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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1980-1989

  1. #51
    1984-04-29-NI TUS NI MUS

    NI TUS NI MUS


    La Nación, 29 de abril de 1989.

    Hace unos cuantos días, el Lic. Don Alberto Di Mare nos manifestó profunda preocupación, en esta misma página, por las políticas gubernamentales acerca de los granos básicos. Nos dijo que el reciente incremento en el precio de la harina y de los frijoles, en comparación con un descenso relativo en el del arroz, empujaría a los grupos más pobres de nuestro país a una creciente desnutrición.

    Don Alberto no erró esta vez. Me propuse averiguar cuál era, en promedio, el contenido proteínico de los frijoles, de la harina de trigo y del arroz sin cáscara, como tradicionalmente los consumimos los costarricenses. En una porción de 100 gramos, se me informó que, aproximadamente, 22.5 gramos de frijoles son proteínas, en tanto que en la harina de trigo, el equivalente es de 11.7 gramos. Pero que el del arroz sin cáscara es de tan sólo 6.7 gramos.

    Todos los datos anteriores confirman la preocupación del licenciado Di Mare, de que los más desvalidos, quienes ahora obtienen la proteína de los frijoles y de la harina de trigo, al encarecerse relativamente estos productos comprarán menos de ellos, en tanto que, al abaratarse artificiosamente el arroz, los pobres adquirirán más de este grano. La sustitución descrita incidirá fuertemente en las proteínas que toman los grupos de ingresos más bajos, por lo que es muy posible que crezca la desnutrición entre ellos.
    Ahora bien, los costarricenses debemos tener muy claro que es la política estatal artificial de otorgar subsidios a la producción de granos básicos, y en especial al arroz, lo que ocasionó las nefastas medidas señaladas por don Alberto Di Mare para allegar recursos al torpe y deficitario Consejo Nacional de la Producción. Esto no sólo pone de manifiesto que el ansiado social-estatismo de algunos, cuya existencia la conciben en función de una abstracta justicia social, en última instancia la revierten contra muchos de los grupos de ingresos más bajos del país.

    Esto último es un obvio corolario del afán de los politiqueros de turno por capitalizar los votos: normalmente esos grupos de ingresos más bajos no manifiestan concretamente su oposición informada a medidas inclementes como las expuestas. En cambio, ciertos grupos poderosos, vocal y financieramente, sí deben ser acariciados por el maximizador de votos. A los pobres les dicen: ¡les bajamos el arroz como compensación! Y a los ricos subsidiados les mantienen el privilegio. ¿No creen que haya razón para cierta furia y angustia?

    Yo me imaginé que en una reciente reunión de médicos, preocupados por la nutrición y de su ausencia, se diría algo para amansar la conciencia de los impolutos. Pero, ni tus, ni mus. Todo en la misma mediocridad de siempre… Lo siento, don Alberto.

  2. #52
    1984-05-09-EL ARROZ AMARGO

    EL ARROZ AMARGO


    La Nación, 09 de mayo de 1984.

    ¿Por qué será que en Costa Rica todo se hace, o se sugiere que se haga, a medias? ¿Por qué será que en nuestro país las posiciones son, muy frecuentemente, mejor descritas como “a medias tintas”? Un ejemplo de esto es la actitud de las autoridades gubernamentales con respecto al gravísimo problema de la producción de arroz. Veamos, para entender algo del asunto, ciertos aspectos básicos relacionados con la producción:

    Primero, muchas de las autoridades de este gobierno creen, al igual que los productores subsidiados, que lo importante es producir per se. Por supuesto que esto es un absurdo. Nadie, creo, se atrevería a decir que si lo importante es producir como tal, pues entonces que se ponga a todos los ticos a fabricar lanzas de pejibaye o sombreros de Davy Crocket o hula-hulas o banderitas del Partido Unificación Nacional. Lo importante destacar es que cada vez que se produce algo se deja de producir alguna otra cosa. Así, en el caso específico que trato, la producción de arroz utiliza recursos, tales como tierra, trabajo, máquinas, etcétera que, entonces, no se emplean en la producción de otras cosas. De esta manera, no tiene sentido producir arroz, por producir arroz.

    En segundo lugar, el que siembra viento cosecha tempestades. Si el gobierno decidió subsidiar la siembra del arroz, ahora no le debe extrañar que se siembre mucho. Primero el Estado envió una señal, por medio de un precio artificialmente alto para que los agricultores sembraran arroz y, ahora, el mismo Estado se muestra preocupado por las grandes erogaciones y pérdidas que dicho subsidio ocasiona. Lo que pasa es que los funcionarios gubernamentales utilizan el precio político, en vez del precio económico en la asignación de nuestros recursos escasos.

