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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1990-1999

  1. #31
    1990-06-16-EL DILEMA SOBRE EL EMPLEO

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    EL DILEMA SOBRE EL EMPLEO


    La Nación, 16 de junio de 1990.

    Recientes aseveraciones de funcionarios públicos, alientan que surja una serie de dudas acerca de lo que podría suceder con el empleo en la economía. Destaca la afirmación de que el déficit en el sector público no podía hacerse reducido por el desempleo de los empleados públicos. Según lo dicho, el déficit deberá ser reducido en parte por la baja en el gasto público, pero principalmente por la disminución de la demanda privada. En vez de rebajar el gasto estatal, el impulso principal de la reducción del déficit descansa en la parte privada (esto es, familias o empresas) de la economía.

    Lo preocupante de esta creencia es que, si bien el gobernante observa el efecto directo de la disminución del empleo público, soslaya que en el sector privado deberá disminuir la ocupación. Es decir, se ha preferido al empleo público en vez del privado. El Presidente del Banco Central señaló que, como resultado de la disminución anunciada del déficit, es posible que se dé un descenso en la tasa de crecimiento de la economía y, aunado a que el peso del ajuste estará en la parte privada, ello se reflejará en un descenso en el empleo (o en su tasa de crecimiento) en dicho sector.

    A su vez, dos altos funcionarios anunciaron que en los próximos aumentos de salarios mínimos, deberá tomarse en cuenta que en la administración Arias los salarios no crecieron tanto como los precios. Es disputable que se dio tal reducción del salario real, pero, si se lleva a acabo la voluntad gubernamental, posiblemente se traducirá en un aumento en el salario real sin ser sostenido por un aumento en la demanda de trabajo, lo que posiblemente provoque un descenso en el empleo privado. Las políticas salariales anunciadas también perfilan un efecto negativo sobre el empleo en el sector privado.

    Por lo expuesto, debe destacarse que resulta contradictorio el pedido gubernamental –parte del paquete de compensación, ante el aumento en los tributos– de que el sector privado aumente en 4.000 sus empleos anuales. Me parece que no existe claridad en la política salarial del gobierno y que, por tanto, difícilmente logre el objetivo que busca.

    Es importante, antes que nada, que el Estado defina si prefiere al empleo en el sector público en vez del privado y, luego, que las políticas económicas que piensa seguir sean congruentes con los ofrecimientos públicamente expresados.

  2. #32
    1990-06-18-MÉXICO DERRIBA VIEJOS MITOS

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    MÉXICO DERRIBA VIEJOS MITOS




    La Nación, 18 de junio de 1990.

    Paso a paso, en México se han ido derrumbando viejos mitos: cada día sorprende más la inteligencia desplegada por su Presidente Salinas de Gortari, quien, con ritmo seguro, busca modernizar a su país a través de un claro proceso de inserción de su economía al comercio internacional.
    ¿Quién iba a imaginarse que en aquella nación, en donde campeaba la corrupción para lograr un simple permiso para importar, ahora rija un arancel máximo del 20 por ciento, que al bajar la protección efectiva, otrora disfrutada por el grupo de privilegio, provoca la búsqueda empresarial de la eficiencia, en vez de la renta y del subsidio para poder sobrevivir?

    ¿Quién iba a imaginarse que en México, en donde las empresas públicas eran feudos para los privilegiados políticos de un cierto momento, ahora serán privatizadas para evitar el saqueo institucional que representaban las pérdidas sistemáticas a que daban lugar?

    Salinas de Gortari, hombre educado, pero, más que todo, visionario, se ha dado cuenta de que su país sólo puede progresar mediante la creación de un régimen comercial, que dé lugar al más amplio desarrollo del potencial creador del empresario, en vez de provocar que surjan grupos de privilegio quienes indebidamente usufructúan por la falta de competencia.

    Salinas de Gortari, con audacia, que más que impresionante es digna de admirar, decidió derribar otro mito enraizado en el chauvinismo de algunos, que a veces más les servía, no para justificar una actitud ante la historia, sino como un negocio para conservar el poder. El próximo y radical paso en la incorporación de México al mundo es el tratado de libre comercio entre su país y los Estados Unidos. Alejada ha quedado la colcha parchada de remiendos que constituía la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio y, aún más de lado, el proteccionismo a la producción dirigida a su mercado interno.

