ofrecerle a Amín nuestros productos, aunque ojalá terminen a fuego lento, que es lo que ellos van a lograr en último caso con los costarricenses libres.

  2. #32
    1977-06-27-EL SEÑOR ALBERTO MARTÉN Y LAS CAUSAS DE NUESTRO SUBDESARROLLO ECONÓMICO

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    EL SEÑOR ALBERTO MARTÉN Y LAS CAUSAS DE NUESTRO SUBDESARROLLO ECONÓMICO-I


    La República, 27 de junio de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Los economistas han comentado muy poco acerca del alcance de las ideas expuestas por el Sr. Alberto Martén Chavarría para incorporar un capítulo de garantías económicas en la Constitución de la República. Esta falta de atención creo que ha sido nociva por cuanto ha permitido perdurar una serie de conceptos erróneos y sumamente nocivos para la estabilidad económica del país. Este primer comentario se concentrará en uno de los problemas que tiene el proyecto.

    El autor, en un artículo publicado en el periódico La Nación del 5 de diciembre de 1976, nos dice que “la clave financiera que le permitiría a Costa Rica hacer el despegue para salir del subdesarrollo ya ha sido encontrada”. Por otra parte, en La Prensa Libre del 8 de noviembre de 1976, nos indica que los recursos derivados de sus ideas “se emplearían en el desarrollo de los recurso materiales y humanos inexplotados en el país…” y que los factores negativos para llevar a cabo la capitalización universal son “el egoísmo de los ricos, la incomprensión de los pobres, la ignorancia, la pereza y los vicios…”.

    Estas citas las he indicado con el fin de demostrar que el señor Martén no se refiere a que el problema del subdesarrollo del país no tiene su origen en la escasez de factores productivos; es decir, la tierra, trabajo y capital, mientras que él parece indicarnos que el problema del subdesarrollo se origina en la escasez de recursos financieros (dinero, medios de pago, capital de trabajo). Tales ideas no son nuevas en Costa Rica (y en el mundo entero). Por ejemplo, el Sr. José Figueres en el últimamente muy poco recordado libro, La Pobreza de las Naciones, enfatiza la necesidad del crédito como factor del desarrollo y dice que “emitir dinero para aprovechar los recursos existentes (capacidad empresarial, trabajadores, materiales), y satisfacer el mercado, es producir más argamasa buena”, (pág. 337; la letra en negrita es mía).

    Asimismo, dice que “dentro de una actitud de máximo aprovechamiento de los recursos existentes (empresarios, trabajadores, materiales) nuestro Sistema Bancario Nacional podría, si se lo propusiera, levantar en pocos años los medios necesarios para prestar 3.500 ($525) millones en las condiciones de 1972 y pronto después 5.000 ($750) y más millones cada año. Con este principio se prestó a comienzos del año modelo de 1971, antes de que viniera el ¡acobardamiento!” (pág. 385).

    Vale la pena haber escogido las palabras del Sr. Figueres, pues fue la puesta en práctica de sus ideas el factor causante de la gran inflación de principios de la década y, creo que si se llevaran a la realidad las ideas del Sr. Martén, tal vez en la próxima década tengamos una inflación mayor. (Entonces habrá que esperar que no haya nuevas excusas de que la inflación es importada).

    El error del Sr. Martén está en considerar que los factores limitantes del desarrollo económico son de origen financiero. En un libro de Antonin Bach, Financing Economic Development, se señala que “En general, ahora se entiende que es mucho más que capital lo que se necesita para iniciar, y para sostener, el desarrollo económico, aunque…

    permanece el hecho de que la ausencia de recursos financieros ̶ recursos de capital ̶ representa un obstáculo serio…” Esto nos indica que la escasez de recursos financieros, aunque sí es un factor importante, no es la única causa del subdesarrollo. Sostener lo contrario, como se deduce de las ideas del Sr. Martén, conduce a graves problemas de índole inflacionaria, como probaré en un próximo artículo.

  3. #33
    1977-07-01-POR QUÉ EL ESQUEMA PROPUESTO POR EL SEÑOR ALBERTO MARTÉN CAUSA UN PROCESO DE INFLACIÓN

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    POR QUÉ EL ESQUEMA PROPUESTO POR EL SEÑOR ALBERTO MARTÉN CAUSA UN PROCESO DE INFLACIÓN-II


    La República, 01 de julio de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    En un artículo anterior señalé el error del señor Martén de suponer que la limitación al desarrollo económico de Costa Rica está en la escasez de recursos financieros.
    El Sr. Martén propone una clave financiera que ha denominado “capitalización fluida”, la cual consiste esencialmente, según nos lo dice en La Nación del 5 de diciembre de 1976, en lo siguiente: “es una técnica financiera que… permite asociar a muchas empresas en un solo consorcio financiero, sumando sus activos como capital de trabajo de la nueva entidad, sin quitar… a las empresas componentes, la propiedad y el uso irrestricto de sus activos, ni refundirlas, ni absorberlas”. (La letra en negrita es mía).

