1991-10-16-BUSES Y COMPETENCIA

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BUSES Y COMPETENCIA


La Nación, 16 de octubre de 1991. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 175-176.

Un avance conceptual de máxima importancia en la literatura microeconómica es el de los mercados contestables –déjenme usar el barbarismo: del inglés “contestable markets”– el cual, entre otras características, faculta a los encargados de poner en práctica ciertas políticas económicas, restringir conductas monopolísticas, que se consideran socialmente indeseables. En esencia, brinda reglas para minimizar los costos de ingreso de probables competidores a la arena económica, puesto que la simple amenaza de entrada al mercado de firmas potenciales puede obligar a los oligopolistas –y aún a los monopolistas– a que prosigan reglas más acordes con una asignación óptima de los recursos escasos.

Algo que me ha puesto a pensar en Costa Rica es el de los buses urbanos. Con frecuencia uno se da cuenta cómo los gobiernos no aceptan aumentar las tarifas, pues el alza de tal precio político es juzgada como inconveniente a sus intereses, al tiempo que, casi con igual periodicidad, se escucha el lamento de los propietarios de los buses sobre la ruina, debido a las políticas de control de precios a que se les sujeta. Sin embargo, uno no los ve desaparecer del mercado, pues siempre conservan las concesiones de las rutas, que, de no haber sido rentables, al menos en el largo plazo ya hubieran sido abandonadas por sus propietarios.

Desde el punto de vista del usuario, también la queja sobre la calidad del servicio es permanente. Por ello es interesante meditar sobre algunas propuestas.
En primer lugar, se deben disminuir los actualmente muy elevados costos de entrada al negocio de los buses. Esto es, que sin necesidad de concesión gubernamental cualquiera pueda poner un bus en la ruta que desee, requiriéndose tan sólo que satisfaga ciertos criterios básicos de seguridad.

En segundo término, que el precio del servicio de buses sea determinado por el mercado, pero, eso sí, una vez que cualquiera pueda entrar como oferente a dicho mercado.
Con este par de reglas se podrían evitar las actuales estructuras monopolísticas del servicio, al tiempo que se facilita el uso de los precios en tan importante actividad y se les podría dar una mejor atención a los usuarios de los buses.