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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1990-1999

  1. #61
    1990-12-28-CÓMO MEJORAR EL BOLÍVAR

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    ¿CÓMO MEJORAR EL BOLIVAR?



    La Nación, 28 de diciembre de 1990.

    Son frecuentes las quejas de personas acerca del estado de relativo abandono en que se encuentra el Parque Bolívar, si bien es cierto que está en mejores condiciones que las de hace algunos años. El descontento no sólo proviene de nacionales, sino también de turistas, quienes desean conocer algo de la fauna costarricense, en una San José relativamente aburrida, en donde hay pocas posibilidades de esparcimiento.

    Ante las quejas la respuesta es automática y posiblemente cierta: hay una gran limitación de fondos para darle el mantenimiento y desarrollo adecuado al parque. Pero, más verdadera es aún la realidad de que siempre habrá limitación de recursos, lo cual debería incentivar a las personas ligadas a ese proyecto para buscarle una solución a tal restricción.

    Una posibilidad es cobrar más por la entrada. Si bien es cierto que algunos estamos dispuestos a pagar más, dada la satisfacción que nos produce el parque, también puede resultar que se reduzca mucho el ingreso de personas y más bien se termine por recaudar un monto inferior al previo. En todo caso, elevar las cuotas es una alternativa que no debe descartarse de antemano y las autoridades deberían estimar sus posibles resultados.

    En cierto ocasión le comenté a un funcionario del parque, mientras compraba un libro sobre fauna en un pequeño quiosco en el lugar, acerca de la posibilidad de lograr ayuda de la empresa privada para mejorar el lugar, pero no como una concesión graciosa o donación, sino alquilándoles el derecho de anunciar sus productos, de manera discreta, con mesura, acorde con el lugar, tal vez con una especie de placas en las jaulas de los animales. Me imaginaba yo, por ejemplo, el tigre de Atlas Eléctrica, las aves de la Industria Nacional de Cemento, las dantas de la Bolsa Nacional de Valores, las ardillas de la Financiera Elca, los venados de… y que piense el lector en toda la gama de ingresos que se podrían obtener.
    Es más, se podría negociar el mantenimiento de un animal o grupo de ellos por parte de empresas a las cuales no les significaría una erogación fuerte, pero proyectaría una buena imagen de su servicio ante el público.
    Aquel funcionario, al escuchar mis palabras, abrió los ojos. Esperaba que fuera el resultado de alguna iluminación, pero, por lo que ha sucedido, más bien fue de incredulidad. Ojalá que se medite sobre esta idea, pues podría beneficiar a todos los visitantes al Parque Bolívar, incluyendo, por supuesto, a los animales.

  2. #62
    1991-01-04-EN MATERIA DE PENSIONES

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    EN MATERIA DE PENSIONES


    La Nación, 04 de enero de 1991. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 139-140.

    Para conocer un poco lo que significan en la economía los regímenes de pensiones, se podrían clasificar tres: el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja Costarricense del Seguro Social (IVM), algunos sistemas privados y los restantes Regímenes Especiales del Sector Público (RESP).

    Han llegado a mi conocimiento ciertas características de los RESP que obligan a los costarricenses a que presten atención a este serio problema. Los RESP son 19 distintos regímenes de pensión en el sector público, los cuales cubren casi el 40% de los empleados públicos o, alternativamente, más o menos un 16% de la población. Esos sistemas son pagados por el presupuesto nacional y significan un 3% del valor total de la producción de bienes y servicios finales de la economía en un año. El más importante de los RESP es la pensión del Magisterio, que incorpora al 82% del total de los cubiertos, seguido del Poder Judicial, que involucra a un 6% y, con un porcentaje similar, el Régimen de Hacienda.

    De los 19 RESP, 10 se basan en contribuciones, en ciertos casos ínfimas en comparación con los beneficios otorgados, mientras que los 9 restantes se financian en su totalidad por el Estado. Se estima que el 42% del total de gastos por pensiones que efectúa el Gobierno se asigna a sólo un 16% de la población (esto para quienes gustan de referirse al tema de progresividad en el gasto público).