    En primer lugar, si el problema fuera la escasez de capital de trabajo de las empresas, entonces, una forma sencilla y rápida de darle recursos a esas empresas sería que el Estado (por medio del Banco Central) simplemente emitiera dinero y se lo prestara a las empresas. Ese incremento de capital de trabajo sería, según las limitaciones indicadas por el Sr. Martén, necesario y suficiente para el incremento de utilidades de las empresas, la que podrían así repagar esos fondos. (El espíritu de La Pobreza de las Naciones recorre Costa Rica). O bien ̶ cabría preguntar ̶ ¿por qué no hacer una donación de dinero (cuesta muy poco imprimirlo) a las empresas para que éstas, al demandar trabajo y aumentar la producción, pagaran con creces ese favor a la sociedad? Obviamente, la inflación se haría presente y el problema sería peor. La falla en el esquema del Sr. Martén, en este aspecto, consiste en la confusión básica entre el concepto de flujo y de stock o existencia.

    ¿Qué es un flujo? En Economía, el flujo es algo definido por un período o unidad de tiempo. Por ejemplo, el ingreso, los salarios, los intereses; todos participan de la dimensión tiempo; es decir, se definen por semanas, por mes o por años; o sea, a través del tiempo. Por otra parte, ¿qué es stock o existencia? En Economía es la cantidad de algo en un punto en el tiempo. Los stocks o existencias están definidos independientemente del factor tiempo, aunque sí en un momento dado en el tiempo; por ejemplo, los inventarios, el saldo de una cuenta de cheques en un banco, el equipo de una fábrica.

    Muchos errores se cometen en Economía al no distinguir entre flujo y stock. El Sr. Martén presenta un ejemplo de dicha confusión al considerar que, por la adición de stocks o existencias (“sumando sus activos como capital de trabajo”), que no tienen la dimensión tiempo, es posible lograr esa capitalización fluida o capital de trabajo, que es un flujo; o sea, que tiene la dimensión tiempo.

    Este error no es nuevo. En un contexto casi idéntico, John Law, un economista escocés, logró interesar al Gobierno francés a que emitiera dinero (ese capital de trabajo del que nos habla el Sr. Martén), dando como garantía todas las tierras de Francia (esa suma de activos de la que nos habla el Sr. Martén). La síntesis de esta historia fue que se dio una de las inflaciones más desastrosas que ha sufrido Francia. Esto era inevitable, ya que hubo un crecimiento exagerado de los medios de pago. Algo igual es lo que resultaría de las ideas del Sr. Martén; específicamente, la emisión de dinero, que Law creyó evitar con la garantía de la tierra y el Sr. Martén con la agregación de activos de las empresas.

    Creo que el plan propuesto por el Sr. Martén, entre otras cosas, falla en dos aspectos: un diagnóstico errado de los factores causales del subdesarrollo, que atribuye la causa a la ausencia de liquidez financiera. En segundo lugar, falla en su mecanismo de capitalización fluida, al confundir flujo con stock, con la consecuencia de que lo único que va a originar es un exceso de oferta de dinero y, por ello, la inflación.

  4. #34
    1977-07-08-CÓMO LA PROPUESTA DE DON ALBERTO MARTÉN PUEDE ACABAR CON LA PROPIEDA PRIVADA

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    CÓMO LA PROPUESTA DE DON ALBERTO MARTÉN PUEDE ACABAR CON LA PROPIEDA PRIVADA-III


    La República, 08 de julio de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Una preocupación intensa que se deduce de la propuesta de garantías económicas a nivel constitucional de don Alberto Martén, es la búsqueda de una distribución del ingreso “justa”.

    La forma como el proyecto de don Alberto lograría una distribución del ingreso es por medio de un mecanismo llamado cuota de capitalización laboral, la que, según el autor, no va a afectar los costos de producción. En el artículo 3º de su proyecto se lee “la cuota de capitalización laboral… procede de una redistribución equitativa del superávit nacional compuesto por todas las rentas patrimoniales en cuanto sobrepasan los niveles vitales y desarrollistas de sus beneficiados”. Esta afirmación es sumamente interesante, puesto que se muestra, en un expresión clara, el concepto de superávit que tiene el autor.

    Según los conceptos estandarizados de contabilidad nacional, el ingreso nacional es el total de ingresos que se adscriben a los factores productivos empleados en la producción en un país en un momento dado. Está formado por salarios, rentas, intereses y utilidades.

    Por otra parte, el Sr. Martén define al superávit nacional como las rentas, los intereses, las utilidades y la cuota de participación laboral. Es decir, el superávit nacional viene a ser el pago de todos los factores productivos (ingreso nacional) menos los salarios.

    De ahí que, según se lee en el artículo 3º arriba citado, todos los ingresos del país, excepto los salarios, forman el superávit nacional, que será distribuido equitativamente, según el Sr. Martén, por medio de la cuota de capitalización laboral.

    Ahora bien, ¿qué fija esa cuota de capitalización laboral? Tal como dice el autor, esa cuota se fija una vez que estén satisfechos “los niveles vitales y desarrollistas de los beneficiarios” de las rentas patrimoniales.

