1990-01-14-CÓMO LOGRARLO


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¿CÓMO LOGRARLO?



La Nación, 14 de enero de 1990.


Al leer recientes opiniones expresada en relación con la situación actual de la economía del país y a lo que nos puede esperar en el año entrante, llego, primero que nada, a una conclusión muy general aunque básica: todas parecen concordar en los problemas que se padecen o se deben resolver, pero, lamentablemente, ninguna nos señala, con suficiente claridad y exactitud, qué o como debemos hacer para solucionarlos.

Como ejemplo de esta apreciación, voy a referirme al papel que se adscribe al exceso de gasto público, como factor causal de una serie de dificultades en nuestra economía. Casi todos lo que han opinado sobre estos asuntos, coinciden en que el exceso de gasto público, muy superior a las recaudaciones fiscales, ha ejercido o está provocando u ocasionará problemas tales como inflación, devaluación, líos en las cuentas de la balanza de pagos, entre otras que podría agregar, pero, lamentablemente, ninguno de los ensayistas nos dice cómo se debe resolver este punto del exceso del gasto público.

Podría haber razones de oportunidad política para no querer referirse con profundidad al asunto ( alguien creería que su puesto de Ministro actual o entrante se vería en peligro si lo hiciera), pero creo que se le hace un mal servicio al ciudadano interesado en distinguir la paja del arroz o en que se evolucione del lugar común, por el cual se acude el reputado villano del gasto público dispendioso, sin que el gobernante o quien pretende gobernar nos digan cómo hacer para equilibrar las finanzas públicas. Esto es, si deberán de aumentarse los impuestos o incrementarse la abultada deuda interna (la externa sigue refrenándonos) o acudir a la inflacionaria máquina de hacer billetes en el Banco Central o disminuir el gasto público.

Si alguien sugiere lo último, ojalá que señale en qué rubros o montos deberá reducirse el gasto público, qué programas habrá que recortar y que no se limiten a pregonar el enorme ahorro en las arcas nacionales, al sustituir un caro papel blanco que usa el burócrata, por uno más barato de color amarilloso. El asunto requiere de un análisis profundo y consistente.

Ese andarse por las ramas también se dio con el tema del CAT: al fin de cuentas, casi todo los involucrados estaban de acuerdo en que sirviera para compensar “distorsiones internas”, pero, a la hora de la negociación –el reparto de las platas de la colectividad– nunca se supo decir en qué y en cuánto consistían dichas distorsiones. De nuevo, para algunos lo mejor, tal vez, es dar un matiz intelectualmente sonoro a una circunstancia, al tiempo que evitan tomar decisiones concretas y correctas. ¿Palanganeo?; creo que así lo llama don Julio Rodríguez.