    En tercer lugar, es triste que un pueblo empobrecido tenga que pagar las consecuencias de la estulticia de las autoridades gubernamentales, quienes concedieron el privilegio a grupos específicos y concretos de productores. Así, yo no entiendo cómo, por ejemplo, el economista Eduardo Lizano, en un artículo titulado “¿Médicos y arroceros…, camino de la servidumbre?”, publicado en esta misma página el 1º de mayo pasado, sugiere que “Si bien el consumidor costarricense tendrá que sufragar el subsidio de los arroceros, éste debería limitarse al arroz de consumo interno”. Yo pregunto: ¿Por qué tiene el consumidor costarricense que subsidiar al productor de arroz? ¿Qué razón económica y moral hay para ello se dé?

    En cuarto lugar, por lo que los productores de arroz deberían de luchar es porque se elimine el proteccionismo de aquellas actividades que producen bienes y servicios más caros, que lo que serían de no existir ese proteccionismo. No es correcto lo que afirma don Eduardo Lizano, – cuando, en el artículo antes citado, dice que “Si se protege (aranceles aduaneros, subsidios) a los productores de camisas y alambres de púas, no queda claro por qué no proteger también al arrocero”. A mi me parece que la cosa es al revés.

    Más bien ¿por qué es que se protege deliberadamente a algunos? Esto es, más bien ¿por qué no pedir que se le quite la protección a los otros en lugar de generalizar ésta? El error del fondo es que, como bien sabe don Eduardo, no se puede proteger a todo mundo, todo el tiempo. De esta manera, lo conveniente no es generalizar el proteccionismo, sino más bien eliminarlo donde lo haya. Y en esto podemos empezar por el arroz.

  3. #53
    1984-05-14-UN GOBIERNO RISIBLE

    UN GOBIERNO RISIBLE


    La Nación, 14 de mayo de 1984.

    Recientes declaraciones del Viceministro de Gobernación, don Enrique Chacón, en las cuales se defiende de los infundios de la aristocracia sandinista, obligan a pensar a los interesados en los destinos de nuestro país, acerca de la amenaza del comunismo a nuestra nación.

    Según se afirma en la crómica del periódico La Nación del sábado 28 de abril, el respetado viceministro indicó que “la arrogancia en su contra es parte de una escalada del sandinismo que culminó una primera etapa de la salida del Canciller Fernando Volio del Gobierno costarricense”.

    Lo anterior me sorprende pues no sólo proviene de un miembro muy prominente del Gobierno actual, sino que su afirmación entraña una seria acusación a la política de ese mismo Gobierno. Esto es, si la salida de don Fernando Volio se debe a una escalada sandinista, aviados estamos, pues entonces quiere decir que la decisión de este gobierno para echar a don Fernando fue presionada por el sandinismo, lo cual deja en entredicho la voluntad gubernamental de ejercer la soberanía nacional.

    Eso me lo olí desde hace bastante tiempo: es evidente, dentro del actual Gobierno, la existencia de un arroz con mango en lo que a nuestra posición frente a los sandinistas se refiere. La existencia de una fracción piricuacófila que obviamente fue la provocadora de la caída del Canciller Volio, nos refleja, por una parte, una dualidad inconveniente ante lo que muy apropiadamente define en el comentario antes citado, el propio Viceministro Chacón: “El público no se decide. Hay palanganeo. Se es comunista o se es demócrata”.

    De esta manera, no sólo el mayor palanganeo lo encuentra el público en el propio gobierno, sino que, por otra parte, esta actitud ha puesto al desnudo una triste realidad: la ausencia de un liderazgo y mando por parte del propio Presidente de la República, quien tolera que sucedan estas cosas, Creo que este es el meollo del asunto: el Presidente de la República es el propio y único responsable de los actos de sus funcionarios más próximos. Si estos, como resultado de la “escalada del sandinismo” destituyen al preclaro ciudadano Fernando Volio de su función de Canciller, luego, esa responsabilidad recae sobre el propio Presidente, quien, por tanto, se convierte en víctima inocentona o en actor directo de la “escalada sandinista”.

    Lo que ha pasado en Costa Rica es que el Gobierno ha mostrado una nociva indefinición ante el Gobierno sandinista, Juega, con acusaciones que nunca se le responden, de defensa de nuestra soberanía ante la acción sandinista; pero no se apresta, ante el diálogo de un vocero y de un sordomudo, a llevar el asunto al foro de la Organización de los Estados Americanos o a otros medios más apropiados. Su opus magna, la declaratoria de neutralidad, lo único que ha logrado es dejar a un pueblo amante de la libertad y creyente en los principios que caracterizan la civilización occidental, en un estado de indefensión absoluta ante el expansionismo marxista, Esa es la razón de ser de una tragedia nacional.