    Pero, ¿quién va a fijar o a determinar cuál es el límite vital o desarrollista de las personas? ¿Acaso el Sr. Martén, quien está creando la dictadura? Tal vez sí, aunque recordamos lamentablemente lo que muchos dictadores han ordenado: “la posesión de rentas patrimoniales no exime la obligación de trabajar.” (Artículo 5º del proyecto).
    Esta es la trama: “todo el mundo” (¡cuánto costó que desapareciera la esclavitud!) tiene que trabajar y los salarios; o sea, los ingresos por el trabajo, pueden perfectamente, según el Sr. Martén o un dictador de turno o un apasionado de la teoría del valor trabajo, constituir un ingreso suficiente para satisfacer esos “niveles vitales y desarrollistas” de que nos habla el autor.

    En resumen, al obligar a “todo el mundo” a trabajar, según lo propuesto por el Sr. Martén, todos se convierten en asalariados y, por otra parte, si a alguien se le ocurre definir que él salario es suficiente para “vivir”, entonces, siguiendo el esquema del Sr. Martén, todos los demás ingresos podrían ser distribuidos como parte del superávit nacional, por medio de la cuota de capitalización laboral.

    A través de este mecanismo, entonces, se puede ser capaz de destruir la propiedad privada, pues, en esencia, su disfrute; o sea, el rendimiento que da pasará a formar parte de un fondo común para ser distribuido entre todos. Esta especie de socialismo utópico quedó descartada desde hace mucho tiempo, no sólo desde el punto de vista ético, sino especialmente porque los pueblos aún desean mantener el disfrute de la propiedad privada, tal vez en gran parte debido a que ven en ella un excelente mecanismo para el logro de la eficiencia económica y, por ende, para aumentar el bienestar de los pueblos.

    En un próximo artículo intentaré molestar al ya paciente lector, introduciendo en la discusión un añejo concepto que don Alberto aún utiliza (y muy frecuentemente): la teoría del valor trabajo.

  5. #35
    1977-07-21-MÁS SOBRE DON ALBERTO MARTÉN Y LA TEORÍA DEL VALOR TRABAJO

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    MÁS SOBRE DON ALBERTO MARTÉN Y LA TEORÍA DEL VALOR TRABAJO-V


    La República, 21 de julio de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Dado que el Sr. Alberto Martén fundamenta su propuesta de garantías económicas en la teoría del valor trabajo, es deseable repasar las objeciones de que es objeto dicho concepto sobre lo que determina el valor de los bienes y servicios en la economía.

    De forma muy concreta, esta teoría del valor trabajo dice que lo que determina el valor de un artículo, es la cantidad de trabajo necesario para su producción en una sociedad dada. “El valor de una mercancía es al valor de cualquier otra lo que el tiempo de trabajo necesario para la producción de una es al tiempo de trabajo necesario para la producción de la otra”, nos dice Marx en el tomo I de El Capital.

    Dicha teoría goza del descrédito por varias razones, las cuales intentaré resumir y cuya argumentación ya ha sido esbozada en aquella obra cumbre de Eugene von Böhm-Bawerk, La Teoría de la Explotación.

    La primera falla en la tesis de que el valor es exclusivamente determinado por el trabajo, consiste en ignorar la participación que tiene la naturaleza en la producción de bienes. La teoría del valor trabajo no explica por qué, por ejemplo, un café de altura vale más que un café de bajura, aún cuando el trabajo en ambos casos sea utilizado en igual cantidad en dicho productos, debiéndose su diferencia en el valor exclusivamente a factores naturales climáticos.

    El segundo error básico de la teoría del valor trabajo está en las consecuencias que de ella se deriva: que el obrero debe recibir la remuneración integral de su trabajo, ya sea que lo reciba ahora, en este momento, o en el futuro, cuando el producto esté totalmente creado. Sin embargo, el obrero generalmente no espera a que el producto esté concluido para recibir su remuneración (especialmente en sociedades complejas de producción con intensa división del trabajo). Es bien conocido, aceptado y difundido, el hecho de que la remuneración hoy, en el presente, tiene más valor que si esa remuneración se recibiera en el futuro. (¿Usted que prefiere, ¢1.000 hoy o ¢1.000 dentro de 50 años?). Pues bien, la tesis del valor trabajo haría ilógico e inadmisible que el obrero tenga derecho a recibir hoy y ahora el valor del producto que estaría listo posteriormente, en el futuro.

    En el mundo económico de esta época, en realidad el obrero recibe un adelanto, en un momento anterior, de lo que le correspondería recibir en el futuro. Dice Böhm-Bäwerk: “Mientras la suma total de los salarios pagados a plazo no sea inferior al valor final del producto terminado en más que la parte necesaria para compensar la diferencia de valor entre los bienes presentes y futuros… no puede decirse que los obreros salgan defraudados en cuanto a su derecho a percibir el valor íntegro, aunque tomando como base la valoración del momento en que se recibe el salario.” (Op. Cit., p. p. 119-120). Por lo tanto, no podemos aceptar la tesis de que el obrero reciba ahora el valor total de lo que su producto valdrá en el futuro. Al adelantársele el salario, en realidad se le está dando lo correspondiente al valor actual y no al valor futuro de los bienes, por lo cual debe darse esta recalificación a la teoría del valor trabajo.

