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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1990-1999

  1. #71
    1991-03-26-GORDURA E HINCHAZÓN

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    GORDURA E HINCHAZÓN




    La Nación, 26 de junio de 1991.

    Siempre es interesante polemizar con don Samuel Yankelewitz, pues sin duda alguna bien defiende sus intereses particulares, tal como yo lo hago con los míos. Posiblemente los suyos sean el mantenimiento de una excesiva protección, la conservación de las rentas otorgadas por el Estado y asegurarse el privilegio de un subsidio que, bajo muchos puntos de vista, puede ser inconveniente, cual es el caso del CAT. Yo, por mi lado, defiendo mis intereses como consumidor, como deseoso de que haya competencia, en que yo no tenga que pagar, de alguna forma u otra, el subsidio que perciben ciertos gremios y como profesor universitario, para que no se alteren conceptos básicos y fundamentales con el fin de allegarse más masa para su pan, la cual es pagada por toda la colectividad.

    Así entendidos, procedo a analizar un par de puntos de su comentario, “No confunda la gordura con la hinchazón”, publicado en este periódico el 21 de marzo de este año. Don Samuel, ante mi crítica de que tomar la simple diferencia entre la protección nominal al producto (un 20%) con la nominal al insumo (un 10%) como la protección nominal real, era a todas luces incorrecta, pues no probaba nada, dice que el suscrito hizo algo semejante en un libro que escribió conjuntamente con don Ricardo Monge, Políticas de Protección e Incentivos a la Manufactura, Agroindustria y Algunos Sectores Agrícolas en Costa Rica, pues expresa don Samuel, en él se reconoce “que en 1986 la protección nominal (promedio) otorgada a productos finales era de 48 por ciento y la de insumos era de 9 por ciento (pág. 228). Esta observación empírica lleva a los investigadores a señalar que ‘la protección nominal neta’ de los bienes industriales es positiva para el mercado doméstico (37 por ciento). Este resultado se obtiene de la misma forma en que la Cámara de Industrias hizo el cálculo en cuestión 46-9-37 (pág. 232).”

    De nuevo se comete un grave error, cual es no leer con cuidado lo que está escrito. El primer párrafo mío está correcto, así como el segundo, pero no hay ninguna conexión entre ellos. El primero se refiere a las tasas nominales de protección a bienes finales y a insumos, en tanto que en el segundo sólo se incorpora el efecto que tiene la sobrevaluación del colón en 1986, sobre las tasas nominales de protección. Pero esto último no tiene que ver absolutamente nada con la restita que inventan en su genial artículo original.

    En resumen, del aire sacan un concepto que no nos dice absolutamente nada significativo, excepto que sirve para algo que “impacta”, al alegar que representa una medida de la protección; esa actitud es una simple gordura, pues se induce al engaño. Al mismo tiempo, se pretende endilgarme que yo realizo un análisis similar en un trabajo respetable profesionalmente; esta actitud es simple hinchazón, pues suena a la chichota producto de un porrazo recibido.

    Por último, dice en el artículo de marras que yo desearía estar presente en el entierro de la industria costarricense (el viejo truco de hacerse el mártir) y que, a mi pesar y sin ayuda, la industria luchará por salir adelante. Estoy totalmente seguro de que, en vez del entierro que profetiza don Samuel, la industria costarricense crecerá en un proceso de apertura de nuestra economía, tal como lo ha mostrado con el fuerte crecimiento tenido en las exportaciones manufactureras del sector en los últimos años. Yo tengo una gran confianza en la capacidad de reacción del empresario nacional ante las señales que constituyen el sistema de precios; es por ello que, sin mi ayuda, sin la de don Samuel y sin la de ambos, la actividad industrial crecerá, con todo y sin subsidios y sin privilegios.

  2. #72
    1991-04-15-ANTES DEL ACUERDO CON EL FONDO

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    ANTES DEL ACUERDO CON EL FONDO



    La Nación, 15 de abril de 1991. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 41-42.

    La conducta de ciertas personas a veces puede parecer extraña, cuando en realidad no lo es. El acuerdo aprobado hace poco entre Costa Rica y el Fondo Monetario originó una actuación desagradable de algunas personas, pues cuesta entender como es posible que por intereses electoreros se anteponga a lo que considera deseable para el país, pero en realidad, tales políticos son simples maximizadores de su propio beneficio político-electoral: creen que asumiendo dicha conducta ganan votos.