    Debido a que ciertamente no hay un fondo de pensión como tal para cada uno de esos sistemas, con una edad promedio de retiro de 50 años ( y en algunos casos ni siquiera hay una mínima para ello), a que la pensión equivale al promedio del último año laborado e incluso hasta el 100% del sueldo último del mes trabajado y a que las pensiones se ajustan cada año, según aumente el salario del empleado que al momento ocupa su posición, los trabajadores pensionados bajo los RESP reciben una pensión 3 a 6 veces más alta que bajo el sistema IVM, por un promedio de 26 a 29 años.

    Estos datos expresan la importancia de que, a la mayor brevedad, se revisen los RESP, pues son inviables a corto plazo, sus beneficios son exagerados y se distribuyen con una gran dosis de agresividad. El costo tan elevado que significan sobre el gasto público y sobre la economía (y lo que sería si permanecen invariables), incrementará los graves problemas que caracterizan al fisco: ya no es viable la solución del avestruz –esconder la cabeza en la arena– para enfrentar ese embrollo.

  3. #63
    1991-01-14-ANTEPONER LA CARRETA A LOS BUEYES

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    ANTEPONER LA CARRETA A LOS BUEYES



    La Nación, 14 de enero de 1991.

    Al referirse a la posible negociación de un nuevo Préstamo de Ajuste Estructural (PAE III) entre el gobierno de Costa Rica y el Banco Mundial, don Samuel Yankelewitz, presidente de la Cámara de Industrias, dijo que “las consecuencias de un programa de este tipo son de un mayor deterioro social y si no que se les pregunte a los argentinos y los chilenos”.

    Al estar en juego más que la simple apreciación de un suramericano, importa referirse a esta declaración, pues no puede basarse en la ignorancia o desconocimiento de algunos –y no creo que precisamente del presidente de la Cámara de Industrias– lo que garantice el logro de un interés muy particular, a costa del bienestar de todos los costarricenses.

    La aseveración del señor Yankelewitz sobre Chile y Argentina asume que han sido los PAE los que han empobrecido a esas naciones, pero ello equivale a poner la carreta antes que los bueyes, pues hasta personas relativamente ignorantes de estos asuntos saben que Argentina se deterioró cuando Perón (en los cuarenta) acabó con las expectativas de quienes juraban sería el primer país latinoamericano en desarrollarse, al crear una economía altamente protegida, un estado sobredimensionando, una irresponsable emisión monetaria, todo lo cual impuso un alto precio al sufrido pueblo argentino, que aún hoy lo está pagando y no creces.

    Algo similar paso en Chile: Allende jamás oyó hablar de un PAE III para terminar de empobrecer a su país, pues fueron los largos años de proteccionismo, de social-estatismo y toda una tipología de enfermedades similares, los que condujeron a que esa nación reinara la miseria. Y, para que don Samuel lo medite: el gobierno democrático de Aylwin en muy poco ha variado y piensa cambiar las políticas liberalizadoras del gobierno que le precedió. No se cambia de caballo en medio de un río, cuando ha dado, en general, buenos resultados, como tasas de crecimiento real pocas veces vistas en la historia económica de América Latina, que han hecho que el Banco Interamericano de Desarrollo considere a Chile como el primer país industrializado del área.

    Con un PAE III se espera continuar reduciendo al oneroso proteccionismo que impide crecer a nuestras exportaciones, en tanto que permite la generación de rentas para unos pocos, pagadas por todo un pueblo. Don Samuel debe decir que es la posible pérdida de sus privilegios la razón por la cual afirma cosas falsas: no culpe al PAE III de los males de una economía, en mucho enferma por la protección que algunos añoran o se niegan a perder.

  4. #64
    1991-01-20-ARGUMENTO RECALENTADO

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    ARGUMENTO RECALENTADO



    La Nación, 20 de enero de 1991.

    Discusiones recientes en torno a la crisis del Golfo Pérsico han permitido desempolvar, desarrugar y sacar de nuevo a relucir un viejo mito del “closet” de los socialistas, porque quienes exhiben al tótem son personas ligadas en el pasado a cuanta causa anticapitalista o antiestadounidense estuviera de moda, aunque en su ocaso intentan que se les admire como perestroikos.