  4. #54
    1984-05-21-PALABRAS QUE HARÁN HISTORIA

    PALABRAS QUE HARÁN HISTORIA


    La Nación, 21 de mayo de 1984.

    En la revista Time del pasado 16 de abri aparece un pensamiento de la más sagrada estirpe revolucionaria, el cual ha de sentar, sin duda alguna, las bases filosóficas e ideológicas del sandinismo. Fueron pronunciadas y reveladas por el eximio intelectual Tomás Borge Martínez, conspicuo pensador entre los no menos educados y cultos nueve comandantes, quienes hoy gobiernan a Nicaragua. El pensamiento “tomasiano” ̶ llamémoslo así, pues su grandiosidad se lo merece ̶ encontró su máxima expresión en la siguiente declaración: “La lucha de clases puede ser vista, ya sea desde el punto de vista del odio o desde el punto de vista del amor. La coerción del Estado es un acto de amor”.

    ¡Qué diferente hubiera sido el juicio universal, errado y malintencionado, si se hubiera tenido presente el precepto tomasiano ante la actuación de Hitler frente a los judíos y otros, que no fue más que un simple acto de amor: de coacción del Estado!

    También, bajo el manto protector de la sabiduría del amor tomasiano, el innoble enjuiciamiento del mundo a los actos del adorablemente amoroso Stalin, debería ser juzgado como un simple y sencillo acto de defensa del Estado ante sus enemigos ¡y vean si erró Stalin, que dejó con vida al desleal Kruschov!

    En verdad, la sabiduría del magín del comandante Borge debe servirnos como base para analizar las grandes dimensiones del comportamiento humano. Veamos algunos ejemplos, los cuales enriquecen la nueva filosofía sandinista, tomados de cierta literatura pre-tomasiana:
    La guerra es la paz.
    La libertad es la esclavitud.
    Dios es poder.
    Dos y dos son cinco.
    La ignorancia es la fuerza.

    Es evidente, a partir de estas nobles ideas, que en realidad tenemos la grandiosa oportunidad de amar el pensamiento del general Tomás, el cual, sin duda laguna, será fuente y fundamento de toda la sabiduría sandinista, más y mucho más allá del año 2000. Les conviene a ciertos decadentes amantes de las tradiciones burguesas, comprender el seguro futuro, amorosamente totalitario, que nos depara el pensamiento tomasiano, el cual, indefectiblemente, supera con creces a aquél contenido en el libro rojo del gran jefe Mao.
    La real vivencia de la sabiduría tomasiana se encuentra en la obra proto-tomasiana de George Orwell, cuando en su libro 1984, Winston Smith “echa una mirada al enorme rostro de Big Brother, el símbolo del totalitarismo. Cuarenta años le había tomado aprender qué clase de sonrisa estaba escondida detrás del bigote oscuro. ¡Oh cruel e innecesario malentendido! ¡Oh terco y buscado autoexilio del pecho amoroso! Dos lágrimas olorosas a ginebra se deslizaban por los lados de su nariz. Pero, estaba bien, todo estaba bien, la lucha había terminado. Él había logrado la victoria ante sí mismo. Él amaba a Big Brother”.

    Hay que ir aprendiendo a amar al noble y sublime pensamiento del insigne filósofo e intelectual Tomás Borge. De no hacerlo así, merecemos ser alfabetizados por otro amoroso sandinista(o cubano, que da lo mismo). Recuérdese que, después de todo, tal como nos dice el adorable Tomás Borge, “La coerción del Estado es una acto de amor”.

  5. #55
    1984-05-27-LA MARCHA POR LA ENTREGA
    LA MARCHA POR LA ENTREGA


    La Nación, 27 de mayo de 1984.

    Mucho me divirtió ver una reciente fotografía publicada en este periódico, en la cual aparecen los rostros complacidamente sonrientes de ciertos jerarcas del Partido Liberación Nacional, a la par de la tez, aún más alegre, del diputado piricuacófilo Sergio Erick Ardón. Esa fotografía, la que muchos costarricenses guardamos con gran afecto, nos dice más, pero mucho más, que todas las palabras que pueden escribirse en relación con la marcha por la entrega del país.