    Nadie creyó en la promesa del Banco Central de que la inflación oficial en 1991 no superaría al 12%, entre otras cosas porque, al contrario de otro gobierno, no ha acudido al control y represión de precios como la hecha en 1989, que abatió artificialmente su tasa de crecimiento, pero que terminó por reflejarse en el almuerzo del gobierno entrante. El error del Banco Central está, como lo describe don Álvaro Hernández en La Nación del 11 de abril, en que las declaraciones del Presidente del Banco no eran creíbles pues olvidaban la “consistencia temporal” necesaria, puesto que los agentes económicos no creían que tal inflación era lograble, dada la experiencia de nuestro país sobre cómo se conduce la política económica.

    En todo caso, poquito antes de que el Directorio del Fondo conociera y aprobara al Carta de intenciones de Costa Rica para suscribir un acuerdo con esa entidad, surgieron las aves de mal agüero, quienes señalaron, a diestra y siniestra y con sincronía envidiable, que no iba a darse tal acuerdo porque el país tendría una tasa de inflación superior al 12%, indicado en la Carta de Intenciones. Con esta actitud traslució el deseo inconsciente de ciertos políticos de que Costa Rica no lograra un acuerdo con el Fondo. Así, orquestadamente se “regó la bola” de que no habría acuerdo con el Fondo cuando, quienes la propalaron, así lo sabían, puesto que en gobiernos anteriores tuvieron experiencias similares, que la tasa de inflación bien puede ser un objetivo no obligante en este tipo de acuerdos.

    Lo que les interesaba era obstaculizar un proceso, arduo y lento ante el incumplimiento con el Fondo por la administración anterior que podría dar dividendos políticos al actual gobierno –y también, lo espero, al país– por tanto, debería ser descarrilado. Excepción notable, me consta de tal conducta ha sido la de don Eduardo Lizano, quien antepuso el interés nacional al de un grupito interesado en causar enredos de tal calaña. Lástima que la politización de nuestra sociedad llegue a tales extremos.

    Lo que importa ahora es que el acuerdo con el Fondo sea cumplido aunque, si por la víspera se saca el día, la actuación del gobierno en lo referente a los impuestos a la canasta básica manda la señal de que, cuando aprieta la faja, las políticas son reversibles. Espero que, cuando apriete la faja en la dispendiosidad gubernamental, no se revierta el acuerdo con el fondo.

  3. #73
    1991-04-20-EL PAE III Y LOS CONSERVADORES

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    EL PAE III Y LOS CONSERVADORES


    La Nación, 20 de abril de 1991. El cuadro que aquí aparece fue corregido en la edición de La Nación del 26 de abril de 1991. Comentario reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 197-199.

    Los conservadores quieren mantener un statu quo en su favor, aunque signifique obstaculizar la posibilidad de progreso de las demás personas. Aquí, en Costa Rica, los conservadores han esgrimido sus armas contra la profundización de la reducción arancelaria y han hecho uso de cuanto argumento existe para oponerse al cambio, aunque siempre aseveran estar a favor de él.

    Dicen no oponerse a una reducción de aranceles, pero siempre y cuando el Estado lleve a cabo una serie de reformas ̶ deseables, es muy cierto ̶ por lo que, de hecho, impiden que se elimine el proteccionismo, pues conocen que los cambios en la política pública suelen ser, casi por definición, difíciles de efectuar, y hasta se requiere de mucha suerte para poder hacerlos. Una estrategia de oponerse al cambio, aunque sea socialmente deseable, en tanto no se alteren muchas otras cosas, es sólo un subterfugio para ganar dinero y así logran mantener, por más días, sus privilegios.

    Dicen estar en favor de la reducción del sesgo antiexportador ̶ claro que se verían ridículos ante una humanidad que busca abrir más y más sus economías para salir de su pobreza, al mantenerse aislados como avestruces ̶ pero sólo si la rebaja se hace quitando distorsiones provocadas por el Estado, deseables, es muy cierto ̶ pero no mencionan que el mayor impacto en contra de la exportación (esto es, la mayor fuente de distorsión anti-exportadora) surge precisamente de aranceles tan elevados y, sobre todo, no uniformes, que gravan más al bien que al asombro ingenuo.

    Esto provoca nocivas diferencias en la protección efectiva a diversas actividades, por lo cual es requisito bajar los aranceles y unificarlos y con ello, en verdad, reducir el sesgo antiexportador de nuestra economía.

    Han planeado otro argumento que, por ser de imposible resolución, suena convincente, a grado tal que a personas bien inteligentes y preparadas les ha parecido muy bonito no hacer ningún otro cambio (un PAE III) hasta no valorar a los previos (los PAE I y II). La astucia es herramienta útil para mantener el statu quo y más que todo cuando inocentes caen en su trampa., al olvidar que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Es imposible valorar para Costa Rica lo que hubiera sido de ella sin el PAE I y sin el PAE II, porque no hay tal cosa como una economía sin ellos. Es tan difícil como evaluar a nuestra economía de las décadas de los sesenta y setenta sin un Mercado Común Centroamericano, porque, precisamente, en ese período se estuvo dentro del Mercomún. No hay dos Costa Ricas, una con PAEs y otra sin ellos: existe una sola de fines de los ochenta y principios de los noventa, con un PAE I y con un PAE II.

