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Tema: Artículos publicados en Diario "'La República"

  1. #11
    1976-01-05-EL OMINOSO PAGO DEL IMPUESTO DE LA RENTA

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    EL OMINOSO PAGO DEL IMPUESTO DE LA RENTA


    La República, 05 de enero de 1976.

    Don Porfirio Morera es uno de los mejores ministros que tiene este gobierno. Sin duda alguna, no sólo tiene el deseo de realizar las cosas, sino que también sabe lo que hace. Sin embargo, este diciembre se ha presentado una situación desastrosa en la recolección del impuesto sobre la renta y él, culpable o no de este caos, deberá de tomar cartas en el asunto, a fin de lograr respetar la dignidad personal de los ciudadanos que concurren a pagar los impuestos.

    Más de dos horas y media de agobiante fila en el Banco Central es lo que tenemos que hacer los que, rascándonos el bolsillo, vamos a pagar los impuestos a tiempo. Tras de que el pago de un impuesto es ya en sí una molestia, el ineficiente Estado costarricense se especializa en hacer sufrir a los que pagamos, forzándonos a formar interminables filas, como “para que suframos un poquito más”. Estoy seguro de que si algunos señores del Estado gastón en que vivimos tuvieran que hacer esas filas, entonces otro gallo cantaría.

    ¿Por qué no es posible cobrar decentemente los impuestos? ¿Por qué no se cobran de manera tal que el ciudadano no sufra los efectos de esas ultrajantes filas? Si no es el Ministerio de Hacienda el responsable del desaguisado de forzar a los ciudadanos a hacer estas largas filas en el Banco Central, entonces, ¿quién es el culpable de este exceso de sadismo con que se les cobra a los costarricenses que pagamos los impuestos? Estamos seguros que don Porfirio Morera entiende claramente el problema y que ya, para el próximo año, tendremos un sistema decente de recaudación. Podría pensarse en utilizar un método semejante al de los Estados Unidos, en que uno ni un pie pone en las oficinas de recolección de impuestos o, por lo menos, que se utilicen los bancos del Sistema Bancario Nacional para la recaudación de impuestos. Esto último, al menos, aun no siendo tan eficiente como el sistema empleado en los Estados Unidos, permite una mejora a esta ominosa situación actual.

  2. #12
    1976-01-06-LA DEMAGOGIA DEL 76

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    LA DEMAGOGIA DEL 76


    La República, 06 de enero de 1976.

    Generalmente, al escuchar la opinión de ciertos políticos, cuando se anuncian ciertos hechos por venir, como regla debe pensarse en que, efectivamente, lo que resultará son hechos opuestos,

    Un ejemplo de esta regla ̶ originada en la experiencia y en el conocimiento de los demagogos ̶ es el anuncio reciente de que 1976 será el año de la producción. Así, nos lo anunció el coro gubernamental, empezando por su director, siguiendo con la primera voz y así, por toda Costa Rica, se escucha que tenemos que producir en el 76 o nuestro país se hundirá en el caos.

    Cuando uno escucha estas prédicas del Estado llamando a la acción, es de esperarse, ¡ilusos que somos!, que las medidas que el gobierno va a tomar para el año 1976, efectivamente conduzcan a un incremento en la producción. Pues bien, como ya es usual en el gobierno, las medidas que ya estamos viendo más bien ayudarán a que Costa Rica no produzca y a que el país siga en el caos.

    Ahora, dejando una vez más de lado el precepto constitucional de que la Asamblea Legislativa es la que pone los impuestos, el Banco Central pone nuevos gravámenes, aún cuando pretenda disfrazarlos con nombres tales como “recargos cambiarios” o “sobretasas temporales”, o cómo les dé la gana, pretendiendo endulzar otro trago amargo para el pueblo con simple terminología pseudocientífica.

