1992-05-15-ECONOMICISMO

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ECONOMICISMO


La Nación, 15 de mayo de 1992.

El 1º de mayo el secretario de Liberación Nacional, don Walter Coto, se refirió a las declaraciones de un funcionario como “miopes, pues el Banco Central ha sido el responsable de muchas medidas que han afectado positiva o negativamente la realidad social”, en tanto que, en esa misma tarde, el nuevo jefe de fracción de ese partido, don Hugo Alfonso Muñoz, enfatizó, al comentar el discurso presidencial de ese día, que el Gobierno ha abandonado lo social, pues únicamente se ha interesado en los asuntos económicos y por ello enfatizó los éxitos en dicho campo.

Esta contradicción de ser o no ser ̶ ¿hay o no hay ligamen entre lo económico y lo social? ̶ surge más por el deseo de obtener dividendos electorales que de entender cuál sería la política económica más apropiada y, ante sus efectos, por demostrar cómo se debería conducir la parte social. Si tan sólo pensamos en lo onerosa que ha resultado para Perú ̶ y sigue siéndolo ̶ la política populista del aprista Alan García, se podría pensar si poner orden en una economía mal encaminada no resulta ser la mejor forma de evitar los graves problemas sociales de inflación y desempleo, generados por una mala política económica.

El uso de palabrejas de poca claridad analítica debería preocupar a las personas serias. Recientemente se ha empezado a adherir el adjetivo “economicista” a alguna decisión que frene o retraiga los privilegios disfrutados por algún gremio. En la reciente huelga de maestros escuché, más de una vez, a alguno de sus líderes quejarse de que las propuestas gubernamentales para enderezar el desfinanciamiento de su régimen de pensión, eran “economicistas”, pues dejaban de lado lo social, si bien la colectividad como un todo es quien paga su privilegio y lo económico del asunto radica en que un régimen de pensión sano debería pagarse por los usufructuarios y no por todos nosotros.

Cuando se desea poner algún orden lógico en el gasto público ̶ como aquél que favorece a grupos de privilegio ̶ a la sugerencia se le califica de “economicista” en la creencia de que hay un objeto social independiente del costo de las cosas. Bajo este criterio si, por ejemplo, se diseña un programa de asistencia social que logra igual resultado que algún otro pero a la vez es más barato, se le debe descartar por “economicista” y por no tener criterio social. Lo bueno es que, al emplear la palabreja, nos es útil para mostrar la poca capacidad explicativa que posee.

Tanto don Walter Coto como don Hugo Alfonso Muñoz deberían ponerse de acuerdo en dos cosas básicas: (a) si es que la política económica tiene un efecto social y, luego de comprobarlo, (b) cuáles serían las políticas económicas alternativas a las practicadas que permitan lograr un mayor bienestar social, lo cual les exigiría que nos expliquen en qué consiste lo “social” y cómo se contrasta con el beneficio de unos pocos, pagados por todos los demás. En este camino se encontrarán menudas sorpresas, pero lo bueno es que se avanzaría más allá de la simple politiquería de siempre.