    En mucho el mito se origina en ideas keynesianas puestas en boga con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo, entre quienes expresaron la ficción con suma claridad, al socialista japonés Shigeto Tsuru, quien para ello se asentó en tesis de Keynes, así como de Harrod y Domar, economistas de esa corriente, pero sobre todo en la del estancamiento secular del capitalismo de Alvin Hansen. Las ideas de Tsuru son ahora retomadas por algunos personajes criollos, quienes han aseverado que los Estados Unidos (¿y las Naciones Unidas? ¿Y Rusia?) se han involucrado en la guerra del Golfo Pérsico para sacar a la economía estadounidense de una inevitable recesión o depresión.

    El argumento académico ̶ al menos el de Tsuru, a quien no puedo adscribirle el hígado ideológico que exteriorizan proponentes domésticos de tesis similares ̶ se sustenta en que el gasto bélico genera demanda y, sobre todo, ocupación, política deseable en una situación recesiva en donde abunda el desempleo. Pero, este tipo de gasto difiere de, por ejemplo, aquél en inversión, la cual, a futuro, generará más oferta y, ante una demanda dada, no reduciría la desocupación en el curso del ciclo. Esto es, el gasto bélico, a diferencia de la inversión, sólo genera demanda (empleo) al fabricárselas, pero no crea una oferta adicional en el futuro. La inversión no sólo da origen a demanda al momento de construir tales bienes, sino que, también, al empezar a producir otros nuevos bienes generará una mayor oferta, la cual no se podrá vender pues no hay pleno empleo. Por ello, la salida capitalista a la crisis recesiva, así juzgan Tsuru y similares, es la guerra, la cual sólo crea demanda y empleo, pero no oferta (más bien la destruye y habrá más empleo con la reconstrucción).

    El error en el análisis se detecta con facilidad, independientemente de la veracidad inicial del enfoque keynesiano: el propósito de gastar creando demanda y empleo, como sería el objetivo de la política económica, pero sin que se genere oferta, se podría lograr con un programa dispendioso de exploración del espacio o de los mares o también en censos de perros o dando órdenes de abrir y cerrar huecos; es decir, no es necesario que el gasto sea bélico. Sin embargo, este mito resulta ser “sexy” para los profesionales del anti-capitalismo.

  5. #65
    1991-01-22-UNA INTERPRETACIÓN ERRÓNEA

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    UNA INTERPRETACIÓN ERRÓNEA




    La Nación, 22 de enero de 1991.

    Don Oscar Álvarez escribió un artículo muy interesante “El colapso de los estatismos” en la página 15 de La Nación del 13 de enero de este año, en donde hace afirmaciones que juzgo inducen al error, lo cual me motiva a referirme al tema, a sabiendas de que será tolerante y bondadoso con mis comentarios. Al referirse a los cambios que están sucediendo en las economía centroeuropeas, indica que “No se trata, tampoco, de volver al estado de dejar hacer y del dejar pasar, para permitir que sobre todos los aspectos de la vida económica sean definidos por el mecanismo de mercado. Las limitaciones a ese modelo se manifestaron peligrosamente durante la crisis de los años treinta”.

    Interesa analizar, por una parte, si hay algo intrínseco en el capitalismo que se traduce en crisis como la depresión de los años treinta, de manera que esas presuntas limitaciones le desacreditan para su aceptación por naciones a las que ahora les podría interesar adoptarlo y, en segundo lugar, el papel que podría tener el mercado en una toma del capitalismo por los antiguos regímenes de decisión centralizada.