    Además de estos impuestos, el Banco Central pretende aplicar restricciones en el otorgamiento de dólares para turistas, sin darse cuenta de que el costarricense va muchas veces al exterior a realizar sus compras, porque aquí, en la Costa Rica super-gravada, los impuestos impiden ya casi disponer del dinero suficiente para que uno pueda realizar sus compras en el territorio nacional. La gente va al exterior a realizar sus compras porque allá es más barato, entre otras razones. Pues bien, a los burócratas de siempre lo único que se les ocurre, con excepción de la reciente idea del Ministro Morera de crear zonas libres en el país, es impedir que el tico viaje libremente al exterior a realizar sus compras. Se le impone una traba para forzarle, o a que compre artículos de menor calidad, o bien sumamente caros por los gravámenes que esos mismos burócratas han impuesto. Y a esto se le llama protección al consumidor; más bien es expoliación del consumidor. Que no se preocupe el pueblo tico: es el vote a pagar lo que ha encontrado una vez más.

    Y digo que el pueblo no debe preocuparse por lo que he mencionado, pues aún hay más sorpresas tributarias en el “año de la producción 1976”. A fin de seguir financiando las universidades públicas en Costa Rica, donde la mayor parte de los estudiantes proviene de familias pudientes y quienes pagan sumas bajísimas por su educación, ya el Estado costarricense planea nuevas cargas tributarias sobre los ciudadanos. No me explico por qué no se aumentan las cuotas a los estudiantes y evitar así esa masiva redistribución de la “riqueza” de los pobres hacia los ricos. Tal vez no suben los costos a los estudiantes, por temor a que se vayan a una huelga. Ha faltado decisión a la hora de ponerle el cascabel al gato. Claro, es más fácil seguir gravando a un pueblo, no organizado y tal vez domesticado, que enfrentarse a las poderosas y bastante subsidiadas asociaciones universitarias, que, con dogma y furia, darían al traste con la política de maromero que ha venido siguiendo este gobierno de vacilón.

    Hay más propuestas de nuevos impuestos o bien de aumentos a los ya existentes: 1.- aumento de los impuestos sobre la renta de las sociedades anónimas, que sólo arruinan a las más pequeñas; 2.- aumento en los impuestos sobre dividendos de las sociedades anónimas; 3.- duplicación del impuesto sobre la renta de asesorías del exterior, uso de patentes, marcas y remuneraciones a directivos que actúen en el exterior; 4.- aumento del impuesto sobre los pagos de intereses al exterior, como si en Costa Rica abundara el crédito; 5.- impuesto del 15% a los ingresos de personas que actúan en el exterior; 6.- impuesto sobre la transferencia de bienes inmuebles, para evitar que los sufridos costarricenses no nos podamos cubrir en algo contra la inflación.

    No creo que se me quedaron por fuera algunos impuestos en cartera que tiene nuestro gobierno. Como conclusión, efectivamente 19976 será el año de la producción, pero de la producción de impuestos. ¿Qué tal un impuesto a los demagogos?

  3. #13
    1976-02-03-LA DECADENCIA DEL BANCO CENTRAL

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    LA DECADENCIA DEL BANCO CENTRAL


    La República, 03 de febrero de 1976.

    Hay ciertas instituciones que se deben caracterizar por cierta parsimonia en sus actuaciones y, aún más, con seriedad total y responsabilidad ante la comunidad, la que les ha otorgado funciones especificas que por su transcendencia requieren la mayor independencia de criterio.

    El Banco Central, tradicionalmente, aunque a algunos les duela esta palabra, debe cumplir con seriedad y respeto a los costarricenses, la tarea esencial de mantener el valor del dinero. Pues bien, en muchos casos, notables todos ellos, el Banco Central se ha caracterizado no sólo por el absoluto respeto a las leyes, sino que, con la independencia total que le debe caracterizar, se ha permitido llamar la atención al país acerca de aquellas política seguidas por el gobierno central que ponen en peligro la estabilidad monetaria del país. Hombres de la talla de don Jaime Solera, don Rodrigo Facio, y muchos otros destacados funcionarios, aún en el caso de pertenecer políticamente al partido en el poder, supieron mantener una actitud vigilante, mesurada y respetable en nuestra máxima institución financiera.

