1990-03-07-REFORMAR LOS REGÍMENES DE PENSIONES

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REFORMAR LOS REGÍMENES DE PENSIONES


La Nación, 07 de marzo de 1990.

A fines del año pasado, se habló mucho acerca de la necesidad de reformar los actuales regímenes de pensiones. En especial, en ese entonces, los dos candidatos presidenciales, señores Calderón y Castillo, indicaron que eran impostergables, a la luz de las presiones que estaban ejerciendo sobre las finanzas públicas una serie de sistemas de pensiones en situación financiera difícil.

En fechas recientes se ha aclarado el grave panorama de los recursos a disposición del Estado. Se sabía que el déficit era grande ̶ así nos lo había advertido el Dr. Miguel Ángel Rodríguez desde el año pasado ̶ pero no imaginábamos que llegaría a una suma que casi más que duplicó el déficit aceptado en la última negociación con el Fondo Monetario y, si las cosas continúan como están, para 1990 el déficit oscilará entre 24.000 y 27.000 millones de colones.

Esto va a exigir una serie de profundas reformas impostergables en las finanzas del Estado y para lo cual no valdrá como excusa la inacción estatal. Entre otras, se requiere que el Estado se declare en incapacidad de pagar los regímenes de pensiones que, al no mantenerse actuarialmente; esto es, que no se paga con lo que los participantes en el régimen le abonan (y con lo que se genera de intereses), concluyen cayendo sobre los presupuestos de la República, de manera que ese faltante lo terminan por pagar todos los costarricenses.

El Estado tiene como alternativa aumentar la edad para pensionar a los participantes del régimen o elevarles las cuotas que pagan. No puede continuar cargando a todos los costarricenses para que se pague un privilegio resultado del favor electorero o de la visión miope de ciertos gobernantes. Por supuesto, queda la otra alternativa: la de no hacer nada. En este caso, más tarde o más temprano, los perezosos serán enjuiciados por no haber hecho algo bien, en el momento oportuno, frente a la inevitable quiebra de los sistemas de pensiones.

La decisión de intervenir dichos regímenes deficitarios debe disponer de algún mecanismo de transición, mientras se pone orden en ellos y me atrevo a señalar que, por la trascendencia de estos actos, se requiere de la colaboración política del principal partido de oposición al gobierno, en donde personas muy serias han manifestado su honda preocupación, por el inminente colapso de los regimenes de pensiones privilegiadas.