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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1980-1989

  1. #21
    1983-06-01-EL OMINOSO SILENCIO PETROLERO

    EL OMINOSO SILENCIO PETROLERO


    La Nación, 01 de junio de 1983. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 145-146.

    ¿Desde hace cuánto tiempo sabe el estimable lector que los precios del petróleo que compra Costa Rica sufrieron una fuerte baja? Sin embargo, el monopolio estatal de RECOPE aún no reduce los precios de los productos derivados de éste. Por supuesto, RECOPE ha de argüir que tal decisión depende del SNE (Servicio Nacional de Electricidad), pero, para el sufrido usuario, esto es de poca monta. En última instancia RECOPE y el SNE tienen un mismo patrono: el gobierno de Costa Rica. Esto significa que si los precios de los derivados del petróleo no han disminuido, es porque el Estado no lo ha querido hacer.

    Es muy posible que la posposición o indolencia en reducir el precio de los derivados del petróleo tenga una razón esencialmente fiscal. Una vez más el Estado utiliza a RECOPE para que se convierta en una proveedora de recursos al fisco. De esta manera, se tiene un nuevo impuesto sin que la Asamblea Legislativa, que aparentemente ni pincha ni corta, haya tomado la decisión de imponer un nuevo gravámen en el país, función que constitucionalmente le compete en forma exclusiva. Incluso ya se escucha el runrún de que, lo que RECOPE logre por el sobreprecio de los derivados del petróleo, se utilizará para financiar el gasto de un ministerio por naturaleza devorador de recursos. En todo caso, el gobierno pone impuestos sin que la Asamblea Legislativa tenga nada que ver con ello (y eso que se juró respetar a la Constitución), que es lo más grave de toda esta situación.

    Es importante destacar la desidia con que la opinión pública ha analizado este asunto. Esa dejadez intelectual sirve principalmente para acicatear la voracidad fiscal, para estimular la arrogancia burocrática “laseferiana” y para fomentar el desaliento de aquellos que aún creen que los impuestos sólo los puede fijar un poder legislativo. No se ha escuchado la voz de quienes con frecuencia se oponen al abuso y al atropello estatal y el mutismo de los polìticos opositores es aún más deprimente. El Estado recopiano se está haciendo inmune a la crítica, porque ella ahora está ausente.

    Sin embargo, la reducción de los precios habrá de llegar, aunque tardíamente, y lo será en el momento en que sea necesario un golpe político, que tal vez haga olvidar como un soporífero el dolor de algún nuevo impuesto sobre la espalda del costarricense El “timing” es importante para el político; ni las rebajas ni las alzas de los precios deben ser realizadas si no lo son en el momento apropiado. Si se trata de una reducción debe capitalizarse políticamente tal bendición popular; si es un alza que pase lo más desapercibida posible, aunque no lo sea en la conciencia del burócrata.

    A pesar de esa esperanza “electorera”, la bellaquería intelectual de los que deciden la rebaja permite la forja de ciudadanos de primera y de segunda categoría. Si usted tiene un Toyota de gasolina, por ejemplo, y lo usa para trabajar, pues usted no es productivo, según el burócrata. Sin embargo, si es afortunado y el azar lo ha favorecido con disponer de un Mercedes Benz de diesel, que lo usa para pasear, pues sí es productivo, de acuerdo con el político de turno. En dos palabras, a tanto tico que utiliza su carro de gasolina para trabajar o simplemente para ir al trabajo se le considera improductivo y por ello de acuerdo con el burócrata no debe estimularse el uso de sus vehículos con una reducción en el precio de la gasolina.

    Se reducirá el precio del búnker, del diesel y de otros derivados, pero la gasolina muy posiblemente se mantenga igual o casi al mismo precio. Esto satisface la conciencia dirigista y retorcida del burócrata que discrimina arbitrariamente. Debemos preguntarnos ¿con qué autoridad se mantiene un sobreprecio a la gasolina?; ¿desde cuándo este precio excesivo, que es un impuesto, simple y llanamente, fue objeto de la bendición constitucional del Poder Legislativo? La respuesta afónica del burócrata y la vacía inquisitoriedad del ciudadano, supuestamente interesado en la cosa pública, podrían concatenarse en lo de siempre: el ciudadano amarrado frente al Estado devorador de hombres y conciencias.

  2. #22
    1983-06-25-LA GRAN CONSPIRACIÓN

    LA GRAN CONSPIRACIÓN

    La Nación, 25 de junio de 1983.

    Es posible que este artículo ocasione que algún funcionario gubernamental manifieste que la conspiración de las extremas contra la institucionalidad del país, prosigue en una desenfrenada carrera hacia el suicidio colectivo.

    Ni me he reunido en recóndito sitio con ese “conjurado extremista”, aunque no sé si de la izquierda o de la derecha, don Rodolfo Solano Orfila, ni tampoco me gusta abusar de mentalidades esquizofrénicas con delirio de persercusión, por lo cual, de una vez por todas, me sacudo de la acusación de sedición en que se me pueda implicar y hago caso al llamado del presidente Monge para formular una crítica sana al Poder Ejecutivo.