    Dentro de mucho de la insania del estatuto de indefensión en que nos ha colocado este gobierno ante los comandantes sandinistas, está la falacia, arduamente propalada y difundida, tanto por ciertos miembros del Gobierno, como por los extremistas de izquierda, de que si un ciudadano está en contra del estatuto de neutralidad, lo es porque desea provocar la guerra contra el Gobierno de Nicaragua.

    Esta mentira, lanzada a los cuatro vientos por elementos de la Juventud Liberacionista, parece más bien haber surgido de las catacumbas ideológicas del Ministerio de Propaganda nazi, que de costarricenses. Con ella se pretende hacer ver al pueblo que la única opción que nos queda ante el armamentismo nica, es permanecer absurda e irreparablemente indefensos.

    En verdad, a los costarricenses no nos interesa meternos a pelear con los sandinistas; deseamos seguir bregando en paz: pero no la paz mal entendida, la del cobarde que no sabe defender ideales ni cosas. Más bien, al contrario, según recientes declaraciones que formuló a este periódico el comandante Ortega Saavedra, se deduce de ellas que, lo que a los sandinistas les conviene es una Costa Rica igual que Finlandia, en la cual la soberanía queda supeditada a la de Nicaragua. Y, para lograr ello, la mejor forma es mantener a Costa Rica indefensa y a su merced.

    La vocación por la paz no es un sinónimo de una inclinación por la estupidez, si bien ciertos sicarios de la Internacional Socialista lo único que buscan es, por medio de esas marchas, embaucar a costarricenses bien intencionados. Sus miradas de zopilotes ensoberbecidos reflejan el alma vacua que surge de una entrega de la nación. No pasará mucho tiempo sin que esos mismos directores de orquesta cedentes del país, apelen a que concordemos con aquellos que mancillan nuestra integridad territorial. Su vocación por la rendición es prolija en argucias. Hoy es por la paz, mañana por el comunismo y, pasado mañana, por cualquier otra cosa. ¡Cuántos frutos no dan ciertos árboles!

    El costarricense debe estar presto a no escuchar a los engatusadores cantos de sirena; ni el de los piricuacófilos, ni el de los tontos útiles, ni el de los lerdos de ideas. Que esos pretendidos sobornos intelectuales no oculten, bajo frases que pretenden apelar al ser costarricense, la clara y diáfana diferencia entre el amor a la paz y a la libertad y la entrega de nuestros valores, haberes y familias, a los primitivos comandantes sandinistas. La quinta-columna es hábil por su naturaleza, pero los ciudadanos debemos ser más astutos en reconocer su falsedad, para lograr así evitar la mordida de la serpiente.

  6. #56
    1984-06-01-ECHARLE LA CULPA AL FMI

    ECHARLE LA CULPA AL FMI


    La Nación, 01 de junio de 1984.

    Recientes declaraciones del Ministro de Hacienda, Porfirio Morera, las cuales fueron transcritas en la Nación, son un claro ejemplo de querer responsabilizar al Fondo Monetario Internacional (FMI), de hechos por los cuales el gobierno debería de asumir su competencia.

    El Ministro de Hacienda asevera que la nueva carga de impuestos a la gasolina y a los ahorros en certificados de depósito, se debe a que el Fondo Monetario exige al gobierno la creación de esos u otros gravámenes. ¡Falso; enteramente falso! Lo que el Fondo Monetario Internacional exige, dentro del esquema general del acuerdo con Costa Rica, es que se guarde una proporción entre el déficit del gobierno y la producción nacional. Como el déficit es, en sencillo, la diferencia entre lo que le entra al gobierno (por ejemplo, por los impuestos) y lo que gasta, nada exige que esa diferencia sea subsanada por medio de un aumento de los impuestos. Ello puede conceptualmente también ser logrado, si así lo quisieran las autoridades gubernamentales, reduciendo el gasto público.

    Pero la verdad, claramente expresada, es que este gobierno quiere cumplir con el Fondo Monetario Internacional por la vía del aumento de los impuestos y no por la ruta de la reducción del gasto. Y así lo han dicho distintas autoridades gubernamentales en diversas ocasiones. Dicen que no quieren reducir el gasto público, porque ello ocasionaría desempleo y que esto va contra la dignidad del hombre.