    Por esto, para informar a quienes podrían verse inclinados a aceptar el anterior argumento conservador, presento un cuadro basado en un estudio reciente del Banco Mundial, en que se comparan las tasas anuales de crecimiento de las exportaciones y de los Productos Internos Brutos de países en desarrollo que han recibido préstamos de ajuste estructural, con aquellos que no lo habían hecho a 1988.

    Costa Rica forma parte del cuadro citado como uno de los 88 países en desarrollo, así como uno de los 26 receptores de préstamos de ajuste comercial percibidos antes del 86, al igual que uno de los 40 países receptores que hasta el 88 habían recibido PAEs, pero no de los 10 países considerados como intensivos; esto es, los que, a la fecha del estudio, habían recibido tres o más préstamos de ajuste estructural. La información correspondiente se presenta de seguido en el cuadro en mención:



    Tasas de crecimiento anual promedio de las exportaciones y del
    PIB para grupos seleccionados de países, 1981-1987
    (Promedios no ponderados en porcentajes)



    Categoría:
    Grupo de Países

    1981

    1983

    1985

    1987
    Cambio
    porcentual
    1985-87 /
    1981-83

    Exportación de bienes:
    Países en desarrollo 2.4 0.1 5.2 6.0 19.2
    10 intensivos 7.5 -4.9 3.5 7.5 94.2
    26 receptores 4.8 -2.9 3.6 7.8 380.5
    40 receptores 4.7 -0.1 5-0 5.7 464.5
    47 no receptores 0.3 1.2 5.4 6.3 92.4

    Exportación de manufacturas:
    Países en desarrollo 9.7 11.2 10.6 5.5 5.4
    10 intensivos 20.2 15.6 9.5 13.7 4.5
    26 receptores 7.3 6.7 11.5 12.2 92.6
    40 receptores 6.5 10.3 14.1 9.9 104.6
    47 no receptores 12.6 12.1 7.4 1.7 -52.2

    PIB:
    Países en desarrollo 3.4 1.2 3.1 2.3 32.9
    10 intensivos 2.4 0.2 2.7 4.2 188.7
    26 receptores 2.2 0.6 3.3 3.7 214.1
    40 receptores 2.8 0.4 3.5 3.2 198.2
    47 no receptores 3.9 1.9 2.7 1.6 -23.6

    FUENTE: Basado en Banco Mundial, Strengthening Trade Policy Reform, Vol. II, noviembre de 1989, p. 40.

    De este cuadro surgen varias conclusiones interesantes. En primer lugar, que en los ochenta hay una asociación positiva entre las reformas a las políticas comerciales (la apertura) y el crecimiento de la producción. Por ejemplo, se observa ̶ en el aparte correspondiente al Producto Interno Bruto (PIB) ̶ cómo los países receptores de PAEs más o menos duplicaron sus tasas de crecimiento en el período comparado (hecho que los convierten futuros clientes de los PAEs).

    En segundo lugar, los países receptores de PAEs experimentaron crecimientos mayores en las exportaciones de bienes y de productos manufacturados, además de sus Productos Internos Brutos, que los no receptores de dichos préstamos. (En cierta manera, ello era de esperarse pues el desempeño de países receptores de esos préstamos era más pobre al inicio y, precisamente por que andaban mal, fue que acudieron a los PAEs).

    En tercer lugar, la recepción de esos préstamos y el mejor desempeño están ligados a la intensidad de las reformas de las políticas comerciales, tales como mayor devaluación y mayor cociente de importaciones con respecto al Producto Doméstico Bruto; entre más intenso fue el ajuste, las cosas parecen haber ido saliendo mejor, En un próximo artículo abundaré sobre los resultados económicos y los procesos de apertura.

  4. #74
    1991-04-21-REGLAS EN EL BANCO CENTRAL

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    REGLAS EN EL BANCO CENTRAL


    La Nación, 21 de abril de 1991. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 23-24.

    ¿Hay alguna razón para imponer reglas en la conducción de la política monetaria que ejecuta el Banco Central?, o, al contrario, ¿es mejor que se sujete a decisiones discrecionales por parte de sus autoridades? Este es un tema muy importante sobre el que, lamentablemente como suele suceder en Costa Rica, se considera que es mejor no pensar en él; pues alguien se podría ofender o bien porque da pereza razonar sobre el asunto.