    Con esta advertencia, de que no hay trama ni complot alguno, por esta vez hago referencia a la situación de la política gubernamental relacionada con el sector externo, pero, propiamente, en el campo administrativo. Parto, por supuesto, de que es deseable allegar más divisas al país, por medio de las exportaciones y de las inversiones privadas extranjeras. Igualmente, supongo que sí, por razones administrativas, no existe coordinación de las políticas del sector, entonces se está en presencia de un problema gubernamental deseable de corregirlo.

    Como resultado de la importancia vital que para la actual administración tenía, y tiene, la generación de divisas en el país, se creó el Ministerio de Exportaciones y se decidió que la encabezara un experimentado administrador, el Dr. Mario Carvajal. Por cierto, don Mario parece haberse encaminado en su tarea por rumbos correctos, aún cuando le falta la parte más difícil de su gestión, cual es la puesta en práctica de sus ideas expresadas en diversas ocasiones.

    A inicios de la Administración Monge, el anterior Ministerio de Economía, Industria y Comercio fue dividido en dos instituciones. Una de ellas, el Ministerio de Industria, Energía y Minas y, la otra, el Ministerio de Economía y Comercio. Esta última es la que interesa. Las direcciones que componen a ese Ministerio son las siguientes: Estadísticas y Censos, Comercio Interior, Integración Económica y Comercio Exterior. Aquí surge lo interesante: dos direcciones, la de Integración Económica y la de Comercio Exterior esencialmente tratan de asuntos relacionados con el intercambio internacional de bienes y servicios, que es una función a ser satisfecha por el recién creado Ministerio de las Exportaciones. Tal vez es conveniente que esas dos direcciones sean absorbidas por la institución que preside don Mario Carvajal y que el Ministerio de Economía y Comercio sea reducido al de Estadísticas y Fijación de Precios.

    Igualmente, algunos organismos públicos encargados de las políticas de inversión extranjera están paralizados. El Centro para la Promoción de las Exportaciones y el Instituto Costarricense de Turismo son los entes públicos encargados de las decisiones de inversión en el país de los pensionados e inversionistas extranjeros. Sin embargo, Migración, que depende del Ministerio de Gobernación, quién sabe basada en qué leyes impide la entrega de pasaportes costarricenses a extranjeros que quieren invertir en Costa Rica, haciendo caso omiso a una situación de hecho: que es muy difícil que alguien invierta una fuerte suma de dinero en un país en el que espera residir, si ni tan siquiera tiene la certeza de que se le otorgará un documento que le permita entrar a ese país. Es urgente que este asunto se defina, pues otras naciones de América Latina buscando aliviar la crisis sí inteligentemente atraen a esas inversiones extranjeras.

    Para que no se crea que esto es un complot, hago mías las palabras no sé por quien pronunciadas: “Cualquier cosa, menos la renuncia”, aunque en mi caso sea a la libre expresión, y no a la chamba gubernamental.

  3. #23
    1983-07-01-PAUL VOLCKER, EL MONETARISTA

    PAUL VOLCKER, EL MONETARISTA


    La Nación, 01 de julio de 1983.

    Al volverse a nombrar al Sr. Paul Volcker, en esta ocasión por el republicano Reagan y en la anterior, por el demócrata Carter, como Presidente Ejecutivo del Banco Central de los Estados Unidos (Chairman of the Federal Reserve Board), mi estimado amigo y director del periódico La Nación, don Eduardo Ulibarri, me sugirió que escribiera algo acerca de tan destacado monetarista. Y esa invitación sí me causo un tremendo lío, pues, por ejemplo, el profesor Milton Friedman ha escrito varios artículos sobre el supuesto no-tan-monetarista Volcker, por lo que, en realidad, declaro mi ignorancia sobre el grado de “pureza” monetarista del Presidente Ejecutivo del Banco Central de los Estados Unidos.

    Gracias a don Eduardo y The Wall Street Journal logré saber que el Sr. Volcker cree que “un crecimiento monetario excesivo nos pondría de regreso en la misma situación insatisfactoria de expectativas inflacionarias más profundamente arraigadas y de un mayor escepticismo acerca de la habilidad de nuestra nación para manejar sus asuntos económicos”. Esto califica al señor Volcker dentro de algunas de las variedades de monetarismos que, según un reciente artículo, se extienden desde los estilos radicales o exagerados, hasta los convencionales (¿?), pasando por los asimétricos y los de metas variables (sigo confundido).

    Creo que, más que referirme al nombramiento del Sr. Volcker, es conveniente reseñar algunas de las proposiciones fundamentales de la llamada escuela monetarista, sin dejar de señalar que ésta no es nueva, ni es una invención del Fondo Monetario Internacional (FMI), ni del imperialismo yankee, pues los más puros monetaristas suelen encontrarse en la China Roja y en la URSS, y que, desde el siglo XVIII las ideas monetaristas tenían ya un papel importante en el pensamiento político-económico.