    Salinas ha dispuesto mejorar la condición de los más pobres de su nación; los dueños de la mano de obra, quienes ahora, por la plena participación en el comercio internacional, verán incrementados, con el paso del tiempo pero seguros, sus salarios reales, porque ante las fronteras el libre comercio iguala los precios de los factores productivos.
    Ojalá nuestro país imite los buenos pasos de México, pues la lentitud que se observa en nuestro proceso de apertura sólo provocará que nos deje de lado el tren del progreso, especialmente a los más pobres.

  3. #33
    1990-06-25-QUÉ ES EL NEOLIBERALISMO

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    ¿QUÉ ES EL NEOLIBERALISMO?



    La Nación, 25 de junio de 1990.

    Me llama la atención la frecuencia con que se usa la palabra neoliberal. Algunas veces son estudiantes quienes me solicitan literatura sobre el neoliberalismo; en otras ocasiones son filósofos de fuste nacional, quienes mencionan al “pensamiento neoliberal” y, otras veces, hasta políticos en entredicho dicen ser objeto de la persecución de quienes sostienen ideas neoliberales.

    El uso de la palabra “neoliberal” me tiene confundido, puesto que no he encontrado una definición clara del término, por lo cual ruego, por favor, que alguien me lo explique. No sé si por neoliberal se entiende a la crítica que don Eduardo Lizano hace de la banca estatizada, pero entonces sería neoliberal el gobierno priista de Salinas de Gortari, quien recientemente devolvió la banca estatal a la empresa privada.

    Similarmente, se ha dicho que es parte del neoliberalismo la idea de privatizar el monopolio del Instituto de Seguros, pero entonces también sería neoliberal el gobierno social-demócrata de Lacalle en Uruguay, quien hace poco deshizo el monopolio estatal de los seguros en su país.

    Quedo más confundido cuando me dicen que la privatización forma parte del neoliberalismo, pero, tal creencia implicaría que el gobierno socialista de Bangladesh (además de otros africanos), debía de clasificarse como de ese gremio, al igual que lo sería el de Honduras (así como otros de Centro América), sin dejar de lado a los gobernantes socialistas de la República Francesa y teniendo presente a la Madre Patria, regidas por los socialistas, quienes, en grande, han privatizado la actividad estatal en sus naciones.
    ¿Dejará de ser neoliberal Miguel Ángel Rodríguez, cuando habla de mantener una red social básica en el país, para asegurar la solidaridad social en caso de extrema penuria? ¿Dejará de ser neoliberal Jorge Corrales, cuando asegura, sin ser propio suyo, que el fin último de la economía es el consumidor y no el productor? ¿Será neoliberal Oscar Arias, cuando hace de la paz un tema fundamental de su pensamiento, cosa que lo acerca más a Irving Babbit, que a John Kennedy?

    Es importante que alguien me explique claramente ¿en qué consiste el neoliberalismo? No sólo es necesario para resolver una supuesta crisis de identidad, sino para analizar categorías. Tal vez sería bueno para algunos de los potenciales encasilladores, que ojearan los textos de Smith, Mill, Hume y Locke, entre otros, y así se darían cuenta que, lo que tratan de clasificar, les podría resultar un simple refrito.

  4. #34
    1990-07-02-NO AL PRESUPUESTO BALANCEADO

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    NO AL PRESUPUESTO BALANCEADO




    La Nación, 02 de julio de 1990. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 127-128.

    Hace poco releí un artículo que escribí en la Nación del 9 de mayo de 1981, titulado El falso espejismo del presupuesto balanceado. Su tesis básica es que balancear el presupuesto no contribuye a solucionar nuestro problema económico, cual es el tamaño relativo del Estado.

    Los gobernantes han hecho del balance de su presupuesto una cruzada pública, decisión encomiable pero errónea, pues fundamentalmente recaen en poner más impuestos. En aquel artículo apunté que “las políticas basadas en presupuestos balanceados en realidad permiten cualquier nivel de gasto siempre y cuando existan tributos que los respalden; en verdad lo que deseamos es un límite de crecimiento del Estado y no que éste sustraiga recursos de los individuos para satisfacer sus necesidades”.

