1992-06-19-PRECIOS EN EMPRESAS PÚBLICAS

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PRECIOS EN EMPRESAS PÚBLICAS


La Nación, 19 de junio de 1992. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 173-174.

Se ha hecho lugar común la afirmación de ciertos funcionarios públicos de que se controlará los precios de aquellos bienes que son producidos en condiciones monopólicas y oligopólicas –esto es que los producen una o pocas empresas– pues fijan precios mayores de que los que resultarían en un mercado competitivo.

Este argumento es disputable, pues el control de precios no sólo podría originar consecuencias peores que las provocadas por un monopolio u oligopolio, sino que también en el análisis económico moderno hay explicaciones más fructíferas que la de una dualidad monopolio/ competencia, las cuales enfatizan la naturaleza de los mercados contestarios (“contesting markets”), que dan al traste con mucho del afán controlista. Sin embargo, ese tema lo dejo para nuestra aula universitaria y acepto, con el fin de la argumentación que luego presentaré, que es función propia del Estado controlar el precio de los monopolios.

Me da la impresión de que en Costa Rica los monopolios de hecho más notables son los servicios públicos; por ejemplo, entre otros, la provisión de electricidad, de agua, de teléfonos y de combustibles. Se supone que el Servicio Nacional de Electricidad –diz que para proteger al consumidor– fija los precios de venta a esos productos para lo cual toma en cuenta, entre otras cosas, el costo de la materia prima importada, de las obligaciones, donde muchas están en dólares, de los intereses de esas deudas y el costo de reposición de la maquinaria usada en la producción.

En los últimos meses hemos observado una fuerte declinación del precio del dólar –descenso que me parece no continuará por mucho tiempo– al cual, por ejemplo. RECOPE debe haber adquirido mucha de su materia prima importada, que significa la mayor parte del costo de sus productos. Por la misma razón, las altas obligaciones en dólares que tienen el ICE y el SNAA (y RECOPE) se han visto reducidas, tanto en su principal, como en sus intereses, esto último por la rebaja del principal medido en colones y por la caída internacional de los tipos de interés. También, en colones, se debe haber abaratado el costo de reposición de la maquinaria e incluso el costo de los proyectos en marcha.

Todo lo anterior quiere decir que el beneficio, aunque sea temporal, de la revaluación del colón se debería traducir en una rebaja en el precio de los servicios que pagamos todos los costarricenses, a no ser que el Gobierno quiera seguir usando esas entidades como fuente de impuestos, aunque con ello ponga en peligro –aún más– nuestra competitividad externa e interna.

Tres preguntas que surgen son: ¿qué está haciendo el SNE para obligar a esos verdaderos monopolios a reducir los precios que nos cobran a los administradores?, ¿por qué están tan calladitos los monopolios a que he hecho mención?, ¿por qué el Gobierno no baja los precios de sus monopolios e impide que sigan siendo la caja chica tributaria?