    La decadencia del Banco Central se puede analizar bajo tres aspectos: dependencia política, irresponsabilidad en las decisiones y, por último, populismo mercantilista.
    El primer aspecto, dependencia política, se observa en el hecho vital que las decisiones de trascendencia que tome el Banco Central, a fin de eliminar presiones de grupos particulares, deberían de ser tomadas por un número de 5 votos de los miembros de su Junta Directiva. Pues bien, en nuestro Banco Central de hoy en día, esos 5 miembros, cuyo voto es decididamente crucial, son casi todos Ministros –Hacienda, Planificación, Economía, Industria y Comercio- aparte del Presidente de la Directiva del Banco, que para muchos aspectos parece ser un Ministro, además de representantes del sistema bancario nacional, entidades todas ellas estatales.

    De esta forma, es muy obvio el “Pá eso tenemos la mayoría”, que impide, en términos genéricos, la independencia del Banco Central.

    En segundo lugar, irresponsabilidad en las decisiones. Es vital, en política monetaria y fiscal, tener la información apropiada. Pues bien, el Banco Central toma decisiones, como, por ejemplo, las medidas recientes de restricciones cambiarias y de aumento en los impuestos de consumo, sin la seriedad técnica con que deberían de hacerse. Es un hecho que se ha observado una mejora en la posición neta de nuestras finanzas internacionales en este año. Entonces, si al Banco Central le preocupa el futuro y toma estas medidas como una especie de vitamina C para curarse un resfrío venidero, que diga cuáles son las proyecciones de nuestra situación monetaria internacional en los próximos períodos y ,lamentablemente, es necesario decirlo muy claro y de una vez por todas, que diga cómo fue que el Banco llegó a tales proyecciones y, en especial, cuál es la política monetaria en ese período, pues esto es lo básico y crucial para analizar las posibilidades de comportamiento de nuestro comercio internacional. Debo decir que no tengo confianza en la información que da el Banco Central, dado que en diversas ocasiones, juicios ligeros como “desarrollo económico indispensable”, “política monetaria consistente”, redistribución del ingreso”, “consumo suntuario de los pocos”, “bienestar generalizado”, “buena (o mala, dependiendo de las circunstancias) situación económica del país” son todos slogans que se equiparan a la terminología de “nervio y motor de la economía nacional”, que permiten encubrir la ausencia de información adecuada y da dispensa a cualquier decisión arbitraria e ilegal que tome el Banco Central.

    Tercero, el populismo mercantilista del Banco Central llega a niveles degradantes de la responsabilidad que debe caracterizar a la institución. Haciendo uso de monigotes –tan de moda hoy día- con una demagogia populachera, se acude al apoyo de medidas bancarias que, más que objeto de una votación sensiblera, deberían ser discutidas en un plano técnico y serio, pues no es con alegres recuentos de votos, como se logra analizar la bondad de una medida de transcendencia económica. Me parece tan absurdo, como haber decidido, antes de Galileo, que el pueblo votara si la Tierra permanecía en la inercia o si era un objeto en movimiento. Esa vulgarización de las decisiones técnicas es un irrespeto, no al costarricense, a quien los monigotes ya no convencen, sino a la investidura de respeto y seriedad técnica que debe caracterizar al Banco Central.

    Hoy día está de moda que, al referirse a las políticas del Banco Central, a quien discrepa de ellas se le trata de sumir en el pensamiento del siglo pasado, en tanto que el Banco Central se dice que está en la moda actual, en las ideas modernas, con las doctrinas económicas en boga. Pues bien, el mercantilismo medieval es lo que está caracterizando la política económica del Banco Central.

    Quien estudia doctrinas económicas encuentra un paralelo interesante en esa manía del Banco de identificar la situación económica del país con la situación de la balanza comercial, hecho que quedó derrumbado en la teoría y práctica económica desde el siglo XVIII. Sería bueno que el Banco Central se salga de esa actitud mercantilista y busque derroteros modernos, actualizados, serios, de la ciencia económica, porque sólo entonces podrá pensarse en que hay ciencia y, más importante, lógica en las actuaciones del Banco Central.