    En general, los monetaristas han enunciado cuatro proposiciones de carácter científico; esto es, sujetas, con todas las limitaciones del caso, a la comprobación del método científico, que tratan de explicar, tres de ellas, cuál es la relación entre el crecimiento de la cantidad del dinero y el crecimiento del gasto agregado, la producción real y los precios y la cuarta propuesta acerca de si es factible controlar el crecimiento del dinero; esto es, si es posible aplicar política monetaria.

    En primer lugar, en general los monetaristas sostienen que existe una relación permanente y estrecha entre el crecimiento de la cantidad de dinero y el aumento del gasto total de la economía.

    En segundo lugar, los monetaristas afirman que la inflación es un fenómeno esencialmente monetario. Esto es, que el crecimiento sostenido de la generalidad de los precios tiene, básicamente, su causa en un aumento constante de la cantidad de dinero en la economía.

    En tercer lugar, los cambios bruscos, de corto plazo, en la cantidad de dinero producen variaciones en la producción real, pero que, en el largo plazo (no aquel en que “todos estamos muertos”, sino en el que se refiere a una sucesión de cortos plazos), no existe relación entre un aumento en la cantidad de dinero y en la producción real, sino tan sólo con los precios.

    Finalmente, se supone que las autoridades monetarias son capaces de controlar la tasa de crecimiento del dinero. De no ser así, las tres proposiciones anteriormente expuestas no tendrían importancia práctica alguna.

    Ahora bien, en un reciente artículo de los economistas Dallas S. Batten y Courtenay C. Stone, ambos del Banco de Reserva Federal de San Louis, se analiza la vigencia de las cuatro proposiciones fundamentales monetaristas, aplicadas a la evolución de la economía norteamericana (Lamentablemente, en Costa Rica, ni siquiera el Banco Central tiene un modelo macroeconómico monetarista). Ambos autores concluyen que, al “contrario de recientes rumores acerca de la muerte del monetarismo, encontramos que las cuatro proposiciones puestas a prueba fueron tan válidas y útiles durante los últimos tres años, como lo fuera en los 20 años previos”.

    En todo caso, para volver a la petición del amigo Ulibarri de referirme al nombramiento del señor Volcker como Presidente del Banco Central de los Estados Unidos, es muy evidente su éxito en la aplicación de una política monetaria estricta en el control de la inflación, la cual se redujo, de un 14% al asumir por primera vez su cargo, a cerca de un 4 por ciento a la fecha. Por supuesto, este es otro éxito del monetarismo; lo difícil para el Sr. Volcker ahora es cómo, ante la expectativa de grandes déficit gubernamentales, puede mantener la recuperación de la economía norteamericana, sin que se inicie otra vorágine inflacionaria. Muy posiblemente el Sr. Volcker continúe en su lucha contra la inflación apretando el freno monetario y urgiendo mesura en el gasto público.

  4. #24
    1983-07-12-LA FRONTERA TRIBUTARIA

    LA FRONTERA TRIBUTARIA


    La Nación, 12 de julio de 1983.

    Existen diversas opiniones acerca de cuándo un país se dice ha llegado al límite en los impuestos que puede cargar sobre sus ciudadanos. Al menos en el campo de los economistas, todas las explicaciones aducidas no satisfacen, pues no explican plenamente cuándo se puede afirmar que una nación llegó al límite tributario.

    Posiblemente por ello sea mejor hacerle caso al Presidente de la República, cuando don Luis Alberto nos señala que ya en Costa Rica no se pueden poner más impuestos. Tal vez él tiene presente la famosa rebelión anti-impuestos de la fiesta del té de Boston a finales del siglo XVIII, que fue precursora de la independencia de los Estados Unidos o bien la reciente revuelta, llamada de la proposición XIII, por la cual los ciudadanos del estado de California obligaron a sus autoridades a bajar los impuestos territoriales.

    Pero, más que todo, creo que el Presidente de la República tiene en mente que más impuestos ocasionarán una seria reducción del esfuerzo productivo del país, elemento vital en el proceso de recuperación de nuestra economía. Claro que por esfuerzo productivo del país no debe entenderse únicamente a la creación de nuevas empresas o el incremento de la producción de las existentes, sino primordialmente el hecho de que mayores impuestos inciden negativamente en la oferta de trabajo y en la formación de ahorros, fundamentales en el proceso de inversión. Lo anterior quiere decir que la abstención del consumo (ahorro), ya no le rinde tanto beneficio a quien lo practica y que, al mismo tiempo, cualquier esfuerzo adicional que realice significa que el Estado proporcionalmente le quita más y más a la persona. Esto tiene como corolario que la producción, en vez de aumentar, tienda a disminuir, lo cual no desea, aparentemente, el Presidente Monge.

    Sin embargo, el contraste entre la opinión que sobre este tema ha enunciado el Presidente de la República y la actuación de los diputados de su fracción, es evidente. El Presidente pugna por no aumentar los impuestos y los diputados lo primero que hacen es recetar una dosis cada vez mayor de gravámenes. Ejemplo reciente de ello es aquél sobre las remesas al exterior, así como uno, hipócritamente disimulado, que fija un impuesto adicional de ¢200 por vehículo (para esos señores progreso es que los ciudadanos anden en burro).

