1989-11-24-ASEGUREMOS NUESTRA DEMOCRACIA

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ASEGUREMOS NUESTRA DEMOCRACIA


La Nación, 24 de noviembre de 1989.

Lo que la democracia permite es, por medios pacíficos, cambiar los gobernantes que, en su momento, poseen el poder político, en esencia por un procedimiento de voto mayoritario. De aquí que resulte muy importante que, de diversas formas, quienes apreciamos ese método facilitemos la situación o conservación de los gobernantes.
Nuestra realidad política determina la existencia de dos partidos políticos de tamaño similar, únicos con alternativa real de llegar al gobierno por el voto directo de los electores. En un sistema democrático eficiente, es posible que, en cierto momento, un grupo de ciudadanos se coaligue, forme un partido y tenga la opción de convertirse en mayoría; esto es, el fin de un partido político es poder llegar a asumir el gobierno.

Suponga el lector que, por cualquier razón, nuestros dos principales partidos políticos son copados por la mafia del narcotráfico o, si no se desea pensar en esa posibilidad, llegan a graves extremos de incapacidad en la conducción de la cosa pública. Evidentemente, en nuestro sistema democrático se podría pensar que lo conveniente sería la formación de otro grupo político, que tendría, supuestamente, una opción real de llegar al poder y evitar los dos presuntos males descritos.
Sin embargo, en Costa Rica, la posibilidad de forjar –continúo con mi ejemplo– un partido político, liberado de la mafia del narcotráfico o de la incapacidad de dar soluciones que resuelvan los problemas que le interesan solucionar al ciudadano, se ve seriamente limitada por una práctica que de hecho constituye un freno a nuestra libre elección política. La deuda política adelantada es un freno de gran importancia a nuestro proceso democrático. Cualquier grupo de ciudadanos que desea formar un partido, antes de ingresar a la lid, compite con dos agrupaciones que de antemano se distribuyen casi mil millones de colones para su beneficio. Hay, en nuestro país, un muy alto costo de ingreso al proceso democrático.

La reciente querella presentada por la Lic. Estela Quesada ante nuestras Cortes, acerca de la inconstitucionalidad de la deuda política adelantada, debe tener éxito, si es que se desea que nuestra nación prosiga por un cauce verdaderamente democrático y no que éste se restrinja a quienes tienen el ingreso garantizado al proceso político electoral. Para asegurar nuestra democracia se requiere la eliminación de la deuda política adelantada: lo demás son escarceos del momento.