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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1990-1999

  1. #141
    1992-12-10-UN FRENO AL PRIVILEGIO DEL CAT

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    UN FRENO AL PRIVILEGIO DEL CAT


    La Nación, 10 de diciembre de 1992.

    Los CATS, esos subsidios a la exportación de productos no tradicionales dirigida a terceros mercados, fueron creados hace muchos años por las autoridades públicas, engañadas por la ilusión de que un subsidio en una economía exageradamente protegida como la costarricense, podría revertir todas las fuerzas que conspiraban contra la posibilidad de exportar. La verdad es que siempre los aranceles proteccionistas y medidas similares han constituido el verdadero freno a nuestra exportación.

    En la administración Monge, enrumbando al país a un nuevo modelo económico, se cayó en lo contrario: el CAT (Certificado de Abono Tributario) serviría ahora para compensar distorsiones internas, en tanto se eliminaba gradualmente el proteccionismo. Así fue como, en conjunto con la necesaria exoneración de impuestos a la importación de materia prima para ser usada en la exportación, se mantuvo el subsidio del CAT como si la disminución de aranceles no exigiera la reversión de nuestro proceso productivo de adentro hacia afuera. De esta manera, el CAT se convirtió en una renta, que ahora es defendida por quienes han usufructuado de él ̶ hasta que no expiren los contratos de exportación suscritos hace muchos años y negociados en parte, y en buena hora, por la administración actual.

    La decisión no afecta a quienes actualmente tienen “el derecho” al CAT. Sólo lo hará con quienes pensaban pedirlo al fisco, de manera que la renta, el privilegio de los existentes, será capitalizado ̶ eso es lo triste ̶ en el valor de sus empresas. En este sentido, el suelo está parejo como para pelear por lo que a todas luces se venía convirtiendo en una gollería: si las exportaciones caen, eso se reflejará, como debe serlo, en el tipo de cambio.

    En buena hora llega la decisión de la Sala IV. Ahora le toca el turno al gobierno de llevar acabo aquellas medidas de ajuste en el sector público que permitirían a nuestro exportador competir eficientemente en el mercado internacional. Espero ver, aunado al esfuerzo del gobierno frente a las huestes conservadoras, a empresarios, quienes hoy reclaman porque se les afecta en su subsidio, luchar por que se elimine una banca onerosa, monopolios estatales que cuestan mucho, prácticas de gremios que impiden la competencia, reforma a impuestos para que no distorsionen los precios relativos, en suma, quitar trabas que nos permitirán sobrevivir como nación en el contexto de las nuevas reglas de juego.

  2. #142
    1992-12-24-PARA QUÉ JESSE SI AQUÍ LOS HAY

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    ¡PARA QUÉ JESSE SI AQUÍ LOS HAY!


    La Nación, 24 de diciembre de 1992.

    La presión del senador norteamericano Jesse Helms podría tener un efecto nefasto sobre la economía nacional. Aparte de que el reclamante tenga razón por el atraso en el pago de la expropiación de la hacienda Santa Elena, lo cierto es que, de tener éxito, detendría toda negociación y disponibilidad de recursos vitales y convenientes para el país, por parte del BID, del Banco Mundial, del Fondo Monetario y hasta la renegociación de nuestra deuda externa con el Club de París. De tener éxito, Jesse haría que los más de 1.200 millones de dólares que su país les dio principalmente a gobiernos liberacionistas, sean tirados por la borda, además de que las dificultades financieras serían explotadas por los enemigos de la apertura para aseverar que tal modelo fracasó, adicionado a una nefasta exacerbación de la pasión chauvinista.

    Jesse no está solo. Aquí, en Costa Rica, hay cierto gremio diputadil muy interesado en que la economía se ponga mal ̶ dado que relativamente no lo está ̶ para que el votante supuestamente le dé el voto en la próxima elección. Para que el país tenga un PAE III (al igual que tuvo el I y el II en dos gobiernos de Liberación) es necesario aprobar dos leyes: la de Concesión de Obra Pública y la venta de FERTICA y CEMPASA. Ante la no aprobación, por la actitud de los diputados de Liberación de retrasar la discusión e impedir que se voten, el directorio del Banco Mundial pospuso la aprobación del PAE III. Cierto sector de Liberación se está saliendo con la suya: impedir que el país siga progresando y que se eche a perder el esfuerzo de tantos años ̶ incluso bajo dos gobiernos liberacionistas ̶ con tal de que la Unidad no llegue de nuevo al gobierno.

