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Tema: Artículos publicados en Diario "'La República"

  1. #21
    1976-07-28-PORQUE LO NUESTRO ES MEJOR Y ES NUESTRO

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    PORQUE LO NUESTRO ES MEJOR Y ES NUESTRO…


    La República, 28 de julio de 1976. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 253-254.

    “El nacionalismo, como imposición del libre comercio interior, es un medio para la prosperidad y la paz. Como control impuesto al comercio, exterior y luego interior, es una movilización para la guerra, que inmediatamente pone en peligro el orden mundial y, desde el punto de vista más amplio, también socava la base moral de la paz interna”.
    Henry Simons, Economía Política para una Sociedad Libre.

    Últimamente en nuestro país se ha presentado una serie de síntomas que evidencia, una vez más, la exacerbación de sentimientos nacionalistas mal encaminados o bien la utilización de postulados jingoístas que muchas veces no son utilizados más que para la protección de intereses particulares en contra del bien común.
    No solamente encuentra uno la triste política privada de los supuestos defensores de la libre empres, cuya posición se resume en la frase “Estoy en contra de todos los monopolios… excepto del mío”, sino que también sistemáticamente se levantan voces de algunos empresarios clamando por ayuda estatal contra “la competencia desleal”, cuando algún otro empresario desea crear una empresa que les traiga competencia.

    Estos dos síntomas se ven inmediatamente respaldados por la política intervencionista estatal y no se vacila en proclamar a los cuatro vientos la triste frase “porque lo nuestro es mejor y es nuestro”. Y non atiborran con ese dogma, que nunca es sometido al escrutinio de la lógica y la razón, sino que se apela al sentimiento de inferioridad que caracteriza a muchos seres impotentes para concebir las verdaderas dimensiones y limitaciones que entrañan, ofreciéndoseles un aliciente heroínico, que no les permite estar sujetos al estímulo de la verdadera superación propia.

    Cuando por definición, tautológicamente, se interpreta la oración “porque lo nuestro es mejor y es nuestro” como una realidad per se, se pierde todo sentido de la naturaleza limitada de nuestras capacidades, de nuestros recursos y de las ventajas derivadas de la división del trabajo y de la especialización internacional.

    ¿Es mejor nuestro futbol que el brasileño? ¿Es mejor nuestro café que el colombiano? ¿Es mejor nuestro filósofo criollo (de los cuales tenemos muchos, muy buenos) que los intelectualmente respetados Descartes, Montesquieu o Locke? ¿Es mejor nuestro vestido típico que el bello traje del indígena de Guatemala?

    El nacionalismo constituye, generalmente, un elemento importante del estado totalitario. El nacionalismo romántico de Hegel y Fichte recibió la inyección de los pensamientos de Sorel, Nietzche, Mosca, de Mattei y Treischke y nos resultó la pesadilla nazi-fascista.

    No, en Costa Rica el concepto nacionalista no ha alcanzado tan pavorosos grados de sofisticación y deseo que nunca logre ese estadio. Sin embargo, el fenómeno nacionalista empieza, aún incipientemente, a reflejar sus funestas consecuencias.

    Debo advertir, una vez más, que no hay nada correcto en la pretensión de que nacional es sinónimo de bueno, de que lo extranjero es más malo que lo nacional y que, al contrario, la puesta en práctica de políticas que se juzguen apropiadas al adjetivarse con “nacional”, más bien contribuyen a un deteriore del bienestar nacional.

  2. #22
    1976-08-04-EL PROTECCIONISMO EN COSTA RICA

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    EL PROTECCIONISMO EN COSTA RICA


    La República, 04 de agosto de 1976. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 200-201.

    En nuestro país los síntomas de nacionalismo económico tienen actualmente gran vigencia, si bien se han presentado manifestaciones “nacionalistas” de otro tipo. En futuros comentarios analizaré los aspectos económicos del proteccionismo en contraste con el libre comercio internacional.

    La política proteccionista se refleja esencialmente en la creación de tarifas aduaneras o impuestos de aduana a la importación, los cuales, al elevar los precios de los artículos provenientes del exterior, los hace más caros que los artículos producidos en el país, evitando, de esta forma, la competencia de los productos extranjeros. Esto, obviamente, afecta al consumidor costarricense, quien o bien tiene que pagar un monto mayor por los productos importados o bien tiene que aceptar posiblemente un producto de menor calidad y duración y, al mismo tiempo, tiene que pagar por el producto nacional más de lo que el producto extranjero costaría sin impuestos.

    Esto significa un descenso en el bienestar del consumidor, quien termina pagando las consecuencias del proteccionismo aduanero.

    En Costa Rica hemos sufrido no sólo las consecuencias de los impuestos a la importación, sino que también hemos tenido, y tenemos entre nosotros, todo un juego de políticas proteccionistas que causa un grave perjuicio al bienestar nacional. Se ha hablado de sobretasas a la importación (algunos políticos decían, por boca de “Exportico”, que los impuestos creados afectarían sólo a los ricos y otros políticos dicen ahora, directamente, que la eliminación de estas sobretasas beneficiaría a los grupos medios… ¿quién los entiende?).