    Tal visión de los gobernantes actuales, de mantener un gasto público alto a fin de no provocar desempleo, es errónea, pues se concentra en la parte y olvida al todo. Esto es, si bien puede ser cierto que el empleo en el gobierno aumenta o se mantiene gracias a los incrementos en los impuestos, esto último provoca una reducción del gasto y la inversión privada, lo cual eventualmente se refleja en una disminución del empleo en el sector privado. O sea, a lo más que puede aspirarse es a socializar o estatizar al empleo en Costa Rica, pero el empleo total no va a aumentar, como lo pretenden hacernos creer. Una vez más, el grupo de gobernantes es así consistente con su filosofía social-estatista de antaño, de la que, por momentos, se creyó que evolucionaría, cuando más bien lo que se está dando es un regreso al pasado conservador socializante.

    Creo que ya aburre el cuento de que todas las medidas indeseables que se deben tomar en el país, se originan en el Fondo Monetario Internacional. En verdad, éste lo que hace es, una vez que ha sido llamado por el país, señalar las políticas económicas a proseguir, si es que el país desea arreglar su problema económico y ser, de nuevo, sujeto de crédito internacional. El querer “echarle los muertos” al Fondo Monetario, por parte de nuestras autoridades gubernamentales, es un engaño politiquero, pues bien saben que mucha de la verdadera responsabilidad del descalabro financiero del país yace en el gigantismo estatal, que el Partido Liberación Nacional y su ideología social estatista impuso en Costa Rica durante los últimos treinta años.

  7. #57
    1984-06-11-LA RECIENTE DEVALUACIÓN DEL TIPO DE CAMBIO

    LA RECIENTE DEVALUACIÓN DEL TIPO DE CAMBIO


    La Nación, 11 de junio de 1984.

    Hace más o menos año y medio estalló una pugna –que no tenía que ver nada con ninguna inocente precandidatura– entre el entonces presidente del Banco Central, don Carlos Manuel Castillo y el Vicepresidente, don Alberto Fait. Este último sostenía que el tipo de cambio del colón con respecto al dólar debería de fijarse en ¢36 (nunca dijo cómo llegó a ese número cabalístico), en tanto que el doctor Castillo enfatizó que tal posición era absurda, en especial porque ya no era posible casar al colón con un tipo de cambio específico, enterrando de esta manera otro mito del anticuado Liberación Nacional.

    Por otra parte, ya en el reciente fragor de la campaña política interna al liberacionismo, el precandidato, don Oscar Arias, criticó la estabilidad monetaria del colón al ¢43.65, lo cual, de paso, causó hasta la irritación del flemático presidente Monge, al afirmar don Oscar que la pretendida estabilidad se debía en alto grado a la ayuda financiera brindada por el Gobierno de los Estados Unidos a Costa Rica, minimizando el esfuerzo del presidente ejecutivo del Banco Central.

    Estos dos encuentros cara a cara entre los precandidatos son claras expresiones de la enorme confusión que existe por esos lares con respecto a una política cambiaria consistente. Si bien son pocos los pensadores economistas dentro de Liberación Nacional, quienes aún piensan en un tipo de cambio fijo del colón con respecto al dólar, lamentablemente en sus actos existe un dejo de aprecio por la obsoleta política del tipo de cambio fijo, tal como lo muestra el deseo frustrado del Ing. Fait de que este fuera de ¢36 por dólar o bien la campaña política del doctor Castillo, la cual parece haberse montado en el barco de la estabilidad cambiaria y el cual recientemente empezó a hacer agua.

    Si bien es cierto que el tipo de cambio de ¢43.65 era escasamente un 10% inferior al que se encontraron a la salida del Gobierno del señor Carazo, la administración Castillo (en el Banco Central) había sido vista como la artífice de la estabilidad cambiaria, aunque, sin duda alguna, debido a la gran inyección de divisas por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, dejó para su heredero (alguien había que poner para que pagara los platos rotos) sufrir las consecuencias de una política de exagerado gasto público y de emisión de dinero, una vez que se terminó el primer acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Y a esto se unió la aplicación práctica del llamado mongista de la campaña del 82, de que necesitaba muchos diputados para gobernar, quienes ahora no han podido boicotear en grado mayor a la denominada ley de la moneda, cuya aprobación permitiría la reanundación de la ayuda del Gobierno de los Estados Unidos, la cual se ha de traducir en mantener estable el tipo de cambio.

    Tengo la impresión de que las serias grietas que se están presentando en el andamiaje de la estabilización monetaria del país, están empezando a mostrar sus primeros resultados, los cuales eran de esperar, pues no sólo no existía una firme convicción de las autoridades gubernamentales acerca de la importancia de un tipo de cambio flexible, sino que también el estado mongista continuó su expansión en los gastos, en los impuestos y en la emisión de dinero. Ya deben de estar pensando a quien “echarle los muertos”, pero ello una vez más apunta tan sólo a la falta de convicciones y de voluntad de mesura de los gobernantes, pero más que todo al deseo de seguir gastando irresponsablemente, a diestra y siniestra, como han sido sus características de muchos años.