    El talón de Aquiles del programa de ajuste económico del gobierno, nos los expuso el Ministro de la Reestructuración del Estado, cuando señaló que debemos tener claro “…que el Presidente Calderón optó por la vía de generar ingresos, más que de reducir gastos y que esto es el costo social que el país asume…” (La Nación, 20 de julio de 1990, pág.16-A).

    En síntesis, el costo del ajuste no lo va a pagar el culpable del déficit –el Estado– reduciendo sus gastos, sino quienes más bien le dan recursos para que él los gaste. En tanto el sector privado –familias y empresas– estén dispuestas a pagar impuestos, el fisco proseguirá con su gasto. No hay vuelta de hoja, pues, con las mismas ideas de quienes otrora decían despreciar, ahora dejan de lado la oportunidad de reducir el gasto, al tiempo que creen que el ciudadano va a confiar en una difusa promesa, de que el año entrante si practicaran la cirugía necesaria.

    La situación del país no admite posponer decisiones, aunque sean difíciles. Con tino, don Ottón Solís, en un artículo reciente en La Nación, ya indicó qué entidades públicas podrán pasar a mejor vida. Pero creo que una sociedad inteligente no debería soslayar el análisis de temas de mayor profundidad: Se han planteado alguien, ¿qué pasaría, por ejemplo, si se cerrara el Ministerio de Agricultura? Es hora de pensar y de decidir, sino estos gobernantes terminarán por caer en la misma olla del intervencionismo social-estatista, en franca decadencia y, espero, en vías de extinción.

  5. #35
    1990-07-06-TOTEMISMO DE LOS PRECIOS

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    TOTEMISMO DE LOS PRECIOS




    La Nación, 06 de julio de 1990. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 169-170.

    Producto del debate sucedido en años anteriores, creí que las autoridades de gobierno, encargadas de poner en práctica o de legitimizar ante el público políticas de precios de garantía, habían entendido el problema.

    Sin embargo, por comentarios periodísticos recientes, veo que no se ha comprendido la naturaleza totémica de la creencia de que constituye una mejora del bienestar nacional, que un organismo, el Consejo Nacional de Producción, garantice precios mínimos o de sustentación a los granos.

    Los socialistas intervencionistas de siempre alegan que, con dicha política, se ordena al mercado, el cual presuntamente no refleja por medio de los precios cuál es el valor de las cosas y que ante su falla es necesario que participe la mano visible del Estado.

    Los liberales han considerado que una decisión de fijar precios de garantía, provoca un desvío inapropiado de recursos productivos, estimulando entre otras cosas nocivas, la producción de bienes que no necesariamente, según se refleja en el precio, el mercado desea que surjan.

    La decisión del gobierno de elevar el precio de sustentación de los granos básicos en la compra a los productores que efectúa el CNP, es otro capítulo en la mitología de los precios agrícolas: resulta que, según alegan los intervencionistas de turno, el anterior precio de sustentación debía aumentar dado que los precios internos son menores que los internacionales, a fin de asegurar la producción doméstica requerida.

    Pero la ignorancia estatizante abunda: en primer lugar, si fuera cierto que los precios mundiales son superiores a los internos, pues, entonces, que se deje al mercado reflejar ese diferencial que, supuestamente, sería suficiente para asegurar el aumento deseado en la producción doméstica.

    En segundo lugar, el deseo de manipular es evidente: si fuera verdad que los precios mundiales son superiores a los internos entonces que se deje en libertad de importar a los costarricenses, porque, con lo dicho, nadie traería algo más caro del exterior, cuando, todo lo demás igual, lo puede conseguir más barato en el país.

    Si se cree en el mercado económico pues que lo dejan funcionar, aunque en el mercado político hagan lo contrario, pero no podemos acostumbrarnos a la inconsecuencia, en especial cuando los costos de las malas políticas recaen sobre los demás y fundamentalmente sobre los más pobres.

  6. #36
    1990-07-11-VIVA LA OPOSICIÓN

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    VIVA LA OPOSICIÓN



    La Nación, 11 de julio de 1990.