    La situación anterior obliga a meditar sobre los alcances de esa actitud evidentemente conflictiva:
    1.- O bien el Presidente veta ambas leyes y hace válida su afirmación de que no se le pondrán más impuestos a los ciudadanos costarricenses,
    2.- o, alternativamente el Presidente firma ambas leyes, con lo cual su credibilidad, que hasta ahora esencialmente se mantiene, sufre un claro y serio deterioro.
    Por otra parte, los diputados podrían:
    1.- Resellar el veto que, como alternativa, puede haber ejecutado el Presidente, con lo cual se suscita una situación de conflicto frontal entre el Gobierno y su fracción liberacionista en la Asamblea; o
    2.- no resellar el veto, con lo cual el país estaría seguro de que el Presidente de la República continúa controlando a sus propios diputados. (Se acuerdan: “Necesito muchos diputados para gobernar”.
    Para terminar hay una duda que me salta al instante de escribir este artículo: se ha afirmado que el impuesto sobre las remesas va a rendir aproximadamente 400 millones de colones a ser utilizados en programas de, supuestamente, ayuda a la niñez. Por otro lado se ha dicho que los niños beneficiados con el programa son, aproximadamente, 400 mil. Lo anterior significa que se le dará, o gastará, en cada niño, mil colones. Con esta suma sabemos bien que quien más se beneficiaría son los burócratas encargados de los programas de ayuda a la niñez. Esto provoca que, en última instancia, los más entusiastas proponentes del programa sean aquellos encargados de ponerlo en práctica. Los padres de los niños podrían contribuir a resolver el problema evitando traer más hijos al mundo, aunque, después de todo, ese nuevo gasto público terminará por encarecer más la vida del costarricense, quien por tanto ahorrará en la fertilidad.

  5. #25
    1983-07-23-VIVE LA FRANCE SOCIALISTA VIVE LA FRANCE SOCIALISTA


    La Nación, 23 de julio de 1983.

    Decía Jean François Revel en su brillante libro El Estado Megalómano que “… todo socialista consecuente extraería, por el contrario, del examen de las críticas de derecha, una preciosa enseñanza; a saber: que toda llamada crítica de izquierda que apela a los hechos, aunque sean estos una disminución pasajera de los humildes, es en esencia una crítica de derecha… Sean cuales fueren, y vengan de donde vinieren, las críticas al socialismo son, pues, de derecha. Y esto implica el corolario de que nunca son dignas de ser tomadas en consideración”.

    Lo que aquí en Costa Rica observamos con cierta fruición ideológica, si tomamos en cuenta la opinión del social-demócrata o socialista François Mitterrand acerca de los problemas políticos del área centroamericana, es como el patrocinio del Primer Ministro francés se orienta hacia las fuerzas marxistas de Nicaragua y de El Salvador. A su vez le niegan a su colega de la Internacional Socialista, el Partido Liberación Nacional, gobernante en Costa Rica, y al Partido Liberal de Honduras, también afecto a ella, el cariño y amor fraternal que se presupone es parte de esa especie de Tratado de Asistencia Recíproca ideológico, de que tanto hacen gala los social-estatistas de nuestra patria.

    No es nada extraño que mucha de la explicación de ese nuevo amor de los “internacional-socialistas” franceses por el gobierno de Nicaragua y por los guerrilleros comunistas salvadoreños, sea encontrada en una especie de vuelta a la tierra o retorno a los orígenes marxistas que caracterizan a los social-demócratas del mundo. Puede ser, por otra parte, que alternativamente también esos franceses vean en el conflicto de América Central, una especie de guerra de liberación de esos pueblos contra la opresión y el imperialismo yankee (el mismo que los liberó de los nazis) y que, por lo tanto, el apoyo de los socialistas franceses por los movimientos marxistas en el área sea simplemente una extensión de la conciencia social y de la justicia y equidad que caracteriza, supuestamente, al pueblo francés.

    Como creo que hay mucha explicación en esta última hipótesis acerca de la conducta observada por el gobernante social-estatista francés, en lo que a los sucesos de Centro América se refiere y, como según dicen algunos, yo no tengo conciencia social, ni interna ni internacionalista, estoy decidido a probar que esta última afirmación no es enteramente correcta, se me ocurre postular una sencilla idea que tal vez hará palidecer a los hermanos de la rosa socialista, aunque si bien calza con la actuación reciente de ese gremio político: crear un Comité Costarricense de Solidaridad con la Liberación de Córcega.

    Córcega es una colonia de Francia: su pueblo, sus costumbres e identidad son distintos a los de la metrópoli. Este es uno de los argumentos aducidos en pro de la independencia en Córcega. Francia le niega el derecho al pueblo corso de darse su propio gobierno, de aquí que los heroicos guerrilleros insulares están dispuestos hasta sacrificar su vida, con el objeto de rescatar a la patria corsa de la invasión francesa. Francia tiene instaladas allí sus tropas con el fin de evitar que el pueblo corso logre satisfacer su aspiración de disponer de su propio gobierno. La bota militar imperialista impide y cohibe el derecho a la autodeterminación del pueblo. También hay prisioneros polìticos (y si no los hubiera, al igual que en Costa Rica, pues hay que inventarlos), cuyo delito único ha sido la posesión y utilización de armas para la liberación de su pueblo.