    También hemos escuchado el grito de “protección contra la competencia desleal”. Se nos habla de contratos industriales para que protejan a nuestra industria, de promover el desarrollo de nuestra propia industria, de proteger nuestra balanza de pagos, de mantener a toda costa la paridad de nuestra moneda ̶ aunque signifique la distorsión de toda nuestra economía ̶ , de evitar el imperialismo y la dependencia ̶ cualquier cosa que esto signifique ̶ , de generar o dar empleo en nuestra economía (“comprar con sello genera empleo”), de que el “extranjero” no participe en actividades reservadas a los costarricenses y toda una serie de expresiones determinadas a promover lo nacional como bueno en sí mismo y eliminar lo extranjero por supuesta condición de nocivo. ¡Numerum stultorum infinitum est –la estupidez abunda!
    Se han formulado muchos argumentos económicos a favor del proteccionismo. En artículos futuros hare una exposición y crítica de ellos.
    Baste ahora señalar algunos, incluyendo la versión costarricense, o a la tica, como dicen los políticos.
    1.- Mantener el dinero en el país. O bien, como lo enfatiza constantemente el Banco Central, debemos mantener las divisas en el país (“si compran con sello, mantenemos las divisas en Costa Rica”, reza el anuncio).
    2.- Proteger al trabajador costarricense o aumentar el empleo nacional. Este argumento se releja en otro slogan del “sello”: dar empleo al costarricense.
    3.- Proteger la industria naciente. Los más afectos a este argumento a favor del proteccionismo son los sectores industriales, algunos de cuyos miembros no dudan en clamar contra “la competencia desleal”.
    4.- La tarifa óptima. Tal vez todavía algunos recuerdan cuando el ex presidente Figueres lanzó el “grito del banano”. Aún cuando el argumento no es estrictamente el mismo, su principio fundamental es muy semejante.
    5.- Evitar la competencia de países que tienen mano de obra más barata. Este argumento es muy utilizado en los Estados Unidos por los sindicatos; aquí casi nunca los he escuchado.

    Existe otra serie de argumentaciones a favor del proteccionismo, todos ellos esencialmente sin consistencia. En próximos artículos analizaré los anteriormente citados.

  3. #23
    1976-08-11-MANTENGAMOS EL DINERO EN EL PAÍS

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    MANTENGAMOS EL DINERO EN EL PAÍS


    La República, 28 de julio de 1976.

    “Que no entren en el reino mercancías extranjeras por un valor mayo que el de las mercancía nacionales que salgan de él”.
    Ricardo Ailesbury, citado en Eric Roll, Historia de las Doctrinas Económicas.
    En diversas ocasiones, nuestras autoridades del Banco Central han hecho énfasis en que Costa Rica debe exportar más de lo que importa con el fin de acumular más reservas o divisas. Un ejemplo reciente de esta visión se encuentra en algunos de los anuncios del “sello”, en los que se alega que si consumimos lo nacional (o sea, no importamos), mantenemos las divisas en Costa Rica.

    Lo anterior no es, ni más ni menos, sino una visión mercantilista del comercio internacional. Los mercantilistas fueron unos señores que en los siglos XVI y XVII buscaron mantener, mediante regulaciones al comercio internacional, que el país tuviera un exceso de exportaciones sobre las importaciones y que esta diferencia se acumulara en metales preciosos (divisas), de manera que el poder del Estado se incrementara.

    La visión errada de los mercantilistas, aún de aquellos resabios que tenemos en el siglo XX, radica en creer, en primer lugar, que el comercio es un intercambio de dinero por bienes, en vez del concepto correcto de que el dinero es un medio de cambio entre bienes; es decir, se exporta y se recibe dinero, pero ese dinero sirve para importar, puesto que el comercio internacional es un intercambio de bienes y servicios producidos en Costa Rica con aquellos bienes y servicios producidos en el extranjero.

    En segundo lugar, el error de estos mercantilistas está en creer que el dinero tiene utilidad en sí mismo, cuando lo cierto es que sólo sirve para adquirir bienes y servicios. ¿De qué le sirve a Costa Rica estar exportando más de nuestra producción que lo que importa producido en el resto del mundo y acumular divisas que no tienen utilidad alguna, sino es por lo que se pueda importar con ellas? Esta visión de mantener divisas en Costa Rica equivale a darle un regalo al extranjero: nosotros le damos más de nuestra producción que lo que ellos nos dan a cambio y la diferencia son papeles (divisas) que nosotros mantenemos almacenadas.

    Tal vez, para destacar el carácter mercantilista que pretende mantener el dinero en el país exportando más de lo que importa, es necesario citar las opiniones de algunos economistas mercantilistas, las que, aunque suenen “bonitas”, son totalmente erróneas. John Hales: “Pues siempre debemos cuidarnos de no comprar más de lo que les vendemos, pues de lo contario nos empobreceríamos nosotros y los enriqueceríamos a ellos”. (A Discourse of the Common Weal of the Realm of England). William Cecil: “Nada roba más al reino de Inglaterra que cuando entran en él mayor cantidad de mercancías de las que salen”. (Citado en R. H. Tawney y E. Power, Tudor Economic Documents). Podríamos, igualmente, destacar citas semejantes de Eduardo Misselden, Antonio Serra y Tomás Mun, todos ellos destacados mercantilistas del siglo XVII, quienes abogaban por “mantener el dinero en el país”.

    El profesor Eric Roll resume muy claramente la política económica de los siglos XVII y XVIII: “En las prácticas de los gobiernos a fines del siglo XVII y en la mayor parte del XVIII, son manifiestos el proteccionismo total y la reglamentación por el Estado. En aquel tiempo, se estaban echando los cimientos de la industria moderna. Los métodos usados eran las tarifas o los embargos sobre las importaciones, prohibiciones de exportar herramientas y obreros especializados, el fomento de las importaciones de materias primas o de su producción en el país, la inspección sobre la calidad de los productos y los subsidios a quienes establecían industrias nuevas (Historia de las Doctrinas Económicas).