    Recientes expresiones de ciertos dirigentes y economistas ligados al Partido Liberación Nacional, acerca del actual déficit fiscal y las propuestas para su financiamiento, ciertamente mueven a risa de quienes recordamos sus actitudes de hace unos cuantos años: cuando eran gobierno.

    Similar impresión causan las frescas manifestaciones de algunos funcionarios de gobierno, quienes hasta poco opositores a Liberación Nacional, acuden ahora, con los mismos argumentos de ellos, para justificar gravar al país con más impuestos y la mayor variedad de cargas sobre personas y familias y empresas.

    ¿Por qué será que quienes antes estaban en el poder, en donde gastaban fondos públicos sin ton ni son, sean los que ahora abogan porque dicho gasto será objeto de una severa reducción, como alternativa a mayores impuestos para sanear el déficit fiscal? ¿Por qué será que quienes antes creían que la única forma de limitar al Leviatán en su afán de gasto, era no dándole más recursos y ahora, por el contrario, quieren pintarnos una inevitable debacle para convencernos de apoyar sus nuevas alcabalas?
    No deseo pensar que, en verdad, no se tienen los principios que se dicen tener, sino que, más bien, es sólo una expresión de conducta ante el poder. Quienes están en la oposición, en tanto lo sean y mientras no lleguen a ser gobierno, quieren que los que ostenten el poder no tengan dinero para gastarlo en sus preferencias personales. Por ello se oponen a cualquier forma de allegar recursos al físico y se rasgan las vestiduras ante cualquier insinuación de los gobernantes de turno de elevar los impuestos.

    Quienes gobiernan, por su parte, desean hacer obra, hacer algo para no pasar a la historia como conservadores inmovilistas, quienes nunca gastaron algún recurso público a favor de alguien. Consideran que si hacen labor se mantendrán en el poder, pero ello implica gasto y cuando no alcanza la plata, exige mayores recaudaciones.

    Lamentablemente, los fondos tienen que salir de alguien y eso les va a costar votos. Entristece el dilema que enfrenta el polìtico en el poder: estoy seguro que desea que las recaudaciones no tengan costo; algo así como existiera una inagotable fuente de ayuda desde el extranjero –allá los problemas de los políticos de esos lares, frente a quienes tributan en sus naciones.

    Tal vez, lo mejor que nos podría suceder es no tener gobierno y que todos los políticos sean de la oposición: así estaríamos más tranquilos, al darnos cuenta de que pensarán dos veces antes de excitar un mayor gasto público: en la oposición, ellos pagan impuestos netos.

  7. #37
    1990-07-23-POSIBLE AUMENTO EN EL DESEMPLEO

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    POSIBLE AUMENTO EN EL DESEMPLEO




    La Nación, 23 de julio de 1990.

    La reciente decisión del Consejo Nacional de Salarios de aumentar los mínimos en un promedio del casi el 13.5 porciento, posiblemente tendrá un efecto negativo sobre el nivel y la composición del empleo en nuestra economía.

    No se sabe de dónde actual gobierno sacó la idea de que en los ocho años anteriores se había dado un descenso en el salario real, de manera tal que, además de compensar la inflación, se deberían ajustar los salarios mínimos, tomando ambos factores en cuenta.

    Según el economista Ronulfo Jiménez, estudioso de estos temas, el salario real mensual promedio de un trabajador típico, cotizante del régimen de enfermedad y maternidad de la Caja del Seguro Social, aumentó de ¢1.240 en 1982, a ¢1.612 en 1985, ¢1.706 en 1987, ¢1.669 en 1988 hasta ¢1.741 en 1989, lo cual indica que la apreciación del Ministerio de Trabajo, parece estar fuera de tiesto.

    Si a la errada política salarial, motivada por la primacía de sectores populistas en el gobierno, se aúna su decisión de cerrar el déficit fiscal principalmente con impuestos y cargas sobre la economía privada, en tanto que sólo un 30 por ciento de la reducción de ese déficit se pretende lograr ̶ queda por verlo ̶ por rebajas en el gasto estatal, es algo fácil pensar lo que podrá suceder con el nivel y la composición del empleo en nuestra economía.