    El tercer error fundamental de la teoría del valor trabajo es que el valor no depende exclusivamente del trabajo (como, por ejemplo, lo postula el Sr. Martén). Aún en el caso de que dos mercancías hubiesen costado una misma cantidad de trabajo, aquella que requiere de más capital o tiempo, tendrá un mayor valor. De nuevo me refiero a Böhm-Bäwerk: “aquellas mercancías en cuya producción se invierte mucho capital fijo… o en que el período de rotación después del cual refluye al empresario el capital fluido es largo, tienen mayor valor de cambio que aquellas en las que, aun habiendo costado la misma cantidad de trabajo, no se dan las circunstancias señaladas o se dan en un grado inferior…”. (Op. Cit., p. p. 122-123). No está de más citar el ejemplo del texto elemental de Economía: un vino viejo, guardado en una bodega, al cual no se le agrega ningún trabajo adicional, tiene mayor valor que un vino nuevo, cuyo trabajo incorporado sea igual que el del vino viejo (o un queso añejado o un árbol centenario en un bosque, son otros ejemplos). Pero, en realidad, esto surge por la existencia del interés: precisamente la diferencia de valor de cambio de dos bienes, que cuestan la misma cantidad de trabajo, pero en el cual uno de ellos requiere de un plazo mayor de preparación, constituye la fuente de la cual surge el interés.

    Creo que, por el momento, bastarán estos tres argumentos contra la teoría del valor trabajo, para que don Alberto decida corregir sus erradas afirmaciones de que “el trabajo es la casusa del valor” y que “el trabajo es la única fuente de valor y riqueza”.

    El valor está esencialmente determinado tanto por el costo como por la utilidad específica que tiene un artículo en un momento dado para el usuario. Permítaseme citar la célebre expresión del Profesor Wilhelm Röpke en su libro Introducción a la Economía Política, “Un traje no vale ocho veces más que un sombrero porque representa ocho veces más el trabajo (relación est última que se mantiene con independencia del valor del sombrero y del trabajo), sino porque la sociedad está dispuesta a invertir ocho veces más trabajo en el traje, porque luego, una vez terminado, valdrá ocho veces más que un sombrero”. (OP. Cit., p. 34).
    Creo que esta cita es un excelente epitafio en la tumba de la teoría del valor trabajo.

  6. #36
    1977-07-21-MÁS SOBRE DON ALBERTO MARTÉN Y LA TEORÍA DEL VALOR TRBAJO

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    MÁS SOBRE DON ALBERTO MARTÉN Y LA TEORÍA DEL VALOR TRABAJO-V


    La República, 21 de julio de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Dado que el Sr. Alberto Martén fundamenta su propuesta de garantías económicas en la teoría del valor trabajo, es deseable repasar las objeciones de que es objeto dicho concepto sobre lo que determina el valor de los bienes y servicios en la economía.

    De forma muy concreta, esta teoría del valor trabajo dice que lo que determina el valor de un artículo, es la cantidad de trabajo necesario para su producción en una sociedad dada. “El valor de una mercancía es al valor de cualquier otra lo que el tiempo de trabajo necesario para la producción de una es al tiempo de trabajo necesario para la producción de la otra”, nos dice Marx en el tomo I de El Capital.

    Dicha teoría goza del descrédito por varias razones, las cuales intentaré resumir y cuya argumentación ya ha sido esbozada en aquella obra cumbre de Eugene von Böhm-Bawerk, La Teoría de la Explotación.

    La primera falla en la tesis de que el valor es exclusivamente determinado por el trabajo, consiste en ignorar la participación que tiene la naturaleza en la producción de bienes. La teoría del valor trabajo no explica por qué, por ejemplo, un café de altura vale más que un café de bajura, aún cuando el trabajo en ambos casos sea utilizado en igual cantidad en dicho productos, debiéndose su diferencia en el valor exclusivamente a factores naturales climáticos.

    El segundo error básico de la teoría del valor trabajo está en las consecuencias que de ella se deriva: que el obrero debe recibir la remuneración integral de su trabajo, ya sea que lo reciba ahora, en este momento, o en el futuro, cuando el producto esté totalmente creado. Sin embargo, el obrero generalmente no espera a que el producto esté concluido para recibir su remuneración (especialmente en sociedades complejas de producción con intensa división del trabajo). Es bien conocido, aceptado y difundido, el hecho de que la remuneración hoy, en el presente, tiene más valor que si esa remuneración se recibiera en el futuro. (¿Usted que prefiere, ¢1.000 hoy o ¢1.000 dentro de 50 años?). Pues bien, la tesis del valor trabajo haría ilógico e inadmisible que el obrero tenga derecho a recibir hoy y ahora el valor del producto que estaría listo posteriormente, en el futuro.