    He señalado que la falta de independencia del Banco Central de los cuerpos políticos –principalmente del Poder Ejecutivo– son una seria limitante a su capacidad de llevar a cabo una conducción afortunada de la política monetaria, así que, en esta ocasión, brindo tres razones por las que es mejor que el Banco sea un cuerpo totalmente independiente de la política electoral y sujeto a reglas para la conducción de su política monetaria.

    En primer lugar, los funcionarios del Banco, al igual que nosotros, somos ignorantes, pues carecemos de la información y conocimientos necesarios para diseñar una política monetaria afortunada. Ante rezagos en los resultados, la política discrecional más bien puede ser desestabilizadora, además de que, al desconocerse todos los detalles de información requeridos, el diseño al igual que su funcionalidad se ven afectados.

    Otra razón para reglar la conducta del Banco Central está en las expectativas racionales, por las que la gente actúa con base en el máximo uso de toda la información disponible. Tal concepción conduce a que la política monetaria no pueda alterar la producción y el empleo, sino sólo la inflación, de manera que únicamente mediante un engaño sistemático se considera que el Banco puede afectar las variables reales, pero, hasta en este caso, las personas predicen tal comportamiento sorpresivo del Banco y ajustan su comportamiento de acuerdo con él. Lo mejor es que el Banco se someta a una regla en la conducción monetaria, para que la incertidumbre acerca de la inflación futura se reduzca al mínimo posible.

    Otro argumento en favor de reglar el Banco surge con el problema de la inconsistencia temporal, que se da cuando una política calculada como óptima para hoy y para el futuro, al llegar las cosas ya no parece ser la óptima. Si el Banco señala que la decisión apropiada es, digamos, tener una inflación del 12% y a la hora de aplicar las medidas anunciadas ya no lo es, pierde credibilidad, con lo que los agentes económicos reaccionan tomando en cuenta el futuro comportamiento esperado del Banco a la hora de aplicar sus políticas. De aquí que, una regla que obliga al Banco a cumplir hace que la política anunciada sea creíble, lo que faculta un ajuste más apropiado de la economía ante la inflación.

    Debe buscarse reglas en la formulación de la política monetaria en el Banco Central. Cuál se pondría en práctica es otro asunto, sobre lo que es de esperar surjan ideas apropiadas, Se requiere que las personas encargadas de elaborar la política económica, en particular la monetaria, sean técnicos en la materia, dado el avance tenido en la disciplina de la economía en estos campos.

  5. #75
    1991-04-29-UNIFICACIÓN CAMBIARIA

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    UNIFICACIÓN CAMBIARIA



    La Nación, 29 de abril de 1991.

    Hace varios años, en mi libro titulado Inflación y Control de Precios, señalé que “el caso de la moneda unificada para Costa Rica se hace más llamativo” dado el “abuso discrecional que durante los últimos años se ha hecho” del control de la oferta monetaria y, sobre todo, por las enormes presiones para emitir dinero irresponsablemente provenientes del sector público y del privado que “impide tener una política monetaria estable, en caso de adoptar un régimen de tipo de cambio fijo con convertibilidad total, que garantice la estabilidad en el tipo de cambio” (p. 14).

    En necesario pensar por qué el comportamiento discrecional del Banco Central de nuestro país hace que resulte más conveniente abandonar su capacidad de emisión de dinero y trasladar esa potestad a otro banco central, caracterizado por una mayor independencia del gobierno.

    Un ensayo de Alberto Alesina, “Politics and Business Cycles in Industrial Democracies”, en Economic Policy de abril de 1989, señala el interesante resultado de que, entre más libertad tiene un Banco Central de la interferencia gubernamental, menor resulta ser la tasa de inflación del país. Es más, los que poseen un Banco Central más independiente tienen menores tasas de desocupación. Con esto se podría pensar que es mejor que el Banco Central abandone su capacidad de emisión, siendo sustituida su moneda por la de otra nación, en donde haya un Banco Central más independiente del poder político.

    En un reciente artículo indiqué la conveniencia de introducir reglas al Banco Central en vez de la discrecionalidad, a causa del problema de la inconsistencia temporal, que surge cuando una política calculada como óptima para hoy y para el el futuro, al llegar las cosas ya no parece serlo, con lo cual los agentes económicos reaccionan tomando en cuenta el futuro comportamiento esperado del Banco, a la hora de aplicar sus políticas, lo cual concluía por derrotar los propósitos del Banco Central.