    En todo caso, lo imperdonable históricamente es que “Francia” haya mandado a matar (al destierro) al hijo favorito de la isla: al gran emperador Napoleón. Es por ello que nosotros, los aborígenes del primitivo mundo centroamericano, debemos de luchar con ahínco por la liberación de Córcega y devolver a la patria a su legítimo gobernante: el Príncipe Napoleón. Tal vez el socialista Mitterrand (o alguno de sus a láteres) lleve este caso a la Internacional Socialista, donde estoy seguro se le dará un tratamiento igual al que han brindado a Puerto Rico: descolonización a la fuerza del imperialismo yankee. De no ser así, debemos recordar al social-estatista francés, que los casos de Córcega y de El Salvador son muy parecidos, pues, a pesar de la enorme distancia, simplemente nos obliga a exigir consistencia, Monsieur Mitterrand.

  6. #26
    1983-08-05-LAS LIBRERÍAS Y LA LITERATURA DE IZQUERDA

    LAS LIBRERÍAS Y LA LITERATURA DE IZQUIERDA


    La Nación, 05 de agosto de 1983.

    Un día de estos se me ocurrió ir a dar una vuelta por alguna de las céntricas librerías de San José, en busca de un libro de Jean François Revel que me había recomendado entusiastamente un buen amigo.

    Una vez allí sufrí una gran desilusión por el hecho de que tres empleados desconocían totalmente el nombre de tan famoso escritor contemporáneo. Pero mayor fue mi sorpresa cuando decidí buscar personalmente un libro de economía política que pudiera interesarme, y lo único que logré encontrar en esa sección fue una pléyade de obras de autores de izquierda. Así, por ejemplo, está gran parte de la literatura publicada por la Editorial Siglo XXI, la cual produce obras de Mandel, Poulantzas, Debray, entre muchos otros; allí también se encuentran muchas obras de la Editorial Grijalbo, la que posee libros de Shishkin, Engels, Kopnin, Borisov, Makarova y muchos otros más.

    Caso interesante es el de alguna de la literatura editada en Costa Rica, como es la del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), que se supone sintetiza el pensamiento de la iglesia izquierdista. También en los estantes están las obras de la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), la cual edita obras de simpatizantes izquierdistas, como Carcanholo, Almendárez, Posas, Quijano y muchos otros más y, en evidente simbiosis que a muchos llama la atención, aparecen otros de los izquierdistas Assmann, Gorostiaga, Hinkelammert, Trinidad y otros más, que resulta del esfuerzo conjunto del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) y de la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA). Como se dice: Dios los cría y el diablo los junta.

    Normalmente estos autores izquierdistas lanzan sus iras de Júpiter tonante contra el sistema de mercado, el mismo que les protege anónimamente de la eventual coerción que puede ejercer contra ellos un Estado que no comparta sus opiniones. Es decir, sus vidas de autores, la difusión de sus ideas, su permanencia intelectual en el medio, persisten gracias a que hay una demanda (esa tan despreciada por los socialistas) de sus obras y que hay algún empresario (eso aún más despreciado por los socialistas) dispuesto a satisfacer esa demanda de los lectores. ¿Se concibe acaso que este autor, liberal por más señas, pueda vender libremente, sin ninguna coacción, sus libros por medio de librerías privadas en esos paraísos marxistoides, a los cuales son tan afectos los socialistas de la región? Creo que no podría hacerlo. Tal como dice el lema: Dios protege a los inocentes. En este caso, podríamos decir: el mercado protege a los socialistas.

    Antes de que a algún termocéfalo se le ocurra decir que estoy abogando porque se retiren los libros de izquierda de los anaqueles de las librerías, deseo manifestar que, al contrario, quiero que existían más editoriales privadas dedicadas a la publicación de obras de cualquier tipo y naturaleza ideológica. Lo que sí me preocupa es saber que la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) es mantenida, en parte, por los fondos de las universidades centroamericanas, entre ellas la Universidad de Costa Rica. Ésta, en última instancia, es también financiada con fondos de los contribuyentes nacionales, por lo cual resulta que EDUCA publica libros de clara ideología izquierdista, con fondos proporcionados parcialmente por el pueblo costarricense. Me pregunto si queremos los ticos financiar esa literatura izquierdista.

    El contraste es evidente: los libros izquierdistas de EDUCA se venden gracias al sistema de mercado que tanto combaten y, al mismo tiempo, la literatura izquierdista de EDUCA es, en parte, financiada por los capitalistas (entre muchos) que pagamos los impuestos. Así, ¿quién no…?

  7. #27
    1983-08-20-JORGE CORRALES CENSOR DE LIBROS


    JORGE CORRALES, CENSOR DE LIBROS


    La Nación, 20 de agosto de 1983.