    Esto lo digo con dolor, pero la responsabilidad debe recaer en quienes son los verdaderos culpables del desaguisado.

    Las opciones para el país son claras: en el caso de Jesse se está actuando bien al depositarse parte del pago de la expropiación en los tribunales y pedir que la Corte nombre pronto a los peritos que definirían el valor de la finca, al igual que le sucedería a todo costarricense cobijado bajo un sistema legal que no es producto de satrapías ni de herencias monárquicas, sino de la evolución de un país civilizado. Por aquí las cosas parecen marchar, pero donde la situación se pone mal es con nuestra Asamblea, a menos que los costarricenses inteligentes le exijan a la representación legislativa de Liberación que ponga mayor interés en el bienestar del país y menos en sus fines electorales: el interés nacional no se puede subordinar al interés partidario.

  3. #143
    1993-01-03-PARA APRENDER BIEN LA LECCIÓN

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    PARA APRENDER BIEN LA LECCIÓN


    La Nación, 03 de enero de 1993.

    Repetir lugares comunes puede inducir a serios errores. Por ejemplo, leí la aseveración de que el gobierno ha manipulado políticamente el tipo de cambio, lo cual podría ser cierto, pero, al ver cómo es que eso sucede, según el autor uno se da cuenta de que, más que una buena interpretación de un fenómeno o un deseo de que se aprenda la importancia de una política económica normalmente moderada, parece estar más bien tras un afán político que termina por empujarlo a lo irrisorio.

    En La Nación del 15 de diciembre, en el artículo “Aprendamos la lección”, se asevera que se ha manipulado el tipo de cambio para reducir la inflación interna y que, “en resumen, se debe tener mucho cuidado con el manejo de la moneda y el tipo de cambio. La expansión monetaria se ha dirigido a mayores importaciones y a una revaluación del colón “.
    Claro que hay que tener mucho cuidado con ese manejo monetario y cambiario, pero hay que tener mayor precaución con lo que se escribe para no ser inconsistente, porque, si el Banco Central emite en exceso, el resultado es un proceso inflacionario, que tendrá como consecuencia una devaluación, pero no una revaluación, como dice ese artículo.

    En el actual sistema de flotación de la moneda, la participación ocasional del Banco Central más bien ha sido para evitar una revaluación del colón, mediante el retiro de dólares de la calle (ello se refleja en el crecimiento de sus reservas monetarias), pues, de no haberlo hecho ante el enorme ingreso de divisas, nuestro tipo de cambio sería mucho menor que el actual, con lo cual sí se daría lo que se juzga en el artículo de marras de que “ las exportaciones están siendo afectadas”.

    A muchas personas les ha preocupado el alto déficit de la balanza comercial de pagos, pero mucho de ese excedente ha sido financiado por ingresos de turismo mayores de lo previsto, así como por un influjo relativamente estable de capitales.

    Tan es así que hasta las reservas en poder del Banco Central han aumentado significativamente en el último año. Un buen resultado de los programas de apertura comercial es que nos está permitiendo ampliar nuestra exigua capacidad de importar, lo cual faculta que los costarricenses puedan satisfacer una gama más extensa de sus deseos y necesidades. Nuestras exportaciones en este año, a pesar de la violenta caída del precio del café, crecieron cuatro veces más de como lo hicieron un año antes. El tema de la balanza comercial es de interés observarlo, pero no debe ser usado, bajo pretexto didáctico, para fines electoreros.

  4. #144
    1993-01-11- EL VERDADERO TIPO DE CAMBIO

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    EL VERDADERO TIPO DE CAMBIO


    La Nación, 11 de enero de 1993. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 43-44.

    ¿Cómo harán los magos para decir cuál es el precio “verdadero” en un mercado? Hace muchos años, un Banco Central, agotado y sin reservas internacionales se vio obligado a devaluar partiendo de un precio del dólar de ¢6,65. En ese momento los taumaturgos desempolvaron su bolita mágica y opinaron sobre cuál debería ser el “verdadero” tipo de cambio. Alguien propuso que el dólar costara ¢8,50, en tanto que otro –posiblemente era un exportador reprimido por el proteccionismo ̶ dijo que alrededor de ¢10. Todos, como dioses del Olimpo, dictaban el precio invariable al que deberíamos de sujetarnos los ordinarios mortales.