    La necesidad de que los costarricenses estemos más asegurados contra la inflación, al tener un Banco Central al cual se le tiene confianza en cuanto a la firmeza de sus decisiones (credibilidad en el mantenimiento de sus políticas), nos obliga a volver nuestros ojos hacia aquellos bancos centrales que gozan de independencia del gobierno. A mí me parece que el Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos es mucho más independiente que el nuestro, de manera que sugiero buscar la unificación monetaria entre el colón y el dólar (que de hecho se va dando al dolarizarse la economía), pues así se aseguraría mejor la estabilidad de nuestro poder adquisitivo.

  6. #76
    1991-05-02-AJUSTE ESTRUCTURAL

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    AJUSTE ESTRUCTURAL


    La Nación, 02 de mayo de 1991. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 193-196.

    En un artículo anterior, “El PAE III y los conservadores”, presenté varias razones y cifras que indicaban que los PAEs habían dado lugar a resultados positivos en aquellas naciones que los recibieron y, en especial, en países que realizaron un ajuste profundo de sus regímenes comerciales.

    Una forma distinta, pero igualmente esclarecedora a la presentada en aquel entonces acerca de los efectos de los PAEs en distintos países, se muestra en un cuadro basado en un libro de John Nash, Vinod Thomas y asociados, Best Practices in Trade Policy Reform, que está pronto a ser publicado por el Banco Mundial. En este cuadro aparecen varios indicadores de desempeño económico, que se comparan para 26 países receptores de préstamos de ajuste estructural antes de 1986 con 47 naciones que no recibieron tales préstamos. Asimismo, se hace referencia a 10 países que recibieron tres o más préstamos de ajuste estructural a partir de 1986, a los cuales se les denomina como receptores intensivos. El análisis también separa el caso para países de ingresos bajos y medios.
    En el panel 1 del cuadro se comparan los cambios promedio de ciertos indicadores económicos para los receptores de los PAEs durante el período 1981-83 con respecto al período 1985-87, en contraste con los correspondientes a naciones no receptoras de tales préstamos. Igualmente, en el panel 2 se efectúa la misma comparación de estos indicadores en países receptores de PAEs para el período que va de tres años antes del primer préstamo de ajuste estructural a tres años después de haberse percibido el préstamo (no incluye el año en que se recibió), en comparación con los datos respectivos para países que no recibieron PAEs. Es interesante hacer notar que esta comparación en el tiempo permite tener una mejor indicación de lo que puede haber sucedido como resultado de los PAEs, cuyos efectos se esperan que hayan tenido su lugar.
    INDICADORES DE ACTUACIÓN DE RECEPTORES DE PAEs
    ANTES Y DESPUÉS DEL PRÉSTAMO (26 receptores antes de 1986 versus 47 no receptores)

    Indicador Ingresos
    Bajos Ingresos
    Medios Suma
    Horizontal
    Número de Receptores 9 17 26
    Número de No Receptores 20 27 47
    Panel 1: 1985-87 comparado con 1981-83
    Crecimiento del PIB 9 (+) 12 (+) 21
    Inversión / PIB 5 (+) 14 (+) 19
    Tasa de Cambio Real 8 (+) 15 (+) 23
    Crecimiento de Exportación de Manufacturas 7 (+) 12 (+) 19
    Crecimiento de Importaciones 8 (+) 12 (+) 20
    Inflación 8 (+) 14 (+) 22
    Porción que indica mejora 0.74 0.77 0.76
    10 Receptores Intensivos 0.83 0.72 0.74
    Todos los 40 Receptores 0.68 0.74 0.71
    Panel 2: Tres años después comparado con tres años antes
    Crecimiento del PIB 5 (+) 13 (+) 18
    Inversión/ PIB 4 (-) 11 (+) 15
    Tasa de Cambio Real 7 (+) 16 (+) 23
    Crecimiento de Exportación de Manufacturas 7 (+) 14 (+) 21
    Crecimiento de Importaciones 6 (+) 14 (+) 20
    Inflación 7 (+) 13 (+) 20
    Porción que indica mejora 0.63 0.75 0.71
    10 Receptores Intensivos 0.78 0.69 0.71
    Todos los 40 Receptores 0.58 0.70 0.64

    Fuente: Basado en John Nash, Vinod Thomas and Associates, Best Practices in Trade Policy Reform, mimeo, a ser publicado, 1991, p. p. 3-17.

    En el cuadro cada cifra indica el número de países receptores de préstamos de ajuste estructural, una vez que habían recibido tales préstamos, que tuvieron una actuación mejor para cada uno de los indicadores, en comparación con los países no receptores de PAEs. El signo positivo (+) indica, por tanto, una mejora en el valor promedio del indicador del país receptor, en comparación con el cambio en el valor promedio del indicador de los no receptores. Por ejemplo, si el crecimiento promedio de las exportaciones en un grupo de receptores fue de 0.5 puntos porcentuales inferior a aquél de los no receptores en el período de tres años antes de que empezara el PAE y 0.2 puntos porcentuales inferior en el período de tres años después de recibido el PAE, la diferencia es positiva (0.3) y así se considera que la actuación relativa del grupo receptor del préstamo ha mejorado.