    Mucho agradezco a don Sebastián Vaquerano que haya salido en defensa de la labor editorial y de pluralismo ideológico de la empresa Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA). En particular, mi agradecimiento se basa en que se sirvió leer mi artículo del día 5 de agosto de 1983, titulado “Las librerías y la literatura de izquierda”, pues ya había perdido la fe en que se le prestara atención a las opiniones que en nuestro país a veces algunos nos servimos expresar.

    Pero vayamos al grano y analicemos la respuesta del Sr. Vaquerano. En primer lugar, atribuye a que no esté suficientemente informado para la formación de las opiniones que expresé sobre EDUCA. Y tal vez el Sr. Vaquerano tenga razón, porque no fui suficientemente explícito en mi artículo de que las obras de EDUCA que conozco son, fundamentalmente, aquellas de las denominadas ciencias sociales, que comprende economía, política, sociología y otras similares, en tanto que no hago referencia a las de teatro, poesía, literatura, etcétera, publicadas por la Editorial y cuyos nombres, amablemente, se sirvió reseñar el Sr. Vaquerano.

    En segundo lugar, entre lo que más me interesa destacar está la afirmación del Sr. Vaquerano, la cual dice que “…a partir de 1980 se ha venido aplicando una política de disminución progresiva del subsidio otorgado por las universidades miembros del CSUCA hasta alcanzar, en este año, el autofinanciamiento pleno“. He aquí uno de los aspectos más importantes de la respuesta del Sr. Vaquerano, pues él reconoce que ha existido un subsidio, que aunque nos diga proviene de las universidades, en realidad es del costarricense, el centroamericano, en general, quienes han pagado el baile. Y temo que la editorial, y tomo deliberadamente este ejemplo, cuando editó la obra de mi apreciado ex profesor, Claudio Gutiérrez, “Teoría del método en las ciencias sociales”, no buscó la aprobación de quien ha pagado el baile: de quien ha brindado los recursos para EDUCA.
    Por ello, lo más importante no es tanto la ideología del autor, sino que se utilicen fondos de una colectividad para producir obras, las que tal vez no le interesen a esa misma colectividad. Yo, como pagador de impuestos, podría preferir el libro de don Claudio, o el de mi otro ex profesor, don Constantino Láscaris, a las obras de Carcanholo o de Almendárez o de Posas o de otros, pues en última instancia soy yo, al igual que todos los que pagamos impuestos, quienes deseamos que se nos publique lo que preferimos.
    Lo anterior se lograría si EDUCA fuera, como lo va a ser en este año, según dice el Sr. Vaquerano, una empresa privada en su forma de operación; esto es, sin subsidios públicos. En este caso, se publica lo que se demanda, lo que desea leer el lector y no lo que crea que prefiere, según el editor.

    En las editoriales subsidiadas, si el editor se equivoca en la satisfacción de las necesidades del lector y publica obras que éste no desea, el editor sabe que la hacienda pública, el subsidio, el impuesto que pagamos, le permitirá encubrir su error, pues no quiebra y pierde su patrimonio. Esto no sucede con la actividad privada, sin subsidio, como es la nueva EDUCA a que se refiere el Sr. Vaquerano, pues sus publicaciones quedan sujetas al consumidor soberano. De manera que sólo me queda desearle suerte a esta nueva EDUCA y espero que podrá verse cómo indefectiblemente el mercado terminará por proteger al inocente, por medio de esa anonimidad y libertad que nos es tan querida a los liberales.

    La respuesta del Sr. Vaquerano me gustó, hasta el último párrafo. Hasta entonces, sí guardaba respeto por las ideas, tal vez equivocadas, de este autor. Pero adonde no me agrada es cuando irónicamente me pide que revele “el título de las obras (que) a (mi) juicio… EDUCA no debió haber publicado en virtud de las concepciones políticas de sus autores”. Esta deleznable petición presupone que mi carácter deja de ser liberal, y más bien busca tratarme como un Torquemada renacido o mejor, como un piricuaco sandinista encargado de censurar al periódico La Prensa. Aquí se equivoca de plano el Sr. Vaquerano: en última instancia me importa un bledo cualesquiera sean las obras que publique EDUCA; eso sí, las de la nueva EDUCA, la que, dice el Sr. Vaquerano, alcanzará en este año el autofinanciamiento pleno. Pero en cuanto EDUCA publique obras que no son de mi agrado y se utilice mi dinero por vía de impuestos para financiar su edición, sí me verá inquieto y vigilante. Por supuesto, soy soberano en mi decisión de comprarlas o no, como sucede en un régimen de libertad de mercado. Por ello pregunté en mi artículo anterior si queremos los ticos financiar esa literatura izquierdista. El único precio que pensé tendría que pagar por formular esa majadera inquietud era “que a algún termocéfalo se le ocurra decir que estoy abogando porque se retiren los libros de izquierda de los anaqueles de las librerías…”

    En todo caso, lo único que el Sr. Vaquerano quiere es darme el cargo poco honroso de censor de libros, aunque eso es más típico de un retrógrado oscurantista o de un estatizador socialista, de esos que ahora pululan por todos los rumbos, y no de este liberal, quien desea que sea el consumidor el que determine cuáles son los libros que han de publicar los editores, quienes así quedan sujetos a los riesgos empresariales derivados de sus propias acciones.