    Algunas teorías socialistas enfatizan la inevitable crisis que se traerá abajo al sistema capitalista y la Gran Depresión ha sido divisa que antecede la última que inevitablemente surgirá. Se puede aceptar que el capitalismo desarrolla su potencial de crecimiento a saltos y a golpes, contrario a un desarrollo uniformemente linear, pero concluir de ello que esa crisis de los años treinta es resultado innato del capitalismo, es otra cosa y, para referirme al respecto, acudo a la aguda oteada de un estudioso de la economía de la época, el profesor Gottfried Haberler, quien señala que “De hecho, la Depresión de los Treinta nunca hubiera sido tan severa ni durado tanto si el Banco de la Reserva Federal, por horrendas equivocaciones de política por omisión y comisión, no hubiera causado o permitido que la oferta básica de dinero se redujera en cerca de un 30 por ciento. Uno no tiene que ser un extremista monetarista para reconocer que tal contracción de la oferta de dinero tiene que tener consecuencias catastróficas… En otras palabras, la Gran Depresión no fue ‘una crisis del capitalismo’ como dice Prebisch, sino una crisis de una política gubernamental ampliamente anticapitalista, la consecuencia de horrendas equivocaciones de política”. (Banco Mundial, Pioneers of Development, reimpreso en Gottfried Haberler, International Trade and Economic Development, 1988, p. 61).
    En cuanto al segundo tema ̶ el papel del mercado en la vida económica ̶ llama la atención de cómo se tiende a menospreciar el rol que tiene en un orden económico. Así, con frecuencia uno encuentra socialistas de nuevo cuño quienes, si bien ahora reconocen el eficiente papel que el mercado desempeña en la provisión de bienes y servicios, también buscan esconder un rabo bien majado, y consideran que esa adopción del mercado en sus esquemas socialistas, lo será bajo sujeción o manipulación tal que satisfaga criterios políticos, en una especie de tercer principio que evite tanto los males del capitalismo como los del socialismo, Un ejemplo de esta concepción se puede hallar en el libro de David Marquand, The Unprincipled Society, de 1988, en donde arguye que la ”persuasión en una sociedad preceptora” brinda la alternativa al orden económico de dirección centralizada socialista y al orden económico de decisión descentralizada del capitalismo.

    La clave para entender el problema está en reconocer la diferencia esencial que hay entre un ordenamiento económico que brinda el mercado y el del Estado: en que “es más fácil compensar por diferencias innecesarias en el número de medidas (algunas diferencias son necesarias como incentivos ̶ tal como por tanto tiempo se han dado cuenta los sistemas socialistas) que lo es remover diferencias arbitrarias y azarosas del poder cultural que prevalece en una sociedad de preceptos.” (Arthur Seldon, Capitalism, 1990, p. 106). Esto es, si bien se puede aceptar que el capitalismo, como toda creación humana, no es perfecto, el socialismo parece aún ser más imperfecto, por lo cual una valoración apropiada del papel que cumple el mercado en una sociedad, permite adscribirle un mayor desempeño en un orden económico; esto es, que en el largo camino de los socialistas hacia el mercado se tenga muy presente que, en la elección entre la propiedad pública y la propiedad privada, entre decisión colectiva y decisión de mercado, las últimas han sido reivindicadas por nuestra historia reciente.

  6. #66
    1991-02-07-CARNE DE CAÑÓN

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    CARNE DE CAÑÓN



    La Nación, 07 de febrero de 1991.

    La decisión del gobierno de reorganizar el sistema de comedores escolares financiados por Asignaciones Familiares, ha provocado ciertas reacciones en algunos líderes magisteriales que deben ser objeto de nuestra atención.

    Una de las reglas de la vida es que no existe nada gratuito. Lo que a veces se considera como “gratis”, en realidad siempre es pagado por alguna otra persona, ya sea quien nos la donó o cedió o, como en el caso de actividades gubernamentales, por quienes pagan los impuestos o sufren la inflación, que son maneras de pagar por lo que algunas consideran no cuesta nada.

    Los programas de comedores escolares tienen un costo para el país. No debatamos si su propósito es bueno, pero, en todo caso, se trata de una transferencia que unos costarricenses les hacen a otros compatriotas. Es posible que con dicho programa se beneficie a los niños, quienes así refuerzan su exigua alimentación, pero también es cierto que hay otros intereses para que dichos programas queden como estaban. A mí me llama la atención que, haciendo el país un gran esfuerzo para alimentar a esos niños, haya que tener cocineras encargadas de prepararles los alimentos, cuando bien podría la comunidad beneficiada organizarse y suplir ella el trabajo, haciendo buena la máxima de “ayuda, que te ayudaré”. Lo que sorprende es que se quiera todo y bien completo… y gratis.