    En el mundo económico de esta época, en realidad el obrero recibe un adelanto, en un momento anterior, de lo que le correspondería recibir en el futuro. Dice Böhm-Bäwerk: “Mientras la suma total de los salarios pagados a plazo no sea inferior al valor final del producto terminado en más que la parte necesaria para compensar la diferencia de valor entre los bienes presentes y futuros… no puede decirse que los obreros salgan defraudados en cuanto a su derecho a percibir el valor íntegro, aunque tomando como base la valoración del momento en que se recibe el salario.” (Op. Cit., p. p. 119-120). Por lo tanto, no podemos aceptar la tesis de que el obrero reciba ahora el valor total de lo que su producto valdrá en el futuro. Al adelantársele el salario, en realidad se le está dando lo correspondiente al valor actual y no al valor futuro de los bienes, por lo cual debe darse esta recalificación a la teoría del valor trabajo.

    El tercer error fundamental de la teoría del valor trabajo es que el valor no depende exclusivamente del trabajo (como, por ejemplo, lo postula el Sr. Martén). Aún en el caso de que dos mercancías hubiesen costado una misma cantidad de trabajo, aquella que requiere de más capital o tiempo, tendrá un mayor valor. De nuevo me refiero a Böhm-Bäwerk: “aquellas mercancías en cuya producción se invierte mucho capital fijo… o en que el período de rotación después del cual refluye al empresario el capital fluido es largo, tienen mayor valor de cambio que aquellas en las que, aun habiendo costado la misma cantidad de trabajo, no se dan las circunstancias señaladas o se dan en un grado inferior…”. (Op. Cit., p. p. 122-123). No está de más citar el ejemplo del texto elemental de Economía: un vino viejo, guardado en una bodega, al cual no se le agrega ningún trabajo adicional, tiene mayor valor que un vino nuevo, cuyo trabajo incorporado sea igual que el del vino viejo (o un queso añejado o un árbol centenario en un bosque, son otros ejemplos). Pero, en realidad, esto surge por la existencia del interés: precisamente la diferencia de valor de cambio de dos bienes, que cuestan la misma cantidad de trabajo, pero en el cual uno de ellos requiere de un plazo mayor de preparación, constituye la fuente de la cual surge el interés.

    Creo que, por el momento, bastarán estos tres argumentos contra la teoría del valor trabajo, para que don Alberto decida corregir sus erradas afirmaciones de que “el trabajo es la casusa del valor” y que “el trabajo es la única fuente de valor y riqueza”.

    El valor está esencialmente determinado tanto por el costo como por la utilidad específica que tiene un artículo en un momento dado para el usuario. Permítaseme citar la célebre expresión del Profesor Wilhelm Röpke en su libro Introducción a la Economía Política, “Un traje no vale ocho veces más que un sombrero porque representa ocho veces más el trabajo (relación est última que se mantiene con independencia del valor del sombrero y del trabajo), sino porque la sociedad está dispuesta a invertir ocho veces más trabajo en el traje, porque luego, una vez terminado, valdrá ocho veces más que un sombrero”. (OP. Cit., p. 34).
    Creo que esta cita es un excelente epitafio en la tumba de la teoría del valor trabajo.

  7. #37
    1977-07-26-DON ALBERTO MARTÉN Y EL COMERCIO INTERNACIONAL

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    DON ALBERTO MARTÉN Y EL COMERCIO INTERNACIONAL-VI


    La República, 26 de julio de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Dentro del proyecto de garantías económicas a nivel constitucional que propone el señor Alberto Martén, encontramos diversas referencias a aspectos del comercio exterior. Específicamente, su artículo 18 dice: “El desarrollo de la economía nacional se basa en la cooperación internacional por medio del proteccionismo paralelo coadyuvante…”. (Las palabra en negrita son mías).

    La expresión “proteccionismo paralelo coadyuvante” preocupó a este economista tradicional, pero, vaya, al fin y al cabo, en este último gobierno en que ha abundado la confusión en la semántica ̶ “derecho” es un impuesto; “sobretasas cambiarias” son las tarifas; “desestabilizar” todavía no se sabe qué es, y así por el estilo ̶ me he convertido en un benevolente y pasivo aceptante de la nueva terminología que usa don Alberto.

    Con esta actitud pretendí encontrar en La Nación del día 20 de febrero de 1977, una explicación del concepto de don Alberto antes citado, pero esto es lo que dice “… (el) proteccionismo paralelo coadyuvante que destierra la guerra de tarifas y el cierre de mercado, sustituyéndolos por incentivos simultáneos que construyan paralelamente la economía de las naciones, aprovechando las ventajas comparativas de su industria y de su agricultura y los diferentes niveles de desarrollo en que se encuentran”. (La letra en negrita es mía). Lo anterior pone en claro que habrá, además de las razones tradicionales en favor del comercio internacional, basadas en las ventajas comparativas, un mecanismo de incentivos simultáneos, que posteriormente resume como una conveniencia que los extranjeros paguen más por nuestros productos (“hubiera sido fácil convencer hasta la más cerrada de las Maggies de que le convenía sobremanera pagar un poco más por la libra de café).

