1976-05-20-LA DUDA DE LA TRAICIÓN Y LA LEALTAD INMERECIDA

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LA DUDA DE LA TRAICIÓN Y LA LEALTAD INMERECIDA


La República, 20 de mayo de 1976.

Hay ciertas cuestiones que a uno le preocupan seriamente y a las que se hace necesario, en forma urgente, “ponerles los puntos sobre las íes”. Ojalá que el propósito de este artículo no sea mal interpretado, pues se trata de señalar un fenómeno político, como lo es la preocupación lógica que afecta a muchos ciudadanos honestos de este país.

Existen muchos liberacionistas de una gran honestidad. Lo digo con toda la franqueza necesaria, pues es obligante aclarar, de una vez por todas, que en este mundo tan diverso uno encuentra personas honorables en todos los partidos políticos, de manera que un fanatismo ciego no debe conducir al hombre libre a la triste generalización de que “los nuestros son los buenos y, los otros, los malos”.

Muchos de estos liberacionistas honestos y de trabajo se encuentran hondamente preocupados ̶ más bien sumamente molestos ̶ por el estado en que se encuentra nuestra comunidad política y económica. Usted, querido lector, los escucha a diario en sus conversaciones, en que se lamentan del desastre a que nos está llevando este gobierno.

Varios de estos señores honestos de Liberación me han expresado lo siguiente: “¿De qué forma puede uno salirse de Liberación –deseo evidentemente apropiado- sin que uno sea considerado un traidor?”. Así de claro y concreto me han expresado su angustiosa situación.

Es ya necesario hablar las cosas lo más diáfanamente posible. Estos amigos limpios y preocupados tienen que decidirse entre ser “traidores” a un partido político ̶ Liberación Nacional ̶ que ya no satisface sus aspiraciones éticas, morales y políticas o, bien, ser TRAIDORES a sus conciencias, que le piden el abandono del partido y más bien la búsqueda de los intereses que la Patria solicita: moralidad y decencia, limitación del poder omnipresente y rapante del Estado y, sobre todo, libertad del individuo en su conciencia y en su acción de trabajar libremente sin la coacción del Estado.

Es muy claro que la lealtad es un mérito, pero también no debemos dejar que la lealtad se convierta en un enceguecimiento ante las virtudes que pueden tener aquel o aquello a lo que se fue fiel. Un ejemplo clásico es la lealtad de Goebbels y Himmler hacia Hitler. Ahora, en la Costa Rica de hoy, ¿debe uno ser leal hacia aquellos que ya no son dignos de la lealtad, que es algo que se obtiene por el merecimiento honesto? Muy resoluta debe ser la actuación: no se puede ser leal al Partido Liberación Nacional, cuando éste no representa los valores que el hombre libre proclama. Hacer lo contrario es ser deshonesto con la propia conciencia.

Es mayor problema moral ser traidor con la propia conciencia o con los valores patrios, que ser “Traidor” con aquellos que no son merecedores de esa lealtad noblemente entendida. Nuestra conciencia demanda ser leal con nuestros valores y dejar de lado a los que traicionan esos valores.