    Uno está tentado a decir que “cualquier parecido entre la opinión de Roll sobre el mercantilismo y la política económica actual de Costa Rica es mera coincidencia”; sin embargo, creo que, para desgracia nuestra, la filosofía mercantilista, con su corte intervencionista y su preocupación por la acumulación de divisas, está muy compenetrada en la mente de muchos señores, rectores supuestos de la economía nacional.

  4. #24
    1976-10-06-DEBEMOS MANTENER LA INDUSTRIA NACIONAL

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    DEBEMOS MANTENER LA INDUSTRIA NACIONAL


    La República, 06 de octubre de 1976.

    Otro de los argumentos utilizados frecuentemente en favor de la imposición de gravámenes a la importación, es la protección de la industria nacional nueva, frente a las ya poderosos empresas del extranjero. Se dice que el país nunca podrá desarrollarse si dejamos que las industrias nacionales compitan frente a las extranjeras, pues estas últimas terminarán por “comerse” a las empresas nacionales. De esta manera, si aumentamos el costo de los artículos producidos en el exterior vía impuestos aduaneros, entonces, nuestra novicia industria nacional, presumiblemente más ineficiente al principio, podrá competir eventualmente con la producción proveniente del exterior. El argumento se conoce en el análisis económico como la “protección de la industria naciente”.

    Esta excusa en favor del proteccionismo ha sido promovida fundamentalmente por grupos empresariales e industriales, aún cuando en Costa Rica también ha recibido el favor gubernamental, especialmente en la reciente campaña de que “lo nuestro es mejor y es nuestro”. A fin de efectuar un análisis del argumento, voy a utilizar, como ejemplo, una supuesta industria naciente en Costa Rica, digamos la de producción de bolígrafos.

    Se supone que la lógica en favor de proteger temporalmente la industria nacional de bolígrafos es que, al ponerse los impuestos a los bolígrafos importados, estos suben su precio y nuestro bolígrafo nacional puede, entonces, competir, aunque a un precio más elevado que el anterior a cualquier impuesto. Así, la protección significa un costo para la comunidad. Sin embargo, se supone que con el tiempo la industria nacional de bolígrafos será eficiente y podrá competir con la industria extranjera a los precios iniciales, por lo cual se eliminaría la protección aduanera y se supone, también, que, al venderse ahora los bolígrafos nacionales a un precio más barato, toda la comunidad se beneficia. Por lo tanto, mientras a corto plazo hay costos, a largo plazo hay beneficios que, supuestamente, compensan esos costos. Luego, la decisión de proteger temporalmente a la industria nacional nueva de bolígrafos aparece como racional.

    El argumento anterior es válido sólo si el aumento del beneficio social es mayor que el aumento del beneficio privado como resultado del proteccionismo temporal y sólo sí, además, que la actividad protegida (la industria de bolígrafos) dé un rendimiento mayor que el de otras actividades económicas.
    Definamos términos:
    Aumento del beneficio social: el incremento en el beneficio para todos los miembros de la sociedad como resultado del aumento de la producción de un producto.

    Aumento del beneficio privado: el incremento en el beneficio del productor, como resultado de producir y vender el aumento de la producción.

    De lo anterior se deduce que, si un caso como el expuesto produce a la comunidad costarricense un aumento de beneficios por la producción de bolígrafos nacionales, por ser este beneficio mayor que las utilidades que recibe el empresario privado productor, entonces, se reúne una condición necesaria para el argumento a favor del proteccionismo. Esto podría suceder, por ejemplo, si los trabajadores, por medio del aprendizaje en hacer bolígrafos nacionales, aumentan sus beneficios, los cuales exceden y no son percibidos por el productor empresario; entonces, el beneficio social es mayor que el beneficio privado.

    Supongamos que lo anterior sucede en el caso de esa imaginaria industria naciente de bolígrafos nacionales. Pero, además, debe darse otra condición que justifique el proteccionismo: que esta actividad de producir bolígrafos nacionales dé un rendimiento mayor que el de otras actividades o empresas. Esto es obvio; si producir cualquier otro bien o producto diera un rendimiento mayor que la industria nacional protegida de bolígrafos, entonces, la eficiencia en la asignación de recursos (que son escasos) dictaría que se produjeran los otros artículos en vez de bolígrafos.

    Pero, de nuevo, supongamos que aún este argumento es aplicable a la industria nacional de bolígrafos, cuya protección se busca. Aún así, cabe preguntarse si, llenando esas condiciones de mayor rentabilidad relativa y de beneficio social mayor que el privado, ¿es esto suficiente para justificar la protección o debe el argumento satisfacer otros requisitos?
    La respuesta es afirmativa; sí existen otras condiciones necesarias, además de las señaladas, para dar validez al argumento de protección de la industria naciente.
    En primer lugar, los beneficios sociales (los de toda la comunidad, no sólo del productor), deben exceder al costo total de los recursos utilizados en la economía para la producción de bolígrafos durante el período de protección temporal. Si no fuese el caso, no convendría brindar protección a la industria de bolígrafos, pues equivaldría a no utilizar eficientemente los recursos.

    En segundo lugar, los beneficios privados (los del productor) deben brindar un rendimiento menor que el costo de la inversión de esos recursos. De no ser así, el empresario, como tal, invertiría en la producción de bolígrafos sin necesidad de protección aduanera.

    Estas dos restricciones al argumento de la industria naciente son sumamente poderosas, por lo cual, cada vez más, hay serias dudas de si es conveniente o no, económicamente, proteger las llamadas industrias nuevas.
    Pero, ¿se puede, además, alegar que el beneficio social es mayor que el privado como justificante de la protección a la industria naciente?