    Los resultados del panel 1 señalan, en primer lugar, que, en promedio, la actuación expresada para los indicadores allí citados, en el período 1985-1987 en comparación con 1981-83, fue mucho mejor para los 26 países que recibieron PAEs antes de 1986, que para las 47 naciones no receptoras y, en segundo término, las mejoras habidas en los indicadores de exportación e importación fueron mayores que las de otros índices de desempeño.

    El panel 2 compara la actuación relativa de los países receptores de PAEs tres años antes con tres años después del préstamo y, de nuevo, se observa la mejor posición relativa de los países receptores con respecto a los no receptores.

    Asimismo ̶ y esto es muy esclarecedor ̶ obsérvense las tres últimas hileras de los dos paneles, que indican el porcentaje total de países, para todos los indicadores de desempeño, en que los receptores de PAEs tuvieron mejores resultados que los otros países no receptores de PAEs. La actuación relativa es mejor tanto para el caso de los 10 países receptores intensivos de PAEs, como para los 26 receptores pre-1986, que cuando se consideran todos los 40 que recibieron PAES. Esto nos indica que, a mayor profundidad del ajuste o a más temprana iniciación del programa, mejores resultados en los indicadores de referencia.

    Debe notarse que, de acuerdo con los datos de las últimas tres hileras del panel 1, de los países que llevaron a cabo procesos de ajuste estructural, más de tres cuartos de los casos tuvieron un mejor desempeño para todos los indicadores, que los países que no realizaron proceso de ajuste. Un porcentaje ligeramente inferior se muestra en el segundo panel, en el cual se compara el desempeño de tres años después con el de tres años antes de percibidos los PAEs, en donde, de nuevo, resulta evidente una mejor actuación de los países que realizaron el ajuste en comparación con quienes no lo hicieron. Es más, de esos datos se puede deducir cómo, cuando el ajuste realizado fue más intenso (tres o más PAEs), resultó mejor el desempeño relativo de esos países.

    Espero que los números presentados sirvan para una evaluación apropiada de los PAEs, pues los hallazgos aquí reseñados, así como aquellos de mi artículo previo antes citado, indican una relación positiva entre las medidas de apertura y de ajuste estructural con el mayor crecimiento del producto interno bruto, de las exportaciones, en general, y de las manufacturas, en particular, y que, entre más temprano y con mayor intensidad los PAEs fueron llevados a cabo, mayor parece haber sido su efecto positivo en las economías de los países receptores.

  7. #77
    1991-05-13-EL FORO DE GRANDES DISCUSIONES

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    EL FORO DE GRANDES DISCUSIONES


    La Nación, 13 de mayo de 1991.

    En su discurso inaugural como nuevo Presidente de la Asamblea Legislativa, el Dr. Miguel Ángel Rodríguez se refirió a la importancia que tenía el Congreso como foro de discusión de los grandes temas nacionales, Esta, aparentemente inocua sugerencia, deviene del enorme vacío que hay en el país de un análisis apropiado e in extenso de los asuntos de relevancia nacional, pues no se observa una educación acerca del debate y, aún menos, la predisposición de diversas personas para intercambiar ideas y con ello poder escoger las que más pueden convenir al país.

    En este asunto los políticos son grandes responsables de esa modorra intelectual en que nos encontramos sumidos. No sólo hemos tenido altas autoridades con suma limitación intelectual, con escasa formación académica, en un mundo en donde el aula universitaria cobra cada vez mayor importancia en el quehacer político cotidiano (aunque no garantiza por sí sola sabiduría e inteligencia), mientras que otras se aventuran en campos en los cuales su saber es muy restringido, además de que resulta claramente discernible que la actitud del político promedio es similar a la del monopolista: entre menos se hagan olas, pues mejor, para así no perder el privilegio.

    Si alguien manifiesta una proposición acerca de un tema acerca del cual juzga poseer cierto conocimiento, el político acude a uno de dos expedientes: guardar un silencio absoluto o, alternativamente, dar referencias de terceros que poco o nada tienen que ver con el fondo del asunto, de manera que el interlocutor queda así disparando para las antípodas.

    Pero aún hay más: nuestro político siempre espera la impunidad por sus acciones. No le gusta que se le someta a juicio o se le involucre en una simple discusión, cuando ello pueda poner en peligro su status, pues podría mostrar lo limitado que es en el campo analizado. Es decir, prefiere que nada pase, para continuar dando la apariencia de que se las sabe de todas, todas, cuando una discusión pública, amplia y profunda, lo único que revelaría es su capacidad de rodar a terceros, arte que, sin duda, es útil al rendirle muchos beneficios.