    Y, nada más por molestar, si hablan tanto de parsimonia, de evitar gasto superfluo en tanta bagatela, es sumamente importante que nos digan ¿cuánto cuesta y cuánto va a costar toda esta campaña populachera en que se encuentra metido “le nervio y motor de la economía nacional”?

  4. #14
    1976-03-19-OTRO PAQUETAZO MÁS

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    OTRO PAQUETAZO MÁS


    La República, 19 de marzo de 1976.

    Con el fin de justificar un aumento de los impuestos que paga el pueblo costarricense y que son excesivos, el gobierno pretende alegar que, con dicho aumento de gravámenes que ha presentado a la discusión de la Asamblea Legislativa, los grupos de personas de bajos ingresos que pagan impuesto sobre la renta, se verán beneficiadas a costa de los aumentos a los tributantes de elevados ingresos.

    No sólo es discutible esta posibilidad de redistribución de la carga tributaria, sino que el argumento me recuerda aquellos dulces que les dan a los niños y que sirven para encubrir una desagradable purgación. En los últimos tiempos casi todas las medidas económicas tienen un dulce purgante: los impuestos del Banco Central y la pretendida promoción de las exportaciones. Ahora los nuevos impuestos se presentan en forma de un paquete tributario, que se dice grava “menos” a los de menos ingresos.
    Pero, ¿cuál es el timo del paquetazo que, una vez más, busca el gobierno dar a los costarricenses?

    Que simplemente los ciudadanos costarricenses que supuestamente se verían beneficiados, al estar en los grupos de ingresos relativamente más bajos de los que pagan el impuesto sobre la renta, son un numero pequeño, ínfimo, desconcertadamente minúsculo, si lo comparamos con la población costarricense trabajadora, que ni siquiera tiene ingresos anuales de más de ¢26.000, que los exime de pagar impuestos sobre la renta. O sea, la gran mas trabajadora costarricense no se ve beneficiada con este “paquetazo”. Al contrario, es muy posible que esos trabajadores que no van a recibir ningún beneficio se vean perjudicados con este “paquetazo” del gobierno.

    Es más, por una razón muy simple se puede esperar que los trabajadores pobres sean lo perjudicados, pues muchas empresas, que son las fuentes de trabajo nacional, van a disminuir sus actividades o, más rigurosamente, van a cesar sus operaciones. Entonces, esos pobres que ni siquiera tienen el honor de entrar en el “privilegio” de pagar impuestos sobre la renta, pueden encontrarse sin trabajo y sin ingresos.

    Esta posibilidad de que se desestimule no sólo la formación de nuevas empresas, sino la disminución o cierre de las existentes, con el consiguiente efecto sobre el empleo nacional, no ha sido analizada y, mucho menos, resuelta por el gobierno. Mientras tanto, nos quedaremos escuchando la demagogia y palabrería usual y seguiremos sufriendo más y más impuestos.

  5. #15
    1976-04-01-IRRESPONSABILIDAD VIAJANTE

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    IRRESPONSABILIDAD VIAJANTE


    La República, 01 de abril de 1976.


    Definitivamente, los nuevos impuestos que el gobierno actual pretende gravar sobre el pueblo costarricense, son un tema sumamente interesante que invita a la reflexión por parte de la ciudadanía.

    La situación económica del país se muestra más y más delicada. El gobierno del presidente Oduber ha presentado un empeño, cada vez más visible, de sacrificar al pueblo productor y consumidor, en aras del mayor enriquecimiento del Estado. La prueba más patente de esta política de arruinar a los individuos a cambio del engrosamiento estatal lo constituyen los nuevos impuestos que ya ha determinado el dúo gobierno-Partido Liberación Nacional.

    En Costa Rica el ciudadano ve con alarma cómo su bolsillo ya no le alcanza para medio vivir; las empresas productoras nacionales observan cómo, día a día, sus actividades se ven cercenadas por más y más impuestos, en tanto que el Estado continúa con su política de gasto desenfrenado, a pesar de que algunos connotados empresarios pretenden, con un diálogo ingenuo, débil, mediocre y hasta necio, dárselas de David frente al omnipresente Goliat.