    Habíamos dicho que el beneficio social era mayor que el privado si el beneficio a toda la comunidad era mayor que el beneficio que se apropiaba el productor privado. Así, en nuestro ejemplo de la industria nacional protegida de bolígrafos, la protección temporal permite el entrenamiento de trabajadores, los que luego pueden trasladarse a otras industrias y el productor de bolígrafos no podrá, entonces, apropiarse del conocimiento adquirido por sus trabajadores, que han sido beneficiados.

    Este problema aparente ha sido resuelto por los profesores Coase, Becker, Cheung y otros, quienes demuestran que, en algunos casos, no es el patrono quien paga el costo correspondiente, sino el trabajador y que, en todo caso, la política apropiada sería subsidiar las actividades de entrenamiento en el trabajo y no la protección de la producción.

    Por lo anterior, el argumento de la protección de la industria naciente, tan solicitada en nuestro país por los empresarios y tan aceptada por los políticos, quienes así amplían su esfera de poder, tiene severas limitaciones, no sólo técnicas sino prácticas, por lo cual es necesario plantearse definitivamente la pregunta de si es conveniente insistir en la política de patrocinar industrias ineficientes, que perjudican a los consumidores, quienes tienen que pagar precios más elevados por los productos y seguir observando cómo el gran dispensador de privilegios, el Estado, continúa coaccionando la libertad de empresa, en beneficio de unos pocos, quienes a la larga serán también víctimas del Leviatán.

  5. #25
    1976-10-27-MILTON FRIEDMAN PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA

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    MILTON FRIEDMAN, PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA


    La República, 27 de octubre de 1976. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 74-76.

    “Los acuerdos económicos juegan un papel dual en la promoción de una sociedad libre. Por un lado, la libertad en los acuerdos económicos es en sí misma un componente de la libertad ampliamente entendida, de manera que la libertad económica es un fin en sí misma. En segundo lugar, la libertad económica es también un medio indispensable para el logro de la libertad política.”

    Milton Friedman, Capitalismo y Libertad.
    Con un profundo regocijo he recibido la noticia del otorgamiento del Premio Nobel de Economía al Profesor Milton Friedman, de la Universidad de Chicago. Hijo de inmigrantes de la Europa Oriental a los Estados Unidos, Friedman se creó en una típica familia obrera. Realizó estudios de matemáticas en la Universidad Rutgers, en donde, bajo la influencia de Arthur Burns, destacado miembro de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sintió las primeras inclinaciones hacia el estudio de la ciencia económica. Posteriormente obtuvo su doctorado en la Universidad de Columbia, poco antes de ingresar al claustro de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago. Es miembro del equipo de investigación de la Oficina Nacional de Investigación Económica de los Estados Unidos y profesor honorario en diversas universidades del mundo; ha sido Presidente de la Asociación Americana de Economistas y de la sociedad liberal Mont Pelerin.

    Entre los libros escritos por el profesor Friedman, podemos señalar Capitalismo y Libertad, Ensayos sobre Economía Positiva, Historia Monetaria de los Estados Unidos 1867-1960, Una Teoría sobre la Función Consumo, Estudios sobre la Teoría Cuantitativa del Dinero y muchos otros más. Ha escrito diversos ensayos en múltiples publicaciones de elevado prestigio técnico, tales como el Journal of Political Economy, American Economic Review, Journal of Law and Economics, Economica, Journal of Money, Credit and Banking, entre otras; además, de sus presentes publicaciones en la revista Newsweek. Lo anterior denota, sin duda alguna, no sólo lo prolijo de sus conocimientos técnicos, sino también se acción de presentar al lego en economía, en lenguaje asequible, los conocimientos de su ciencia, por muchos no entendida.

    El profesor Friedman es considerado el exponente máximo de la llamada “Escuela de Chicago”, asociada con el pensamiento liberal en los Estados Unidos. La Escuela de Economía de la Universidad de Chicago logró resistir los cantos de sirena del pensamiento Keynesiano, que abogaba por el intervencionismo estatal y un desprecio ̶ más por los seguidores que por el mismo Keynes ̶ al mecanismo de mercado. Hoy día la seriedad científica de la Escuela de Chicago ha permeado diversos medios académicos, tanto en los Estados Unidos, como en el resto del mundo. (Friedman es el economista occidental más leído en Yugoeslavia, se ha comentado).

    El profesor Friedman ha recibido el legado de la “Escuela de Chicago”. ¿Cuántas veces nos cita que “tal y tal idea” eran de su predecesor Aaron Director o de Frank Knight o de Henry Simons o de Thorstein Veblen? En muchas ocasiones nos cita su agradecimiento y reconocimiento a sus colegas de Chicago, H. Gregg Lewis, George Stigler, Theodore Schultz, Harry G. Johnson, Oskar Lange, entre muchos otros. Pero Friedman ha hecho de esa herencia la decisión de aumentarla y mejorar su calidad. Ha creado, por sus obras, un lugar propio y destacado en la llamada “Escuela de Chicago” y muy merecidamente es hoy el rector intelectual de ella.

