1992-03-11-EL DÉFICIT SÍ IMPORTA

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EL DÉFICIT SÍ IMPORTA


La Nación, 11 de marzo de 1992. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 123-124.

En un seminario que se celebró hace pocos días, un economista señaló que el énfasis en reducir el déficit del sector público era resultado de “una concepción ideológica de un Estado mínimo”, que “no está demostrado que la estabilidad es prerrequisito para que aumente el Producto Nacional Bruto”, que “Costa Rica, a pesar de un permanente problema fiscal, ha ido creciendo” y que muchos países tenían un mayor déficit como porcentaje de su producto, por lo que rechazaba ese propósito de reducir el déficit como “un objetivo primario”.

En realidad llama la atención este aire de despreocupación frente al control que se debe tener del déficit fiscal, pues es muy clara la experiencia triste de países que han perdido esa disciplina, y uno podría esperar que sirviera de lección, en vivo y a todo color, a las expansiones. En todo caso, trataré de brindar alguna evidencia fáctica y lógica, que tal vez le haga reconsiderar su posición.

Bala Balassa, en un trabajo titulado Public Finance and Economic Development, “obtiene estimaciones estadísticas significativas en cuanto al efecto negativo que tiene el déficit gubernamental sobre la inversión privada, expresado como cociente del PIB, en el caso de los países en desarrollo (Op. Cit., Banco Mundial, Staff Papers, 31, 1988, p. 7); además ese economista, en un análisis para 90 países, encontró “una relación negativa entre la participación del gobierno en el consumo y la tasa de crecimiento de la economía”, hallazgo que también encontró en una sub-muestra para América Latina (Ibídem, p. 12).

Asimismo, trabajos de Knoester, Eltis, Peterson, Mardsden, Ram y Landau, tienden a mostrar relaciones negativas entre gastos presupuestarios o impuestos sobre el crecimiento de las economías. Finalmente, por si es de interés, Balassa también encontró “una correlación negativa entre la inversión pública, por un lado, y la inversión privada, la inversión total y el crecimiento de la economía, por el otro lado” (Ibídem, p. p. 16-18).

Con estos elementos, ese economista podría pensar en la relación que podría haber entre políticas macroeconómicas expansivas, la inestabilidad (inflacionaria, cambiaria) a que dan lugar y el descenso en la producción nacional.

Los efectos de una política fiscal expansionaria –deficitaria– quedan expresados claramente en un trabajo de Demetrios Papageorgiou et. al., titulado Liberalizing Foreign Trade in Developing Countries (Banco Mundial, 1990), al señalar que “causarían un deterioro en la balanza comercial. También aumentará los precios en el sector no comercializado con respecto a aquellos del sector comercializado, promoviendo así la producción de los primeros a expensas de los segundos. Por ambas razones, sus efectos serían similares a los de una apreciación de la moneda –agregando presión para una reversión de las reformas comerciales”– (p. 21). Tan sólo por ello, el control del déficit se convierte en algo importante.