    Y ¿el Presidente de la República? Hay dos hechos lamentables que es bueno señalar clara y tajantemente. Primero, él prometió públicamente que no habría impuestos este año 1976. Pues bien, palabra empeñada, lo primero que hace es mandar a la Asamblea Legislativa un gravoso paquete tributario. Como conclusión, a las palabras del presidente Oduber se les debe escuchar con dos oídos; en uno de ellos, de lo que dijo, debe escuchar lo opuesto: si promete una cosa, va a resultar la cosa contraria y, en el otro de nuestros oídos, no creer en las palabras que dice el presidente Oduber.

    Segundo hecho lamentable: ya el pueblo está cansado de que cuando la situación del país se pone fea ̶ impuestos, huelgas, lo que sea ̶ el Presidente de la República alista sus maletas y se va a regocijar en la helada Suecia, la nublada Inglaterra, la soleada España o la tropical Jamaica. Su especialidad de torero de alcurnia recibe el calificativo popular de zafar el lomo.

    Ya nuestro pueblo está llegando al límite. La situación depresiva de nuestra economía se presenta sólo en los hogares y las empresas, en todo ese gran sector privado de consumidores y productores, en tanto que el Estado continúa en su despilfarro y desperdicio, haciendo obras que no sirven, como la carretera Curridabat-Tres Ríos que estuvo mal hecha, con un Consejo de Producción que no ha tenido ni siquiera el cuidado elemental de comprar productos sanos, con una colección de ministros que se pasan en una viajadera, empezando por el mismo Presidente, que, con el mínimo pretexto, no pestañea siquiera para iniciar sus giras. Con tantísimo asesor que tiene, él mismo se encarga desde “conseguir” platas para el país, hasta lograr “acuerdos” entre líneas aéreas.

    Que el pueblo costarricense juzgue a carta cabal si de aquel hombre, del cual se dijo “tenerlo todo para gobernar”, no va quedando en nuestro país, sino el resabio de un cometa fugaz, que algún día se posó en la Casa Presidencial.

  6. #16
    1976-04-03-REFLEXIONES SOBRE EL RECIENTE DISCURSO

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    REFLEXIONES SOBRE EL RECIENTE DISCURSO DEL MINISTRO DE HACIENDA


    La República, 03 de abril de 1976.

    El pasado 29 de marzo, el señor Porfirio Morera, Ministro de Hacienda, hizo una exposición pública en la cual trató de dar una explicación congruente del por qué se hace necesario un aumento en los impuestos que pagamos los costarricenses.
    Se puede plantear una serie de inquietudes, pero, por aprecio al lector, no pretendo aburrirlos con todo lo que se puede comentar sobre estos nuevos impuestos, sino que, selectivamente, me limitaré a unas cuantas observaciones.

    En primer lugar, el señor Ministro señala que “este proyecto no afecta el consumo básico ni la producción, por lo tanto no afectará el nivel de precios ni el costo de la vida”.

    No sé en qué se basa el señor Morera para hacer estas afirmaciones, pues él bien sabe que en su Ministerio no existe un estudio que muestre que este proyecto no va a tener un efecto negativo sobre el ahorro ni la formación de capital, así como sobre el nivel de empleo. Al contrario, es digno de prever que, en una economía plagada de incertidumbre, con expectativas inflacionarias arraigadas en las personas, con un creciente nivel de desempleo, como en apariencia lo muestra la economía nacional, un nuevo paquete de impuestos que cercene más recursos de consumidores y productores privados aumentaría los ya graves problema nacionales. En tanto el señor Ministro no pruebe lo contrario, su afirmación, de que el paquete de impuestos no afectará el consumo ni la inversión, es más bien un deseo o una cortina de humo, que un resultado lógico de las medidas que propone.

    En segundo lugar, el señor Ministro debería tener muy claro cuál es el concepto económico de plusvalía y no utilizar una definición errónea para justificar un gravamen que reviste caracteres de “bárbaro”.