    Tal vez esas andanzas de otrora expliquen su petición actual para que el precio del dólar no sea el de ¢137 de hoy (martes 5 de enero, en que escribo esto), sino el que arbitrariamente –en esto cualquier criterio unilateral es arbitrario– defina el comportamiento de unos índices de precios, propuesta que es útil más no suficiente para explicar el precio de la divisa. No es sino ahora, en tiempos recientes, en que el tipo de cambio se define en mayor grado según las fuerzas del mercado. La revolución silenciosa que significó la posibilidad desde hace más de un año de adquirir documentos en dólares pagados en colones en la Bolsa Nacional de Valores, fue el primer paso en la liberalización de una cuenta de capital que durante mucho tiempo había sido restringida por la arbitrariedad del Banco Central. El complemento natural a aquella primera medida fue la decisión tomada el año pasado por el Banco Central de permitir el libre movimiento de capitales.

    Esta fue una reforma importantísima para la determinación del tipo de cambio en el país. La intervención reciente del Banco Central en el mercado cambiario ha sido relativamente marginal y, como lo omiten en sus escritos los paladines de la intervención, más bien ha sido para impedir que el colón se revalúe –esto es, que valga menos del dólar–, en vez de serlo para evitar una devaluación que esos profetas habían vaticinado en diversas ocasiones, que sería el resultado de la liberalización de la cuenta de capital.

    ¿Será que no han podido sustraerse por algún rezago freudiano, del afán de intervenir, regular y controlar la acción de los participantes en el mercado, que otrora pregonaron y que ahora les impide comprender que el verdadero tipo de cambio es tan sólo el precio que determina ese mercado? Los que promueven una devaluación decretada lo hacen por desconocimiento, por politiquería o por un deseo, frustrado en la realidad, de poder señalar, con su arbitrario, que lo que predijeron que se daría terminó dándose, aunque fuera en contra de lo que nos ha dicho el mercado.

  5. #145
    1993-01-21-EDUCACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

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    EDUCACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO


    La Nación, 21 de enero 1993.

    En una revista que publica la Universidad Católica de Chile, dos economistas, Vittorio Corbo y Patricio Rojas, realizan un valioso ejercicio intelectual al tratar de responder la pregunta que “han hecho insistentemente las autoridades coreanas en los últimos quince años y que la autoridades chilenas se están empezando a hacer. Estas son las economías que tienen dudas respecto a qué se requiere para sostener altas tasas de crecimiento.”

    Llama la atención que los chilenos vayan más allá de querer saber cómo crecer o bien, de los que creían saber cómo hacerlo pero no tenían la paciencia requerida, tal vez porque sus altas tasas de crecimiento real de la producción empiezan a ser lo normal, como lo atestigua este año, cuando su economía creció en un 10 por ciento –el doble de lo nuestro y de lo cual debemos estar orgullosos.

    El trabajo de Corbo y Rojas (“Crecimiento Económico de América Latina”, Cuadernos de Economía, año 29, No. 87, agosto de 1992) concluye en que el crecimiento del área durante las tres últimas décadas no se explica por la teoría tradicional del crecimiento económico, que considera que surge por un aumento de los factores productivos y una generación de cambio tecnológico, concluyendo en que, “si bien la inversión tiene un efecto positivo y estadísticamente significativo sobre el crecimiento… explica solo alrededor del 37 por ciento de la variación del crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita”.

    Los autores, con base en nuevos modelos de crecimiento económico que enfatizan la importancia de variables como la educación, la estabilidad de las políticas macroeconómicas, el grado de apertura, el tamaño relativo del Estado, entre otras, obtienen como resultado que, “además de la tasa de inversión, entre las variables que se consideraron las más significativas fueron los dos indicadores de estabilidad macroeconómica (inflación y razón de déficit comercial a PBI) y… el capital humano…”, lo que nos da dos importantes consejos. La importancia de tener políticas macroeconómicas que conduzcan a la estabilidad, lo que deseamos se tenga presente en este año preelectoral, pues también esa práctica asegura dividendos políticos y, en segundo lugar, que la educación es esencial para el crecimiento económico, por lo que la conducta de cierto sector legislativo, en su momento en contra de un crédito del BID para mejorar el rendimiento de ese sector, era a largo plazo una simple condenatoria para que todos fuéramos más pobres.

  6. #146
    1993-01-30-INCUBADORAS DE CRISIS

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    INCUBADORAS DE CRISIS


    La Nación, 30 de enero de 1993.

    En abril y mayo de 1983 escribí cinco artículos sobre la grave crisis de la economía chilena. Para ese entonces ya existía una evaluación clara de cuáles habían sido sus detonantes y consideré importante que el lector interesado se diera cuenta de la conveniencia que tienen buenas políticas económicas. El tema de esa crisis vuelve a la palestra en nuestro medio, al plantearse la duda de si “¿no estaremos incubando algo parecido en Costa Rica?”. Ante ello, creo que es de importancia repasar lo que pasó en Chile y comparar si la incubadora de por allá es similar a una potencial muestra.

    La primera diferencia entre nuestra situación cambiaria actual y chilena de aquella época está en que, en Chile, desde un esquema de minidevaluaciones denominado “la tablita” y ante una enorme cantidad de reservas en su economía, se fijó el tipo de cambio en 39 escudos por dólar mientras que aquí el tipo de cambio dejó de fijarse hace ya buen rato y actualmente, en esencia, el mercado determina su valor (con una intervención mínima del Banco Central). Hoy el régimen cambiario de Chile y el nuestro son muy parecidos.

    La segunda diferencia crucial es que Chile tenía una política de ajuste salarial indizado a la tasa de inflación del año previo. Como la inflación venía bajando, el ajuste del momento en el salario nominal era mayor que la inflación del año, lo que elevó fuertemente los costos unitarios que, aunado a un tipo de cambio fijo, hizo perder toda competitividad a su sector externo. En los últimos años Costa Rica ha sido prudente en el aumento de salarios y hasta se ha acusado al gobierno de que el incremento en los mínimos ha sido inferior a la inflación (en verdad han sido parecidos). Por lo tanto, nuestra situación actual es muy distinta a la chilena de referencia.

    En tercer lugar, en ese momento Chile sufría una fuerte especulación financiera y su control preventivo no era el más adecuado. Esta experiencia, que mucho sirvió como lección para mejorar nuestra prevención (como ha sido el fortalecimiento de nuestra AGEF), hacen que en Costa Rica esto no parezca ser un problema.

    Finalmente, la alta dispersión entre la tasa de interés pasiva y activa en el país, más que el nivel de la primera, podría ser adecuadamente tratada, eliminando distorsiones que la provocan, lo cual requiere tomar medidas como, por ejemplo, eliminar el monopolio en los depósitos a la vista, promover banca extranjera para que opere aquí, acelerar reformas al Banco Central que están en una Comisión de la Asamblea Legislativa, entre otras medidas ya muy conocidas en nuestro medio, pues parece que son ciertos políticos quienes no quieren que avance la reforma requerida.

  7. #147
    1993-02-08-PERIODISTA EN LAS COLONIAS

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    PERIODISTA EN LAS COLONIAS


    La Nación, 08 de febrero de 1993.

    Hace pocos días, cuando el Presidente de nuestra República viajaba por España, escuché un noticiero español en canal 40, transmitido por un canal de su monopolio oficial. En ese noticiero algún periodista formuló unos comentarios acerca de nuestra nación, que vale la pena conocerlos. Como la mayoría, sino todos nuestros telenoticieros, reproduce con identidad cansona las noticias de ese canal y como no creo que nuestras televisoras domésticas hayan contratado locutores con “ceceo” ibérico, esperé que reprodujeran esa noticia internacional de marras, pero, como no lo hicieron, creo que hasta ellos se dieron cuenta de la barbaridad transmitida por esa voz de España.

    El periodista español dijo ̶ más o menos, porque no es textual lo que transcribo, aunque expongo la esencia de lo expresado ̶ después de ofrecer tomas de tugurios, tal vez para exponer a su mundo que aquí sólo eso existe, y de darnos la aburridora explicación de algún político, más candil de la calle que otra cosa, que la economía costarricense durante los últimos dos años había tenido tasas de crecimiento negativas, señaló que la inflación y la devaluación eran procesos totalmente descontrolados, con lo que ̶ y aquí viene el comercial que parece iluminar esta oscuridad del intelecto ̶ los grupos sindicales y la oposición socialdemócrata se sentían estimulados (lo cual no lo creo) para recuperar el poder en la próxima elección.

    Independientemente del criterio de fraternidad que puede tener este socialista español ̶ porque debe serlo y perdónenme si me equivoco ̶ , la verdad es que tanta falsedad expuesta puede atribuirse a diversas razones, pero me parece más a unas que a otras. Podría pensarse que es la ignorancia de un periodista lo que le movió a decir tales falsedades sobre el comportamiento de nuestra economía, pero esta explicación es poco creíble, dado lo fácil que aquí resulta disponer de datos adecuados que muestran una situación palmariamente distinta de la que expresó. Si no recabó bien su información, entonces es un mal periodista y mejor haría dedicándose a otra cosa. Otra posible explicación de su conducta es la mala fe, si bien es algo difícil de probar, pero intuitivamente me parece que nos da buena razón de su comportamiento.

    ¿Qué hacer para que actúe con corrección el telediario TVI de España, medio de supuesta alta reputación y muy visto y copiado en nuestro país? Posiblemente debe enviársele la información adecuada sobre nuestra economía y señalar que la época de la ignorancia colonial hace ya mucho tiempo que pasó: creo que hemos crecido lo suficiente como para dejar de chuparnos el dedo.

  8. #148
    1993-02-17-EL MUNDO SIGUE CAMBIANDO

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    EL MUNDO SIGUE CAMBIANDO


    La Nación, 17 de febrero de 1993.

    Tres acontecimientos recientes harán reflexionar a algunos conservadores locales relacionados con el social-estatismo. Me refiero a dos visitas al país, una del Ministro de Hacienda de México, Dr. Pedro Aspe, y otra del presidente del BID, Dr. Enrique Iglesias, así como una declaración de principios formulada por el nuevo presidente del Partido Laborista inglés, Mr. John Smith.

    En cuanto a la exposición del ministro Aspe acerca de reformas económicas hechas en su país, tiene importantes lecciones prácticas para quienes en el Estado deben formular políticas económicas, así como para opositores, quienes deberían evolucionar su critica hacia cómo mejorar las cosas actuales, sin descarrilar nuestro progreso con dañinas trabas legislativas. Se llega a la conclusión de que México ha hecho un enorme esfuerzo para estabilizar su economía. Esto se ha reflejado en resultados tales como que, partiendo de una inflación de casi el 200 por ciento anual en 1982, se alcanzará este año una tasa del 7 por ciento o bien, que de un déficit público del 18% en aquel año, ya en 1992 se logró un ligero superávit. Pero sobre todo cómo su proceso de privatización ha permitido realizar el cambio de “un estado rico con un pueblo pobre” hacia el desarrollo de su verdadera función social, al proclamar el expositor que “el liberalismo social está en marcha en México”, donde ahora las comunidades tienen acceso a mayor educación, mejores vías, agua potable, vigilancia y otras cosas que inducen a pensar que estamos en presencia de una segunda revolución mexicana.

    La visita del presidente del BID, quien públicamente alabó el esfuerzo y resultados obtenidos en nuestra economía durante los últimos años, sirvió para recordar a políticos social-estatistas que el mundo ha cambiado y que el BID está enteramente comprometido con el progreso de nuestras naciones, aún cuando ambiciones de campanario impulsen a ciertos políticos a oponerse, porque sí, sin pensar o por cálculo electorero, a todo lo que huela a liberalización.

    Finalmente, John Smith, –¡que nombre más sencillo!– nuevo jefe del Partido Laborista de Inglaterra –casi nada, el papá del social-estatismo criollo– acaba de impulsar una nueva plataforma ideológica para su partido, la cual enfatiza la labor privada sobre la estatal y el pago al resultado del esfuerzo, en vez de la manutención del “pobrecito” (benevolencia usualmente trastocada, como en cuento de hadas, en un rico perceptor de rentas) y que, como dijo un comentarista, ideología que “John Major o Margaret Thatcher no tendrían problema alguno en suscribirla”. Así van las cosas: mientras la hora de la reflexión llegó al corazón laborista, algunos aquí creen que podrán ganar una elección impidiendo el progreso del pueblo.

  9. #149
    1993-02-25-ESTRATEGIA ULTRA-EXPORTADORA

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    ESTRATEGIA ULTRA-EXPORTADORA


    La Nación, 25 de febrero de 1993. Esta versión fue corregida en el párrafo segundo, tal como aparece aquí, en La Nación del 27 de febrero de 1993.

    En algún círculo se ha dicho que la actual política cambiaria equivale a una sobrevaloración del colón. Se ha argüido que el tipo de cambio actual no refleja el precio de la divisa, lo que hace necesario devaluar al colón. Incluso se ha sugerido que se debe seguir una política cambiaria que subvalúe a nuestra moneda, para que así la exportación siga creciendo.

    Otros hemos insistido en que el tipo de cambio adecuado (como en un régimen neutral, también llamado estrategia de promoción de exportaciones, pues elimina el sesgo antiexportador del proteccionismo) es el que determine el mercado, donde el tipo de cambio efectivo que recibe el exportador (lo cual incluye subsidios, CATs y similares), es aproximadamente igual al que paga el importador (que incorpora tarifas, el valor de restricciones al importar y otros similares) contrario a lo sucedido en un régimen sustitutivo de importaciones, en donde el tipo de cambio efectivo que se pagaba al importar era muy superior al que se percibía al exportar. Una estrategia ultra-exportadora sería aquella donde el tipo de cambio efectivo que recibe el exportador es muy superior al que paga el importador.

    Esta última estrategia, como se ha insinuado, origina muchos problemas, a algunos de los cuales me referiré:
    Primero: un régimen de neutralidad cambiaria da lugar, además de eliminar el sesgo antiexportador, a que haya una sustitución eficiente de importaciones. Al tipo de cambio de mercado hay actividades que resultan ser relativamente más rentables si se producen en el país. Si se subvalúa el colón, bajo el esquema ultra-exportador, relativamente se afecta esa sustitución eficiente de importaciones.

    Segundo: la estrategia ultra-exportadora dirige más recursos de los socialmente deseables hacia la exportación (exportar pobreza, a veces se le llama). Hay actividades de exportación que, al tipo de cambio de mercado supuestamente inferior, no son rentables, pero sí lo serían si las autoridades devalúan arbitrariamente la moneda nacional, Es un proteccionismo vuelto al revés.

    Tercero: afecta al consumidor doméstico, al encarecerle indebidamente los productos importados y no surgir una oferta (potencial) de bienes producidos internamente, que antes resultaban más baratos que los importados.

    Cuarto: una manipulación del tipo de cambio por un Banco Central manda una señal equivocada al mercado. En el futuro el tipo de cambio podría ser ajustado según fueran las presiones (búsqueda de rentas) de ciertos grupos y nadie quita que sobrevalorar el colón vuelva a ser la regla, en vez de que, como ahora, sea el mercado el que determine su valor

  10. #150
    1993-04-01-OPORTUNISMO Y POLITIQUERÍA

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    OPORTUNISMO Y POLITIQUERÍA


    La Nación, 01 de abril de 1993.

    Tal vez nadie mejor que don Miguel Ángel Agüero logró captar la inconsistencia de cierta cúpula liberacionista ante el PAE III, al hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo es que el PAE I y el PAE II ambos puestos en gobiernos liberacionistas eran buenos, mientras que, ahora, el PAE III resulta que es malo?
    La explicación parece ser más sencilla de lo que se cree: cierto grupo dentro de Liberación, como tiene relativamente poco que alegar sobre la reciente conducción económica del país, cree que atacando al PAE III se debilita al actual gobierno y se genera una oposición que captaría en la próxima elección.

    Al atrasar la aprobación del PAE III creen que le hacen un grave daño al gobierno y que así los fondos de aquél no vendrían en esta administración, sino que los disfrutarían en una presunta de ellos ¿Extraña conducta, verdad? Se antepone el interés partidario al interés nacional. Así, es frecuente, por ejemplo, que a esos mismos opositores oportunistas al PAE se les escuche en otros países pedir la aplicación del PAE, pero cuando regresan nos dicen que hacerlo aquí representaría todo lo malsano que podría haber en la economía. Son los mismos quienes, si dirigen sus palabras al sector privado claman porque el Estado se reforme, pues el costo del ajuste lo ha tenido que pagar el sector privado, pero cuando, como con el PAE III, hay la oportunidad de poner en cintura la dispendiosidad administrativa y financiera públicas, corren a decirnos que ahora eso no vale pues lo que importa es ganar o como haya lugar.

    En una no extraña simbiosis entre oportunismo y politiquería, debe inducir a meditar a personas allegadas a esa corriente política acerca de dónde es que yace la conveniencia para la nación: si en aquellos que preferirían ver un país hecho trizas en lo económico, en tanto eso les dé dividendos políticos o en aquellos dispuestos a realizar reformas indispensables, si bien dolorosas, para asegurar la estabilidad y crecimiento en el mediano y largo plazos, como es de esperar que se dé con la aprobación del PAE III.

    Se observa la andanada contra el PAE III: los mismos (pero no todos; otros respetables académicos sí diferencian política de politiquería) quienes en otras ocasiones, cuando gobernaban, echaban panegíricos sobre la conveniencia del ajuste estructural, ahora se rasgan las vestiduras ̶ plañideras dejadas atrás por la historia ̶ tratando de evitarnos la peste del PAE III. ¿Acaso esos social-estatistas defensores del status quo merecen gobernarnos?

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