    Espero que la idea de don Miguel Ángel Rodríguez prospere. Tiene para su suerte dos poderosos aliados: por una parte, dispone de una oposición política en la Asamblea Legislativa en general bastante educada e inteligente y, en segundo lugar, a que hay un país que está muy cansado con la politiquería barata y con el blablá con que suele inundársele apenas asoman los vienticos del fin del cuatrienio y el cual vería con agrado que no sea el cabildeo calculador de grupúsculos maximizadores de votos, el que defina los grandes temas, sino la discusión sería, amplia y educada.

  8. #78
    1991-05-13-EL FORO DE GRANDES DISCUSIONES

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    EL FORO DE GRANDES DISCUSIONES



    La Nación, 13 de mayo de 1991.

    En su discurso inaugural como nuevo Presidente de la Asamblea Legislativa, el Dr. Miguel Ángel Rodríguez se refirió a la importancia que tenía el Congreso como foro de discusión de los grandes temas nacionales, Esta, aparentemente inocua sugerencia, deviene del enorme vacío que hay en el país de un análisis apropiado e in extenso de los asuntos de relevancia nacional, pues no se observa una educación acerca del debate y, aún menos, la predisposición de diversas personas para intercambiar ideas y con ello poder escoger las que más pueden convenir al país.

    En este asunto los políticos son grandes responsables de esa modorra intelectual en que nos encontramos sumidos. No sólo hemos tenido altas autoridades con suma limitación intelectual, con escasa formación académica, en un mundo en donde el aula universitaria cobra cada vez mayor importancia en el quehacer político cotidiano (aunque no garantiza por sí sola sabiduría e inteligencia), mientras que otras se aventuran en campos en los cuales su saber es muy restringido, además de que resulta claramente discernible que la actitud del político promedio es similar a la del monopolista: entre menos se hagan olas, pues mejor, para así no perder el privilegio.

    Si alguien manifiesta una proposición acerca de un tema acerca del cual juzga poseer cierto conocimiento, el político acude a uno de dos expedientes: guardar un silencio absoluto o, alternativamente, dar referencias de terceros que poco o nada tienen que ver con el fondo del asunto, de manera que el interlocutor queda así disparando para las antípodas.

    Pero aún hay más: nuestro político siempre espera la impunidad por sus acciones. No le gusta que se le someta a juicio o se le involucre en una simple discusión, cuando ello pueda poner en peligro su status, pues podría mostrar lo limitado que es en el campo analizado. Es decir, prefiere que nada pase, para continuar dando la apariencia de que se las sabe de todas, todas, cuando una discusión pública, amplia y profunda, lo único que revelaría es su capacidad de rodar a terceros, arte que, sin duda, es útil al rendirle muchos beneficios.

    Espero que la idea de don Miguel Ángel Rodríguez prospere. Tiene para su suerte dos poderosos aliados: por una parte, dispone de una oposición política en la Asamblea Legislativa en general bastante educada e inteligente y, en segundo lugar, a que hay un país que está muy cansado con la politiquería barata y con el blablá con que suele inundársele apenas asoman los vienticos del fin del cuatrienio y el cual vería con agrado que no sea el cabildeo calculador de grupúsculos maximizadores de votos, el que defina los grandes temas, sino la discusión sería, amplia y educada.

  9. #79
    1991-06-03-GRACIAS, DOÑA ESTELA

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    GRACIAS, DOÑA ESTELA



    La Nación, 03 de junio de 1991.

    Cuando Doña Estela Quesada, con admirable lógica, puño firme e ideales aún más cimentados, presentó una querella en las Cortes por la inconstitucionalidad de la deuda política adelantada, señalé, en un artículo en La Nación del 24 de noviembre de 1990, que cuando, “… por cualquier razón, nuestros dos principales partidos políticos son copados por la mafia del narcotráfico o, si no se desea pensar en esa posibilidad, llegan a graves extremos de incapacidad en la conducción de la cosa pública… en nuestro sistema democrático se podría pensar que lo conveniente sería la formación de otro grupo político, que tendría, supuestamente, una opción real de llegar al poder y evitar los dos presuntos males descritos.”

    Gracias al coraje de Doña Estela, contra viento y marea, pero al amparo de una confiada inteligencia de un tribunal, hoy los costarricenses tenemos la esperanza de que, cuando la cosa no esté bien, se tenga la libertad de elegir al grupo político que juzguemos sea el mejor para lograr el bienestar de un pueblo. La Patria, sin duda, está agradecida con la acción de Doña Estela.