    En un ejemplo que señala el señor Ministro, dice que “si una persona compra una propiedad en medio millón de colones y la vende luego a seiscientos mil, obtiene una ganancia de cien mil colones”. Pues bien, con el impuesto que propone el señor Ministro no se grava la ganancia de capital, sino toda la base –el capital-sobre la cual se genera la llamada ganancia de capital. Así, en el ejemplo indicado por el señor Ministro, el impuesto recaería sobre el individuo que compra en ¢500.000 la propiedad y luego, al venderla, se grava sobre los ¢600.000. O sea, dos veces recae sobre el capital y no sobre la ganancia de capital, que es tan sólo ¢1000.000 (el diferencial del precio de venta y el de compra).

    Por otra parte, aún ese ¢ 100.000 de diferencial no pueden llamarse propiamente ganancias de capital. Veamos un ejemplo: supongamos que, por arte de magia, todos los precios en la economía se duplican. Así, un plátano que vale ¢0,50, cuesta ahora ¢1,00; la propiedad de medio millón vale ahora un millón y así con todos los precios. Pues bien, la llamada ganancia de capital no es real, pues todo cuesta ahora el doble; la “ganancia de capital” es tan sólo nominal, de nombre. Por ello, cuando el señor Ministro dice que “las ganancias de capital se producen, en buena medida, por las obras y mejoras realizadas por el Estado y, por consiguiente, no son sólo atribuibles a la acción directa del propietario de los bienes raíces”, tendría el señor Ministro que concluir que la inflación, que es lo que produce la mayor parte de las ganancias de capital “nominales”, es una obra o mejora realizada por el Estado. Hace mucho tiempo no encuentra uno absurdos tan evidentes, como es la pretendida justificación de este gravamen por el señor Ministro de Hacienda.

    En un próximo artículo continuaré mi análisis del “Paquetazo” tributario.

  7. #17
    1976-04-09-VOTE A PAGAR VERSIÓN 76

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    VOTE A PAGAR, VERSIÓN 76


    La República, 09 de abril de 1976.

    Hace ya su tiempo, en un artículo publicado en La Nación, al referirme al sufrimiento tributario del costarricense, escribí la expresión “Pobre pueblo costarricense, que de un vote a ganar se encuentra ahora en un vote a pagar”.

    Ahora surge la versión 76 de ese ”vote a pagar”. El estado costarricense, con el pretexto de financiar a las universidades –desfinanciamiento real y efectivo, el cual se hace necesario subsanar- no ha dudado ni un momento en gravar al pueblo costarricense con más impuestos que, según algunas estimaciones, van a canalizar recursos hacia el Estado en la astronómica suma de ¢500.000.000,00.

    ¿Cómo es posible que, si el financiamiento necesario de las universidades se acerca, si acaso, a una décima parte de dicha cifra, el Estado no diga la verdad y pretenda alegar que el “paquetazo” tributario es necesario para allegar recursos a las universidades?

    La verdad es muy distinta. Ahora el pueblo costarricense tiene que pagar una torta más de los genios de este gobierno. Pues bien, a partir de los ingresos tributarios excesivamente elevados de la época hiperinflacionaria figuerista, el Gobierno del presidente Oduber creyó que podría continuar con un festín, puesto que la inflación aseguraría más y más ingresos tributarios. Felices, los del actual Gobierno no dudaron en elevar el presupuesto a límites jamás vistos en la historia fiscal del país.

    ¿Pero, qué pasó? Que se han presentado situaciones depresivas en nuestra economía; que hace mucho tiempo no invierten en el país empresas extranjeras; que muchos nacionales, por la desconfianza existente, han sacado recursos del país; que las utilidades de las empresas han bajado sustancialmente; y que todo esto ha tenido el efecto de reducir los ingresos del Estado. Éste, a fin de continuar con su gasto disipado, con sus festines y desembolsos irresponsables, no tiene ahora otra alternativa aparente que la de aumentar las recaudaciones que paga el pueblo.

    En lugar de reducir el gasto público, se busca reducir los recursos de los consumidores y productores nacionales. Por ello, es puro cuento que el “paquetazo” tiene que aprobarse para financiar a las universidades. Si el gobierno pusiera orden en casa, habría recursos liberados para financiar la educación superior. Lo demás son cuentos. Lo único real es un vote a pagar, versión 76, que, como las tiras cómicas, parece que seguirá con nosotros, a través de los años.