    Es posible que aumente la desocupación abierta, tal vez hasta a un 5 o un 5.5 por ciento o más en este año y mediados del entrante, cuyo incremento se presentará básicamente en el sector privado de la economía.

    La puesta en práctica de concepciones populistas en un gobierno nos exige tener claridad sobre el origen de los problemas: mientras que el Estada prosiga políticas de salarios mínimos, que no guardan ligamen con el crecimiento de la demanda de mano de obra y en tanto se restrinja más al gasto privado, que al público, se creará desempleo y básicamente en el sector privado. Pero este resultado deberá adjudicarse a los responsables de su origen: aquellos en el gobierno quienes creen que se puede hacer chocolate sin cacao; quienes consideran que las cosas son gratuitas; quienes piensan que gastando más y más los recursos escasos de los costarricenses, se logra la justicia social. ¿Qué pensarán del populismo quienes, por su causa, ahora quedarán desocupados?

  8. #38
    1990-07-26-EL DIPUTADO 58
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    EL DIPUTADO 58



    La Nación, 26 de julio de 1990.

    Señores diputados:

    En momentos en que estamos a punto de legislar nuevos y mayores impuestos sobre los demás costarricenses, creo que debemos referirmos a algo que sin duda tortura las conciencias de nosotros los diputados honestos, quienes pretendemos ser congruentes con los principios que nos movieron a postularnos, en su momento, como candidatos a la diputación que a la larga obtuvimos.

    Me refiero a la exoneración en la compra de vehículos que diputados del pasado aprobaron y que ahora nos llega de carambola. Según una reciente estimación, la exoneración de impuestos de importación a los vehículos de los diputados le costó al país un monto aproximado de 300 a 400 millones de colones. Vemos ahora a muchos de quienes nos precedieron, montados en carros que no riman con el sacrificio que le pedimos al pueblo, al aprobar nosotros más cargas contra su patrimonio y sus ingresos futuros
    Me imagino que debemos sentirnos muy angustiados, al imponer esos nuevos gravámenes, principalmente cuando la plata se gasta en sostener una frondosa burocracia, la que siempre hemos criticado desde la oposición, pero que mucho nos gusta al estar en el gobierno. El peso sobre nuestra conciencia es bastante grande, aunque alguien podría preguntarnos si en verdad la tenemos, cuando ponemos más tributos sobre el pueblo, pero nos exoneramos del pago de impuestos al importar vehículos lujosos.

    Por ello, amparado a mi condición de diputado 58, en esta oportunidad vengo a proponerles que consideremos a quienes nos eligieron y que seamos partícipes del sacrificio que les pedimos que hagan: para que nuestras conciencias estén tranquilas, para que podamos mirar sin rubor a los ojos de los ciudadanos a quienes ponemos a tributar más, propongo derogar la ley que nos permite tan obscena gollería y que, en su lugar, disfrutemos de un más humilde carro popular, para el buen desempeño de nuestra labor.

    Con ello estoy seguro de que el ciudadano, a punto de ser acogotado con más impuestos, respetará nuestra investidura, la cual nunca fue buscada para obtener el privilegio de un vehículo de lujo, sino para servir a nuestro país. Muchas gracias, señores diputados, por acoger por unanimidad tan franco proyecto de ley.

    Jorge Corrales Quesada

  9. #39
    1990-08-07-SOBRE LETRAS DEL TESORO
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    SOBRE LETRAS DEL TESORO



    La Nación, 07 de agosto de 1990. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 39-40.

    Parece que no se ha interpretado en su verdadero sentido, el significado del reciente anuncio de que el Banco Central había emitido ¢1.500 millones en letras del tesoro, a fin de brindar recursos al Estado, en apariencia para financiar el pago de los salarios a los empleados públicos.

    Que dicha medida haya sido reconocida públicamente por las principales autoridades económicas del gobierno, y que ello sea objeto de su preocupación, no elimina las consecuencias que posiblemente se presentarán en la conducción de la cosa pública. Tal práctica anticipa un incremento en la inflación en el país, puesto que la emisión de letras del tesoro constituye un cheque en blanco, aunque por un cierto plazo, por el cual el Estado dispone de recursos de emisión, lo que, tarde o temprano, se reflejará en un aumento generalizado de los precios.