    Más que el interés a beneficiar a los demás, lo que motivó a ciertos líderes sindicales a oponerse a la decisión de despido de esas cocineras, es que con ello disminuye el número de asociados a sus grupos. Es la pérdida de poder que tendrían tales líderes, lo que les motiva a oponerse a esos despidos. No se trata de un acato altruista, sino, por el contrario, de ver cómo conservan su poder sindical, el cual se ha visto amenazado.

    Entristece la bravata que los líderes han esgrimido para evitar ese despido: han dicho que retrasarán el inicio del curso lectivo. Así las víctimas de la impetuosidad de los dirigentes sindicales serán nuestros hijos, quienes se verán privados de la educación que, supuestamente, nuestra sociedad debe brindarles. Este esquema de penalizar a los estudiantes por los problemas de los sindicatos debe ser observado muy atentamente por todos los costarricenses, quienes tenemos la obligación de hacer saber a cabecillas tan insensatos, que a nuestros hijos no pueden convertirlos en carne de cañón, sólo para satisfacer sus ansias de poder.

  7. #67
    1991-02-25-RETROGRESIÓN EN RUSIA

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    RETROGRESIÓN EN RUSIA



    La Nación, 25 de febrero de 1991.

    Recientes acontecimientos en la Unión Soviética manifiestan la verdad de una afirmación que le escuché decir hace muchos años a Alberto Di Mare: que la única razón por la cual se mantenía el comunismo en esos países era por la fuerza del ejército soviético.

    Todavía no se descarta que, a corto plazo, la Unión Soviética pueda evolucionar hacia órdenes de mercado y, aun cuando es harto difícil la tarea de generar instituciones asociadas con el éxito de los órdenes económicos descentralizados, tampoco se deja de lado la posibilidad de que las fuerzas reaccionarias (bello término aplicado otrora por algunos comunistas a los capitalistas) recuperen el poder y que Gorbachov simplemente pase, con suerte, a vivir de una merecida pensión de “maestro rural” en una dacha otorgada por la gracia del Estado.
    Podría ser que el sistema capitalista sea imitado en la Unión Soviética (posiblemente bajo otro nombre, pues a los antiguos camaradas sólo les falta que deban autodenominarse capitalistas) a riesgo de que, de no hacerlo, no se beneficien de la dinámica de desarrollo de las sociedades de mercado, aunque siempre hay posibilidad, otra vez escondiéndose la verdad, de que un nuevo liderazgo ligado al ejército rojo decida echar marcha atrás en los procesos de “glasnost” y de “perestroika”.
    La pregunta crucial es: ¿resuelve esta última alternativa los problemas de la sociedad soviética? Por la forma en que se organizó la economía socialista, con la primacía de la política sobre el mercado, su restitución sólo conducirá a profundizar los mismos problemas que han hecho que se cuestione al ancien régime soviético: algunos datos señalados por Eduardo Lizano en su artículo La Economía de la Unión Soviética (La Nación, 17 de febrero de 1990, p. 15), indican que a partir de 1984-85 su producción no decreció, sino que se redujo, con lo cual empeoró el nivel de vida de su ciudadano medio. Es difícil pensar que los soviéticos estarían satisfechos con una nueva promesa, de que la sociedad socialista les brindará los estándares de vida elevados que ya les ofreció en el pasado, por algo que la sociedad capitalista –como lo han logrado saber –ya ha dado al ciudadano común y corriente.

    Aptamente señala Arthur Seldon en Capitalism, que “A menos que las reformas liberalizadoras se lleven a cabo, la sociedad soviética continuará deteriorándose. Si la reconstrucción es desatendida, el resultado en todo caso será la insatisfacción social, el desorden y posiblemente la revolución. En resumen, es demasiado tarde para que la economía soviética, vuelva hacia atrás”.

  8. #68
    1991-03-11-FALTA DE IMAGINACIÓN

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    ¿FALTA DE IMAGINACIÓN?




    La Nación, 11 de marzo de 1991.

    Con frecuencia uno escucha la petición al gobierno, de parte de grupos interesados, para que amplíe las instalaciones portuarias de Moín, para dar abasto con las crecientes exportaciones, pues se ha manifestado que la preferencia otorgada a la carga del banano limita a las no tradicionales. Similarmente, grupos ligados a la actividad bananera también insisten en que la capacidad de Moín es insuficiente para satisfacer sus futuras exportaciones.