  8. #18
    1976-04-29-VORACIDAD

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    VORACIDAD


    La República, 29 de abril de 1976.

    Recientemente, hará más o menos un mes, recibí una grata invitación de un amigo para comer en un céntrico restaurante. Cuál sería mi desagradable sorpresa cuando, al llegar a mi carro que había estacionado en las cercanías, me encontré que una ventanilla del vehículo había sido quebrada, aprovechándose para sustraerme algunas cintas grabadas que tenía para mi uso y placer.
    Este pequeño acto de delincuencia no era el primero que afectaba mi vehículo. En un lapso de un año mi carro ha sido dañado seis veces: me han robado los focos, quebrado la antena, sustraídas las copas, otra ventana, quebrada, el adorno del carro ha sido fracturado dos veces, etcétera. Esta sospechosa coincidencia y frecuencia de robos no ha tenido otra reacción más que paciencia de Job.

    Pues bien, el amigo estadounidense, al ver mi tristeza por el robo de las cintas grabadas, queriendo ser amable, decidió, al regreso a su país, enviarme 5 cintas para reponer algo de las pérdidas.

    Esos raterillos callejeros han encontrado un parangón en la voracidad tributaria de nuestro poderoso Estado. Imagínense mi sorpresa cuando se me dijo que tendría que pagar impuestos por la suma de ¢590,90. Simple lógica: una cinta en Estados Unidos (con impuestos y todo) cuesta cinco o seis dólares. (Olvidémonos del costo del correo). Y ahora, sólo de impuestos en Costa Rica, tengo que pagar $13,84 por cada cinta: casi tres veces más en impuestos que lo que cuesta en Estados Unidos.

    ¿De dónde surge ese monto tan abrumadoramente exagerado? De algo que llaman derechos (desgraciado uso de lo que en realidad es: impuestos), que son del 40%; otro impuesto llamado específico; otro más, el ad valorem; otro más aún, el de estabilización económica, agréguese el selectivo y el del decreto 4463. Voracidad es poco. ¡Que se dé cuenta una vez más el costarricense quien nos viene aumentando el costo de la vida; es el eterno paquetazo!

  9. #19
    1976-05-07-CORRUPCIÓN

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    CORRUPCIÓN


    La República, 07 de mayo de 1976.

    El pasado primero de mayo, en su mensaje ante la Asamblea Legislativa, el presidente de la República, Daniel Oduber, señaló lo siguiente:
    “Es en esos sectores llamados privados desde donde se ofrece a los funcionarios públicos gratificaciones y reconocimiento materiales a cambio de preferencias en la adjudicación de un negocio, de una licitación o de una posición de ventaja en la vida empresarial. Es dentro de esos mismos sectores donde se encuentran los cómplices de negociaciones turbias; desde donde se rompe la moral social escatimando en maniobras obscuras las cargas de tributación que todo ciudadano debe pagar a la sociedad, de acuerdo con sus ganancias”.

    Lo anterior sí fue dicho por el presidente Oduber. Ni más ni menos, el señor Presidente, al observar la creciente preocupación ciudadana por la corrupción observada al amparo del privilegio estatal, no vacila en culpar a otros de la corrupción entronizada en su gobierno. Así de fácil el tamal: si te atacan, ataca a los que te atacan.

    El señor Presidente de la República, burdamente, no explica a quienes creímos en su “Alto a la Corrupción”, que el problema radica en que en el Estado están los mismos que buscan los privilegios, las prebendas, las preferencias y dan las gratificaciones. Nos habla de corrupción el señor Presidente, pero no nos habla de los Vesco, de los prófugos internacionales, del caso Saopim, de los negocios sucedidos en el Conejo, de los usos de fondos públicos para viajaderas innecesarias, de la Recope y otra cosas que tantas veces se han dicho públicamente y, aunque el señor Presidente diga que “Detener la corrupción en el país… es tarea de tales dimensiones que no puede ser asumida con posibilidad de éxito por un hombre o sólo por el gobierno”, ¿Por qué, entonces, ante las denuncias que formuló públicamente don Mario Echandi, el silencio encubridor, avasalladoramente encubridor, fue la respuesta al viril desenmascaramiento de lo turbio en nuestro país?