    Pero más indicativo de este anuncio –de una práctica preocupante para los mismos quienes lo formularon– es que anticipa lo que podrá ser la norma en la conducción de la política económica del Banco Central: una vez más éste no pasa de ser una simple dependencia del Poder Ejecutivo, el cual conoce así que sus autoridades no serán celosos guardianes de la estabilidad monetaria, sino confiables proveedores ante sus necesidades de gasto. Con esta decisión del Banco Central, la Asamblea Legislativa sabe que no apremia la aprobación del paquete tributario, puesto que el Banco Central estará dispuesto, aunque a regañadientes, a satisfacer las necesidades del Gobierno.

    En los escritos testamentarios del anterior presidente ejecutivo del Banco Central, Eduardo Lizano, se señala la importancia que, para la buena conducción de la política monetaria, tiene un Banco Central independiente del Poder Ejecutivo, precisamente por la presión de éste, para que aquél le brinde recursos de emisión en tiempos de apuro, que lamentablemente no sólo parecen ser permanentes, sino que, también tarde o temprano, conducen a inflación. Por ello, nadar contra corriente es una norma esperada en un Banco Central moderno, difícil para una entidad cuyo pecado capital es la dependencia umbilical en el resultado de un torneo electoral.

    Cabe esperar que en las nuevas conversaciones que las autoridades del Banco Central tendrán con los funcionarios del Fondo Monetario, éste les recuerde el desaguisado que están cometiendo, lo cual sí ciertamente les va a preocupar, si es que desean que ese organismo tenga credibilidad en su independencia en la conducción monetaria, tal que entonces se pueda prever una cierta estabilidad en los precios y en la economía, en general.

  10. #40
    1990-08-18-UNA PROPUESTA IMPORTANTE

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    UNA PROPUESTA IMPORTANTE


    La Nación, 18 de agosto de 1990. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 125-126.

    El diputado Miguel Ángel Rodríguez recientemente presentó ante la Comisión de Asuntos Hacendarios de la Asamblea Legislativa, reformas a la legislación vigente sobre el gasto público y la tributación, que merecen ser atendidas por tratarse del primer intento formal de introducir límites al Estado costarricense, que podrían evitar los dañinos resultados que hoy se sufren por su tamaño desproporcionado al de nuestra economía.

    Las propuestas de don Miguel Ángel, si bien son una alternativa interesante al paquete fiscalista recientemente presentado por el Gobierno, forman parte de una concepción reformista más amplia y que se han denominado los Derechos y Garantías Económicas.

    Las reformas sugeridas por don Miguel Ángel se orientan a limitar a un máximo el gasto total, así como el corriente que puede efectuar el Estado, el cual se deberá adecuar al crecimiento de la economía, de forma tal que vaya disminuyendo relativamente su tamaño. Asimismo, introduce la obligación de presupuestar todos los gastos gubernamentales, acabando con la creciente y malsana práctica de gastar fuera de los presupuestos. También, limita al fisco en cuanto a que sus gastos corrientes serán financiados sólo con ingresos ordinarios y no con recursos de capital.

    En lo que trata del gravísimo problema del elevado endeudamiento del gobierno central, el diputado Rodríguez restringe su crecimiento para que no se prosiga enajenando a las actuales y futuras generaciones, al igual que frena su acceso al crédito del Sistema Bancario Nacional, al cual, en muchas ocasiones, ha acudido el gobierno en detrimento de la disponibilidad de recursos para las actividades productivas privadas. Además, el proyecto incorpora una restricción en el número de plazas en el Estado, para frenar la galopante burocracia que cada día, junto con el servicio de la deuda, se come más y más de los recursos del erario.

    La propuesta de don Miguel Ángel permite conjugar las necesidades fiscales y vigentes y podría hacer aceptable, pero temporalmente, los incrementos de fondos tributarios actualmente requeridos, en tanto dan fruto sus ideas sobre el gasto estatal, como él lo propone. Al poner un límite al irresponsable recurso politiquero de gravar más impuestos para dilapidarlos después, facilita la posibilidad de progreso al país y salva a quienes menos tienen, que parece ser lo que exige la mayoría de los costarricenses.

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