1990-12-28-CÓMO MEJORAR EL BOLÍVAR

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¿CÓMO MEJORAR EL BOLIVAR?



La Nación, 28 de diciembre de 1990.

Son frecuentes las quejas de personas acerca del estado de relativo abandono en que se encuentra el Parque Bolívar, si bien es cierto que está en mejores condiciones que las de hace algunos años. El descontento no sólo proviene de nacionales, sino también de turistas, quienes desean conocer algo de la fauna costarricense, en una San José relativamente aburrida, en donde hay pocas posibilidades de esparcimiento.

Ante las quejas la respuesta es automática y posiblemente cierta: hay una gran limitación de fondos para darle el mantenimiento y desarrollo adecuado al parque. Pero, más verdadera es aún la realidad de que siempre habrá limitación de recursos, lo cual debería incentivar a las personas ligadas a ese proyecto para buscarle una solución a tal restricción.

Una posibilidad es cobrar más por la entrada. Si bien es cierto que algunos estamos dispuestos a pagar más, dada la satisfacción que nos produce el parque, también puede resultar que se reduzca mucho el ingreso de personas y más bien se termine por recaudar un monto inferior al previo. En todo caso, elevar las cuotas es una alternativa que no debe descartarse de antemano y las autoridades deberían estimar sus posibles resultados.

En cierto ocasión le comenté a un funcionario del parque, mientras compraba un libro sobre fauna en un pequeño quiosco en el lugar, acerca de la posibilidad de lograr ayuda de la empresa privada para mejorar el lugar, pero no como una concesión graciosa o donación, sino alquilándoles el derecho de anunciar sus productos, de manera discreta, con mesura, acorde con el lugar, tal vez con una especie de placas en las jaulas de los animales. Me imaginaba yo, por ejemplo, el tigre de Atlas Eléctrica, las aves de la Industria Nacional de Cemento, las dantas de la Bolsa Nacional de Valores, las ardillas de la Financiera Elca, los venados de… y que piense el lector en toda la gama de ingresos que se podrían obtener.
Es más, se podría negociar el mantenimiento de un animal o grupo de ellos por parte de empresas a las cuales no les significaría una erogación fuerte, pero proyectaría una buena imagen de su servicio ante el público.
Aquel funcionario, al escuchar mis palabras, abrió los ojos. Esperaba que fuera el resultado de alguna iluminación, pero, por lo que ha sucedido, más bien fue de incredulidad. Ojalá que se medite sobre esta idea, pues podría beneficiar a todos los visitantes al Parque Bolívar, incluyendo, por supuesto, a los animales.