    El señor Presidente hace mal en callar ante la corrupción. Que denuncie específicamente quiénes del sector privado ̶ con nombres y apellidos ̶ “ofrecen a los funcionarios públicos gratificaciones y reconocimientos materiales”. Estoy seguro que el país lo agradecerá o será que la última exposición del señor Presidente, seguirá el mismo derrotero del famoso discurso de la toma de posesión del 8 de mayo de1974, en que dijo luchar contra la corrupción. La infamia, que olvida el señor Presidente, radica en frustrar las aspiraciones honestas de muchos costarricenses de todos los colores políticos, que ya estamos asqueados.

    Sería lamentable tener que recordarle al señor Presidente el propio lema de su campaña presidencial: Ya nadie engaña a nadie.

  10. #20
    1976-05-20-LA DUDA DE LA TRAICIÓN Y LA LEALTAD INMERECIDA

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    LA DUDA DE LA TRAICIÓN Y LA LEALTAD INMERECIDA


    La República, 20 de mayo de 1976.

    Hay ciertas cuestiones que a uno le preocupan seriamente y a las que se hace necesario, en forma urgente, “ponerles los puntos sobre las íes”. Ojalá que el propósito de este artículo no sea mal interpretado, pues se trata de señalar un fenómeno político, como lo es la preocupación lógica que afecta a muchos ciudadanos honestos de este país.

    Existen muchos liberacionistas de una gran honestidad. Lo digo con toda la franqueza necesaria, pues es obligante aclarar, de una vez por todas, que en este mundo tan diverso uno encuentra personas honorables en todos los partidos políticos, de manera que un fanatismo ciego no debe conducir al hombre libre a la triste generalización de que “los nuestros son los buenos y, los otros, los malos”.

    Muchos de estos liberacionistas honestos y de trabajo se encuentran hondamente preocupados ̶ más bien sumamente molestos ̶ por el estado en que se encuentra nuestra comunidad política y económica. Usted, querido lector, los escucha a diario en sus conversaciones, en que se lamentan del desastre a que nos está llevando este gobierno.

    Varios de estos señores honestos de Liberación me han expresado lo siguiente: “¿De qué forma puede uno salirse de Liberación –deseo evidentemente apropiado- sin que uno sea considerado un traidor?”. Así de claro y concreto me han expresado su angustiosa situación.

    Es ya necesario hablar las cosas lo más diáfanamente posible. Estos amigos limpios y preocupados tienen que decidirse entre ser “traidores” a un partido político ̶ Liberación Nacional ̶ que ya no satisface sus aspiraciones éticas, morales y políticas o, bien, ser TRAIDORES a sus conciencias, que le piden el abandono del partido y más bien la búsqueda de los intereses que la Patria solicita: moralidad y decencia, limitación del poder omnipresente y rapante del Estado y, sobre todo, libertad del individuo en su conciencia y en su acción de trabajar libremente sin la coacción del Estado.

    Es muy claro que la lealtad es un mérito, pero también no debemos dejar que la lealtad se convierta en un enceguecimiento ante las virtudes que pueden tener aquel o aquello a lo que se fue fiel. Un ejemplo clásico es la lealtad de Goebbels y Himmler hacia Hitler. Ahora, en la Costa Rica de hoy, ¿debe uno ser leal hacia aquellos que ya no son dignos de la lealtad, que es algo que se obtiene por el merecimiento honesto? Muy resoluta debe ser la actuación: no se puede ser leal al Partido Liberación Nacional, cuando éste no representa los valores que el hombre libre proclama. Hacer lo contrario es ser deshonesto con la propia conciencia.

    Es mayor problema moral ser traidor con la propia conciencia o con los valores patrios, que ser “Traidor” con aquellos que no son merecedores de esa lealtad noblemente entendida. Nuestra conciencia demanda ser leal con nuestros valores y dejar de lado a los que traicionan esos valores.

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