    El autor lo que propone esencialmente es incorporar un mecanismo adicional al de la oferta y la demanda internacional para la realización del comercio entre países. Por supuesto que la teoría del comercio internacional no excluye los esquemas de ayuda externa, pues eso, en síntesis, es lo que propone el señor Martén: la interrelación entre la demanda nuestra por los productos externos y la demanda de los extranjeros por nuestra producción, de la que nos habla don Alberto, está presente en cualquier análisis elemental del comercio internacional y de ahí que el confuso concepto de “proteccionismo paralelo coadyuvante” no sea necesario como categoría definitoria en Economía, a no ser que con él se quiera definir la institucionalización de la caridad o la bondad internacional, que es lo que parece desprenderse de este esquema de comercio exterior. En síntesis, en el aspecto de las relaciones comerciales entre naciones, las propuestas del señor Martén no agregan nada nuevo.
    En un próximo artículo haré un análisis de la expresión "social” que presenta el señor Martén en su proyecto de garantías económicas.

  8. #38
    1977-08-05-LO SOCIAL EN EL PLAN DE DON ALBERTO MARTÉN

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    LO “SOCIAL” EN EL PLAN DE DON ALBERTO MARTÉN-VII


    La República, 05 de agosto de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Don Alberto Martén, al igual que el Partido Liberación Nacional, emplea en su proyecto de garantías económicas a nivel constitucional, el término “justicia social”. Así, leemos en dicho proyecto, en su artículo 10, que “La empresa es la asociación eficaz de capital y el trabajo en una institución ético-económica libre y competitiva dedicada a la producción y movilización de la riqueza, conforme a normas de eficiencia y justicia social”. (La letra en negrita es mía). Igualmente en La Nación del 20 de febrero de 1977, el señor Martén escribe: “Para los fines del desarrollo económico y la justicia social…”. En ambos casos aparece ese término de “justicia social”, que es lugar común, y se ha desprestigiado, aunque tiene mucho arraigo electoral entre los demagogos usuales de nuestra política.

    En un artículo que escribí hace bastante tiempo en La Nación del 2 de setiembre de 1974, titulado “Con Sólo que Diga Social es Bueno”, señalé que “El pueblo costarricense sabe que el mero hecho de llamar “social” a algún proyecto no lo va a convertir en algo necesariamente bueno” y señalaba, refiriéndome a varios casos de proposiciones específicas, que “no hay en ellas análisis, ni seriedad y sólo unas frases sin contenido, que nos hablan de lo ‘social’, pero sin darnos realmente las explicaciones del proyecto”.

    Cuando el señor Martén habla de justicia social, acude a memoria un libro reciente del Premio Nobel de Economía, Friedrich Hayek, Democracia, Justicia y Socialismo, quien dedica un capítulo al estudio del “Atavismo de la Justicia Social” y, según su confesión, el descubrimiento del “significado de lo que llaman ‘justicia social’ ha constituido una de sus grandes preocupaciones en los últimos años”, llegando a la conclusión de que “referida a una sociedad de hombres libres, la expresión carece de sentido” (página 37). Otro Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, refiriéndose al tema de la responsabilidad social de las empresas ̶ la empresa, según el señor Martén, tiene entre sus funciones la “justicia social” ̶ en una entrevista de la publicación Business and Society Review en la primavera de 1972, señaló lo siguiente: “En primer lugar, las únicas entidades que pueden tener responsabilidades son los individuos; una empresa no puede tener responsabilidades. Así que la pregunta es: ¿Tienen responsabilidades los ejecutivos de las empresas provisto que ellos están dentro de la ley, en sus actividades empresariales distintas de las de obtener el máximo dinero posible para los accionistas? Y mi respuesta a ello es, no, no la tienen”.

    Imagínese al ejecutivo de una empresa que dice: “Yo tengo responsabilidades más allá de la de obtener utilidades”. Si él siente que tiene tales responsabilidades, él va a gastar el dinero en una forma que no es del interés de los accionistas. ¿De dónde obtiene ese dinero? Tal vez de los empleados de la compañía. Si él puede pagar salarios menores que los que tendría que pagar, tendrá algún dinero extra para gastar. O puede provenir de los clientes de la compañía. La pegunta crucial es ¿qué derecho tiene el ejecutivo para gastar la plata de sus accionistas? ¿De gastar la plata de sus empleados o el dinero de sus clientes? ¿Quién le dio el derecho de decidir cuánto del dinero de ellos debería ser gastado? Si los ejecutivos “socialmente responsables” se detienen a pensar por un momento, ellos reconocerían que en efecto están actuando “irresponsablemente”.