    Muchas razones pueden haber determinado la decisión de la Academia Sueca de Ciencias y Artes de otorgar en 1976 el Premio Nobel al profesor Friedman. Tal vez ha sido su enorme contribución científica al estudio de la demanda de dinero y de política monetaria y fiscal, que han logrado restituir la importancia de la política monetaria como estabilizadora de los precios, en contraste con la ideología Keynesiana que buscaba su Deus ex machina en la política de gasto público. Muy probablemente la decisión de la Academia Sueca se basó en los estudios de Friedman sobre los factores que determinan el consumo de las comunidades, que, de nuevo, rescató al pensamiento económico de la influencia Keynesiana, con su hipótesis del ingreso permanente. También el Premio Nobel puede tener su razón de ser en los estudios en los que Friedman defiende que fluctúen los tipos de cambio entre las monedas de los países, en vez de la fijación arbitraria de ellos por parte del Estado.

    En todo caso, las facetas de la personalidad del profesor Friedman son muy variadas. Me encanta la humildad genial con que exclama “Creo que nosotros, los economistas de los años recientes, hemos causado un enorme daño ̶ para la sociedad como un todo y para nuestra profesión en particular ̶ al presumir que conocemos más de lo que podemos dar”. Y me emocionan e inspiran sus palabras “El gobierno nunca podrá duplicar a la sociedad y la diversidad de las acciones de los individuos”. Esto es, para quienes creemos, como Friedman, que “el liberalismo tiene que ver con las doctrinas referentes al hombre libre” y concordamos en que nosotros, los liberales, “tomamos la libertad del individuo, o tal vez de nuestra familia, como la meta última al juzgar los acuerdos de la sociedad”.

    El premio otorgado al profesor Friedman es motivo de regocijo para aquellos quienes valoramos su labor académica y quienes creemos que no puede haber libertad política sin libertad económica.

  6. #26
    1976-11-19-IMPUESTOS E INFLACIÓN

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    IMPUESTOS E INFLACIÓN


    La República, 19 de noviembre de 1976.

    Me ha sorprendido la reacción del público frente a la decisión del Gobierno de reducir o eliminar los impuestos de consumo y las sobretasas a la importación de algunos productos. Simplemente, casi no ha existido reacción alguna: esa es mi sorpresa.

    Por ello, he decidido comentar algunos aspectos derivados de esta resolución de reducir los impuestos.

    En primer lugar, esta medida tiene bastante de “política”. Creo que una de las razones que influyó en esta decisión es el hecho de que existe bastante inconformidad de parte de los consumidores, por los impuestos tan elevados que ha introducido este gobierno y que, debido a las ya relativamente próximas elecciones, se hacía necesario complacer a un electorado que se caracteriza por su muy abierto disgusto.

    Por otra parte, las recientes declaraciones de políticos y tecnócratas, justificando la decisión de reducir los impuestos antes mencionados, han puesto en evidencia, una vez más, que la falsificación de hechos, a fin de justificar medidas, es utilizada tan evidentemente sin provocar el más mínimo sonrojo de los que se “desdicen” abiertamente. El lector muy posiblemente recuerda cuando, al poner el Gobierno las nuevas sobretasas cambiarias, se dijo ´públicamente que los grupos que saldrían perjudicados con esta decisión serían los de altos ingresos; los ricos. Pues bien, ahora que se eliminan, entonces, lógicamente, los que se benefician serían los ricos. ¡Pero no, maravillas de la dialéctica, los que, según esos mismos señores del Gobierno, se benefician con la reducción de los impuestos son los grupos de ingresos bajos y medios, no los ricos! ¿En qué quedamos?

    Hay más, mucho más, que comentar. Con esta decisión de eliminar o reducir las sobretasas a la importación, se ha logrado probar que el SINDEP, la ANFE y otras organizaciones y personas estábamos en lo correcto, cuando le dijimos al Banco Central que la medida de gravar con más impuestos a las importaciones era totalmente innecesaria, dada la situación económica del país en ese entonces y, en especial, al considerar los tiempos de bonanza futura que se avecinaban con los altos precios del café. Una vez más se comprueba el triunfo del Pobretico sobre Exportico.

    Hay una situación que me preocupa bastante: en Costa Rica se presentará una fuerte inflación en los próximos dos años, a no ser que el Estado tome las medidas del caso para contrarrestarla (y no se trata de aplicar el mamarracho de la Ley de Protección al Consumidor, la cual no sirve para nada). Mi predicción es que, con el gran influjo de divisas proveniente del excelente valor del café, se va a generar una fuerte inflación en Costa Rica en un futuro relativamente cercano. En este caso sí se puede argüir que la inflación será, en gran parte y todo lo demás constante, de origen importado. La razón es muy sencilla: el gran influjo de divisas, que se transforma en moneda nacional por medio del sistema bancario, va a aumentar los medios de pago en poder del público, el cual, al tener más dinero del que desea, cambia este dinero por productos y servicios (o sea, compra), elevándose los precios en el proceso. Debe mencionarse en esta oportunidad que ese grave problema fue previsto por don Jaime Solera, quien, ante el ingreso de divisas tan elevado, propuso esencialmente dos cosas: primera, que parte de las divisas no entraran al país por un tiempo, quedando depositadas en el exterior a nombre de sus dueños costarricenses. Esto, desde el punto de vista económico evitaba el grave problema de inflación que va a padecer nuestro país. La segunda propuesta de don Jaime básicamente contempla que los cafetaleros deudores del Sistema Bancario Nacional realizaran cancelaciones a sus deudas y que el Sistema Bancario Nacional retirara crédito del mercado; o sea, que se tomara una política compensatoria por parte del Banco Central del aumento en la cantidad de dinero en la economía nacional. Por supuesto, en esta Jauja nuestra, en lugar de analizar seriamente el proyecto de don Jaime, se prosiguió con la táctica de lavarse las manos (el palanganeo del que habla el amigo DO-RE-MI).

