1990-01-09-EL EJÉRCITO PANAMEÑO

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EL EJÉRCITO PANAMEÑO


La Nación, 09 de enero de 1990.

Resultado de la evaporación de la dignidad de las huestes de Noriega y del ascenso al poder del gobierno libremente electo de Endara, a muchos compatriotas les ha dado, creo que con buenas intenciones, por aconsejar a nuestros vecinos acerca de cómo proceder con sus labores de defensa.

Por supuesto, todos han sugerido que el ejército panameño desaparezca ̶ recordando el acto de Figueres– dando lugar a una simple y sencilla guardia civil, encargada de cuidar el orden y la seguridad ciudadana.

Sin que mi opinión sea tomada por nadie como consejo, también creo que Panamá estaría mejor –en las circunstancias actuales– sin ejército y que el pueblo panameño, a través de sus legítimas autoridades, debe impedir el restablecimiento de un orden militar que degeneró en una narcocracia.

Si se les ocurre no tener ejército, sino alguna especie de “guardia civil”, que tampoco se vayan al otro extremo, en que los policías van en zapatillas de cuero, mientras socorren a sus compatriotas inundados, porque no hay plata para botas puesto que ello puede sonar a “militar” o, también, quitarles a los policías los grados de los que solíamos reírnos, para darles un matiz “progre” y denominarlos comisionados. Tampoco, como si el hábito hiciera al monje, que concluyan, como nosotros, por revestirlos de mariposas amarillas o algo parecido, en un arroz con mango muy a la tica, sólo para que se diga internacionalmente que así somos consistentes con la paz.

Si me parecen ridículos algunos de los argumentos usados para incitar a los panameños a que den tan crucial paso. Un comentarista de la televisión dijo, a fines del año pasado, que siguieran el ejemplo de Costa Rica, la cual acaba de celebrar su 100 años de democracia debido a que no tenía ejército, lo cual implica que, si hay ejército, no hay democracia o que hay democracia, porque no hay ejército.

Pero, lo cierto es que si Costa Rica celebra 100 años de democracia, también lo es que no es sino a partir de 1948 (40 años) cuando no tiene ejército; o sea, por 50 años hemos tenido democracia con ejército. Además, es fácil señalar numerosos países en que, con ejército y hasta muy grandes, se vive en plena democracia. Conclusión: aunque abunde la verborrea, cuando se trata de dar un buen consejo a un amigo conviene utilizar la lógica. Hay muchos y muy fuertes argumentos para que Panamá se olvide de sus militares y para los que no hay necesidad de despreciar la inteligencia.