    Ojalá que las citas de autores tan destacados como Hayek y Friedman, nos hagan meditar sobre lo fútil que resulta el término compuesto “justicia social”. Solicito la venid del lector par citar una vez más a Hayek, de su libro Law, Legislation and Liberty, tomo I: “Esta búsqueda de ‘justicia social’ hizo necesario para los gobiernos tratar al ciudadano y su propiedad como un objeto de administración, con la meta de obtener resultados particulares para grupos particulares… tales esfuerzos hacia una ‘socialización’ de la ley han estado tomando lugar en la mayoría de los países occidentales y ha avanzado mucho en destruir el atributo característico de las reglas universales de la conducta, la igualdad de todos bajo la mismas reglas”. Lo lamentable de todo esto es que el proyecto del Lic. Martén contribuye a la extensión de esta Sozialpolitik que cada vez más cercena las libertades de las personas a cambio del avance del poder del Estado.

    Si bien el proyecto del Lic. Martén podría ser objeto de muchos otros comentarios, deseo escribir tan sólo un artículo adicional, en que haré un resumen de mi serie de comentarios.

  9. #39
    1977-08-11-RESUMEN DE MIS COMENTARIOS A LA PROPUESTA DE DON ALBERTO MARTÉN

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    RESUMEN DE MIS COMENTARIOS A LA PROPUESTA DE REFORMA CONSTITUCIONAL DEL SEÑOR ALBERTO MARTÉN-VIII


    La República, 11 de agosto de 1977 y básicamente fue publicado como parte de Jorge Corrales Q., Análisis del Plan Martén de Garantías Económicas, San José, Costa Rica: ANFE, Ediciones de ANFE No. 42, 1977.

    Después de haber publicado siete artículos en el periódico La República en relación con la propuesta del señor Alberto Martén para incorporar a la Constitución Política un capítulo de Garantías Económicas, creo que es necesario que haga un resumen de la objeciones que plantee a dicho proyecto, con el fin de facilitar al lector un análisis general.
    Primera: el señor Martén en su proyecto de garantías económicas dice que las limitaciones al desarrollo económico de Costa Rica son de índole financiera, descuidando, o más bien ignorando, que los elementos limitantes deben ser buscados en factores reales, tales como escasez de tierra, trabajo, capital y tecnología.

    Segunda: el señor Martén confunde las magnitudes económicas de existencia y flujo, por lo cual, al igual que sucedió con la puesta en práctica de las ideas de John Law en le Francia del siglo XVIII, la aplicación de las ideas del señor Martén va a originar un aumento de las existencias de dinero en la economía, con la consecuente inflación.
    Tercera: el concepto redistributivo del señor Martén, incorporando a la denominada cuota de capitalización laboral, en conjunto con el llamado superávit nacional del autor, puede perfectamente conducir a la eliminación del disfrute de la propiedad privada.

    Cuarta: El autor del proyecto, señor Martén, sostiene la tesis obsoleta de que el valor está determinado exclusivamente por el trabajo; pero, extraña e ilógicamente, no postula una teoría de la explotación.

    Quinta: Aparte de la incorporación de un término exótico “proteccionismo paralelo coadyuvante”, las teorías del señor Martén sobre el comercio internacional se reducen a un deseo manifiesto de que, por su buena voluntad, los extranjeros estarían dispuestos a subsidiar con precios más elevados a nuestros productos de exportación.

    Sexta: Una vez más se abusa del término social (justicia social, por ejemplo), sin que por algún lado aparezca definido, lo que causa la impresión de que se ha utilizado dicho término más bien para promover un producto lógicamente defectuoso, que para iluminar a nosotros los ignorantes de los temas tratados en el proyecto del señor Martén.

    Creo que estas seis conclusiones básicas acerca del plan constitucional del señor Martén, resumen claramente mi deseo de que dicho proyecto sea olvidado, tal como está planteado, pues sufre de serios defectos lógicos, presenta desconocimientos elementales de temas de inmensa complejidad en el ramo de la economía, repite errores que la Historia ha registrado y provoca confusión innecesaria entre, al menos, algunos economistas.

  10. #40
    1977-10-07-EL IMPUESTO NEGATIVO AL INGRESO Y EL PROBLEMA DE LA POBREZA

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    EL IMPUESTO NEGATIVO AL INGRESO Y EL PROBLEMA DE LA POBREZA


    La República, 07 de octubre de 1977.

    Es frecuente que en Costa Rica, al igual que en todo el mundo, surjan pensadores que expresan su preocupación y, a la vez, posibles soluciones al problema de la pobreza.

    El señor Alberto Martén, si bien equivocadamente, ha propuesto un plan de garantías económicas para eliminar la pobreza en Costa Rica. El señor José Figueres, lamentablemente en su libro La Pobreza de las Naciones, propuso una serie de recetas para sacarnos de la pobreza y, más bien, su esquema nos sumió en una miseria mayor ante la inflación que de sus ideas se derivó y la consiguiente reducción en los ingreso reales de las familias. El doctor Oscar Arias, como fuente intermitente, nos conduce a meditar sobre el problema de la pobreza y tal cosa la logró mediante un artículo recientemente publicado en el periódico La Nación. Deseo destacar que, si bien el doctor Oscar Arias aprovecha la oportunidad para clasificarse dentro del pensamiento social-demócrata en el tema de la pobreza y su posible solución, en realidad él enfatiza la receta liberal de frugalidad y esfuerzo para generar riqueza, antes que la repartición de miseria, que usualmente pretende el adicto al estado paternalista. Cada vez me convence más, como posiblemente correcta, la impresión de don Constantino Láscaris, de que don Oscar Arias es, actualmente, uno de los destacados pensadores liberales de Costa Rica.