    Los economistas progobiernistas van a encontrarse en un dilema: allá por el año 73-74, en que nuestro país sufría de una tremenda inflación, estos señores arguyeron que la inflación era importada, especialmente por el aumento en los precios del petróleo, que se reflejaba en el déficit de la balanza de pagos. Ahora, con la inflación que se avecina, reflejada en un déficit mucho menor o, tal vez, en un superávit de la balanza de pagos (propiamente en la cuenta corriente), estos economistas progobiernistas o tendrán que reconocer que la inflación de principios del 70 tuvo un origen esencialmente interno y que la que viene es importada (como es lo correcto) o bien tendrán que seguir manteniendo que la inflación en la última administración Figueres y principios de la de Oduber, tenía un origen externo y que la que tenemos encima es de origen netamente nacional (con “sello” y demás cosas), O bien, tendrán que contradecirse y mentir. El dilema es interesante y veremos cómo nos bailan ese trompo.

    Para terminar, ¿no cree el ciudadano costarricense que es una arbitrariedad que el Poder Ejecutivo aumente o baje los impuestos cuando le viene en gana, sin que la Asamblea Legislativa tenga vela en este entierro? Ojalá que con la constituyente que se plantea, se restituya ese derecho básico de los ciudadanos: todo impuesto y sus cambios deben ser decididos por la Asamblea Legislativa.

  7. #27
    1977-01-15-TRES TEORÍAS ACERCA DE LA INFLACIÓN

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    TRES TEORÍAS ACERCA DE LA INFLACIÓN


    La República, 15 de enero de 1977.

    Se puede resumir diciendo que en el pensamiento económico existen esencialmente tres grandes corrientes teóricas que buscan explicar el fenómeno de la inflación.

    Una de ellas es la llamada fiscalista o razón fiscal, la cual considera que la inflación surge fundamentalmente por un exceso del gasto público sobre los ingresos del fisco; o sea, una política fiscal expansiva, lo cual origina una presión adicional sobre el nivel de la producción, originando, como consecuencia, un alza en los precios. El enfoque anterior explicativo de la inflación es empleado en nuestro país fundamentalmente por organizaciones empresariales, tales como cámaras y otras asociaciones, que usualmente son críticas de una expansión del gasto público, aun cuando esto no necesariamente signifique un incremento neto en la demanda total de la economía.

    Otra explicación acerca de la inflación es la llamada presión de los costos, la cual afirma, en general, que ante aumentos autónomos en los salarios debido a presiones sindicales o ante alzas en los precios determinados por ciertas empresas, directamente originan un alza sostenida en los precios; es decir, inflación. Este enfoque es el utilizado en ciertos círculos universitarios (teoría de la dependencia, socialistas, etcétera) y, en algunos casos, por economistas afectos al gobierno (ejemplo: “un alza de salarios mayor que la estimada por el gobierno sería inflacionaria”).

    La tercera versión es la llamada escuela monetarista, la cual enfatiza que la razón causal del fenómeno de la inflación es el crecimiento en la cantidad de dinero que excede al aumento de la demanda de dinero en la economía. Los adeptos a la escuela monetarista en Costa Rica pueden encontrarse, en algunos casos, en círculos universitarios, asociaciones liberales y, en otros, como la banca central, así como uno que otro francotirador afecto a los asuntos monetarios. Personalmente, estoy de acuerdo con esta última explicación del fenómeno de la inflación.

    Deseo ampliar esta exposición, agregando que el enfoque monetarista destaca que la visión fiscalista tiene validez siempre y cuando el exceso de gasto gubernamental sobre sus ingresos sea financiado por medio de la emisión de dinero (con las famosas letra del tesoro, por ejemplo) y que cualquier otra forma de financiar ese exceso de gastos tan sólo tendrá un efecto temporal o transitorio sobre el nivel general de precios en la economía.

    Por otra parte, los monetaristas enfatizan que las presiones de costos no son el factor que causa la inflación, aún cuando son importantes como mecanismo que la transmite.

    La diferencia es importante para estar claros en cuanto a ambos enfoques. Para ello veamos un ejemplo y supongamos que los sindicatos se ponen de acuerdo en elevar los salarios; o sea, hay un aumento en los costos. Según el enfoque de la presión de costos, esto sería necesario y suficiente para causar la inflación. Según el enfoque monetarista, la inflación surgiría sí y sólo sí se aumenta la cantidad de dinero en la economía, en tal forma que permite o valida ese aumento en los salarios. Por ello, según los monetaristas, la causa de la inflación no se encuentra en la presión de los sindicatos (aumento de costos) sino en el aumento de la cantidad de dinero y los aumentos de costos son el eslabón vital que luego transmite las presiones inflacionarias por la economía.

    Dados los enfoques anteriores, se explica uno las distintas concepciones que se plantean públicamente acerca de cómo resolver nuestros problemas derivados de la inflación.

  8. #28
    1977-02-12-DE LÓGICA EN POLÍTICA

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    DE LÓGICA EN POLÍTICA


    La República, 12 de febrero de 1977.

    Desde hace días se encuentra definido el panorama para la determinación del candidato de la Unidad Opositora, Por un lado se encuentra don Rodrigo Carazo, que representa a la tendencia Renovación Demócrata Cristiana y, por el otro, don Miguel Barzuna, quien sintetiza al Republicano Calderonista, Unión Nacional, Nacional Independiente y los partidarios del Dr. Trejos Escalante. Ante esta disyuntiva tan clara, se hace indispensable presentar al pueblo costarricense algunas consideraciones políticas que es necesario tomar en cuenta, si se desea que exista la posibilidad de que la Oposición Nacional alcance el pode en 1978.