  8. #58
    1984-06-22-EL CAOS EN TORNO A LA LEY DE LA MONEDA

    EL CAOS EN TORNO A LA LEY DE LA MONEDA


    La Nación, 22 de junio de 1984. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 53-55.

    No se me ocurrió un título más apropiado a lo que es un esfuerzo por tratar de aclarar una serie de confusiones en torno a ciertas reformas que se han presentado ante la Asamblea Legislativa, las cuales tratan, por una parte, de definir la posibilidad de que bancos comerciales privados puedan recibir fondos por medio del Banco Central, provenientes, fundamentalmente, de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), así como con la existencia de una política cambiaria más apropiada en las circunstancias actuales de la economía costarricense. Por ser éste un problema relativamente complejo para la generalidad de las personas, trataré de analizar, en la forma más sencilla posible, qué es lo que hay detrás de las denominadas reformas a la Ley de la Moneda.

    El gran diferendo acerca de este tema, surgido dentro de la fracción de Liberación Nacional en la Asamblea Legislativa, se fundamenta en que, además de la aprobación de la denominada Ley de la Moneda, se desea efectuar cierta variación a la Ley Orgánica del Banco Central. Para nuestros efectos, entonces, no es importante si se está de acuerdo o no que sea una variación a la Ley de la Moneda o a la Ley Orgánica del Banco Central, sino que, tal como veremos a continuación, existe una confusión de fondo en ciertas personas, quienes, en tanto que desean ciertas cosas, quieren, al mismo tiempo, obtener lo contrario. Para entender la complicación lógica que ataca a ciertas personas, tales como don Julio Jurado y otros diputados liberacionistas, me permito formular ciertas premisas que nos faculten hacer, tal vez, surgir la luz en esta neblina.
    Primeramente, el problema tiene su origen en que nadie involucrado en el asunto quiere perder dinero ante una posible devaluación del colón. Ni los prestamistas extranjeros, ni el Banco Central, ni los Bancos comerciales, ni los que le piden prestado, desean perder plata con una posible devaluación.


    En segundo lugar, el país necesita urgentemente recibir los ingresos de divisas por préstamos extranjeros. Sin embargo, los que nos prestan dólares del exterior, también desean que les devuelvan dólares.

    En tercer lugar, el Gobierno actual ha definido, como política económica, que sólo se permitirán transacciones en moneda nacional. Esto es, no se aceptarán, para todos los efectos prácticos, transacciones en que las partes puedan acordar el pago en otra moneda distinta al colón costarricense. Este aspecto es sumamente importante para entender el desaguisado.

    En cuarto lugar, a partir de lo anterior, los bancos comerciales no pueden prestar en dólares a sus clientes, aún cuando estos últimos estuvieran anuentes a ello.

    El problema de lo que el común de la ciudadanía ha conocido como la Ley de la Moneda, aunque poco tenga que ver con ésta, se fundamenta en que los entes internacionales que nos van a prestar dólares, desean que se les devuelvan dólares. Por otra parte, estos préstamos serían dados al Banco Central para que sirva como intermediario de esos fondos hacia los bancos comerciales, fundamentalmente privados. Pero, el Banco Central, debido a la premisa 3 arriba expuesta, de hecho se constituye en el garante del valor de la reserva, pues, dada la política económica que han definido las autoridades bancarias gubernamentales, se define la obligatoriedad de transar en la unidad monetaria nacional y no, por ejemplo, en dólares. Entonces, lógicamente, el Banco Central tiene que responsabilizarse del valor de la moneda extranjera en términos de la moneda nacional. Si no fuera así, entonces, ¿qué sentido tendría la prohibición antes citada?

    Por supuesto, el riesgo cambiario no lo corren ni los bancos comerciales, ni los que piden prestado a dichos bancos. El riesgo de una devaluación la tiene que correr, inevitablemente, el Banco Central, y, ante esas posibles pérdidas, a través de impuestos, todos los costarricenses.


    El odontólogo don Julio Jurado pregunta muy preocupado si ¿es justo, entonces, que, ante una devaluación –muchos hablan de eso ahora– el riesgo cambiario lo corra el Banco Central y, por lo tanto, todos los costarricenses, en vez de ser los bancos comerciales o quienes les piden plata en préstamo? Lamentablemente tiene que ser así, pues la otra premisa, por la cual se prohíben las transacciones en moneda extranjera, hace imposible que dicho riesgo sea asumido por otras partes distintas al Banco Central. Lo triste es que personas como don Julio Jurado quieren un imposible, dados sus dogmas monetarios poco claros, al arrogarse por ley el Banco Central, el monopolio en la compra y venta de divisas.