  8. #28
    1983-08-26-UN ARTÍCULO QUE DEBE ANALIZARSE

    UN ARTÍCULO QUE DEBE ANALIZARSE


    La Nación, 26 de agosto de 1983.

    Varios días han pasado desde que el respetado economista Dr. Eduardo Lizano F., publicó en esta misma página un excelente artículo en que expresa, con el resumen requerido, un conjunto de ideas acerca de las posibilidades de crecimiento de la economía costarricense en un futuro relativamente cercano. Lamentablemente, por esa especie de modorra intelectual que ha invadido a muchos de ese gremio cuasi taumatúrgico, denominado “economistas”, las ideas de don Eduardo no han venido a más.

    Tal vez me ilusionó la posibilidad de que en un casi inoperante Colegio de Economistas, cuyos directores, de vivir en el siglo XIII, determinarían que la tierra es plana, según resultado exclusivo de una encuesta que practicarán en su gremio, podría dedicar algo de su “valioso” tiempo al análisis de las ideas expuestas por don Eduardo. De la misma manera, pensé que tal vez los egregios economistas liberacionistas, especialmente algunos de los social-estatistas aún vigentes en ese partido, tendrían deseos de dedicar algunas octavillas al análisis de las revolucionarias (para nuestro enclenque medio) ideas del economista Lizano, especialmente por proceder ellas de uno de los intelectuales liberacionistas más destacados en su medio, y eso que no son muchísimos. Pero no, todo sigue igual en esta villa, en donde hasta la tradicional expresión de ideas en los periódicos, en este caso, volvió a la tierra del camposanto.

    Me atrevo, para no dejar pasar esta oportunidad, a presentar algunas ideas que tiene relación con lo expuesto por don Eduardo en su artículo de reciente aparición, como es el papel de las exportaciones del país, a la luz de ciertas políticas económicas que está llevando a cabo el actual gobierno, así como en el marco de las propuestas del Banco Mundial para una reforma estructural de la economía nacional. Para efectos de este análisis, se puede partir de que las exportaciones son vitales en la recuperación de la economía del país y, a pesar de que numerosas naciones están en el mismo juego, que el esfuerzo del país se debe centrar en la colocación de ciertos montos aparentemente manejables de nuestras exportaciones. Sin embargo, existen tres políticas económicas proseguidas por el gobierno actual que conspiran contra el logro de ese objetivo.

    La primera de ellas es la fijación de un precio a las exportaciones. Esto es, la determinación del tipo de cambio a un nivel menor que el vigente en el mercado, lo cual retarda cualquier proceso de exportaciones. La existencia reconocida de insuficiencia de divisas para satisfacer su demanda al precio vigente, es la mejor prueba de que el valor oficial de nuestra moneda es mayor que el verdadero. Debe proseguirse, en este sentido, una política económica que no fije el precio artificial a las exportaciones, si es que se desea incrementarlas.

    En segundo lugar, sorprende que si las autoridades gubernamentales quieren exportar más, ellas mismas carguen constantemente de impuestos a la exportación. Tal vez ello resuelva un problema fiscal, pero ese enfoque parcial, tarde o temprano, se constituirá en una barrera a las exportaciones, lo cual se supone es el corazón del programa, si es que lo hay, de recuperación de la economía nacional.

    Finalmente, el proteccionismo vigente sigue tan campante como Johnny Walker. La protección arancelaria se traduce en un impuesto a las exportaciones, al encarecerse el costo de los factores productivos, al ser artificialmente dedicados a la producción interna, lo cual excluye su utilización en el proceso de exportaciones.

    Creo que, en tanto no se entre de lleno a la revisión de la política económica proseguida por el actual gobierno sobre el tipo de cambio, los impuestos a las exportaciones y la revisiòn del proteccionismo, nuestro esfuerzo será inútil, así como el de intelectuales de valía como don Eduardo Lizano. Con ello, lamentablemente, no se beneficiará el país de la recuperación de la economía norteamericana, surgida gracias a las políticas no social-estatistas sino liberales del Presidente Reagan.

  9. #29
    1983-09-03-LA MISMA MONA, CON DISTINTO RABO

    LA MISMA MONA, CON DISTINTO RABO


    La Nación, 03 de setiembre de 1983.

    Si bien aún no ha concluido el sainete de los aumentos salariales del sector público, es bueno, por aquello del registro, referirse a varios aspectos de tan trillado espectáculo.
    Cuando se planteó el aumento de los salarios (merecido o no, no es este el caso) de los empleados del Instituto Nacional de Seguros, el Ministerio de Hacienda, preocupado por el efecto disparador que sobre el gasto público total significaba su aprobación, se opuso a ello, como igualmente lo hizo el Consejo Económico y, tengo entendido, la Procuraduría General de la República. Pero, como la cuerda política siempre se rompe por lo más delgado, el Consejo de Gobierno aprobó el aumento de ¢450 al mes que propugnaba el INS, puesto que sí se tenía contenido económico suficiente.