    En el caso eventual de que don Rodrigo Carazo logre triunfar en la convención de marzo, existe una elevada posibilidad de que la oposición se presente dividida frente al Partido Liberación Nacional. Esto resulta evidente si analizamos cuidadosamente las fuerzas políticas que atrae el señor Carazo. Estas esencialmente son de origen liberacionista y, por otra parte, de los restos de la desaparecida Democracia Cristiana (incluso su único ex diputado anda ahora con Garrón). Las fuerzas que en el pasado incorporó el ex presidente Trejos Fernández al Caracismo, se han erosionado totalmente, en especial al haber retirado el señor ex Presidente el apoyo que le diera al señor Carazo en las elecciones pasadas.

    Don Rodrigo Carazo arrancó en su campaña de la convención desde hace ya su rato ,lo cual le permite indicar un poco más de fuerza relativa; sin embargo, el electorado oposicionista no ha logrado ver cómo es que el señor Carazo, quien en las elecciones anteriores obtuvo el tercer lugar en los votos de la oposición (el Dr. Trejos Escalante, 225.000 votos, el señor González Martén, 73.000 y el señor Carazo Odio, 62.000 votos), busque de nuevo la candidatura, en tanto que el Dr. Trejos y González Martén la declinaron, habiendo obtenido mayor número de votos en las elecciones de 1974.

    Gran parte del electorado de la oposición no está con don Rodrigo Carazo: se destacan dos grupos, el calderonista y el liberal. Estos dos sectores políticos han manifestado esencialmente su apoyo a la precandidatura de don Miguel Barzuna, que parece comprender una gama más extensa del electorado oposicionista.

    ¿Qué pasaría si ganara la convención de marzo el señor Carazo? Simple y llanamente no creo que la oposición fuera a ir unida frente a Liberación Nacional en 1978. La razón es muy sencilla: el elector calderonista, que forma el eje vital de la unidad opositora, regresaría al Partido Unificación Nacional, con todo y su precandidato don Guillermo Villalobos, determinando, por ende, el fortalecimiento del hoy debilitado Unificación Nacional. Don Guillermo se fortalecería y entonces no se vería forzado a unirse al candidato de la Unidad Opositora ante la alternativa de quedarse con cuatro gatos. Por ello, don Rodrigo Carazo, como candidato de la Unidad Opositora, casi aseguraría el triunfo de Liberación Nacional en 1978 y los liberales no fácilmente darían su apoyo a quien se caracterizó como un ideólogo socialista.

    A diferencia, una victoria de don Miguel Barzuna en la convención de marzo significaría dos hechos de trascendencia política enorme para nuestro país. En primer lugar, a corto plazo implica el logro de la unidad de la oposición en las elecciones de 1978. El calderonismo no se iría adonde Villalobos Arce y, más bien, lógicamente, se tendría que incorporar a la unidad de la oposición o padecer de inanición electoral (lo cual don Francisco Calderón no lo va a permitir). Esto sería así por el origen tradicional e histórico calderonista y oposicionista desde hace muchos años de Miguel Barzuna.

    En segundo lugar, una victoria de Barzuna, al permitir la aglutinación de los diferentes sectores oposicionistas de Costa Rica, será y debe ser el punto de partida para la formación de un partido político grande y fuerte de los sectores de la oposición, por medio del cual se logra la definición ideológica y las reglas de juego que deban regir en el futuro.

    Por lo anterior, públicamente doy mi apoyo a la candidatura del señor Miguel Barzuna, al creer que es él quien pueda permitir la recuperación de la dignidad nacional en una patria de hombres libres.

  9. #29
    1977-02-25-YO SOY UN TRABAJADOR IGUAL A USTED O LA ACELERACIÓN

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    YO SOY UN TRABAJADOR IGUAL A USTED O LA ACELERACIÓN DE UNA IGNOMINIA


    La República, 25 de febrero de 1977.

    Hace un par de años, escribí un artículo en la muy combativa página 15 de La Nación, el cual encabecé con la primera oración de este título. Esencialmente, dicho trabajo mantenía puntos de vista definitivos sobre el fracaso del Banco Popular en el fomento del ahorro popular y en la utilización del crédito de manera eficiente.

    Hoy, casi treinta meses después, continúa el Banco sin satisfacer esas premisas básicas de eficiencia en cualquier tipo de banco, tal como lo puede atestiguar su invariable política acerca de los tipos de intereses que ocasionan una lesión al patrimonio del obrero, quien se encuentra forzado a canalizar sus recursos hacia el mantenimiento de una rampante burocracia. En ese artículo sugerí “que el Instituto de Fomento de Cooperativas sustituya al Banco Popular y que el primero se dedique a la promoción de nuevas cooperativas de ahorro y crédito”. Pues bien, me he enterado que se va a crear un banco de las cooperativas, lo cual da campo a que se lleve a cabo la sustitución del Banco Popular por el Banco Cooperativo. Tal vez no hay mal que dure cien años, pero sí más de dos años y medio: aparentemente el Banco Cooperativo va a ser una nueva institución y el Banco Popular seguirá tan campante como Johnny Walker, con todo y el repudio casi universal de que goza en la comunidad costarricense.

    Es más, y a esto que le pongan atención los trabajadores nacionales, parece que no fue suficiente que los ahorros no se devolvieran sino hasta después de muchos meses, sino que ahora algunos de los genios del Banco, ayudados por otros más genios del Partido Oficial, quieren devolver el fruto de nuestros esfuerzos que el Banco nos ha expoliado, tan sólo cuando nos quedemos sin trabajo, incapacitados o muertos.