    Adam Smith, en La Riqueza de las Naciones, señaló que una función del Estado era “erigir y mantener aquellas instalaciones públicas y aquellos trabajos públicos que, si bien son beneficiosos en el mayor grado para una gran sociedad, son, sin embargo, de naturaleza tal que la ganancia nunca podría pagar el gasto de un individuo o de un grupo pequeños de individuos, y que por lo tanto no puede esperarse que alguna persona o grupo pequeño de personas los erija o mantenga”. Esta premisa sirve para interpretar la petición de que el Estado resuelva los problemas a la exportación derivados de la insuficiencia del puerto de Moín.
    La pregunta lógica es ¿por qué los individuos interesados o un grupo pequeño de ellos, no erige la infraestructura portuaria requerida? En gran parte ´por una limitación legal que impide la propiedad privada de esas instalaciones. La excepción de un muelle privado en el país es el de la Liga de la Caña, que opera en Chomes, y el cual no implica una carga directa a toda la ciudadanía. Conviene reflexionar si no se resolvería el problema al permitir, por una concesión de largo plazo, que los individuos privados puedan construir las instalaciones portuarias que requieren.

    También hay otra razón que nos explica por qué esos individuos no desean edificar tales instalaciones: porque tanto usted como yo asumimos la deuda en que normalmente incurre el Estado para pagar por sus construcciones públicas, así como por la deficiente operación que normalmente lleva a cabo. El problema se puede complicar cuando uno piensa si no es que a ciertos exportadores les es más conveniente que el Estado construya los muelles, pues de esa manera los usuarios directos no tienen que asumir la deuda del proyecto.

    De nuevo, la lógica de la conveniencia nos lleva a Adam Smith: permitir que los individuos privados puedan erigir sus propias instalaciones y tener una ganancia suficiente para pagar los gastos en que incurren. Para ello se requiere que el gobierno tome una importante decisión, cual es permitir la propiedad privada de las instalaciones portuarias. Si no lo decide de esta manera, seguiremos viendo las mismas peticiones, la misma ineficiencia, los mismos intereses que se movilizan en busca de rentas y los mismo deudores (todos nosotros) de las inversiones realizadas por el Estado.

  9. #69
    1991-03-18-QUIEN SE ENOJA PIERDE

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    QUIEN SE ENOJA, PIERDE



    La Nación, 18 de marzo de 1991.

    Los costarricenses deberían de leer un reciente Foro Industrial firmado por el Presidente de la Cámara de Industrias, pues es una clara expresión del dicho de que “quien se enoja, pierde”. Hay un disgusto tal ante la consideración de reducir los aranceles a un 20%, como parte del proceso de ajuste estructural, que posiblemente haga que personas inteligentes pierdan cualquier grado de aprecio que podrían tener por las prédicas proteccionistas de ese gremio.

    Me sorprende el mal uso que el Consejo Editorial del Foro Industrial hace de conceptos claramente definidos para estudiar estos temas. Y digo que es un mal uso pues conozco bastante bien cómo piensan los integrantes de tal Consejo y sé que entienden la diferencia que hay entre protección nominal y protección efectiva, como para inventar un nuevo concepto simplista y sin base alguna, tan sólo para legitimizar el mantenimiento de sus rentas.