    El anterior rompimiento del naipe provocó que otros grupos de asalariados, los de la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE) y los del Banco Nacional, alegaran que, en tanto existieran suficientes recursos propios en sus instituciones, el aumento podría exceder a los ¢450 en que, se suponía, estaba plantado el gobierno de la República. Caso sorprendente fue el del Banco Anglo, cuyo Presidente de la Junta Directiva, el Sr. Araya Westover, manifestó por la Prensa Libre, aunque algo hermético, que de un aumento mayor de los ¢450 mensuales ya la Casa Presidencial tenía conocimiento.

    En un giro de 180 grados, la lenidad mostrada por las autoridades gubernamentales en el caso de las barricadas anti-ICE, se vio transformada en una firme posición de que no se aceptaría ningún aumento mayor de los ¢450 para los empleados públicos. Y hasta aplausos cosechó esa posición tan guayacana. Pero como a veces los políticos pretenden engañar a todo el mundo, todo el tiempo, se hace necesario formular unas observaciones acerca de los “acuerdos” logrados por el gobierno con los grupos huelguistas.

    Se ha mencionado que tanto a los maestros como a los trabajadores de RECOPE, no se les aumentará el salario en más de los ¢450 mensuales, como era la posición totémica del gobierno, pero ello lleva adicionado un incremento debido a la nueva escala salarial que se aplicaría. ¿Estaremos en presencia de una misma mona, pero con distinto rabo? He aquí las preguntas de fondo: ¿Cuánto le costaba al país un aumento de ¢1.500 mensuales solamente y cuánto le cuesta ahora con uno de ¢450 mensuales más la nueva escala salarial? ¿Tendrán los acuerdos negociados un efecto sobre la emisión de dinero, con el consiguiente efecto inflacionario? ¿Están estos aumentos comprendidos dentro de los lineamientos acordados con el Fondo Monetario Internacional? ¿Se aumentarán los impuestos para financiar este incremento en el gasto público? ¿Tendrán efecto estas alzas salariales sobre los precios que se les cobran a los usuarios de los servicios públicos, tales como electricidad, luz, agua, teléfonos, gasolina y diesel? ¿Repercutirá esta nueva política salarial sobre el monto de la deuda pública? Esperamos que a estas preguntas no se les apliquen aquello de quien calla, otorga.

  10. #30
    1983-09-24-EMPECEMOS A ACLARAR LO DE NUESTRA NEUTRALIDAD

    EMPECEMOS A ACLARAR LO DE NUESTRA NEUTRALIDAD


    La Nación, 24 de setiembre de 1983.

    La tan traída y llevada neutralidad de Costa Rica en los conflictos internacionales poco la he entendido, explicación que se debe encontrar en mi grave falta de conocimiento del derecho internacional. Es por ello que me tengo que declarar ignorante acerca de la conveniencia de que nuestro país se declare neutral bajo los lineamiento (o, apenas, esbozos) expresados por nuestras autoridades.

    Sin embargo, como ciudadano costarricense tengo la intención de formular algunas preguntitas sencillas, a lo cual tengo todo el derecho, pues es mi neutralidad de costarricense la que se está definiendo. Debo, antes de hacerlas, aclarar que, tal como lo han dicho los gobernantes actuales, no se trata de una neutralidad ideológica, pues el país comparte los principios de la democracia occidental. Es decir, el fondo del asunto es el concepto de nuestra neutralidad ante los conflictos bélicos.

    Primera pregunta: si somos miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), por el cual, según entiendo, la agresión de algún país extra-regional contra uno de América, significa que esa agresión la es contra todos los del continente; entonces, si, por ejemplo, la U.R.S.S. ataca a Brasil, ¿permanecería neutral Costa Rica desde el punto de vista bélico? Supongo que lo de asistencia recíproca se refiere a que la agresión contra una de las naciones americanas es eventualmente repelida por las armas y hombres y mujeres de todos los demás países firmantes del pacto.

    Segunda pregunta: si la respuesta a la pregunta anterior es un simple y llano “sí”, ¿no significa, entonces, que, de hecho, nos estamos saliendo del pacto de asistencia recíproca?
    Tercera pregunta: si partimos de que la posición esbozada en la introducción a la primera pregunta, es la que Costa Rica mantiene ahora, entonces, ¿si Costa Rica es agredida por una potencia extranjera, debemos esperar con certeza que las demás naciones de América envíen sus tropas para defendernos de la agresión extranjera?

    Pregunta final: ¿qué previsiones, bajo el alero de la declaratoria de neutralidad objeto de estos comentarios, ha tomado nuestro gobierno si, “por si acaso o por lo que sea”, Nicaragua invade a Costa Rica?

    Espero que, por favor, alguien aclare estos nublados que cruzan mi mente, pues el silencio, ese ominoso silencio tan frecuente en Costa Rica, no sirve como respuesta.

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