    Por supuesto que hay una solución, pero el credo principal de la política económica de este gobierno da un inevitable traspié: que se deje a los individuos transar libremente en la moneda en que lo deseen. Así los riesgos lo corren quienes así lo desean y no se verá, al contrario, a todo un pueblo pagar los errores de fe de ciertos pseudo-economistas. No se olviden que en economía hay una ley inexorable: no existe nada gratuito; todo tiene un costo.

    Finalmente, don Julio haría bien teniendo presente que, si el Banco Central no emitiera dinero en exceso de lo requerido para un crecimiento estable de la economía nacional, la consiguiente inflación no se traduciría en una devaluación. Es por ello que, me parece, dada la “colonización” forzosa que ha buscado este gobierno, sea el Banco Central el que pague el riesgo cambiario y no el pueblo como un todo. Por supuesto, como las tortas del Banco Central también las pagaremos por medio de impuestos, entonces, ¿por qué don Julio mejor no amarra a la entidad que nos causa el problema: el Banco Central que emite dinero en exceso, en vez de atarnos de pies y manos a todos los costarricenses?

  9. #59
    1984-06-29-UNA CRÍTICA INJUSTA

    UNA CRÍTICA INJUSTA


    La Nación, 29 de junio de 1984.

    Uno de mis primeros artículos publicados en la prensa nacional fue una censura a las políticas económicas propiciadas, en ese entonces, por el Ministro de Planificación, don Marco Antonio López. Señalaba allí la necesidad de la disciplina monetaria y fiscal de parte del gobierno de turno, a fin de evitar un serio problema inflacionario en el país.
    En mi libro, publicado en 1981, De la Pobreza a la Abundancia en Costa Rica, dediqué una fuerte crítica a la útil exposición del Lic. López en la revista Contacto, asociada con ciertos círculos social-estatistas del país, en la cual éste defendía los argumentos usualmente expuestos para promover la existencia de las empresas estatales. Allí recogí el guante que lanzó el Lic. López Agüero, al titular su artículo con el llamado de que era “Necesario un debate ideológico sobre empresas estatales”. Como es usual en nuestro medio, el debate nunca se llevó a cabo y las empresas estatales prosiguen tan campantes como Johnny Walker.

    Siempre la discusión de las nociones del señor López me han dado tema para escribir, siendo críticas de ellas la mayoría de las opiniones que he vertido. Me parece que, al menos en lo que a comentarios sobre las ideas y actuaciones del Sr. López se refiere, nunca he sido deliberadamente injusto en mis apreciaciones. Don Marco Antonio López recientemente externó una serie de opiniones en este periódico, acerca de las cuales pensaba referirme, tal como siempre está expuesto quien se mete a funcionario público. Sin embargo, hubo posteriormente un hecho, el cual creo que merece ser expuesto a la opinión pública, que me motivó a variar mi curso planeado.

    No sé si es bueno o conveniente para el país que su máxima autoridad bancaria, en este caso específico, don Marco A. López, presidente ejecutivo del Banco Central, se refiera públicamente en la forma en que lo hizo, en relación con los serios problemas monetarios que actualmente atraviesa Costa Rica. Allí manifestó un sentimiento muy humano: dijo, ante los problemas descritos, que él “también estaba atemorizado” y que la situación del país era delicada.

    Hasta aquí todo bien, pero no faltará alguno quien crea que el señor López mejor hubiera permanecido callado. Pero ello no justifica lo expresado posteriormente, en este mismo periódico, por un alto dirigente y afecto al actual precandidato de Liberación Nacional y ex presidente ejecutivo del Banco Central, Dr. Carlos Manuel Castillo. Así, el ex viceministro de Hacienda, Luis Fernando Díaz, señaló que “la actual emergencia en la estructura de la economía nacional” tiene su causa en “la falta de continuidad entre quienes ejercieron el mando económico del país en los dos primeros años del Gobierno, y quienes lo asumieron después”.

    Lo anterior, a conciencia, es inaceptable. Don Marco A. López no ha cambiado nada de la política económica impresa en el Banco Central por don Carlos Manuel Castillo. Fue este último quien aseguró al país, al abandonar su cargo para dedicarse a la política, que lo dejaba económicamente estabilizado y pleno de reservas. Para bien o para mal, su sucesor en la presidencia del Banco Central, don Marco López, no ha cambiado en nada el engorro que le heredó el Dr. Castillo.

