1990-01-05-AGENDA INCONCLUSA

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AGENDA INCONCLUSA


La Nación, 05 de enero de 1990. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 191-192.

El proceso de apertura de nuestra economía, el cual es visto por numerosos analistas como la mejor alternativa para que los costarricenses podamos disfrutar de un futuro mayor nivel de vida, ha estado dirigido por los cauces apropiados, sin que por ello debamos darnos por saciados con lo que, al momento se ha realizado.

No voy a insistir en que es necesario poner orden en el déficit del sector público, pues hasta los políticos de turno han pretendido legitimizar sus aspiraciones sustentados en promesa de responsabilidad financiera, que ni el más crédulo de lo electores seriamente los acepta. El déficit en el sector público se refleja en uno de la cuenta corriente de nuestra balanza de pagos, de manera que, tarde o temprano, se requerirá un ajuste global del primero, a fin de evitar presiones indebidas en nuestras cuentas externas.
Hay, sí, otros elementos importantes en nuestra economía, a los cuales no se les ha prestado la atención debida. Por ejemplo, la cual legislación de quiebras contribuye a la inmovilización de valiosos activos de empresas en problemas, lo que impide su utilización en alternativas que podían contribuir a la producción nacional. Dado que el programa de ajuste estructural, para que tenga resultados deseables, requiere necesariamente del traslado de recursos de actividades relativamente ineficientes, hacia otras más eficientes, una moderna ley de quiebras deberá facilitar su movilización, en vez de constituirse en el grave obstáculo actual al uso eficiente de recursos escasos.

Asimismo, debe proseguirse con la privatización de la economía; no efectuando traslados de propiedad de una parte del sector público hacia otra, que es un engaño, sino sustituyendo al Estado por la actividad privada sujeta a la competencia. De esta manera se beneficiaria al consumidor, que es el fin último de la actividad económica. Para acabar con tabúes, a los que algunos son tan afectos, se podría aprender de las experiencias de gobiernos socialistas en Europa, quienes han llevado a cabo ambiciosos programas de privatización muchos de ellos con resultados positivos a relativamente corto plazo.

Igualmente, nuestro país deberá profundizar su proceso de desgravación arancelaria y, muy especialmente, eliminar las distorsiones internas que afectan nuestra competitividad internacional. El costo de 6.000 millones de colones en CATs es la mejor prueba de que las cosas no funcionan como lo deberían hacer, pues no debe olvidarse que todos pagamos las políticas económicas equivocadas, lo cual nos debería conducir a que exijamos inteligencia en la conducción de la cosa pública.