1985-12-23-LA PAZ EN ESTA NAVIDAD

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LA PAZ EN ESTA NAVIDAD


Comentario en Radio Monumental, 23 de diciembre de 1985.

La torpe decisión de nuestro gobierno de dejar entrar a nuestro país a falsos profetas de la paz, tal vez fue motivada por el vano deseo de querer satisfacer los apetitos insaciables de los pacifistas de oficio, urbi et orbi, quienes no contaron con que podría tener la virtud de resaltar en el costarricense el verdadero sentido de la paz.
Puede ser que algunos hayan querido entender por paz lo que en verdad desean para su fuero interno: paz tan sólo si se hiciera lo que ellos desean. Pero, ciertamente, la paz es una definición negativa, no en el sentido de que se trata de algo nocivo o malo, sino que se refiere a uno de los pilares de la existencia de toda sociedad civilizada: la ausencia de guerra.

La concepción de paz para ciertos caracteres me recuerda aquella de alguien a quien Irving Babbitt en su libro Democracia y Liderazgo, se refería como “la persona que convierte a la paz en una pasión no está entrado en el camino de la paz, ya sea dentro de sí mismo o en el mundo externo. Es posible demostrar que el pacifista no es sólo un materialista, sino una forma muy objetable de materialista. En el nombre de la más hermosa de las virtudes, de hecho se compromete a la desintegración de los patrones éticos. Es un asunto de sentido común y de la experiencia diaria que no puede haber paz con los inicuos y que los perversos han sido y son extremadamente numerosos.”
Meditemos en estas Navidades acerca del tipo de paz que los costarricenses deseamos y anhelamos: no la impuesta por el burdo repiqueteo del ansia d permanencia histórica, que fácilmente trueca la memoria de un Churchill en un Chamberlain o en un Blum. La vanidad de lo presuntamente imperecedero, por ser supuesta acción virtuosa que emana de un poder, puede hacernos caer en el triste camino de la desaparición de una nación civilizada como Costa Rica.

Pensemos, más bien, en aquellas palabras del Señor contenidas en el Evangelio de San Lucas: ¡Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad!