1990-05-06- HACE 78 AÑOS...

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HACE 78 AÑOS…



La Nación, 06 de mayo de 1990.

… Fue cuando Ludwig von Mises publicó en alemán su libro El Socialismo, cuyo gran mérito, a los ojos de los sucesos que sacuden actualmente a Europa Oriental, está en la exactitud con que describió el fin de las economías de decisión económica centralizada.

Permítaseme citar en extenso a Von Mises:
“Podría suceder que algunas naciones permanezcan socialistas, mientras que otras regresen hacia el capitalismo. Entonces los países socialistas por sí mismos procederían a su declinación social. Los países capitalistas progresarían hacia un desarrollo superior de la división del trabajo hasta que por fin, empujados por la ley social fundamental que impulsa al mayor número de seres humanos hacia la división personal del trabajo, y a la totalidad de la superficie de la tierra hacia la división geográfica del trabajo, impondrían su cultura sobre las naciones atrasadas o las destruirían si se resistieran. Este ha sido siempre el destino histórico de las naciones que han evitado el camino capitalista hacia el desarrollo o de quienes se han detenido prematuramente en él.” (Ludwig von Mises, Socialism, p. 466).

El lector podrá darse cuenta de la anticipada habilidad de von Mises para predecir la declinación del socialismo y que parece va concluyendo, para suerte no por la destrucción sino por la “imposición de la cultura”, o, prefiero llamarlo así, por “el simple resultado de las comparaciones”, en el abandono de prédicas a favor de la planificación central y más por la búsqueda de sistemas económicos basados en el mercado. Y no es, como lo puede considerar algún desconocedor del papel del mercado en el orden liberal, resultado de la edificación de esa forma de organizar la economía, sino porque da mayores frutos que órdenes alternativos. Como dice von Mises, es porque los países capitalistas progresan hacia “un desarrollo superior”.

El abandono del socialismo en naciones comunistas, tiene su contraparte en países considerados democráticos. Progresivamente se renuncia al intervencionismo en sus economías y se emplea más el instrumental del mercado, lo cual es síntoma de que los frutos de tal intervención han sido generalmente amargos, pues muchas veces con ello más bien se han afectado los grupos relativamente más desvalidos de sus sociedades. La mano visible del Estado, en contraste con la mano invisible del orden de decisión descentralizada, contra lo predicado, en muchas ocasiones ha concluido por empobrecer y afectar el potencial de crecimiento de las naciones. Por eso es que las ideas de libertad han ido ganando cada vez más terreno urbi et orbi, para desmayo y confusión de los aún intervencionistas en nuestro cotarro.