1990-11-08-ANUNCIO QUE SE LAS TRAE

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ANUNCIO QUE SE LAS TRAE




La Nación, 08 de noviembre de 1990.

Desde que el Banco Popular publicó un anuncio con el título de “Yo soy un trabajador igual a usted” con una inflación horrorosa en que el banco solo pagaba el 7% de interés sobre el ahorro forzoso y de lo que se regocijaba un burócrata, no había leído un anuncio de tan mal gusto como el publicado recientemente por el Instituto Nacional de Seguros y que tituló “Nuestros grandes liberales también fueron humanistas pragmáticos”.

No sólo cabe plantearse si los fondos del INS están para propaganda de ese tipo, en que no anuncia la venta de su producto, sino que también tergiversa las ideas que rodearon su creación, puesto que ese gran liberal que el INS señala, don Tomás Soley, también escribió profusamente sobre los males del monopolio en su libro Elementos de Ciencia Hacendaria, defectos de los que precisamente hace mucha gala el Instituto de Seguros.

El INS se creó para suplir en Costa Rica el servicio de los seguros, porque, como atinadamente lo creía don Tomas Soley, basado en el principio de subsidiariedad, “El Estado no debe hacer lo que la industria privada puede realizar…”, pues, en un momento de nuestra historia, las compañías de seguros –extranjeras– no querían asegurar la propiedad en Costa Rica, debido al riesgo moral reflejado en incendios dudosos y frecuentes. Para dar ese servicio, en ese momento, el Estado creó el INS. La pregunta elemental pragmática, que formulo a los conversos al paternalismo, es sí, ahora, en 1990, puede la industria (empresa) privada del país realizar el servicio del aseguramiento.

Hay más en el anuncio de marras: dice que “Gracias a su proclama visión (de don Ricardo Jiménez y de don Tomás Soley), los seguros no son un negocio de pocos”. Esto resulta interesante, pues dice, “explícitamente tácito”, como aseveró una vez cierto diputado, que ser un negocio o ser de pocos es nocivo, pues lo “bueno” es que sea de muchos y tampoco un negocio. Llama la atención esta visión en el INS, al suponer que gente ligada a la actividad privada en la economía, ahora directores de esa entidad, son personas quienes bien conocen la función social de los negocios y, posiblemente, participan de alguno que es de “pocos”, además de que no se les puede considerar como agentes de beneficencia. Ante el velado ataque de que, en tanto aquellos grandes liberales no eran dogmáticos, pero los pequeños liberales de ahora sí lo somos, cabe preguntarles una cosa: ¿Quiénes son los que disfrutan del monopolio de los seguros en Costa Rica? De su respuesta, se sabrá adónde muere el dogma.