    Creo que se está llegando al extremo. Una vez más el Estado nos quita nuestros ingresos para satisfacer los deseos espurios de una burocracia entronizada en la vida fácil de un banco que nosotros mantenemos. Esto será Jauja para los “dueños” del Banco Popular. De esta forma los “banqueros” de tan desprestigiada institución no tendrán que rendir cuenta a los trabajadores cuando retiremos nuestros depreciados colones, o al menos se evitan tener que mirar en los ojos a los encolerizados obreros que reclaman sus ahorros.

    Hablemos claro de una vez por todas. Después de muchos años de vigencia, éste ha mostrado una mediocridad particularmente única. Los trabajadores lo sabemos muy bien.

    Que rinda cuenta de todos los usos y fuentes de ingresos; que se integre una junta de liquidación y que se organice la devolución no sólo de nuestros fondos, sino también que se impida que estos señores continúen apropiándose, tal vez hasta de por vida, de parte de nuestros salarios, que bien ganados los tenemos. Terminemos con la coerción y la obligatoriedad en el ahorro que ejerce el Banco Popular. Acabemos con la ineficiencia y la mediocridad. El Banco Popular no sirve más que para desperdiciar nuestros fondos y es el momento de liquidar ese abuso.

  10. #30
    1977-03-04-EL QUE SE ESTÉ AHOGANDO QUE DÉ PATADAS

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    EL QUE SE ESTÉ AHOGANDO, QUE DÉ PATADAS


    La República, 04 de marzo de 1977.

    El presidente de la Junta Directiva del Banco Popular, Jorge Salazar Solís, no vacila en acusas de reaccionario a aquel que se oponga a los desastres del Banco Popular, tal como lo hace conmigo en un artículo que él publicó en La República del día 27 de febrero último.

    Solemnemente, y para complacerlo, me declaro un reaccionario total. La verdad es que sí, he reaccionado y estoy dispuesto a seguir reaccionando, en defensa de los manoseados intereses del trabajador, frente a la ignominiosa pseudo-institución llamada Banco Popular y frente a la conducta réproba de su presidente.

    Sí, reacciono con todo mi fervor, cuando, ante las razones que expuse, el “Señor” del Banco Popular no explica nada, sino, más bien, pretende enlodar a quien honor tiene y busca ensuciar a quien no depende del sudor de todos los trabajadores, sino del suyo propio.

    Por ello acepto que el señor Salazar me llame reaccionario, ya que reacciono contra la mediocridad, el insulto, la no decencia, la inopia, le incapacidad, la pobreza intelectual y, en este caso, contra la arrogancia ante el trabajador, arrogancia que no oculta el Banco Popular y, destacadamente, su vocero oficial, el ejecutivo Salazar.

    Es innegable el desprecio que el trabajador siente por el Banco Popular, algo que pretende ocultar su principal vocero. El trabajador se siente explotado por un “Banco” que, dada su política de intereses, provoca que cualquier inflación se “coma” su ahorro forzoso, compulsivo, obligatorio y, por eso, execrable y odioso.

    Si mis ojos no me engañan, las colas que presenta el “Banco”, cada vez que se ve forzado a devolver nuestro dinero, un dinero que ahora pretende dejárselo casi para siempre, no son precisamente de “felices y contentos” trabajadores “agradecidos”, además, con los funcionarios que cuidan celosamente el buen uso de nuestros ahorros.
    En mi primer artículo sobre el asunto hace más de dos años, señalé que, ante la inflación, los ahorros de los trabajadores se ven lesionados, pues pierden su valor e indiqué que esos ahorros no están invirtiéndose de manera óptima, puesto que el Banco Popular perjudica a los trabajadores y beneficia a otras personas, que no necesariamente son las mismas. ¿Qué hizo el Banco Popular o, mejor dicho, el ejecutivo Salazar? Insultar, en vez de atender a la lógica: usar un lenguaje vulgar y soez y acudir a argumentos estereotipados, que tanto cansan a los hombres de trabajo. Ahora, de nuevo, el ejecutivo del Banco Popular prefiere adjetivar mi persona con palabras tales como “llamado economista, moderno economista del Siglo XVIII, liberal manchesteriano, de mente oscura, de opaca sombra, confuso mental, defensor de grandes empresarios, escritor a sueldo, menopáusico mental, normado por la ideología del dinero, etcétera”, antes de razonar, cosa que veo en él difícil, sobre el estado decrépito de la institución que él ejecuta.

    Algo me explica la conducta del señor Salazar, quien el sábado 12 de febrero, en la inauguración de la Sucursal del Banco en Grecia, se opuso públicamente a la creación del Baco Cooperativo que impulsa el Presidente Oduber, al señalar que su creación sería una afrenta al Banco Popular. Claro, el Presidente de la República después tuvo que indicar que algunos (el señor Salazar) “no han entendido la misión del Banco Cooperativo”, lo que obliga posteriormente a retractarse cariacontecido al señor Salazar.

    El problema fundamental es que el Banco Popular no sirve, ni a los trabajadores ni a los empresarios ni al Gobierno, y que más bien se ha convertido en una carga, en un pasivo para la colectividad, independientemente de las posiciones políticas particulares de cada ciudadano, aunque, eso sí, el Banco Popular es el pan de cada día para burócratas como Salazar, quien ahora ve vientos de fronda y no saben qué hacer.

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