1984-08-27-FIJARÁN PRECIOS EN LAS FERIAS

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FIJARÁN PRECIOS EN LAS FERIAS


Comentario en Radio Monumental, 27 de agosto de 1984.

Según se informó en La Prensa Libre del martes 21 de agosto, brillantes autoridades del Ministerio de Trabajo, del de Agricultura, de algo llamado Procuraduría de Consumidor, de sindicatos, incluyendo de Upanacional, fijarán los precios de las verduras, legumbres, frutas y hortalizas en las ferias del agricultor, según la oferta y la demanda de los consumidores.

Estoy deseoso de ver a tan eruditos funcionarios y burócratas determinar cuál es la oferta y cuál la demanda, para llegar a algo innecesario, como es la fijación de precios, pues esas mismas ofertas y demandas serán las encargadas de determinar el precio de equilibrio en el mercado. Me imagino que, entonces, surgirá el demagogo de turno, quien aseverará poseer el precio apropiado de un producto, gracias a la sabiduría que dice poseer y lo omnisapiente que cree ser, las cuales le capacitan para sustituir toda la información, deseos y capacidad de compra que tiene todo ese cúmulo de productores, consumidores e intermediarios.

Posteriormente, algún otro superior de esos burócratas e intervencionistas compañeros de viaje, proclamará que se introducirá el orden en el caótico mercado y que ese “nuevo amanecer” se lo debemos a la puesta en práctica ̶ por enésima vez ̶ del programa de la vuelta a la tierra.

Par evitar el cierre y el fracaso de las ferias del agricultor si se pone en marcha el programa anunciado de fijación de los precios de los productos agrícolas, habrá que esperar que la tontera no sea una enfermedad permanente, pues la estulticia cotidiana no es agradable a la persona inteligente, dado que, lo que pondrá en evidencia esa política anunciada, no es ni más ni menos que ver actuar a caracteres dando palos de ciego. Veamos un ejemplo del espectáculo en ciernes que nos bridarán estos personajes de la fauna social-estatista. Supongamos que tienen esa semana el gracioso deber de fijar el precio de los tomates, los que, digamos, son objeto de especulación (puede ser el de cualquier otra fruta, legumbre u hortaliza).

Esos genios, lo primero que tendrán que determinar es cuánto tomate llegará al mercado y cuánto de él comprarán los consumidores. ¿Cree usted que lo lograrán saber?
Bueno, nos dirán, eso no importa, en tanto fijemos un precio adecuado y justo. Pero, ¿de cuál tomate? ¿Será lo mismo fijar un precio igual a un tomate maduro que a uno pintón o hasta uno verdión, con más o menos golpes? ¿Será apropiado fijar el mismo precio a un tomate procedente de Paraíso que a otro que viene de San Carlos? ¿Deberá costar igual un tomate que procede de una parcela poco productiva, comprado con otro de una buena tierra? ¿Y en el caso que el empresario productor de tomate sea muy bueno en comparación con otro muy malo? ¡Tantas diferencias que podrían presentarse en tantas parcelas en las que se puede producir y todavía hay burócratas quienes creen que todas esas variantes las pueden tomar en cuenta a la hora de fijar un precio! Creo que ustedes y yo concordaremos en que, es tanto lo que tendrían que saber esos burócratas y que sí lo sabe el mercado, que, en realidad, saben muy poco y tampoco están en capacidad de lograr saberlo.

Mi impresión es que, si pretenden no ser arbitrarios, los fijadores de precios deberán tomar en cuenta toda es casi infinita gama de calidades, costos, tiempos y demandas. Si aún así deciden hacerlo, esos señores terminarán cayendo en lo que crearon… una soberana salsa… de tomate y nada de fijación de precios ante la imposibilidad de lograrlo.