    Quiero aprovechar la oportunidad de presentar a los apreciados lectores una serie de reflexiones, a título personal, sobre las medidas tendentes a resolver la pobreza existente en Costa Rica, así como brindar una exposición sobre el plan llamado de impuesto negativo al ingreso, el cual ha recibido el beneplácito de muchos académicos en el campo de la Economía.
    En Costa Rica se ha opinado que los salarios mínimos a los agricultores, la vivienda popular por medio del INVU y del IMAS, los bajos costos que paga el estudiante en las universidades y el INA, los programas del Seguro Social y muchos otros de menor importancia cualitativa y cuantitativa; todo esto, se ha opinado, tiene su razón de ser en la solución o mitigación de la pobreza que resultaría alternativamente de la libre elección en el mercado

    Hasta el momento no conozco en Costa Rica alguna evaluación del efecto redistributivo que tienen estos programas gubernamentales. Es más, programas similares en naciones más desarrolladas, como en los Estados Unidos, han mostrado, por el contrario, que sus resultados han sido lo opuesto de lo que se pretendía: ¡se ha redistribuido el ingreso de los más pobres hacia los menos pobres! El mismo Presidente Carter, durante su campaña principal, al igual Ford, Reagan y Wallace, enfatizó su decisión de transformar radicalmente los esquemas de solución a la pobreza en los Estados Unidos. En el lenguaje popular se habla en ese país del “welfare mess” (el desastre del programa de bienestar o del “fracaso del programa”).

    Creo que es indispensable que en Costa Rica se realice una evaluación de todos estos esquemas redistributivos y ver si efectivamente contribuyen a la solución de la miseria o, más bien, si imponen un costo a la sociedad que más que compensa los beneficios o que, del todo, el resultado más probable sea una redistribución menos igualitaria que la existente previa a los programas.

    Quiero señalar, como un ejemplo, al salario mínimo, cuya existencia creo que perjudica directamente a aquellos quienes pretende beneficiar: los obreros. Más de uno se sorprenderá por esta afirmación, pero el economista sabe que, si el salario que fija la ley es superior a aquel que resultaría de la libre oferta y demanda, entonces, esto va a originar desempleo. Esto me trae un recuerdo de mi corta carrera profesional, cuando me opuse denodadamente a que se pusiera un impuesto a la planilla para las asignaciones familiares, ya que, aún cuando por ignorancia se argumentó que lo pagaría el patrono, en realidad el obrero es quien saldría perjudicado. Un ministro de ese entonces, fiel y no pensante seguidor de las asignaciones familiares acudió al insulto, la burla y no a la razón, aún cuando después él mismo dijo que el desempleo se había incrementado fuertemente. ¡Dios mío, si fue el resultado de la estulticia y de la oferta y la demanda!

    Al ser el salario mínimo mayor que el del mercado, la cantidad ofrecida de trabajo excede a la cantidad demandada, que será la que en último caso determine el nivel de empleo. El resto de trabajadores quedará desocupado. Claro que tal vez, y no ciertamente, los que queden empleados recibirán un salario mensual mucho mayor que antes, pero será a costas de sus compañeros desocupados. (No en vano en los países socialistas no existen los sindicatos, tales como los conocemos nosotros). Esto nos explica por qué muchas veces ciertos sectores poderosos suelen solicitar que en ciertas regiones o países se eleven los salarios mínimos, lo cual es con el fin de ocasionar un descenso en los puestos de trabajo de que antes disponían (por supuesto, al argumento lo disfrazan de una protección frente a la llamada “mano de obra barata”).

    Tal vez la experiencia de los Estados Unidos frente al salario mínimo nos haga meditar un poco: usualmente quienes resultan desocupados y, por ende, perjudicados, por el salario mínimo son los grupos de obreros no calificados, lo cual se ha reflejado en las más altas tasas de desempleo relativo entre los negros, los jóvenes y las mujeres.
    Otra de las deficiencias de la ley de salario mínimo es que su existencia ha afectado el adiestramiento en el trabajo, que es uno de los sistemas más eficientes para elevar el nivel de vida del obrero. De aquí que, lamentablemente, después se tenga que crear instituciones como el INA, pagadas por toda la comunidad, para dar un sustituto al entrenamiento en el trabajo, que ha resultado como un perjuicio de la ley de salario mínimo.

    En próximos artículos continuaré analizando algunos de los programas diseñados para combatir la pobreza, con la esperanza de que pensadores destacados, social-demócratas o liberales, como el Dr. Oscar Arias, se unan a la gran preocupación por la mejora socio-económica de nuestras familias en un marco de libertad.

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