    Hablan de que, al tener un arancel del 40% para los bienes finales y de un 5% para los insumos importados, poseen “una protección nominal real” de sólo el 35%. Con tal invención pretenden inducir al engaño de personas bien intencionadas, quienes podrían creer que la protección que disfrutan esos señores es el simple resultado de la resta de ambos aranceles, cuando la verdad es otra y muy distinta, No es con esa actitud como se puede defender una posición, honorable de por sí por provenir de un cuerpo de tanta importancia en el país.
    Lo que cuenta para estos asuntos es la llamada protección efectiva, definición que toma en cuenta tanto la protección al bien final como a los insumos. Estoy casi seguro de que los miembros del Consejo Editorial del Foro Industrial entienden este concepto, pues los he visto emplearlo correctamente en distintas ocasiones y nunca le han puesto peros para su utilización. Bien entienden que, lo que le interesa al empresario que sustituye importaciones, es la protección dada al valor doméstico que se agrega a la producción del bien; esto es, por ejemplo, la que se otorga a las utilidades, la depreciación, los salarios, y todos los demás gastos domésticos incorporados en el bien producido. Por ello cuenta y se dice que la protección efectiva es la que se otorga al valor agregado doméstico.
    Es posible, por tanto, que aunque las tasas nominales de protección sean de un 40% y un 5%, se tenga tasas efectivas de protección muy distintas y superiores. Nada más para dar un ejemplo: en Costa Rica, en 1986, la totalidad de la industria manufacturera tenía una protección nominal al bien final de un 46%, en tanto que la protección nominal al insumo utilizado era de un 9%. Precisamente este escalonamiento en la protección determina que haya una protección efectiva para el valor agregado en la manufactura doméstica de un 286%. Esto quiere decir que la combinación en los niveles de protección al bien final y sus insumos, garantiza que el valor agregado generado bajo el sistema proteccionista excede en un 286% al valor agregado que se lograría si la producción se efectuara bajo los cánones del mercado internacional.

    Esos señores de la Cámara de Industrias, para defender sus privilegios y rentas, no tienen necesidad de retorcer la verdad ni de acudir a la creación de conceptos a todas luces erróneos.

  10. #70
    1991-03-25-QUE COMO RONQUEN DUERMAN

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    ¡QUE COMO RONQUEN, DUERMAN!


    La Nación, 25 de marzo de 1991.

    No escribo, una vez más, sobre el fondo moral que hay detrás de la gollería de la pensión de ciertos jerarcas políticos (casi todos de un partido, pero “cariado” con unos pocos del otro), pues, ante la fortaleza de la epidermis, no parece valer el juicio ético que nuestra sociedad haga sobre sus conductas.
    Prefiero valerme del lema de que “como ronquen, duerman”, para ver si es cierto que los políticos están dispuestos a frenar el relajo de las pensiones. Hago una propuesta para la aprobación de los diputados de la Asamblea Legislativa, pues he oído opiniones de diferentes jefes de fracción y de prominentes miembros de ella, quienes han mostrado su indignación por lo sucedido y han reiterado que tomarán medidas para evitar el despojo de los fondos de pensiones.

    Tomo su palabra. Quiero que, como ronquen, duerman. Soy algo escéptico, pues en ocasiones he visto rasgarse vestiduras para que, luego, hagan lo contrario o nada, que parece ser lo mismo. Hay tantos y poderosos políticos, que hoy viven de pensiones millonarias, quienes ejercerán presión para que no se les toquen sus intereses y tratarán de que los diputados no hagan algo al respecto.

    Se ha dicho que esas pensiones no deberían exceder de unos ¢150 mil al mes. Esto se podría arreglar, partiendo de que ¢80 mil se exoneran del pago del impuesto sobre la renta y se diseña una tabla apropiada para que las cifras netas de pensión lleguen a aquella cifra. (De paso, ¿está de acuerdo el lector con que la pensión debería ser para cuando ya no se puede trabajar? ¡Ahora se anuncia con bombos y platillos el retiro del burócrata y su paso a la práctica profesional privada en que siguen trabajando!).
    Sugiero la siguiente tabla de tributo especial sobre pensiones (no aplicable para aquellos en que las cuotas pagadas por el pensionado sean suficientes para la pensión, cualesquiera sea su monto):
    RANGO DE
    PENSIÓN
    TASA
    IMPONIBLE IMPUESTO
    MÁXIMO
    De 0 a ¢80.000 Exenta 0
    De ¢80.000 a ¢100.000 25% ¢5.000
    De ¢100.000 a ¢200.000 50% ¢55.000
    De ¢200.000 a ¢300.000 75% ¢130.000
    De ¢300.000 y más 99% Indefinido


    Por ejemplo, un señor con una pensión de éstas de ¢575.000 al mes, pagaría un impuesto mensual de ¢402.250 y tendría una pensión neta para vivir de ¢172.750. Queda, nada más, por conocer qué tipo de tabla de impuestos aplicará la Asamblea Legislativa.

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