    ¿Qué es lo que sigue ahora para asegurar nuestra democracia? Es evidente y natural que los diputados de los dos grupos políticos mayoritarios desearán restituir el financiamiento público a sus grupos. Después de todo, como seres humanos que son, resultan ser beneficiarios directos de los fondos, aunque al paquete se le envuelva con el ropaje de una promoción de la democracia. Como será en la Asamblea Legislativa donde realmente se cosechará el fruto del importante triunfo de Doña Estela y de los costarricenses, nosotros, todos, tenemos que insistir ante los diputados, cuando quieran de nuevo legislar sobre el aporte estatal a los partidos políticos, sobre dos asuntos esenciales: primero, que la situación económica del país es muy difícil y que la frugalidad y la mesura son buenas reglas para aplicar en todo lo que se refiere el gasto público, lo que implica mencionar los más de 1.000 millones de colones que se habrían dispensado, si aún rigiera el adelanto de la deuda política que quitó la Corte. El monto que se destine para tal fin deberá ser redimensionado.

    En segundo lugar, debemos insistir en que los costarricenses podamos tener más opciones políticas, que perfectamente podrían ser las que representan los partidos tradicionales si se conducen y satisfacen los deseos de una mayoría de los nacionales. Si no es este el caso, lo conveniente en una democracia es que se pueda elegir en la mayor amplitud posible.

    Una acción directa de todos los ciudadanos interesados en esos asuntos le haría mucho bien al país, en especial, a la Asamblea Legislativa, que así tendría muy presente que los diputados representan, ni más ni menos, que los intereses de la ciudadanía sin anteponer los propios, que más bien deberían identificarse con los intereses generales. Es aquí donde está, ahora, el meollo del asunto. Y repito: gracias, Doña Estela.

  10. #80
    1991-06-07-UNA PÉRDIDA DE CONFIANZA

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    UNA PÉRDIDA DE CONFIANZA


    La Nación, 07 de junio de 1991. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 25-26.

    Un factor esencial para que el Banco Central tenga éxito en su objetivo primordial, cual es la estabilidad en los precios, es la confianza que el público tenga sobre una conducción consistente de sus políticas económicas.

    En años recientes, el Banco Central había evolucionado positivamente, hacia una estructura institucional con mayor independencia de consideraciones político-electorales y, así, con más frecuencia primaban consideraciones técnicas al diseñar las políticas que le eran propias. Lunares de dicha conducción fueron, repitiendo el pecado sempiterno, aumentar el crédito en más de lo conveniente poco antes de las elecciones y, sobre todo, algo que debió haber provocado la renuncia de sus principales personeros de aquel entonces, la aprobación de la ley FODEA, por la Asamblea Legislativa, con la bendición papal del Ejecutivo. Gran parte del casi estado de quiebra en la banca estatal tiene su origen en esa barbaridad.

    Sin embargo, dos hechos recientes, donde se otorga un subsidio a través del Banco Central y no por el presupuesto público, como es lo conveniente para que, quienes pagamos la fiesta, sepamos de cuánto y de qué se trata, ponen en duda la consistencia temporal de las políticas económicas del Banco Central. En otro artículo me referí al de la selección. Ahora hay uno nuevo: el del café.

    Es conocido el problema (aunque no su grado) que atraviesa tan importante sector de la economía. Para resolverlo el Banco Central ha permitido que bancos comerciales consigan una línea de crédito externo de más o menos 20 millones de dólares, pero no se prestan en esa misma moneda, sino en colones, por lo que el Banco Central absorbe cualquier posible pérdida cambiaria debido a una devaluación del colón. Bien sabida es la experiencia pasada con tal riesgo, que hoy da lugar a pérdidas enormes en el Banco Central que impiden, en gran parte, ordenar las finanzas públicas.

    El encargado alegará que la tasa de interés en colones que se cobra es tan alta, como para compensar la devaluación programada a futuro por ese mismo ente, y así, se nos dice, no habrá pérdidas por la devaluación, pues serán cubiertas por ellos.

    Sin embargo, sobre esto hay dos consideraciones que hacer: primero, el Banco Central, de nuevo, especula sobre hechos futuros acerca de los cuales el mercado puede decir otra cosa. Si sucediera lo que alega el Banco Central, entonces, ¿por qué el banco comercial que obtiene los dólares no incurre en el posible riesgo cambiario y así obtendría mayores ganancias? Segundo, ¿por qué a quienes pedirán prestado bajo esta línea de crédito, se les cobrará intereses menores que los cobrados a cualquier otra actividad en la economía? Esto, evidentemente, suena a otro subsidio y echa para atrás mucho progreso tenido en años recientes, sobre la forma en que se debe conducir un Banco Central, que sea, de verdad, Banco Central.

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