    Si la mentada estabilidad de nuestra economía permanece, ello se debe fundamentalmente a la dispendiosidad del Gobierno de los Estados Unidos, pues, tal como claramente nos lo recordó el señor Oscar Arias, el origen de nuestro equilibrio está al norte del Río Grande, para satisfacción de los escépticos sanos. Por otra parte, el mejor ejemplo de ello, la muestra más palmaria de lo aquí dicho, lo constituye la última actitud del Gobierno de los Estados Unidos, ante el desaguisado en la Asamblea Legislativa por la no aprobación de la Ley de la Moneda y leyes conexas.

    Si, por otra parte, se desmorona la mal llamada estabilidad, deberá ser atribuida a la inconsistencia política de gasto exuberante y de emisión exagerada de dinero, asociados con el artificioso mantenimiento de un tipo de cambio irreal y, por supuesto, a que el Tío Sam nos deje continuar con nuestras aberraciones económicas. Pero tal desmoche de nuestra estabilidad jamás puede adscribirse a las decisiones de los sucesores de don Carlos Manuel Castillo, aunque tal vez sí por omisión. Al contrario, querer cargárseles por recibir una mala y costosa herencia, es una injusticia y merecen mejor suerte que la expresada en la no tan velada crítica que lanzó el compañero de campaña del ex presidente del Banco Central.

  10. #60
    1984-07-04-LA MAROMA

    LA MAROMA


    La Nación, 4 de julio de 1984.

    Este es el título de una muy agradable obra escrita por don Avel Josco, seudómino del autor. El tema es sumamente serio, pues trata, ni más ni menos, de la lucha contra el privilegio de un grupo –reducido por cierto– que utiliza al aparato estatal para garantizar jugosas ganancias a costas del bien común.

    En la ficticia Cuesta Mucho, vemos desfilar ciertos no graciosos personajes bastante conocidos en nuestro medio, en una constante confabulación en contra del público. Aquella conspiración no trata, como nos podría hacer pensar el momento actual, en tratar de imponer un gobierno o tendencia, sino algo mucho más simple y, tal vez, hasta más nefasto: ¿Cómo hacer que cierto grupo de agricultores se vean obligados a utilizar forzosamente un producto empleado en las cosechas?

    La solución del dilema es sencilla. Hay que conseguir que el Estado santifique el monopolio, impidiendo cualquier intento de la competencia por producir un bien parecido o similar. Bueno, para lograr este fin lo único que los conspiradores tienen que hacer es saber rodearse y asesorarse adecuadamente y es aquí donde uno puede traslucir tantos personajes, que hoy día no sólo transitan en nuestras calles sino hasta en la jet set internacional, pero tan maiceritos como todos nosotros.
    La tragedia es comedia en la obra: no sólo vemos, como decía Lord Acton, “que el poder corrompe y el poder absoluto, corrompe absolutamente”, sino que la existencia del monopolio, el cual es nocivo a los intereses del consumidor, sólo tiene vigencia en cuanto a que el Estado así lo otorgue. Por ello, las risas que la Maroma nos provoca lamentablemente casi se trocan en llanto, al darnos cuenta que, más que en presencia de un caso aislado, estamos frente a un mal muy generalizado. Esto me recuerda lo que una vez me dijo un amigo: “Yo estoy en contra de todos los monopolios, excepto del mío”. Tal vez la esencia del problema, tratado con muy fino humor por don Abel Josco, está en la posibilidad discrecional del Estado de otorgar el privilegio monopólico. Es por ello que surge el bussiness (bisnes) de la conexión, de la influencia, del contacto, del chorizo… ¿y el consumidor?, como siempre, confiando en la existencia de la competencia para que se le brinde la oportunidad de escoger, en tanto que el Estado dice protegerlo, impidiéndola. La Maroma es un libro que nos enseña, en la carne propia de los costarricenses, por qué estamos mejor cuando podemos escoger, bienaventuranza que nos desaparece cuando el Estado y sus intermediarios otorgan el monopolio; esto es, la protección a cierto privilegio de las fuerzas de la competencia.

    No sé si este libro se encuentra en nuestras librerías, pero este valioso esfuerzo de un costarricense por traducir al humor, frías, pero valiosas ideas, de ciertos economistas, merece ser recompensado por la lectura de sus compatriotas. Si a alguien le interesa el libro – por supuesto que despreciado por el “establishment” de los iluminados intelectualoides de nuestro medio– escríbale a don Avel al Apartado 1, Guadalupe, Goicoechea, para que le informe adónde está en venta

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